El libro de Olivia Moreno Gamboa revela ante todo una nueva visión frente a la historia de la música en México. A diferencia de las obras que se ocupan de historiar el proceso musical en México, Olivia Moreno escogió un novedoso tema de investigación: la prensa musical en el siglo XIX. La acuciosa investigación que emprendió logró presentarla de manera amena, tal y como lo hacían las publicaciones de aquella centuria que buscaban instruir y entretener. Y es que el libro puede identificarse muy bien con las publicaciones de aquel entonces. Las páginas tienen la virtud de contar con enseñanzas muy interesantes en torno a la cultura musical de hace dos siglos y, al mismo tiempo, tienen la bondad de ser amenas.
Además, la autora se preocupó por escoger un tema que no había sido estudiado desde la visión que ella lo hizo, lo que nos habla de originalidad en el tema y en el manejo de las fuentes. Ella enfocó su investigación desde otro ámbito: miró a la prensa no en tanto fuente sino que se preocupó por visualizarla como fenómeno político, social y cultural. De ahí que su propuesta presente una nueva versión de los materiales que han servido para estudiar aspectos particulares y no fenómenos en sí, como lo pueden reflejar estas páginas relacionadas con la música.
El trabajo que emprendió revela el entusiasmo por un tema, pues no solamente se ocupó en ofrecernos el contenido de esa prensa musical que hubiese sido lo más natural, sino que la primera parte de la obra es un recorrido por las prácticas musicales en la sociedad mexicana decimonónica. Una sociedad que se relacionó a través de la música, una sociedad que se recreó con la música, una sociedad que apreció la música en cuanto valor cultural y en tanto enseñanza esencial para algunos sectores. De allí que se preocupó por analizar un amplio corpus de publicaciones, centrada en una temporalidad que abarca más allá de la segunda mitad del siglo XIX y que permite un recorrido en el tiempo a través de los impresos musicales y se aleja de aquella visión predominante en la historia de la música en México que se aferró a recoger únicamente las notas contenidas en los periódicos acerca de los principales acontecimientos relacionados con el ámbito musical y que otorga una versión fragmentada. Por ello, nos presenta una imagen renovada de la historia de la música en el XIX.
Al preocuparse por saber cómo se dio el florecimiento, la autora va recorriendo los espacios, va mencionando los gustos, va imaginando con nosotros el ambiente musical del México del siglo XIX y haciéndonos entender el gozo que existía por la música. No quiere brindarnos una imagen cómoda y falsa de la música y los mexicanos. Quiere mostrarnos cómo fue teniendo un lugar primordial la música en México a lo largo del siglo, cómo se dieron los estilos y los cambios en la moda musical. Cómo se hicieron esfuerzos desde el poder o mejor dicho desde los particulares para incorporar y ampliar el gusto por la música que, a la postre, no tuvo las repercusiones que se esperaban. Las fuentes que revisó tienen un papel primordial. A partir de ellas se recoge una propuesta distinta que nos habla de la música y su relación con la sociedad. La variedad de títulos que cuidadosamente trabajó le dio la oportunidad de ofrecernos un panorama del ámbito musical del siglo XIX mexicano.
El libro está organizado como una obra musical con distintos movimientos desde una perspectiva social y cultural. Contiene actores principales, entre ellos las mujeres. Ellas ocupan un lugar privilegiado en la primera parte de esta historia.
Ellas se convirtieron en elementos fundamentales para ampliar este ámbito. Ellas fueron las que, dada su condición de féminas, ayudaron a difundir la música que venía de fuera, pero también aquella que se había confeccionado en el país; ellas inspiraron también diversas piezas que salieron del corazón de los jóvenes enamorados o de los profesores necesitados.
Las mujeres entonces se convierten en el centro de atención alrededor de la música. Están en su casa y nos deleitan con sus interpretaciones. Están en la tertulia o la fiesta y son el centro de la reunión a través de la música. La música se identifica con ellas aunque su público no reconozca el talento que, según dicen sus madres, poseen. Todas pueden tocar el piano o cantar, pero no todas lo hacen con arte. Su presencia en estas páginas nos lleva a pensar en su papel privado, en su comportamiento ante la sociedad, en su educación. Interpretar la música les está permitido y es parte de su formación, aunque claro, sólo para aquellas que pertenecen a una determinada posición social. Estas características de la cultura musical decimonónica revelan ese binomio mujer y música que la autora supo muy bien reflejar en las primeras páginas de su obra y, sobre todo, visualizar la sociabilidad que se logró a partir de la música. Esta obertura nos deleita con el ambiente musical que impera en las primeras décadas de la vida independiente.
Precisamente si algo tiene esta primera parte de su libro es que nos transmite el contexto musical de la época, a la vez festivo y trágico, porque si las tertulias permitían el disfrute, no siempre las intérpretes salieron bien libradas. Trágico también porque los esfuerzos llevados a cabo por distintas instancias oficiales y particulares no lograron coronar las aspiraciones de quienes veían en la música un símbolo de educación o una fórmula de éxito. Aquí están narradas también las desventuras de las asociaciones musicales, los esfuerzos de los particulares por hacer de la capital un centro musical, los desaires a los músicos mexicanos por parte de los empresarios extranjeros, en fin, se encuentra un panorama sobre música, géneros, compositores e intérpretes que nos permite hacernos una idea de los afanes y los días de quienes encontraron y creyeron que la música era un elemento esencial para los mexicanos.
Podríamos decir que a medida que avanzamos en las páginas, vamos adelantando también en los gustos, en las modas, y vamos constatando que de la música de salón para muchos, pasamos a una música más selecta para los más entendidos. La ópera ocupa un sitio especial. Aquí se aprecia el encanto por la melodía, por los compositores italianos Rossini, Bellini, Mercadante, Donizetti, Verdi, "más cercanos al gusto mexicano", más fáciles de digerir. Algunas gráficas nos hablan de los estrenos, del tiempo entre la realidad europea y la mexicana en que esta no sale tan mal parada.
Olivia supo recoger de diferentes fuentes, libros, programas de música, periódicos y revistas del XIX y del XX lo que hablara de ese ambiente y, por lo mismo, el lector logra encontrar aquí una visión agradable, una visión deliciosa del siglo XIX. No son ni la lucha por el poder ni los levantamientos políticos lo que caracteriza a este siglo; es la música con sus intérpretes, con los promotores, con los compositores lo que encuentra cabida en estas páginas; es la prensa musical como reflejo de las inquietudes culturales de una elite la que se convierte en el centro de la propuesta. Son los esfuerzos de una nación por intentar estar a la altura de las civilizadas que se mira a través de un prisma musical que le ofrece diferentes caras de la sociedad mexicana, interesada en las cuestiones musicales.
Aquí están también los encuentros y desencuentros con la música, aquí nos sabemos amantes de la música italiana y promotores de la francesa; aquí nos vemos los mexicanos impulsando y protegiendo lldegonda frente a un empresario extranjero, aquí nos visualizamos como un pueblo que intenta ser culto, con un exquisito grupo melómano... Aniceto Ortega, Cenobio Paniagua, Melesio Morales, Ricardo Castro... aquí se nos habla de una verdad que deja de lado versiones repetidas por muchos.
Una segunda parte, un intermedio en esta interpretación, es la muestra de las publicaciones musicales. Olivia va mostrando el in crescendo de la prensa musical. Los tipógrafos de partituras de distintos autores y géneros encuentran un sitio. Muestra la historia de esa prensa musical que se fue haciendo poco a poco. De las partituras a los álbumes y periódicos musicales, impresos todos que vuelven a confirmar el gusto por la música entre los mexicanos. Si se imprimían ejemplares de este tipo era porque tenían demanda y si tenían demanda era porque se querían interpretar, porque se querían aprender; la prensa musical que recogió habla de un interés por conocer el ámbito musical no sólo mexicano sino extranjero.
Los títulos de las publicaciones como el Semanario Musical, El Ramo de Flores, La Historia Danzante, el Bouquet de Melodías son tan sólo algunos de los ejemplos que revelan el surgimiento de publicaciones novedosas enfocadas para un público selecto. La prensa musical se vincula, en un primer momento, con los nombres de Murguía, Rivera, Navarro. Pero un segundo movimiento nos muestra que no sólo los mexicanos se ocuparon de hacer impresos musicales sino que México se volvió interesante para los extranjeros, que vieron en la capital, y más allá de ella, una posibilidad para crecer sus negocios. Nagel fue el propietario del Repertorio de Música y Mercería, y la Casa Wagner fue el emporio que robaría a los mexicanos interesados en la impresión musical la posibilidad de seguir imprimiendo materiales de música para los mexicanos. Olivia Moreno nos muestra cómo frieron desplazados los impresores mexicanos por dos casas de impresión europeas: Nagel y Wagner y Levien. Los esfuerzos de los nacionales quedarían ensombrecidos frente a la capacidad y variedad de impresos que, sobre todo la segunda, pondrían en circulación.
Del análisis que lleva a cabo nos encontramos no sólo con las publicaciones, sino con las implicaciones de ellas. Sabemos lo que costaban y de allí a quién estaban dirigidas; sabemos que había un importante material musical que vio la luz en circunstancias muy diversas. De su investigación, se visualiza la propia cronología de la historia de la música en México, lo que viene a ser un aporte a la visión del México decimonónico.
Precios, periodicidad, responsables, nos acercan a ese mundo poco estudiado y sobre el cual la autora arroja una gran luz. Porque si algo denota este trabajo es el interés por dilucidar distintos aspectos del quehacer musical en México desde la prensa. De ahí que, por ejemplo, su Trabajo nos ponga en contacto con muchos personajes del XIX desde la vertiente musical y nos los revele en función de la vida cultural de México.
En un finale se dedica al análisis propiamente de la escritura musical en la prensa. La autora logra mostrar la diferenciación que tuvo. Por ello, no se lanza a una generalización sino que a través de diez publicaciones logra manifestar los intereses, los contenidos, los objetivos de cada una de las publicaciones escogidas que recorren un amplio periodo de la segunda mitad del XIX. Cada uno de los impresos seleccionados revela aspectos específicos que abren un abanico de posibilidades al público al que se dirigieron, pero también al investigador que se interese en ellos. De ahí que el recorrido emprendido por la autora nos sirva para comprender el universo musical que caracterizó a la segunda mitad del XIX, al tiempo que muestra los intereses de quienes estaban detrás de los impresos de este género. Según muestra con su propuesta, las publicaciones sirvieron también al discurso político del país. La cultura musical se empeñó en mostrar a México como un país progresista cuando ello no era una realidad consumada. De ahí que la prensa musical no quede en este trabajo desvinculada de la vicia política nacional, sino más bien esté en correspondencia con ella.
Al analizar la prensa y al hacerlo en específico, Olivia Moreno va diseccionando cuidadosamente cada una de las publicaciones hasta adentrarse en los recónditos rincones de ese corpus musical. Distintas secciones —teóricas, literarias, científicas, históricas, biográficas, partituras—; autores diversos —políticos, médicos, sacerdotes, aficionados a la música—, intereses varios —políticos, comerciales, culturales-, periodicidades desiguales —semanales, quincenales, mensuales—, precios disímiles, relaciones empresariales, propuestas originales, composiciones musicales novedosas, todo ello estuvo detrás de esas publicaciones para lograr un mayor impacto, para conseguir lectores, según se desprende del análisis realizado por la aurora. Todo ello es una revelación que ayuda a entender el interés de los editores por llenar vacíos, para cultivar buenas costumbres. De ahí que las publicaciones tuvieron un papel esencial, pues en ellas también estuvo contenido el ideal de nación a que aspiraban los grupos dirigentes. Con el tiempo, la prensa se convirtió en una fórmula para informar sobre "las noticias internacionales y de actualidad, que los mantuvieran al tanto de lo que ocurría en el resto del mundo". La música se convirtió entonces en un medio a través del cual México buscaba insertarse en el concierto de las naciones.
Es una historia en la que mexicanos y extranjeros se unen a través de la música. Es una oportunidad para mirar esfuerzos distintos por incorporar lo que acontecía en el ámbito musical europeo. Es una visión que va caminado en el tiempo para permitir mirar las continuidades y los cambios en los géneros musicales; es una propuesta novedosa que nos ayuda a visualizar los distintos géneros en los impresos musicales: periódicos, álbumes, partituras, pero la prensa aquí analizada nos refiere el estado del arte en México, de la música que llenó distintos espacios y que generó diferentes reacciones, y nos revela el interés que existió por promover a través de las publicaciones la música culta. Es una historia de las elites que muestran sus inquietudes. Pero es ante todo una visión social y cultural del México en el siglo XIX que Olivia Moreno logra muy bien tejer a partir de la prensa musical que esperaba el trabajo acucioso de un investigador interesado.