Rodrigo Laguarda, La calle de Amberes: gay street de la ciudad de México. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades–UNAM/Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, México, 2011, 103 pp.

Para quienes nos dedicamos al estudio de la época contemporánea, el testimonio es una herramienta esencial que nos proporciona información distinta y complementaria a la que ofrece el material documental. A partir de la historia oral se reconstruyen las vivencias y percepciones de los actores sociales cuyas historias no han sido consignadas en forma escrita o lo han sido sólo parcialmente. Asimismo, se recogen ciertos aspectos del acontecer histórico por medio de la mirada y el recuerdo de actores u observadores directos de los procesos sociales, que los vivieron desde distintos ángulos.

De aquí que los historiadores recurramos a la entrevista para recuperar antiguos métodos de indagación, crear otras fuentes y considerar a actores ignorados por la historiografía tradicional. Es la memoria la que nos permite recordar y reconstruir lo vivido, elaborar un relato con base en las remembranzas, hacer a un lado el olvido para traer al día de hoy nuestra historia y la de otros. Por ello, una de las aportaciones más valiosas a la hora de reconstruir las historias de vida es la presencia de la subjetividad, la historia viva, la individualidad de los actores, la relación con su entorno y los significados cualitativos.

Esto es precisamente lo que logra Rodrigo Laguarda en su libro La calle de Amberes: gay street de la ciudad de México, entendida esta como un espacio de identificación y de pertenencia del cual se apropian de manera cotidiana quienes forman parte de este grupo específico de personas, de esta "comunidad de sentimiento". Explica cómo, en la medida en que los gays cobran mayor visibilidad en la ciudad de México, sus lugares de sociabilidad se expanden, al punto de apropiarse de una calle.

El autor se aproxima de manera interdisciplinaria a su objeto de estudio, la primera gay street, denominada así por los actores que la frecuentan, pues combina la mirada de la historia, la antropología y la lingüística, al tiempo que analiza el ámbito local y el global. Se trata de una investigación cualitativa basada en el registro de lo observado en el sitio de estudio, entrevistas formales, conversaciones informales y fuentes hemerográficas (periódicos y revistas). En ella, el elemento fundamental es la confianza entre el investigador y los informantes, quien los invita a reflexionar sobre sus vidas en el ámbito de lo privado.

En el libro destaca una serie de fechas fundamentales en la historia de la Zona Rosa. Primero, la ubica en los años setenta como un espacio de posibilidades y libertades, en donde los intelectuales y artistas se reúnen a tomar café y pasear por las calles adoquinadas. Con los sismos de 1985 la ciudad queda muy lastimada, pero es la crisis económica de los años ochenta la que trae consigo una importante baja en el poder adquisitivo de los mexicanos. En los noventa, los homosexuales empiezan a apropiarse de la zona y encuentran un espacio en sus calles y restaurantes. Sin embargo, al iniciar el nuevo siglo, sobresalen la prostitución, la inseguridad y el deterioro urbano. La Zona Rosa agoniza.

En palabras de Laguarda, en 2004 se inaugura una nueva etapa a partir del diseño de un plan para pasar de la amenaza de la extinción a la rehabilitación. Es a mediados de esta década cuando se establecen los espacios de sociabilidad gay y la calle de Amberes se perfila como la primera versión mexicana de un área gay, con una buena oferta de ocio y entretenimiento. En este marco, la referencia a la persona que impulsa la construcción de una calle comprometida con los derechos de los gays, es constante. El objetivo: ser escuchados, ser respetados, ser visibles.

El relato de la experiencia en la gay street pasa por el rescate de la sensación de refugio, la descripción de cafeterías, bares y discotecas, la imagen de la tienda de "regalos con orgullo", la emoción del ligue, así como por el detalle de las noches de antro, instituciones clave de la vida homosexual y lugares privilegiados para contactar una posible pareja sexual. Destaca el papel de la ropa utilizada y los atributos físicos como elementos que determinan un modelo a seguir, cuyo afán es verse sexy o parecer atractivo. Asimismo, se hace referencia a temas como la relación entre gays y lesbianas, el miedo a envejecer y el peso de la edad en el proceso de establecer nuevas relaciones en un espacio que resulta demasiado reducido para las dimensiones de esta ciudad.

En la calle de Amberes predomina la música pop en inglés y en español, nos dice el autor, cuyas letras se conectan con la vida cotidiana de los gays. Sus intérpretes favoritos son Miguel Bosé, Luis Miguel, Thalía, Paulina Rubio, ABBA, Britney Spears y Gloria Trevi, quien ejerce cierta fascinación entre el público gay porque sus canciones desafían los convencionalismos sociales. En suma, los grandes éxitos pop en inglés y en español los ajustan a su experiencia y los convierten en un elemento más de identificación.

Otro factor es la sensación democrática que implica que todos son parte de la misma comunidad, en contraste con las actitudes racistas y clasistas que expresan algunos de los entrevistados. Sin embargo, en los testimonios parece prevalecer la posibilidad de construir una identidad más incluyente que busque una mayor equidad interna y externa.

De este modo, Rodrigo Laguarda ofrece un texto con una enorme riqueza, derivada de la recuperación de la relación del individuo con su historia, y utiliza el testimonio como recurso fundamental para la reconstrucción del pasado reciente. Son los recuerdos los que le dan la posibilidad de valorar los logros de la comunidad gay y dar sentido a su presente. Por medio de la entrevista transita más allá de los grandes procesos y se topa con la subjetividad, lo que le permite que aparezcan los detalles, vislumbrar los pequeños indicios y descubrir nuevos temas. Logra así un encuentro con el ayer, desde la perspectiva de los sujetos que rememoran la experiencia pasada y le ayudan con su testimonio a elaborar un relato histórico más complejo y cercano a la verdad.

Gracias a ello, puede pasar del análisis de lo estrictamente individual a la interpretación de lo social, lo que le permite establecer patrones, regularidades y generalidades. De este modo, presenta el registro de un fenómeno novedoso y complejo, los espacios de identificación gay en la ciudad de México, tema que durante años estuvo marginado de los estudios académicos en nuestro país.

Así, la historia oral y las historias de vida se convierten en herramientas fundamentales en la tarea de rescatar la memoria del mundo gay, el cual tiene su propia expresión en los diferentes tiempos y espacios. Ser gay tiene un significado específico que puede ser explicado si analizamos su participación en un contexto histórico determinado, que afecta de manera distinta la vida de los sujetos sociales. De aquí la riqueza de los testimonios recogidos en este libro, que ponen en la mesa la necesidad de redefinir la experiencia a través del análisis del universo cotidiano reflejado y transmitido por la memoria gay en un espacio específico: la calle de Amberes.}

 

Mónica Toussaint

Instituto Mora