De manera desconcertante fuimos testigos –estudiantes e investigadores— durante el año 2006 de una celebración poco ostentosa por parte del gobierno federal respecto a un personaje tan importante para la historia nacional y la formación del Estado–nación mexicano, en palabras de Daniel Cosío Villegas y Josefina Zoraida Vázquez, "una figura señera de toda nuestra historia" (p. 9). A pesar de esa apatía, afortunadamente el año pasado hizo su aparición el último de los esfuerzos académicos colectivos por conmemorar el bicentenario del natalicio de don Benito Juárez, un trabajo que, tal vez por cuestiones editoriales, salió cuatro años después de su elaboración. El presente libro se suma a los pocos trabajos relevantes y analíticos dedicados al hombre de Guelatao y su época durante 2006, como fueron el número especial consagrado a don Benito en Metapolítica1 y la Colección del Bicentenario del nacimiento de Benito Juárez, 1806–2006, coordinada por una red de investigadores, organizados por la UABJO y la UAM, durante el mismo año.2
El texto aquí presentado fue producto del coloquio organizado por el doctor Guillermo Palacios, director —en ese entonces— del Centro de Estudios Históricos del Colegio de México, intitulado Juárez: Historia y Mito, llevado a cabo en dicha sede los días 15 y 16 de junio de 2006, en el que participaron los especialistas más sobresalientes del periodo a escala nacional e internacional.
El libro se compone de una introducción y cinco apartados en los que a través del empleo por parte de los investigadores de diferentes enfoques, tales como la historia jurídica, política, del arte, social, regional, entre otras, que junto con un gran número de archivos, hemerografía y bibliografía exhaustiva, plasman el análisis de la herencia o huella del prócer oaxaqueño en nuestra historia e historiografía en cinco aspectos primordiales: la producción historiográfica, el derecho, la relación Estado–Iglesia, la cuestión agraria y su presencia en el interior de la república durante su "gobierno itinerante".
Dentro del primer apartado del texto, llamado "Juárez y el juarismo: historia y mito", Brian Hamnett abre una serie de reflexiones concernientes a la última etapa del personaje en cuestión, en la que detecta ciertas aportaciones a la política mexicana decimonónica posterior, en específico el uso de la reelección por primera vez en la historia política de nuestro país, que utilizó en aras de consolidar la Reforma. En una visión compartida con Hamnett de admiración a don Benito, Josefina Vázquez sostiene un debate con los detractores del ex ejecutivo oaxaqueño en torno a si la heroicidad de Juárez es un producto de la historia oficial o no, a lo que responde "[estos autores] olvidan que Juárez gozó en vida del reconocimiento nacional e internacional" (p. 35) antes de que existiera la mentada historia oficial. Ensayos en los que detectamos producciones historiográficas juaristas.
Erika Pani en un sentido más crítico a la figura del prócer retoma toda una serie de tópicos formulados durante el primer centenario del natalicio de Juárez dados por el crítico más severo del ex presidente, don Francisco Bulnes, encaminados a poner en tela de juicio las virtudes de don Benito. El sentido de retomar a Bulnes —según Pani— es: "reflexionar sobre lo que deben ser y hacer los historiadores", contribuir a esclarecer los acontecimientos y destruir mitos. Por su parte, Manuel Ceballos Ramírez hace un rastreo sumamente interesante de la historiografía antijuarista mexicana en dos vertientes: las obras de fuentes laicas encabezadas por el ingeniero Bulnes y las de origen católico, como las confeccionadas por el padre Mariano Cuevas y por ángel María Garibay, entre otros, en ambos autores, sin llegar a ser antijuaristas, vemos el peso del legado historiográfico de Bulnes.
Antonia Pi–Suñer Llorens y María Ligia Prado Cohelo dan un panorama del impacto que tuvo el periodo de la intervención francesa en México en algunos sectores políticos de España y Brasil contemporáneos al oaxaqueño, junto con la recepción de la resistencia mexicana en los liberales brasileños y españoles, cuyas respuestas oscilaron entre el apoyo moral a través de sentimientos elevados e intereses pecuniarios a la causa mexicana.
Andrés Lira y Jaime del Arenal, historiadores con formación de abogado, realizan en sus respectivos ensayos puntualizaciones con respecto al legado juarista en el imaginario nacional y cuestionan dicho perfil. El primero da a conocer el deseo de don Benito Juárez de reformar la Constitución de 1857 y el fortalecimiento del poder ejecutivo frente al legislativo, tal y como lo solicitaron en su momento Lucas Alamán e Ignacio Comonfort. El segundo autor, por su parte, cuestiona la imagen tradicional de un Juárez como símbolo del respeto al Estado de derecho y la legalidad, dado que muestra el recurso recurrentemente utilizado por el oaxaqueño durante sus mandatos, la violación a la Constitución y el abuso de las facultades extraordinarias.
Jaime Hernández Díaz y Georgina López González, por su parte, abordan la temática de la ley Juárez y su importancia dentro del periodo analizado, sobre la que el primer autor concluye que fue la iniciadora de la Reforma y, la segunda, que dicha disposición consistió en la cristalización de un largo proceso de centralización político–administrativo buscado reiteradamente por todos los gobiernos decimonónicos, junto con el monopolio del derecho por parte del Estado. Por último Silvestre Villegas emprende una interesante reflexión sobre otra de las herramientas políticas de Juárez —desde la perspectiva de estos historiadores—: el recurso del "golpe de Estado" con el fin de cuestionar de nueva cuenta la imagen idealizada del presidente oaxaqueño y, con ello, dar a conocer el porqué de su éxito frente a otras experiencias "golpistas" de políticos mexicanos en el pasado inmediato, tales como las emprendidas por Mariano Arista e Ignacio Comonfort.
Brian Connaughton, Roberto Blancarte y Anne Staples dedicaron sus esfuerzos al tema de las "Relaciones Estado–Iglesia". En su ensayo, Connaughton —reconocido especialista en el tema—, saca a la palestra el talante católico de políticos mexicanos radicales tales como Francisco Zarco, Ignacio L. Vallarta, Benito Juárez y Melchor Ocampo, y cuestiona con ello las versiones simplistas, difundidas en algunos sectores, sobre estos políticos, concebidos como irreligiosos y anticatólicos. Asimismo, Roberto Blancarte, por su parte, realiza tal vez el análisis más sugerente y original del libro, puesto que apunta que Juárez y sus contemporáneos inventaron un modelo de laicidad: la completa separación entre los asuntos de la Iglesia y el Estado, que fue importado durante el siglo XX por otros países, concretamente por Francia. En ese tenor, Anne Staples hace un recuento del proceso de rompimiento entre ambas instituciones desde finales del siglo XVIII hasta las reformas liberales del periodo entre 1855 y 1860.
En la sección "Cuestión agraria y pueblos de indios", el tema de las repercusiones de la legislación liberal en el agro mexicano de la época de Juárez es abordado por autores que comparten la metodología de la historia social, la historia regional o en espacios "micro", la lingüística y la antropología en sus estudios: Leticia Reina, Diana Birrichaga y Romana Falcón, quienes en sus respectivos estudios subrayan toda la gama de herramientas lingüísticas y de cultura política con que los pueblos indígenas y comuneros acudieron a los espacios institucionales para defender sus tierras y costumbres ante los embates de la modernización liberal, basadas en antropólogos como Erich Wolf y James C. Scott.
A diferencia de las autoras anteriores, J. Edgar Mendoza centra su atención en el impacto de la ley Lerdo, no en las tierras de los pueblos, sino en las cofradías y, con ello, a través de su texto, nos deja constancia de la importancia que dichas organizaciones tuvieron para las comunidades en el aspecto económico, y sus transformaciones con el paso del tiempo en mayordomías por la injerencia de la ley del 25 de junio de 1856. Todo esto mediante la investigación en espacios micro, que tan buen resultado le ha redituado al autor durante su trayectoria académica.
En la última sección del libro se compilan los trabajos de varios investigadores de universidades del interior de la república o dedicados a la historia "estatal". El primero de ellos es Carlos Sánchez Silva, quien en su texto nos da a conocer la labor de don Benito en torno a la administración política de los pueblos de indios en Oaxaca, destacando la continuidad en la misma con respecto a otros gobernantes oaxaqueños.
Por su parte Carmen Blázquez, Miguel ángel González y Luis Aboites, a diferencia de Sánchez Silva, se centran en la actividad del "Benemérito" durante la guerra de Reforma y la segunda intervención francesa y destacan las vicisitudes que tuvo que enfrentar el oaxaqueño para generar un consenso en torno a su persona entre las elites políticas y económicas de los estados en que se refugió y sus hombres fuertes, tales como Santiago Vidaurri en Nuevo León y Luis Terrazas en Chihuahua. En fin, los tres autores dan cuenta de historias regionales que nutren y enriquecen, con episodios poco conocidos, nuestra visión general del periodo.
Tal vez una de las pocas críticas que se le puedan hacer al escrito es que se extraña un poco la inclusión de más trabajos referentes a las relaciones de Juárez con América Latina, así como los tocantes a la estancia del Benemérito en otras entidades del país, por ejemplo en Guadalajara y San Luis Potosí, o en el extranjero, como Estados Unidos o Cuba, y su relación con otros políticos extranjeros prominentes, entre ellos Abraham Lincoln, Napoleón III, Jules Favre, Victor Hugo, Manuel Murillo Toro, Manuel Cipriano Mosquera y Ramón Castilla.
Sin embargo, al final de cuentas el libro termina por renovar en buena medida la visión general sobre el personaje y su época, contribuye además a repensar y desmitificar a uno de los políticos más importantes de nuestra historia, es decir, el trabajo cumple con su objetivo, y seguramente con el paso del tiempo se volverá, si no es que ya lo es, una obra de consulta indispensable para los investigadores del periodo.
1 "Juárez desconocido: Bicentenario del Benemérito" en Metapolítica, vol. 10, núm. 46, marzo–abril de 2006.
2 Colección del Bicentenario del natalicio de Benito Juárez, UAM/UABJO, México–Oaxaca, 2007, 8 vols