Romina Garcilazo. Profesora en Historia por la Universidad Nacional de Rosario. Doctoranda en Historia por la misma universidad. Miembro del Centro de Investigaciones Socio Históricas Regionales (ISHIR/Nodo Cesor). Becaria doctoral del Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET).
Romina Garcilazo. History Professor trained at the National University of Rosario. Doctoral candidate at the same university. Member of the Center for Socio–Historical Regional Research (ISHIR/Nodo Cesor). Doctoral grant holder at the National Board of Scientific and Technical Research (C0NIcET).
En este artículo se analiza el accionar de un empresario constructor, Juan Canals, en la ciudad de Rosario, durante la segunda mitad del siglo XIX. Para ello se estudian los proyectos que presentó a la municipalidad para la construcción de mataderos y mercados de abasto, en el año 1889. Se presta especial atención a las estrategias económicas y relaciónales que utilizó dicho empresario, en este sentido, se analizan sus vínculos políticos y cómo esta propuesta se relacionó con el resto de sus negocios. Creemos que el principal aporte de este trabajo es contribuir al conocimiento del empresariado de la construcción que ha sido poco explorado por la historiografía argentina.
This article analyzes the behavior of a construction executive Juan Canals, in the city of Rosario during the second half of the 19th century. It studies the projects he submitted to the municipality for the construction of slaughterhouses and wholesale markets in 1889. Particular attention is paid to the economic and relational strategies used by this executive. The author analyzes his political links and the way this proposal is related to the rest of his business. The importance of this article lies in its contribution to the knowledge of construction executives which has rarely been explored by Argentinean historiography.
Juan Canals fue uno de los exponentes empresariales más importantes de la rama de la construcción en el Rosario finisecular.1 Sus edificaciones permitieron cambiar —a lo largo del periodo 1886–1890– considerablemente la fisonomía de la ciudad, que abandonaba su carácter de aldea para convertirse en un importante centro comercial, financiero e industrial.
En los últimos años se ha asistido a una persistente producción historiográfica interesada en estudiar la trayectoria del sector empresarial en el ámbito latinoamericano y nacional durante la segunda mitad del siglo XIX. Para el caso argentino, un conjunto de investigadores analizaron las características particulares de este sector, concluyendo que los grupos burgueses apostaron a la diversificación de sus actividades económicas, siendo el comercio y las finanzas los dos ámbitos que le permitieron implantarse simultáneamente en los diferentes sectores de la producción y en la actividad especulativa.2
En fechas recientes, algunos historiadores latinoamericanos caracterizaron a la burguesía a partir de sus diferentes estrategias empresariales. Algunos estudiosos determinaron que el momento formativo de este grupo debe situarse en el siglo XIX y que orientó sus actividades económicas hacia la reproducción ampliada del capital.3
Asimismo cabe destacar la importancia que ha adquirido un conjunto de investigaciones que centró su objeto de estudio en las diferentes experiencias empresariales en el ámbito regional. A partir de aquellas prácticas se ha logrado reformular las hipótesis centrales referidas al proceso de acumulación de la burguesía.4 Algunos estudios circunscritos en la ciudad de Rosario continuaron con esta línea de análisis, describiendo los móviles sociales, políticos y económicos de los que se valieron estos grupos para la concreción de sus actividades empresariales.5 Si bien cada uno de estos trabajos posibilitó importantes avances respecto a esta problemática, ninguno ha tomado estrictamente como eje de análisis a Juan Canals, un destacado empresario catalán.6 En esta oportunidad nos proponemos avanzar sobre dicho caso, a partir del estudio de una de las facetas que presentó este burgués: la de constructor. Para ello analizamos los proyectos de Canals destinados a la construcción de mataderos y mercados de abasto en el año 1889.
La hipótesis que subyace en el presente análisis podría plantearse de la siguiente manera: Canals respondió al prototipo de empresarios que por aquellos años diversificaron sus actividades económicas. El comercio, las finanzas, la industria, la adquisición de terrenos urbanos y rurales y la rama de la construcción fueron algunos de sus emprendímientos más importantes. Con respecto a esta última actividad, puede decirse que para intentar concretar sus propuestas utilizó diferentes estrategias económicas y relaciónales, dentro de las cuales no desempeñaron un papel menor los vínculos establecidos en el ámbito social y político.
En función de los objetivos planteados, el artículo se estructura en tres partes. Una primera en donde se analizan algunas de las características económicas que poseía la ciudad de Rosario hacia fines del siglo XIX y las actividades que en ella desplegó Canals. Luego estudiaremos las propuestas que presentó aquel empresario para la construcción de mataderos y mercados de abasto y las estrategias económicas y relaciónales de las que se valió para intentar llevar a cabo dichos proyectos. Por último, expondremos algunas de las conclusiones que se desprenden del presente trabajo.
Por aquellos años, Rosario vivió un notable crecimiento, determinado, en gran parte, por la evolución del comercio internacional que ubicaba a Argentina como proveedora de materias primas en los mercados europeos. La incorporación de la ciudad al proyecto agroexportador implicó un fenómeno de transformación urbana en el cual confluyeron su crecimiento demográfico, sus actividades económicas, particularmente en el sector industrial orientado a la elaboración de productos primarios como complemento del sector agrario y ganadero, o aquellos necesarios para la comunicación, el transporte y las obras de infraestructura.
Las actividades industriales abastecieron, en su mayoría, a un incipiente mercado interno. La rama alimenticia fue la más dinámica de la economía; en esta destacaron la industria harinera, el refinado de azúcar, la fabricación de cervezas, yerbas, licores y cigarrillos. Si centramos nuestra atención en la industria de la carne, podemos decir que presentaba un escaso desarrollo tecnológico y que se encontraba integrada por los siguientes rubros: triperías, chancherías y graserias. El aprovisionamiento de carne para el consumo local dependía "de las tareas realizadas en el matadero y [en los] corrales de abasto, situados al costado sur de la misma [ciudad de Rosario] sobre las barrancas del río orquestado bajo una organización no muy novedosa".7A principios del siglo XX ya se registraba en el sector una incipiente modernización, debido a la introducción de algunos establecimientos saladero–frigorífico.8
La construcción creció significativamente por estos años. Hacia fines de siglo, Rosario contaba con una fábrica de cemento armado, distintos establecimientos de hornos de ladrillos y un importante número de carpinterías.9
De forma paralela a este significativo desarrollo comercial e industrial, se creó en la ciudad una multiplicidad de entidades bancarias —tanto públicas como privadas— que cumplieron un papel fundamental en los procesos de acumulación capitalista, al otorgar créditos flexibles a los grupos inversores facilitándoles la concreción de sus emprendimientos respectivos.
Más allá de estas actividades que caracterizaron la vida cotidiana de la urbe, sin duda uno de los elementos centrales que dinamizaron su economía fue el ferrocarril en tanto enlace del hinterland productivo con la salida fluvial, representada por el puerto.10
Aquella modernización se realizó de la mano de un grupo de hombres que confiaron en sus capacidades para desarrollar proyectos comerciales y financieros. Esta burguesía provenía en su mayoría de los países europeos, correspondiendo a un movimiento inmigratorio particular que, o bien ampliaba los negocios ya establecidos en su patria de origen o bien mostraba una elocuente habilidad para potenciar su fortuna. Esta etapa de gran prosperidad y modernización tuvo su cimbronazo en la denominada crisis del progreso en 1890.
Uno de los miembros más destacados de la burguesía rosarina fue Juan Canals, un empresario catalán que se radicó en la ciudad de Rosario en el año 1870. A lo largo de su trayectoria empresarial se involucró en una multiplicidad de emprendimientos económicos. Al igual que la mayoría de los empresarios pampeanos de la segunda mitad del siglo XIX, Canals diversificó sus actividades económicas, rasgo que lo distinguió de sus pares tucumanos, quienes se dedicaron a la actividad cañera extendiendo su accionar casi con exclusividad a una sola rama de la economía como lo fue el sector agroindustrial.11
Canals llegó de Gracia, Barcelona, a Río de la Plata en 1870. En los primeros tiempos de residencia en Rosario fue empleado administrativo, pero luego comenzó a involucrarse en las distintas actividades económicas que le ofrecía la ciudad. Muy pronto exportó cueros hacia su país de origen. A principios de la década de 1870 conformó una sociedad comercial denominada Escayola, Canals y Cía. dedicada al comercio mayorista de artículos de almacén. Dicha actividad fue potenciada mediante los vínculos que estableció con "Domingo Palencia, un español dueño de molinos y almacenes de ramos generales en San Martín (provincia de Mendoza) y luego con su hijo Ricardo Palencia".12 Hacia 1874 participó de la fundación del Banco Provincial de Santa Fe en calidad de accionista. A principios de la década de 1880 el empresario conformó una nueva sociedad colectiva llamada Canals, Curell y Cía. dedicada a compra y venta de frutos del país.
En el periodo 1886–1890, Canals continuó ejerciendo la actividad comercial a través de la conformación de las sociedades Canals, Dam y Cía. (1887), Maristany y Cía. (1887) y Poncio Pons y Cía. (1887), pero a la vez extendió sus inversiones a otras áreas, como por ejemplo la industrial. Fue dueño de una empresa de hornos de ladrillos —que se encontraba en pleno funcionamiento en la ciudad para el año 1888— y accionista de la empresa La Rosario Destilería de Alcoholes a Vapor (1887) orientada a la fabricación de licores.
Por aquellos años, se benefició con la actividad especulativa a través de la compra y venta de terrenos urbanos en la ciudad de Rosario. Rasgo que compartió con otros empresarios rosarinos como José Arijón, Echesortu y Casas, Emilio Ortiz y Nicasio Vila.13 De manera simultánea, en la vecina provincia de Córdoba adquirió tierras en la antigua Merced de Arrascaeta, y en uno de cuyos lotes con posterioridad se asentó la actual localidad de Canals,14 ubicada en el Departamento Unión (véase cuadro 1).15
Durante esta etapa, Canals dio prioridad a la construcción, llevando a cabo obras de gran envergadura en el espacio público. Durante 1888 y 1889 se construyeron partes del Palacio de Justicia, de la Cárcel Provincial y de las secciones norte y sur del puerto de Rosario. Asimismo, Canals firmó algunos convenios y contratos con la municipalidad para el adoquinado y empedrado de calles y edificó casas para obreros.
En estos años Canals invirtió en la actividad financiera, y al igual que otros burgueses de la época —como Emilio Ortiz y Lastenes Colombres— participó de la creación de distintas casas bancarias como el Banco Sindical del Rosario (1889) y el Banco Constructor Santafesino (1887). El empresario también extendió sus negocios hacia el área del transporte: fue accionista de la empresa Tramways del Oeste (1889) y del Ferrocarril Oeste Santafesino (1886).
Puede decirse que el proceso de diversificación experimentado en la trayectoria empresarial de Canals demuestra que el conjunto de sus empresas no estuvieron totalmente relacionadas (véase cuadro 2).
Tal como lo ha manifestado Barbero,16 este fue un rasgo que compartieron otros empresarios como Tornquist —aunque el grupo económico liderado por este empresario experimentó una fuerte integración en la actividad azucarera— y Devoto.17 Sin embargo, existieron algunas vinculaciones entre las principales actividades económicas desarrolladas por Canals. El empresario vinculó la compra y venta de terrenos urbanos con las obras públicas proyectadas, ya que las cédulas hipotecarias obtenidas en ese ámbito le sirvieron como garantía de sus construcciones. Además complementó la actividad especulativa con la creación del Banco Sindical, entidad cuya operación principal fue la compra, venta y alquiler de propiedades. Por último, cabe destacar que sus edificaciones quedaron integradas al área industrial mediante la instalación de una fábrica de hornos de ladrillos.
Un rasgo que distingue a Canals de otros empresarios es su carácter de constructor.18A diferencia de algunos constructores de las ciudades de Mar del Plata y de Rosario —como Maspolí y Cía. y de Torcuato Natale–,19 que lograron su ascenso social mediante su accionar en el ámbito de la construcción y por medio de ella llegaron a convertirse en pequeños, medianos y grandes empresarios;20 el caso de Canals demuestra que él se involucró en dicha actividad cuando ya era un empresario que había incursionado en otras ramas de la economía. A diferencia de los casos citados con anterioridad, puede decirse que Canals no logró su ascenso económico y social mediante su accionar en la rama de la construcción, ya que el empresario no pudo sortear los efectos negativos que la crisis de 1890 produjo en esta rama de la economía.
El año 1890 parece ser un punto de inflexión en la vida económica del empresario. Cabe destacar que la debacle estuvo caracterizada por un fuerte endeudamiento externo, producto de la política monetaria expansiva ensayada por el gobierno de Juárez Celman, y de la corrupción ejercida en las diferentes entidades financieras.21 Las ramas de la economía donde más se sintieron sus efectos fueron aquellas no vinculadas a la actividad agraria.22
El Estado argentino tomó un conjunto de medidas para frenar los efectos de la crisis: apeló a una reestructuración del sistema financiero, aumentó significativamente las tarifas de importación, renegoció la deuda externa y utilizó diferentes mecanismos para reducir el gasto público, como por ejemplo la suspensión de obras públicas.
Dadas las características de la crisis, la misma impactó fuertemente en el patrimonio económico de Canals debido a que las propiedades urbanas que había adquirido habían disminuido significativamente su valor. Además, en momentos anteriores al año 1890, el empresario compró especulativamente una gran cantidad de cédulas hipotecarias que se habían depreciado.23 Sumado a ello, y como consecuencia de la reestructuración del sistema financiero, debió saldar las deudas que tenía con algunas casas bancarias (tal fue el caso del Banco Provincial de Santa Fe).24
Por otro lado, el ámbito de la construcción, una de las actividades que Canals había desarrollado durante los años anteriores a la crisis, se vio sumamente afectada. La mayoría de sus construcciones se encontraban en la mitad de su realización y el empresario era insolvente para concluirlas.25 Asimismo, el Estado nacional rescindió sus contratos respectivos dados los problemas financieros que atravesaba el gobierno debido a la paralización del empréstito externo.
Sin embargo, otros empresarios de la ciudad de Rosario pudieron sortear con éxito los efectos de la misma, como José Arijón, Ciro Echesortu y Casiano Casas. Esto puede explicarse porque, a diferencia de Canals, ellos invirtieron fuertemente en la actividad agropecuaria, y evitaron endeudarse —como fue el caso de Echesortu y Casas— con cédulas hipotecarias mediante la compra de terrenos urbanos.26
En este apartado estudiaremos el accionar de Canals en la rama de la construcción a partir del análisis de uno de sus proyectos presentados a la municipalidad de Rosario para la construcción de mataderos y mercados.
El aprovisionamiento de carne para el consumo interno en la ciudad de Rosario estuvo determinado por el funcionamiento de los mataderos y corrales de abasto. Los mataderos eran establecimientos que concentraban la actividad de la matanza de los animales; desde allí la carne era transportada por los abastecedores en carros tirados por caballos27 a las carnicerías. Los matarifes, quienes hacían la faena por cuenta propia, se convirtieron en importantes revendedores, que elevaron de manera considerable el precio original de aquellos productos.
En los mataderos se aprovechaban cada una de las partes del animal: los huesos eran molidos para el refinamiento del azúcar, las grasas se utilizaban para la confección de jabones, las tripas para la realización de embutidos y con los excrementos se hacía "guano que se vendía como fertilizante para los campos".28
El matadero municipal se inauguró en el año 1876 en la zona sur de Rosario. Tiempo después dicho establecimiento comenzó a estar regulado por la municipalidad. Según el reglamento vigente, el rastro estaría a cargo de un comisario designado por el gobierno local, cuyas responsabilidades eran la de permanecer en su puesto de trabajo durante las horas en las que se llevaba a cabo la matanza de los animales, y la de supervisar que las reses para el consumo público no se realizarán fuera del matadero.29 Para su mejor funcionamiento, el municipio designó un veterinario que cumplía con la tarea de controlar los trabajos diarios.
Desde su instalación, el matadero ocasionó algunos problemas en la población debido a su falta de higiene y al carácter nocivo de las actividades que en él se desarrollaban. El diario ha Capital describe con estas palabras aquella situación:
Se nos informa que los corrales del abasto se encuentran en muy malas condiciones, haciéndose necesaria una compostura completa, principalmente en los pavimentos. En el centro del matadero también se estanca a veces las sangres de las reses que se carnean, de lo que resulta luego por su pronta descomposición una fetidez insoportable que afecciona la atmósfera, ofreciendo así un peligro inminente para la salud pública. En cuanto a los corrales, después de la ligera lluvia, quedan en un estado inservible.30
Tal como lo han señalado otros autores,31 para fines de siglo la ciudad se había convertido en el objeto de estudio de un grupo de profesionales —médicos, ingenieros, abogados.32 Las transformaciones que Rosario había experimentado a causa del significativo crecimiento poblacional y de los cambios registrados en su infraestructura por el tendido de las líneas férreas, explican en parte el interés de aquellos hombres por los problemas urbanos.
Para los higienistas la ciudad simbolizaba el progreso, el crecimiento económico y el bienestar del país. Por lo tanto, todos aquellos elementos que la pusieran en riesgo –como la basura, el aire y el agua contaminados, los conventillos, los ranchos y los mataderos— debían ser ahuyentados. Motivados por estas preocupaciones idearon diferentes estrategias para salvaguardar a la ciudad de esos males. Dos fueron las soluciones planteadas: la exclusión de todo lo que pudiera atentar contra la salud de los habitantes y la vigilancia de las actividades nocivas. En este sentido los mataderos, considerados como una de las denominadas industrias insalubres, fueron estrictamente vigilados por la municipalidad mediante una serie de ordenanzas donde se reglamentaban sus límites –estos establecimientos debían ubicarse en las zonas cercanas a la orilla del río, alejados del casco urbano— sus condiciones de limpieza y el estado en el que debían estar los carros que transportaban los productos provenientes de él.
Además del problema de la higiene, el matadero presentaba serias dificultades respecto a la necesidad de transportar de forma rápida y segura la carne a las zonas más alejadas de la ciudad. La lejanía imposibilitaba que los alimentos llegaran a aquellos lugares en condiciones óptimas de conservación.
Fueron varios los intentos que ensayó la municipalidad para dar una solución a estas problemáticas, hasta que finalmente tomó la decisión de construir otro matadero "de menores dimensiones y administrado por privados, al oeste del cementerio municipal".33 Sin embargo, las quejas de los rosarinos sobre el mal funcionamiento de los establecimientos siguieron siendo una constante hasta bien entrado el siglo XX.
En el año 1889 Canals presentó al Concejo34 un proyecto para la construcción de mataderos y mercados de abasto, que tenía como objetivo primordial garantizar el abastecimiento de carne a toda la ciudad. Sin embargo, la propuesta —que respondía a objetivos eminentemente necesarios— encubría intereses empresariales "monstruosos" en algunos de sus articulados que, de concretarse, pondrían en riesgo las principales rentas municipales.
Con respecto a la localización del matadero, podemos decir que si bien en ningún articulado del proyecto se especificó el lugar geográfico donde estos establecimientos se instalarían —según los datos proporcionados por los diarios de la época— probablemente el lugar elegido estaría en los suburbios de la ciudad.35 Aunque tampoco parece estar ausente en el ideario de Canals la posibilidad de que estos se ubicaran más allá de los límites del municipio.36
Si analizamos el proyecto desde el punto de vista edificio, podemos decir que aquel parecía encerrar una serie de soluciones a la mayoría de las problemáticas que el matadero de la ciudad presentaba por aquellos años. Un punto importante a destacar fue la preocupación de Canals por intentar mejorar las vías de comunicación entre la ciudad y el matadero, para que de este modo la carne pudiera ser transportada de igual manera a toda la ciudad.
La propuesta presentada por Canals respetaba las características arquitectónicas del resto de las plantas procesadoras de carne instaladas en el país para la misma época. En estas construcciones, alrededor de la playa de matanza se ubicaban las oficinas, los corrales, los alfalfares y el mercado. Cada una de estas secciones se encontraba separada por amplias calles.37 La importancia de mantener la higiene al interior del matadero fue uno de los problemas que se quería solucionar con la puesta en práctica de este proyecto. Para ello se contaría con un efectivo suministro de agua —a través de la creación de un sistema de cloacas— y un transporte de basura en donde se reducirían a cenizas los desechos, por medio de la acción de hornos crematorios.38
El proyecto además incluía la construcción de casas para empleados y la instalación de un mercado central donde se colocarían los puesteros, y en el que operaría una cámara frigorífica.39
Si analizamos el tipo de materiales que se utilizarían para la construcción del matadero, podemos decir que este no respondería al prototipo de las primitivas instalaciones construidas principalmente con maderas, sino que se asemejaría a aquellos establecimientos más sofisticados edificados con hierro, cemento, cal y ladrillos.40
La propuesta en cada uno de los puntos analizados presentaba elementos clave en cuanto al desarrollo tecnológico, la higiene y la modernización de los mataderos en la ciudad. Pero las partes más cuestionables de la misma —como se verá más adelante— estaban relacionadas con aquellos articulados referidos a los beneficios económicos del concesionario.
Primeramente podemos decir que de concretarse las obras, el empresario tendría el derecho de explotación de tabladas, mataderos y mercados de abasto por el término de 40 años a partir de la habilitación de los servicios. Además, las construcciones podrían ser realizadas en terrenos adquiridos por medio de la compra o expropiación, y todos los materiales que la empresa considerara necesarios para su edificación estarían exentos del pago de impuestos durante el término de la concesión.
Por su parte la empresa se responsabilizaría de la limpieza del matadero y de los mercados de abasto y del servicio de barrido y limpieza en las diferentes zonas de la ciudad. Además, Canals debía depositar en el Banco Provincial una determinada suma de dinero a nombre de la municipalidad, que le sería devuelta en un valor equivalente al duplo del depósito una vez que hubiera adquirido la totalidad de los materiales necesarios para la realización de las obras. Una vez finalizado el periodo de la concesión, los mataderos y mercados de abasto pasarían a ser propiedad de la municipalidad.
Días más tarde otros empresarios de la ciudad —la firma Hope Hermanos y Angel Muzzio— presentaron al Concejo distintos proyectos para la creación de los futuros mataderos y mercados de abasto. Finalmente, luego de intensos debates en aquel órgano deliberativo y de una movilización inusitada por parte de la opinión pública, los tres proyectos presentados fueron rechazados.
Como se ha expuesto anteriormente la propuesta presentada por Canals no fue aprobada. Sin embargo, este hecho se nos presenta como un caso interesante, ya que nos muestra algunas de las lógicas empresariales desplegadas por Canals, las relaciones políticas que poseía y los intentos por vincular sus empresas.
Si analizamos el proyecto en sí mismo podemos decir que este, de concretarse, generaría para el empresario un importante ingreso anual por el apercibimiento de las rentas municipales —durante 40 años— que recibiría por la explotación de los mataderos. Este fue uno de los puntos más cuestionados –por parte de los vecinos de la ciudad— ya que según la normativa vigente, las municipalidades de la provincia podían enajenar sus rentas sólo por el término de un año, mediante el llamado a licitación.41 Uno de los impuestos que Canals percibiría era el de barrido y limpieza —según las quejas expresadas por los vecinos—, pero la tarifa fijada por el empresario era superior a la abonada por los habitantes de la ciudad hasta ese momento. Por el cobro del mismo, la municipalidad recibiría anualmente la suma de 180 000 pesos. Este monto sería incrementado cada cinco años en 20 000 pesos moneda nacional. Sin embargo —según lo testifican algunos diarios de la época— el matadero municipal que en ese momento se encontraba funcionando en la zona sur de Rosario le dejaba a la municipalidad una suma anual de 260 000 pesos;42 lo que generaría un importante déficit para el ejecutivo municipal y una ganancia considerable a favor del concesionario.
Además Canals obtendría importantes ingresos por la concesión del matadero durante el término de 40 años. Este aspecto también transgredía la Constitución nacional, ya que la misma establecía que los órganos facultados para otorgar tal beneficio —sólo si la concesión hacía referencia al establecimiento de nuevas industrias— eran el Congreso de la nación o la legislatura provincial. De este modo, como el matadero no era una actividad nueva, el derecho para su explotación no podía ser otorgado.
Es importante enfatizar en el monopolio que Canals ejercería sobre la incipiente industria de la carne y de sus derivados y de un conjunto de productos comestibles, ya que el proyecto incluía la introducción de reses, verduras, frutas, huevos y otros productos en los mercados de abasto.
La propuesta presentada por el empresario para la construcción de mataderos y mercados puso en evidencia lo intentos de Canals por vincular este proyecto al resto de sus emprendimientos. En primer lugar debe decirse que el empresario instalaría el matadero probablemente en la zona de los suburbios de la ciudad, en terrenos que tiempo antes había adquirido y que se verían enormemente revalorizados con la instalación del nuevo establecimiento.43 Por otro lado, Canals disminuiría los costos de la construcción ya que los materiales utilizados provendrían de su empresa de hornos de ladrillos y de las obras que estaba construyendo en las distintas partes de la ciudad. Tal como lo afirmó el propio empresario, en cada una de sus edificaciones obtenía una importante cantidad de materiales sobrantes, que convenientemente debería reutilizar para futuras construcciones.44 Asimismo las relaciones comerciales que había forjado fuera de Rosario le habrían posibilitado a Canals vender carnes o algunos de sus derivados a otras provincias como Buenos Aires, Córdoba y Mendoza.
Si centramos nuestra atención en algunos de los articulados del proyecto referidos a la creación de una línea férrea o a sangre entre el matadero y la ciudad, quizás Canals hubiera utilizado, para este servicio, una extensión del recorrido de la empresa de Tranwys del Oeste de la que era accionista. También cabe destacar que entre las obras a realizarse se encontraban la construcción de casas para los trabajadores del matadero, que seguramente serían alquiladas, por una pequeña suma de dinero, acrecentando aún más la ganancia del empresario.
Para concluir, podemos afirmar que Canals disminuiría los riesgos de la inversión original a través de la conexión de dicho proyecto con el resto de sus empresas y de las rentas que extraería de la municipalidad —como el cobro del impuesto de barrido y limpieza. Por otro lado hay que destacar que la construcción de esta obra generaría para la ciudad —en el caso de su realización— una importante innovación desde el punto de vista tecnológico que por lo menos le hubiera permitido al gobierno local solucionar algunas de las problemáticas que presentaba el matadero municipal. Esta apreciación nos permite aseverar que el caso de Canals no respondería estrictamente al de aquellos empresarios que sólo fueron "buscadores de rentas",45 sino que detrás de aquellos intereses escondía un cierto espíritu innovador.
Hacia fines del siglo XIX en Argentina los cargos gubernamentales fueron ocupados por un grupo minoritario —los notables— que detentaba la hegemonía política y el poder económico. Estos hombres utilizaron diferentes mecanismos —como el fraude electoral y el nombramiento de los gobernantes— para perpetuarse en el gobierno. En este sentido, las negociaciones y las tramas relaciónales —las redes parentales, los lazos de amistad o de compañerismo— fueron fundamentales para la pervivencia de las determinadas facciones de la elite en el gobierno. Los empresarios se involucraron en las redes políticas donde a cambio del tráfico de influencias, obtuvieron de la clase dirigente importantes beneficios económicos. Tomando en consideración las redes políticas tejidas a escala nacional por Juárez Celman –quien en este momento ocupaba el cargo de presidente de la nación— y por José Gálvez —gobernador de Santa Fe— es que debe analizarse la trayectoria de Canals.
El empresario había logrado establecer vínculos estrechos con personalidades políticas en el ámbito nacional, prueba de ello fue la facilidad con que obtuvo algunas licitaciones —como la referida a la construcción de la sección norte y sur del puerto de la ciudad de Rosario. Si bien es cierto que en el estado en el que se encuentra nuestra investigación aún no podemos precisar cómo se fueron creando las relaciones entre Canals y Juárez Celman. Respecto a este tema, El Municipio aseveraba: "Ahí está don Juan de cuerpo entero y en amigable consorcio con directores de bancos, ministros, diputados nacionales, y otros personajes que en aquella época representaban la influencia presidencial."46
En el ámbito provincial, Canals estuvo fuertemente ligado a la figura de Gálvez,47 cuyo gobierno se caracterizó, entre otras cosas, por la promoción de obras públicas. Aquí Canals tuvo un lugar preferencial, ya que a él le fue encomendada la construcción del Palacio de Justicia y la cárcel provincial.
En el ámbito local mantuvo buenas relaciones con el intendente Larrechea. Durante los años de su gestión Canals firmó diferentes contratos con la municipalidad para el adoquinamiento y pavimentación de calles en la ciudad.
Por último, cabe destacar que Canals ocupó cargos públicos en la ciudad —fue concejal entre 1882 y 1885.48Durante estos años compartió el Concejo con algunos de los empresarios que se involucraron con él en la compra y venta de terrenos urbanos —tal es el caso de Carlos Blyth— o que constituyeron algunas de las sociedades que él lideraba —como Carlos Blyth y Nicasio Vila que formaron parte de la Sociedad Anónima Puerto de Rosario de Santa Fe y del Banco Sindical del Rosario–, o que habían sido accionistas junto a Canals de diferentes entidades financieras —como el Banco Provincial de Santa Fe y el Banco Constructor—, entre los que cabe mencionar a Cayetano Rodriguez, Juan Sabathié, Tietjen Egilberto y Alvares Nicolás María. Probablemente estos vínculos creados con antelación en el ámbito político, sirvieron a Canals para que años después pudiera llevar a cabo algunas obras públicas en la ciudad de Rosario, como las ya mencionadas.
Un claro ejemplo de las influencias que Canals poseía en el plano político lo constituye el caso que estamos analizando. Si bien esta propuesta recibió la crítica de una gran cantidad de vecinos y de la opinión pública, logró la adhesión del gobernador de la provincia —el doctor Gálvez— y de algunos concejales de la ciudad —tal era el caso de Agustín Mazza.
Si analizamos el papel desempeñado por Gálvez para la aprobación de la propuesta de Canals, podemos decir que este se involucró activamente en este asunto. Los diarios de la época denunciaban al gobernador por presionar al intendente —señor Larrechea— para que exigiera al Concejo Deliberante la aprobación del proyecto. El Municipio, describiendo uno de los viajes que Gálvez realizó por esos días a la ciudad de Rosario afirmaba:
El gobernador salió en el coche de Canals que lo condujo hasta el domicilio de don Juan Cafferata [...] Triste conducción la de un gobernante y de un director de banco [refiriéndose al director del Banco provincial señor Eloy Palacios]49 que se refrieguen con un empresario que pretende sedo de mataderos y mercados...50
Según el matutino mencionado, esta visita se correspondía estrechamente con los negocios de Canals:
Ayer celebró una conferencia el doctor Gálvez con el intendente. En ella se platicó largamente sobre el asunto tabladas, mataderos, chiqueros, etc. El señor Larrechea ha tenido su hora feliz en esa entrevista con el gobernador y sin abogar resueltamente por los intereses del pueblo manifestando que no se sentía con fuerzas suficientes para echar sobre sí la odiosidad de toda la población abiertamente hostil a ese proyecto. [...] El doctor Gálvez escuchaba la palabra del señor Larrechea, haciendo mal gesto, y para expresar mejor su desagrado dijo: hasta lo he llamado para recomendarle ese asunto, Canals es nuestro amigo y debemos atenderlo [...] póngase de acuerdo con Mazza y trabaje para que el Concejo esté a favor de lo que solicita Canals.51
En el ámbito municipal, la propuesta contó con el aval de algunos concejales entre los que se destacaban Agustín Mazza,52 quien expresó su aprobación a la propuesta presentada en el diario La Nación?53 Ante las declaraciones manifestadas en aquel matutino El Municipio se preguntaba:
¿Qué interés directo tiene el concejal en esa concesión que lo obliga a desempeñar el doble papel de municipal y proponente? La conducta injustificable del señor Mazza, deja ver que en ese detestable negocio, el empresario cuenta con el apoyo decidido de algunos municipales...54
Los concejales que conformaban por aquellos años el Concejo Deliberante de la ciudad, no tuvieron una opinión homogénea respecto a este tema. En contraposición con la postura de Mazza el proyecto recibió fuertes críticas. Los principales portavoces de las mismas fueron Costa y Frugoni, quienes catalogaron de inconstitucional la propuesta presentada por Canals.55 El concejal Costa explicó a algunos de los medios locales que para aplicarse el proyecto de Canals necesariamente deberían establecerse modificaciones.56
Sin embargo, fueron los habitantes de la ciudad y la prensa opositora al gobierno de Gálvez quienes ejercieron las críticas más feroces al proyecto. Los vecinos de Rosario presentaron un petitorio al Concejo Deliberante para pedir que la propuesta fuera rechazada. Tal como lo ha manifestado Megías,57 estas prácticas eran frecuentes entre los habitantes de la ciudad, quienes se manifestaban de diferentes formas con el objeto de defender sus intereses. Estos años parecen haberse caracterizado por una gran turbulencia social. Un hecho destacado lo constituyó el meeting de 1890 organizado por los miembros del Centro Comercial; en aquella oportunidad las críticas al gobierno municipal se orientaron: "A avalar las quejas elevadas en los dos años previos contra el aumento de los impuestos, denunciar las arbitrariedades de los funcionarios y las irregularidades de las obras públicas."58
Las personas que integraron aquel movimiento eran vecinos, electores, contribuyentes, capitalistas, comerciantes e industriales. Ellos tenían por objetivo defender los intereses del municipio que, creían, podrían ser violentados de ponerse en práctica la propuesta para la construcción de mataderos y mercados de abasto. Entre las personas que firmaron el petitorio se encontraban algunos miembros de la elite rosarina que se destacaron por su labor en los ámbitos culturales y educativos —tal fue el caso de Eudoro Díaz—, en el espacio político —como Melitón de Ibarlucea, Santiago Pinasco, Joaquín de Lejarza y Luis Lamas—, y otros, como Melitón de Ibarlucea y Pedro Rodríguez, quienes posteriormente formaron parte de la Unión de Contribuyentes —un grupo de hacendados, comerciantes y profesionales que ejercieron una acción directa en contra de algunas empresas de servicios públicos en la ciudad que presentaban serias irregularidades.59 Por último, cabe destacar que dentro de los firmantes no se encontraba ninguno de los empresarios que conformaron el círculo íntimo de los negocios de Canals.
Las críticas de este movimiento estaban dirigidas principalmente al carácter inconstitucional del proyecto, a las pingües ganancias que este dejaría al empresario, al aumento impositivo que implicaría para los contribuyentes la realización de dichas obras y al encarecimiento que la propuesta generaría en algunos de los productos de consumo diario (debido a los altos alquileres que deberían pagarse por los puestos en el mercado).
Por otra parte, es interesante destacar el papel desempeñado por la prensa local, que se posiciono a favor o en contra de dicho proyecto, convirtiéndolo en un tema de debate. Participaron de esta discusión el diario El Municipio y La Capital.60
Con respecto al primero podemos decir que este matutino fue un fuerte opositor a la política del gobernador Gálvez. Esto puede explicarse, en parte, por el posicionamiento político de su dueño —Deolindo Muñoz. Muñoz y Gálvez habían pertenecido al iriondismo, el primero encolumnado en la facción que intentaba imponer la supremacía del sur de la provincia en los asuntos políticos y el segundo se posiciono en una línea opuesta. Un hecho político concreto había enfrentado a aquellos hombres: al asumir la gobernación, Zavalla —quien pertenecía a la segunda posición— reemplazó en el Ministerio de Gobierno a Muñoz por Gálvez.
Sin embargo, la oposición del diario El Municipio a la propuesta de Canals también debe entenderse tomando en cuenta —tal como lo ha manifestado Ventura—61 las propias concepciones que Muñoz tenía acerca del papel que debía desempeñar el municipio. Aquel consideraba que su tarea primordial no era inmiscuirse en los asuntos políticos, sino que su función principal debía ser la de atender las tareas administrativas, en este sentido la condición fundamental de los vecinos de la ciudad era la de su carácter de contribuyentes. Por lo tanto, un aumento indiscriminado de los impuestos —como iba a producirse si el proyecto de Canals se ponía en práctica— era motivo suficiente para que el pueblo de la ciudad se manifestara activamente en defensa de sus intereses.
Estrictamente en lo que respecta a este caso en particular, El Municipio denunció a Canals por utilizar sus amistades políticas para la concreción de sus negocios y por presentar un proyecto "contrario a la moral administrativa y a la conveniencia pública".62 Desde sus columnas denunció ferozmente una y otra vez las intenciones empresariales "tiburónicas" que encerraba aquella propuesta.63
Contrariamente, el matutino La Capital analizó la propuesta de Canals en relación a las ventajas y desventajas que la misma implicaría para la ciudad. El diario consideró que el proyecto debía ser reformulado en relación a las normas que transgredía. Pero que en su contenido encerraba "un fondo útil y económico"64 ya que la realización de las obras generaría "una entrada anual a la municipalidad [...] de 813 750 pesos".65 Tal posicionamiento puede explicarse por diferentes motivos, el primero puede responder a intereses estrictamente económicos, ya que aquel diario se sustentaba principalmente de los avisos publicitarios de las empresas —se sabe que Canals publicaba periódicamente en él. Por otro lado, cabe destacar que La Capital, a pesar de que su fundador —Ovidio Lagos— pertenecía a una línea política contraria a la de Canals,66 se había caracterizado por tratar de mantener una postura más independiente respecto a los asuntos públicos.67
Ahora bien, y en relación a todo lo expuesto anteriormente: ¿cómo podemos explicar las causas del fracaso del proyecto presentado por Canals? Sin duda esta pregunta para ser respondida deberá tomar en consideración un conjunto de variables. Por un lado, debe tenerse en cuenta que la problemática referida a la construcción de mataderos y mercados de abasto en la ciudad, generó una importante cantidad de propuestas a lo largo de los años. Todas y cada una de las mismas fueron rechazadas por el Concejo Deliberante por ser consideradas inapropiadas. Lo que permite entender el fracaso del proyecto de Canals no como una excepción, sino más bien como una generalidad. Asimismo, cabe destacar que, de concretarse esta propuesta, a la municipalidad le hubiera generado un importante gasto de inversión y la puesta a disposición de sus principales rentas a favor de la empresa concesionaria.
Por otro lado, debe mencionarse el desprestigio que la figura de Canals había sufrido en la ciudad de Rosario por aquel tiempo, debido a su falta de cumplimiento en el contrato de adoquinado firmado con la municipalidad unos años antes. Este hecho le valió la indignación y la crítica de gran parte de los vecinos que pagaban sus impuestos por obras que no estaban siendo realizadas correspondientemente. En este sentido, debe interpretarse el papel activo que los contribuyentes llevaron a cabo mediante el petitorio enviado al Concejo.
Para concluir, es importante enfatizar en el contexto político municipal en el que se enmarcó dicho proyecto. Primeramente, puede decirse que, a diferencia de otras de las propuestas presentados por Canais a la municipalidad, esta se ganó la antipatía de un grupo de concejales que abiertamente expresaron sus críticas en algunos periódicos de la ciudad. Sin duda Canals, por aquel año, no contaba con el aval de algunos de sus principales socios comerciales y ex concejales que años antes le habían posibilitado ganar importantes licitaciones, tales eran los casos de Gregorio Machain, Nicasio Vila, Eloy Palacios y Emilio Ortiz.
En este escrito hemos intentado analizar el accionar de Juan Canals en la rama de la construcción a partir del análisis de uno de sus proyectos. Si bien el empresario se dedicó a lo largo de su vida a una multiplicidad de actividades, no necesariamente sus empresas estuvieron totalmente relacionadas. Estrictamente en el caso estudiado, vimos cómo Canals intentó vincular esta propuesta con otros de sus emprendimientos –obras públicas, actividad industrial, compra de terrenos y transporte.
A pesar de que este proyecto no fue aprobado por el Concejo se puso en evidencia, por un lado, la ganancia que le hubiera significado al empresario la construcción de los mataderos y mercados de abasto y, por el otro, los fuertes vínculos que Canals poseía en el gobierno local y provincial. Con respecto a este último punto, podemos agregar que la lealtad entre Canals y el gobierno provincial se mantuvo firme. El gobernador se involucró activamente con este tema y realizó varias gestiones con el intendente de la ciudad para que la propuesta fuera sancionada por el Concejo Deliberante. En contraposición, en el ámbito local, parecen haberse roto algunos de los vínculos políticos que Canals tenía unos años antes y que le habían posibilitado firmar importantes contratos con la municipalidad. La intendencia de Larrechea se veía fuertemente cuestionada por la falta de control sobre las empresas de servicios públicos y la aprobación de este proyecto le hubiera sumado un escándalo más a su gobierno. Además, el fracaso de la propuesta también debe explicarse —como se ha dicho anteriormente— teniendo en cuenta que los miembros del Concejo Deliberante ya no eran los empresarios y políticos que en épocas anteriores habían formado parte de los negocios de Canals.
Por último quisiéramos puntualizar sobre un aspecto que creemos significativo respecto a este caso: la concepción que los vecinos de la ciudad y algunos sectores de la prensa tenían acerca de las cualidades que debía poseer un "buen empresario". En este sentido vimos que un empresario dedicado a la construcción de obras públicas era respetable —para una parte de la sociedad— sólo si cumplía estrictamente los contratos firmados con los poderes públicos. Cualquier alteración, transgresión, incumplimiento o aumento impositivo era considerado como una burla para los ciudadanos contribuyentes que con sus impuestos hacían posible el pago de las obras.
Archivos
CEDICT Centro de Documentación e Información César Torriglia, del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario.
AHCMR Archivo del Honorable Concejo Municipal de Rosario.
AMHPRJM Archivo Museo Histórico Provincial de Rosario Julio Marc.
APNPSFSC Archivo de Protocolos Notariales de la Provincia de Santa Fe, Segunda Circunscripción.
ARPCR Archivo del Registro Público de Comercio de Rosario.
Hemerografía
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El Municipio, 1889–1894.
Renovación, 1963.
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* El presente trabajo constituye un avance de investigación sobre el tema "Empresarios pampeanos entre la fortuna, el poder y la pervivencia. El caso de Juan Canals, Rosario 1870– 1901", que se desarrolla en el marco de una beca interna de posgrado tipo i otorgada por el CONICET, bajo la dirección de la doctora Marta Bonaudo.
1 Rosario está ubicada en la zona sur de la provincia de Santa Fe. Hacia fines del siglo XIX se consolidó como una ciudad puerto con un intenso polo ferroviario. Por aquellos años contaba con 50 967 habitantes, lo que la convertía en la ciudad más densamente poblada de la provincia.
2 Esta hipótesis fue formulada por Sábato, Clase, 1991, p. 280. El estudio de Jorge F. Sábato generó una importante discusión en los ámbitos académicos; para ello puede consultarse Sawers, "Agricultura", 1994, pp. 215–231; Sábato, "Clase", 1995, pp. 213216; Sartelli, "Enigma", 1996, pp. 225–240; Palacio, "Jorge", 1996, pp. 46–66; Hora, "Terratenientes", 2001, pp. 17–138; Schvarzer, "Terratenientes", 2001, pp. 121–126, y Regalsky, "Financistas", 2005, pp. 273–286.
3 Véase Cerutti y Vellinga, Burguesía, 1989, p. 290.
4 Campi y Richard, "Producciones", 1999, pp. 363–422; Lanciotti, Rentistas, 2009, p. 365; Hora, Terratenientes,2005, p. 420; Reguera, Patrón, 2006, p. 237, y Dalla, Lealtades, 2009, p. 487.
5 Fernández, Pons y Videla, "Burguesía", 1999–2000, pp. 233–249; Fernández, Pons y Videla "Burguesías", 1999, pp. 423–481, y Lanciotti, Rentistas, 2009.
6 Cabe aclarar que un conjunto de estudios regionales han analizado la impronta de Canals en la ciudad de Rosario a través de su fase de constructor o de su accionar en el mercado inmobiliario. Véase álvarez, Historia,1981; Ensick, Puerto, 1998; Gschwind, Puerto, 1953; Pampinella, "Gala", 2006; Lanciotti, Rentistas, 2009, y Garcilazo, "Juan", 2010, t. II, pp. 189–207.
7 Pons y Ruiz, "Velo", 2005, p. 39.
8 Ibid.
9 Ibid., p. 31.
10 Para este periodo un conjunto de líneas férreas –pertenecientes al Ferrocarril Central Argentino, Oeste Santafesino, Ferrocarril Rosario Buenos Aires, Ferrocarril Gran Sud de Santa Fe y Córdoba y el Ferrocarril de Santa Fe— atravesaba la ciudad de Rosario.
11 Campi y Richard, "Producciones", 1999, pp. 363–422.
12 Alonso y Guspí, Historia, 2009, p. 114.
13 Lanciotti, Rentistas, 2009, pp. 166, 181 y 201.
14 Saravia y Martínez, "Informe", S. A., p. 1.
15 Cabe destacar que la localidad de Assunta, ubicada en el Departamento Juárez Celman, provincia de Córdoba, fue fundada por Canals, quien le dio aquel nombre en homenaje a su esposa Asunción Dam.
16 Barbero analizó las características que presentaron los principales grupos económicos en Argentina durante este periodo y concluyó que si bien se evidenció en los mismos una inversión en múltiples actividades, se trató de una diversificación no relacionada. Véase Barbero, "Grupos", 2010, p. 20.
17 Ernesto Tornsquist fue un distinguido empresario radicado en Buenos Aires durante la segunda mitad del siglo XIX. Se destacó en la actividad bancaria, financiera e industrial. Antonio Devoto fue un inmigrante italiano que llegó al Río de la Plata en la década de 1850; su trayectoria demuestra una importante diversificación en sus actividades. Entre ellas se destacaron la comercialización de productos, la actividad inmobiliaria, financiera e industrial. Para un análisis detallado de estas dos trayectorias empresariales, véase Gilbert, "Grupo", 2003, pp. 65–92, y Barbero, "Estrategias", 2009, pp. 9–41.
18 Además de las construcciones mencionadas con anterioridad, Canals edificó su propia residencia llamada Palacio Canals, la Villa Hortensia de la familia Puccio, la casa de Eloy Palacios y diversas viviendas para obreros en distintos puntos de la ciudad de Rosario.
19 Para un análisis más detallado de los casos citados, véase Lanciotti, Rentistas, 2009, pp. 199 y 234.
20 Bartolucci, "Artesanos", 2001, pp. 183–197.
21 Existen diferentes interpretaciones sobre los factores que ocasionaron la crisis de 1890. Para conocer dichas posiciones véase Lanciotti, Rentistas, 2009, pp. 165–166, nota 19.
22 Gallo y Cortés, República, 1972, vol. V, p. 92.
23 Lanciotti, Rentistas, 2009, pp. 159–175.
24 Los efectos de la crisis de 1890 en aquellos empresarios involucrados en la especulación inmobiliaria fueron analizados por Lanciotti. En su estudio, la autora toma entre otros casos el de Canals. Los planteamientos propuestos por la historiadora han sido recuperados para escribir el presente párrafo, ibid.
25 Ibid.,p. 172.
26 Ibid., pp. 173, 1883–184 y 203.
27 Según el reglamento sancionado por el Concejo Deliberante, en 1879 los carros que transportaban carne debían circular cubiertos y forrados en lata o zinc. Digesto Municipal. Ordenanzas, acuerdos, reglamentos, contratos, etc., año 1890–1891, en Archivo del Honorable Concejo Municipal de Rosario (en adelante AHCMR), p. 73.
28 Malla, Historia, 1995, p. 26.
29 Digesto Municipal. Ordenanzas, acuerdos, reglamentos, contratos, etc., año 1890–1891, en AHCMR, p.73.
30 "Corrales de abasto", La Capital, 9 de noviembre de 1889.
31 Armus, "Enfermedad", 1984, p. 38.
32 Ibid., p. 41.
33 Roldán, Ocio, 2005, p. 212.
34 El Concejo era un órgano deliberativo que poseía la capacidad de dictar ordenanzas. Estaba constituido por doce miembros titulares y ocho suplentes que eran elegidos de forma directa por los vecinos de la ciudad.
35 "Los grandes proyectos", La Capital, 4, 5, 6 y 7 de marzo de 1889.
36 Proyectos y propuestas de matadero, mercados y limpieza pública, Expedientes terminados del Honorable Concejo Deliberante de la ciudad de Rosario, en AHCMR, t. I, f. 190.
37 Lobato, "Arqueología", 1988, p. 207.
38 Proyecto presentado por Juan Canals, Descripción de las obras, Expedientes terminados del Honorable Concejo Deliberante de la ciudad de Rosario, en AHCMR, t. I, f. 195.
39 Ibid., f. 199.
40 Lobato, Vida, 2001, p. 80.
41 "Un tiburón se traga el municipio I", El Municipio, 2 de abril de 1889, Rosario, en Archivo Museo Histórico Provincial de Rosario Julio Marc (en adelante AMHPRJM), microfilm, M 241, rollo 58.
42 Ibid.
43 Títulos de terrenos de Juan Canals, 1887–1889, en Centro de Documentación e Información César Torriglia, caja 25, f. 860.
44 Informe del Departamento de Obras Públicas Municipalidad de Rosario, en AHCMR, s. a.
45 Barbero, "Historia", 2009, p. 161.
46 "Fotografía para la historia", El Municipio, 11 de septiembre de 1894, Rosario, en AMHPRJM, microfilm, M 241, rollo 58.
47 Gálvez fue gobernador de la provincia de Santa Fe durante los años 1886–1890, políticamente pertenecía al denominado Club del Pueblo.
48 Canals fue elegido concejal el 27 de noviembre de 1881, por el término de dos años, y fue nuevamente electo (pero esta vez en calidad de suplente) el 5 de noviembre de 1882. Recuérdese que los concejales eran elegidos de forma directa por los electores. Podían acceder a dicho cargo los hombres mayores de 17 años que fueran argentinos o extranjeros que pagaran impuestos fiscales y que se hallaran inscritos en el registro municipal.
49 Eloy Palacios fue el fiador del Proyecto presentado por Canals para la construcción de la sección sur del Puerto de Rosario en el año de 1889.
50 "Viajando de incógnito", El Municipio, 16 de abril de 1889, Rosario, en AMHPRJM, microfilm, M 241, rollo 58.
51 "Gálvez, Canals", El Municipio, 17 de abril de 1889, Rosario, en AMHPRJM, microfilm, M 241, rollo 58.
52 El Concejo Deliberante de la ciudad de Rosario durante los años 1889–1890 estuvo conformado por los siguientes señores: José Berdaguer (presidente), Andrés Costa (vicepresidente), Pedro T. de Larrechea, Juan Frugoni, Guillermo Martín, Agustín Mazza, Rosendo Olivé, Francisco Torlasco. La comisión administradora estaba integrada por Andrés González del Solar (presidente), Luís A. Vila (vicepresidente), Eduardo Cafarena, Luis Cautteret, Ciro Echesortu, Benjamín Ledesma, Zenón Pereyra, Emilio Schiffner y Pedro Tiscornia.
53 "Apoyo de Mazza", El Municipio, 5 de abril de 1889, Rosario, en AMHPRJM, microfilm, M 241, rollo 58.
54 "El concejal Mazza", El Municipio, 6 de abril de 1889, Rosario, en AMHPRJM, microfilm, M 241, rollo 58.
55 "El concejal Costa y la propuesta Canals", El Municipio, 28 de abril de 1889, Rosario, en AMHPRJM, microfilm, M 241, rollo 58.
56 Ibid.
57 Megías, "Modernización", 2010, p. 34.
58 lbid.,p. 42.
59 Para profundizar sobre este tema véase Lanciotti, "Gobierno", 2001, pp. 296–310.
60 Para un análisis detallado de la importancia que adquirió la prensa en la escena política, durante estos años, véase Bonaudo, "Opinión", 2005, t. I, pp. 71–95.
61 Ventura, "Diario", 2003, pp. 233–249.
62 "¡Un tiburón se traga el municipio i!", El Municipio, 2 de abril de 1889, Rosario, en AMHPRJM, microfilm, M 241, rollo 58.
63 Durante el mes de abril de 1889, el diario El Municipio, utilizó el título "Un tiburón se traga el municipio" para referirse a la propuesta de Canals.
64 Ibid.
65 Ibid.
66 Ovidio Lagos fue miembro del Partido Constitucional.
67 Para una caracterización más amplia del periódico La Capital durante este periodo, véase Eujanian y San Román, "Papel", 1993, pp. 117–226.