Entre la experimentación política y la circulación de saberes: la gestión de Bernardino Rivadavia en Buenos Aires, 1821–1827

Between Political Experimentation and the Circulation of Knowledge: the Administration of Bernardino Rivadavia in Buenos Aires, 1821–1827

 

Mariano Di Pasquale*

Información sobre el autor:

Mariano Di Pasquale. Licenciado y Magíster en Historia. Doctorando por la Université Paris Diderot, Paris 7 y la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina). Becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Profesor adjunto en la carrera de Historia de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Entre las publicaciones actuales se destacan "La gestión de álvarez de Arenales. Presencia del rivadianismo en Salta (1824–1827)", Revista Complutense de Historia de América, Madrid, 2009, vol. 35, pp. 209–231 y "De la historia de las ideas a la nueva historia intelectual: retrospectivas y perspectivas. Un mapeo de la cuestión", Revista Universum, Universidad de Talca, Chile, núm. 26, vol. 1, 2011, pp. 79–92.

About the author:

Mariano Di Pasquale. BA and MA in History. PhD student at the Université Paris Diderot, Paris 7 and the Universidad Nacional de Tres de Febrero (Argentina). Fellow of the National Scientific and Technical Research Council (CONICET). Assistant Professor in the Bachelor's Degree Program in History at the Universidad Nacional de Tres de Febrero. Recent publications include "La gestión de álvarez de Arenales. Presencia del rivadianismo en Salta (1824–1827)," Revista Complutense de Historia de América, vol. 35, 2009, Madrid, pp. 209–231, and "De la historia de las ideas a la nueva historia intelectual: retrospectivas y perspectivas. Un mapeo de la cuestión", Revista Universum, University of Talca, vol. 1, núm. 26, 2011, Chile, pp. 79–92.

Fecha de recepción: noviembre de 2011;  Fecha de aceptación: junio de 2012.

Resumen

Este artículo tiene por objetivo analizar la relación entre el accionar político y el clima intelectual durante la gestión de gobierno de Bernardino Rivadavia en Buenos Aires, 1821–1827. En este marco, se considera la emergencia de un espacio de experimentación política que procura modernizar la cultura en su conjunto con el fin de eliminar las prácticas y los imaginarios coloniales. Asimismo, se identifica una fuerte presencia de contactos interpersonales con pensadores extranjeros y un proceso de intensificación en la circulación de saberes que resultaron funcionales al proyecto del gobierno. En tal sentido, se desea demostrar que el proceso de legitimación intenta construirse a partir de la interacción constante entre las prácticas introducidas por el nuevo modelo político y los saberes difundidos cercanos a la matriz republicana.

Palabras clave: Grupo rivadaviano; experimentación política; circulación de saberes; republicanismo; espacio porteño; Argentina; siglo XIX.

Abstract

This article seeks to analyze the relationship between political action and intellectual climate during the administration of Bernardino Rivadavia in Buenos Aires, 1821–1827. Within this framework, the author considers the emergence of a sphere of political experimentation that seeks to modernize culture as a whole in order to eliminate colonial practices and imaginaries. It also identifies a strong presence of interpersonal contacts with foreign thinkers and a process of intensifying the circulation of knowledge that proved useful to the government project. In this respect, the author seeks to prove that attempts are made to construct legitimization from the constant interaction between the practices introduced by the new political model and the knowledge disseminated close to the Republican matrix.

Key words: Rivadavia group; political experimentation; circulation of knowledge; republicanism; Buenos Aires space; Argentina; 19th century.

 

Introducción

La crisis de la monarquía española en América y el proceso de disolución de la estructura colonial que tuvo como colofón la invasión napoleónica en 1808 y la formación de juntas provisionales de gobierno en España ante la acefalía temporal del rey Fernando VII, provocaron cierta atmósfera de desorientación en la conducción política en Río de la Plata. En este marco, la vacatio regis y la crisis que desató la trama del ciclo revolucionario y las guerras de independencia abrieron la necesidad de elaborar y justificar proyectos de reordenamiento del espacio político.

En tal sentido, los actores sociales involucrados en estos propósitos dejaron de tratar paulatinamente a las obras de los autores ilustrados como artefactos exóticos para interpretarlas en una clave pragmática recurriendo a ellas en función de los asuntos de interés público. Hasta ese momento, el proceso de incorporación del discurso ilustrado en la región se producía a través de un reformismo mediado por la cultura eclesiástica.1 No obstante, esta situación comienza a modificarse cuando el grupo rivadaviano arriba al poder en la Provincia de Buenos Aires hacia 1821. A partir de allí, se buscará crear un espacio de deliberación más amplio fuera del alcance religioso.

La administración rivadaviana comprende el periodo transcurrido desde que Rivadavia accede al cargo de ministro de Gobierno durante la gobernación de Martín Rodríguez entre 1821 y 1824 hasta la obtención de la presidencia en 1826 y su rápida desvinculación de esa al año siguiente. Esta gestión puede caracterizarse por dos cuestiones fundamentales: la consolidación de un régimen representativo republicano y la implementación de un abanico de reformas que intentaron modificar las prácticas y los fundamentos de la herencia colonial española.

De tal manera, el proceso de circulación de saberes en el espacio porteño se constituye en ofrecer una serie de herramientas conceptuales y prácticas a partir del "uso" político que llevará a cabo la gestión rivadaviana. A las nociones ilustradas introducidas desde el periodo tardocolonial, se sumaron aquellas ligadas a las corrientes utilitaristas, y las de la Idéologie y el pensamiento doctrinario francés. Las ideas de Jeremy Bentham, Destutt de Tracy y Benjamin Constant comenzaron a circular notoriamente a través de diversos canales de transmisión en la cultura porteña de la época.2

Este artículo busca demostrar que uno de los rasgos principales del grupo rivadaviano y con él su proyecto de gobierno fue la construcción de un espacio interdependiente entre el campo político y la recepción de saberes. Esta retroalimentación adquiere una creciente visibilidad porque las formas de pensamiento introducidas se articularon con los intentos políticos de "moldear" el espacio público en gestación. A su vez, la aplicación de un programa reformista produjo modificaciones en las relaciones de poder. Esto supone el conocimiento y la distinción más exacta de los autores extranjeros en función de desplegar —desde arriba hacia abajo— una serie de patrones culturales distintos a las prácticas y representaciones coloniales.

 

La reconstrucción del espacio político porteño: Rivadavia y el modelo republicano

Entre 1810 y 1820 en Río de la Plata se sucedieron seis gobiernos revolucionarios: la Primera Junta (mayo a diciembre de 1810), la Junta Grande (enero a septiembre de 1811), la Junta Conservadora (septiembre a noviembre de 1811), el Primer Triunvirato (noviembre de 1811 a octubre de 1812), el Segundo Triunvirato (octubre de 1812 a enero de 1814) y el Directorio (enero de 1814 a febrero de 1820). Una vez alcanzada la independencia en 1816 respecto a España, el poder político se centralizó en Buenos Aires hacia el resto de las regiones que componían las Provincias Unidas del Río de la Plata. El Directorio desarrolló un plan de organización nacional expresado a través de la Constitución de 1819. Esta proponía un tipo de gobierno centralizado que no reconocía las autonomías provinciales. Las autoridades locales decidieron rechazar la normativa. Ante la imposición de Buenos Aires, se levantaron dos líderes provinciales, Francisco Ramírez, por parte de Entre Ríos, y Estanislao López, por Santa Fe. Ambos lograron vencer al poder central en la batalla de Cepeda hacia 1819. Esta derrota promovió la caída del sistema político del Directorio en febrero de 1820.

La pérdida del control de Buenos Aires sobre el resto de las provincias interiores conllevó la emergencia de los poderes provinciales, generando una situación bastante crítica para la gobernabilidad porteña. Al mismo tiempo que las autonomías provinciales asomaban en la escena pública, la dirigencia porteña no lograba resolver los problemas de conducción política. En este sentido, la denominada "anarquía del año 20" fue el proceso en donde se manifestaron las distintas movilizaciones internas en pos de obtener el control político bonaerense y, de manera simultánea, abrió el camino hacia una estructura política confederal en el territorio rioplatense.3

Buenos Aires, consciente de que estaba derrotada y humillada, abandonó las ansias de un control social y político más englobador que había caracterizado la llamada "carrera de la revolución" de la época del Directorio, y preparó el camino hacia la organización de sus propios andamiajes institucionales.4 Detrás de la crisis, surgió la posibilidad de comenzar un proceso de internalización de lo político. Ante la guerra y la derrota, el grupo gobernante buscó identificarse y asociarse en función de plasmar hacia adentro sus planes de gobierno. Buenos Aires se cerraba, y así diseñaba un nuevo horizonte político basado en el orden social y la prosperidad económica.

De tal forma, cabe mencionar que las nuevas prácticas políticas introducidas nacieron como respuesta al estado de tensión social y política. En alguna medida, los ensayos de articulación del poder comenzaron a convertirse en acontecimientos decisivos como fuentes de significaciones y proyectos sociopolíticos, ya que ni las orientaciones más generales de la sociedad ni sus orientaciones más pragmáticas y positivas alcanzaron a suministrar una imagen adecuada del proceso político. Además, consideremos que esta sensación de inestabilidad se sumó a la proveniente de años anteriores cuando el orden colonial había sido trastocado por el proceso revolucionario.

La construcción del régimen político estable se configuró en 1821, a partir de una articulación entre la dirigencia porteña y los sectores rurales en ascenso de la provincia de Buenos Aires, asociación que suele conocerse con el nombre de grupo rivadaviano o movimiento rivadaviano. El grupo rivadaviano estaba conformado a partir de una identidad sumamente ambivalente constituida en dos niveles: uno, en torno a los miembros de la nueva legislatura y el Ministerio de Gobierno ejercido por Bernardino Rivadavia; el otro, involucraba una serie de sectores más amplios en donde aparece la lógica de la política de círculo o de facción.5

Bajo la gestión del gobernador Martín Rodríguez surgió un inusitado diseño del espacio público: el modelo republicano y representativo de gobierno asentado en nuevos mecanismos institucionales. En la provincia de Buenos Aires no se dictó una Constitución (a diferencia del resto de las provincias) pero sí se consolidó informalmente un sistema de poder legislativo y un mecanismo de elección del mismo. En 1821 se dictó la ley electoral y el derecho al voto "universal" que incorporaba á la campaña bonaerense. El derecho al sufragio junto a un régimen de elección directa de diputados a la Sala de Representantes —poder legislativo provincial creado en 1820 y encargado de designar al gobernador— causó una nueva concepción de la relación entre gobernantes y gobernados.

Al mismo tiempo que se iba conformando el régimen político, Bernardino Rivadavia, ministro de Gobierno de Martín Rodríguez, implemento un abanico de reformas en los ámbitos político, institucional, económico, eclesiástico, educativo, cultural y militar.6 El objetivo de estas reformas en su conjunto era terminar drásticamente con la herencia de la estructura colonial y "modernizar" las prácticas y el imaginario político. Es decir, establecer una nueva cultura política afín a las nuevas concepciones ilustradas y liberales de la época. Este plan reformista también buscó conformar un tipo de ciudadano basado en una matriz "republicana–ilustrada" en consonancia con el nuevo orden político. Se alentaba la formación de una generación de hommes de lettrés que debían comportarse y reconocerse a sí mismos en calidad de "ciudadanos".

Este intento de establecer un orden político republicano generó un importante impacto en su momento. Una de las principales preocupaciones de la dirigencia porteña fue la reorganización de la distribución social y política con el fin de racionalizar los recursos y administrar las relaciones entre los que mandan y los que obedecen. Por ello, la propuesta de un tipo de gestión pública desplegada "desde arriba hacia abajo" apareció claramente entre los lineamientos del grupo rivadaviano.

Estas consideraciones permiten ubicarnos y precisar la situación concreta en la cual se desenvolvió el grupo rivadaviano una vez obtenido el poder político y su necesidad de utilizar diversas categorías discursivas para justificar el modelo republicano de gobierno. En tal sentido, existe una actitud fundamental: sus miembros se vuelcan a leer agitadamente todas las novedades y a ponerse en contacto con los principales productores de los nuevos saberes en pos de brindar sentido a las transformaciones que se estaban llevando a cabo en la cultura política.

 

La historiografía y la cuestión rivadaviana

Como hemos mencionado, si bien la crisis del vínculo colonial produjo en los grupos gobernantes un mayor interés por las obras de los autores ilustrados, el mismo habría de incrementarse con la crisis del poder central porteño, en 1820. Así, pues, cabe realizar aquí un breve racconto historiográfico para ir delineando y precisando la idea de que el grupo rivadaviano desarrolló un espacio de experimentación política en relación con un proceso de apertura y difusión de saberes.

En tal sentido, resulta pertinente preguntarse en torno a cuáles fueron, según la historiografía actual, los dispositivos de legitimación desarrollados por este nuevo régimen político. Marcela Ternavasio responde a la pregunta a partir de lo que denomina "la visibilidad de la deliberación". Entiende por este concepto una serie de dispositivos construidos sobre la base de la publicidad y la deliberación permanente con el firme convencimiento de que por medio del debate público, lejos de generarse incertidumbre y conflicto, se crearía un clima propicio para obtener el consenso.7

En relación con lo expresado por Ternavasio, cabe mencionar que a lo largo de la década de 1820 se revela un crecimiento de la prensa (como formadora de una incipiente opinión pública); la publicación de las listas de los candidatos a diputados de la Sala de Representantes; la reglamentación de un espacio físico donde se realizan las elecciones, sumado a los debates abiertos de la Sala de Representantes, los cuales quedan registrados ya que se publican en actas y en la prensa.

Por su parte, Noemí Goldman también da cuenta de este fenómeno cuando explica que existió una notable expansión de la prensa durante el llamado periodo de la "feliz experiencia de Buenos Aires" que estuvo estrechamente vinculada al conjunto de reformas liberales, emprendidas por el nuevo grupo dirigente porteño.8

De esta manera, la administración rivadaviana estimuló la emergencia de una opinión pública como un factor relevante de la nueva vida política.

Asimismo, la autora señala que la provincia de Buenos Aires "reguló el funcionamiento de sus instituciones por medio de leyes dictadas entre 1821 y 1824 y prácticas no formalizadas que se erigieron en principios constitutivos del nuevo régimen político".9

Por ello, considera central el lugar que ocupó la Sala de Representantes en la escena política rioplatense. Esta institución abrió la posibilidad de introducir prácticas políticas republicanas más precisas como considerar al juego político dentro del marco de la deliberación que ejerce un poder colegiado y comprender que este actúa como potencial canal en la resolución de conflictos.

Pero estos avances tuvieron su contracara. La práctica deliberativa no resultaba una manifestación espontánea de la sociedad civil, sino que era impulsada por el grupo gobernante. La dinámica política estaba invertida: los gobernantes eran más "liberales" que los gobernados. Así, pues, no existió una distinción entre los integrantes del espacio público naciente y los actores que manejaron el poder de la provincia de Buenos Aires. Al respecto, Goldman señala que el propósito de crear un nuevo espacio público separado del Estado se tornó limitado, desde el momento en que fueron los mismos hombres los que participaban de las funciones del gobierno y los que desde los nuevos espacios públicos se esforzaban por desarrollar un espacio crítico de reflexión.10

Otro mecanismo de legitimación utilizado puede pensarse en relación con el problema que plantea Jorge Myers entre la relación del espacio privado y el espacio público. Según su enfoque "en la etapa rivadaviana se registraría el comienzo de la articulación de un denso entramado de asociaciones "privadas", cuya acción debía definir un espacio intermedio entre el Estado y la sociedad".11

Estos espacios —manejados por los miembros del grupo rivadaviano— ofrecieron una serie de recintos idóneos en los que se pudiera ensayar la creación de nuevas formas de sociabilidad que frieran simultáneamente compatibles con el ideal moderno del individuo autónomo o privado y con el nuevo espíritu republicano.12

Las nuevas asociaciones a las que se refiere Myers fueron la Sociedad Literaria (1822), la Academia de Medicina (1822), el Banco de Descuentos (1822), la Sociedad de Beneficencia (1823), la Junta de Comerciantes y Hacendados (1821), entre otras. Conjuntamente, la administración rivadaviana no sólo necesitaba crear nuevos espacios de sociabilidad, sino también plantear la acción de publicistas que brindaran difusión y sustento a las reformas introducidas. En este aspecto, Myers destaca el papel que desempeñó Ignacio Núñez como principal promotor de la propaganda oficial.13

Asimismo, los trabajos de Klaus Gallo contribuyen a pensar más específicamente los problemas referidos a la recepción de ideas en esta época. Este último explica que se tiende a ligar el modelo rivadaviano de gobierno con el liberalismo inglés, sin apuntar específicamente qué tipo de vertiente fue la que entró en juego en el espacio porteño y tuvo injerencia en la acción política. Por ello, Gallo distingue dentro del contexto europeo entre Radicals (o utilitaristas) y Whigs (o liberales). Los primeros buscan una rápida apertura de los ideales provenientes de la tradición republicana, mientras que los segundos preferían que esta se produzca de manera gradual. Según Gallo, el sector en torno a la figura de Rivadavia se encontraba más ligado a las ideas utilitaristas o radicales como las de Jeremy Bentham y James Mili. Así, pues, demuestra que medidas tales como la ley de sufragio universal de 1821, la reforma eclesiástica, y la creación de la Universidad de Buenos Aires, simbolizan el ideal benthamiano.14

En esta línea, Beatriz Dávilo demuestra que en el contexto de la caída del orden colonial, el lenguaje de los derechos permitió legitimar la ruptura con la metrópoli. Años más tarde, cuando la construcción de un nuevo orden político se volvió prioridad —comenta—, ese lenguaje basado en los derechos comenzó a evidenciar su incapacidad para expresar la aspiración de los grupos gobernantes de sentar bases de un proyecto constitucional. Por esto, la autora, explica que "se fue consolidando así un lenguaje de la utilidad que desplazó un núcleo de legitimidad de la acción política desde los derechos hacia la eficacia para lograr la mayor felicidad para el mayor número".15

Así, este lenguaje de la utilidad también sirvió como legitimación de las prácticas políticas introducidas por el grupo rivadaviano.

En suma, más allá de determinar cuáles fueron los mecanismos de legitimación empleados por el grupo rivadaviano —la prensa, los nuevos órganos políticos, las asociaciones intermedias, los publicistas, etc.— y de especificar cuáles de las corrientes de pensamiento tuvieron mayor gravitación —la Ilustración, el utilitarismo, la Idéologie—, nos parece importante retomar de los aportes anteriores un fenómeno subyacente —no explicitado en toda su dimensión— pero no por ello poco relevante. En particular, me refiero a la importancia de comprender la existencia de un espacio muy intenso de intercambios y circulación de saberes que tuvo su correlato dentro de un marco específico atravesado por un terreno político orientado por estas concepciones.

 

Política y saberes: una aproximación a partir de la mirada de los actores

"Todos dicen que hay en Buenos Aires una gran inclinación hacia Francia. Es probable que cierto sector de la población tenga cariño a los franceses: sus modales y religión son más asimilables que los nuestros,"16 Así reparaba un viajero inglés la tendencia hacia las preferencias francesas por parte del hombre culto porteño. No obstante, es atinado reflexionar en que si existía una tendencia hacia lo francés en algunos grupos sociales, esta precedía cierta idea de accesibilidad y apertura cultural suficientemente asentada con respecto a los principios y conductas extranjeros.

En principio resulta conveniente indicar que, en la atmósfera intelectual rioplatense, muchos de los autores provenientes de las corrientes ideologicistas o utilitaristas, seguramente fueron incluidos dentro de la corriente ilustrada: a la confusión generada por el problema de la transferencia de un contexto original de producción a otro receptor, habría que agregarle la difícil diferenciación teórica entre la Ilustración y la Idéologie, por tomar un ejemplo.

Advertir la distancia temporal y conceptual entre Montesquieu y Tracy en Río de la Plata resultaba una operación delicada.17 No obstante, como precisaremos más adelante, gracias a la intensa circulación de estos saberes a través de enseñanza universitaria y los manuales utilizados en las cátedras de ciertos profesores ligados al proyecto rivadaviano —tales como Juan Crisóstomo Lafinur, Juan Manuel Fernández de Agüero, Diego Alcorta, Pedro Somellera, Pedro José Agrelo, Felipe Senillosa, entre otros—, es muy probable que además de los integrantes del gobierno, otros sectores letrados hayan captado sus diferencias.18 También existen diversos registros y referencias en periódicos de la época, tales como El Centinela (1822), La Abeja Argentina (1822–1823), El Argos de Buenos Aires y Avisador Mercantil (1824) y El Correo Político y Mercantil de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1827).

A su vez, vale indicar que esta apertura cultural estuvo también vinculada con los cambios en la producción y consumo porteños. A partir de 1820, la provincia experimentó una expansión económica producto de convertirse en proveedora de cueros para el mercado ultramarino. Esta situación generó la necesidad de ampliar la frontera ganadera de la provincia. La estancia como unidad productiva se ligó a la aparición de un sector social relativamente nuevo, los hacendados.

Este despegue económico de los primeros años de la década de 1820 contribuyó a generar un espacio más intenso en el intercambio de bienes materiales y culturales que la revolución y la guerra habían afectado.19 Al respecto, señala Alejandro Parada que dentro del comercio ultramarino, la importación de libros europeos contó con un incremento notable, aunque luego quedará restringido por los efectos de la guerra contra el Brasil.20Este aumento del comercio libresco fue un proceso paralelo a la necesidad del grupo rivadaviano de consumir productos culturales —especialmente libros— para conocer nuevas concepciones a fin de aplicarlas a la reconstrucción de la cultura política preexistente.

A la circulación de saberes a través de la venta de libros, las clases universitarias y las notas periodísticas, debe sumarse la producida mediante los vínculos interpersonales, los viajes y las comunicaciones informales. Incluir estos dispositivos, ayuda a establecer los motivos que intensificaron este proceso de recepción. Al respecto, Klaus Gallo indica que

fue especialmente a partir de su encuentro con Bentham y Tracy, que Rivadavia comenzaría a trazar los principales lineamientos del modelo de gobierno y sociedad republicana que intentaría poner en marcha al regresar a la política porteña.21

En esa oportunidad, se conformó una serie de contactos y redes sociales que explican la existencia de un intercambio fluido de ideas, noticias y saberes, reforzada hacia 1824 cuando Rivadavia regrese a Europa. En una de estas misivas, Destutt de Tracy le expresaba a Rivadavia que

Mientras tanto he entregado a este los expresados números y él se ocupa en sacar de ellos todos los materiales preciosos para formar un pequeño escrito que haga conocer a nuestra vieja Europa los buenos ejemplos que usted le da. En verdad, señor, yo estoy encantado y admirado con todo lo que usted me ha remitido. Felicito desde luego a su País porque es gobernado por un hombre tal como usted. Sin duda una nación naciente parte desde bien lejos, pero ¿hasta donde no puede ir cuando tiene una tal guía? Y en el tiempo en que existimos proveer de tantos sarcasmos y ejemplos, en el que todo marcha apresuradamente: así yo no dudo que usted dejara de recoger muy prontamente el fruto de sus cuidados.22

En estas líneas se identifica la utilización de vocablos afectivos como admirar, encantar y felicitar. Estos verbos revelan cierto grado de vinculación interpersonal que se agudiza cuando se manifiesta un diseño sostenido del rumbo político. Asimismo, las palabras del ideólogo francés reflejan la posibilidad de pensar estas regiones de frontera como un globo de ensayos políticos.

Cabe recordar que la ideología fue una corriente de filosofía francesa de fines del siglo XVIII, de unos hombres que se llamaban a sí mismos idéologistes. El término deriva de la voz idéologie —la ciencia de las ideas— atribuido a Destutt de Tracy.23 Este movimiento abarca un conjunto de pensadores muy diversos tales como Condorcet, Condillac, Siéyes, Daunnou, Volney, de Tracy, Cabanis, o la Romiguière, entre otros. Una vez desatada la revolución, participaron activamente en la reconstrucción de la nueva vida política. Adhirieron al sistema republicano de gobierno, si bien se distanciaron de los jacobinos, durante la época de la Convención, por sus excesos políticos, inclinándose a favor del grupo girondino.

La época de mayor protagonismo del grupo se produjo con el advenimiento del Directorio (1795–1799). Los ideólogos defendieron las iniciativas de reducir la influencia de la Iglesia tanto en la política como en la educación.24 Sin embargo, el panorama a su favor se perdió tras el golpe del 18 Brumario y la instalación del Consulado. La presencia de Napoleón y su posterior proyección como emperador de los franceses, en 1804, abrirá una fractura en el grupo. Ante la reconciliación del catolicismo como religión oficial del estado francés con la firma del Concordato de 1802, los ideólogos comenzaron a ser tratados como furiosos anticatólicos y fueron acusados de destruir la moral del hombre.25 En 1812 Napoleón decidió prohibir la enseñanza de laIdeología en el Instituto de Francia por las críticas a su gobierno centradas sobre todo en el alejamiento de los ideales republicanos y de los principios fundantes de la revolución.26 Finalmente, en tiempos de la Restauración (1815–1830), la Idéologie perderá en Francia los espacios de influencia. Allí, el horizonte intelectual se abriría a otras formas de pensamiento que reaccionaban ante las ideas revolucionarias iluministas–anticlericales, y el concepto republicano de gobierno.

De esta manera, no es casual que ante el retorno del absolutismo monárquico, la Europa de la restauración diera la espalda a las corrientes republicanas y liberales, la región de Río de la Plata se ofreciera como un lugar abierto y fértil para experimentar sus concepciones. Quizá este asunto se observe de manera más explícita en las consideraciones del abad Dominique de Pradt cuando afirmaba que:

Aquí nadie piensa en América; sólo yo me ocupo. No lleven a su país príncipes europeos, los engañarían, como nos han ya engañado: en Europa todo lo notable se hace republicano; todos los gobiernos reales han caído vencidos y desheredados. Manténgase republicanos, unidos, y fuertes por la unión. Déjennos con nuestras discordias y pequeñeces [...] Si fuera más jovén, volaría hasta allí. Antes de cerrar los ojos a la luz iría a ver esa noble ciudad de Buenos Aires.27

Este fragmento epistolar reflexiona sobre una problemática fundamental. Parece percibirse cierta idea de que al no existir una dinastía monárquica originaria en América, a diferencia de Europa, es más viable educar a los pueblos bajo el sistema republicano. Así, estos ensayos políticos resultaban ser realidades factibles en tierras americanas. En esta línea, Dufresne Saint Leon, además de felicitar a Rivadavia por las reformas emprendidas, le indicaba que debía contentarse por la falta de nobleza y la escasa población en los siguientes términos:

En fin señor, sois dueño de un terreno libre, donde no tenéis más que construir, mientras que nosotros, debemos todavía sostener una lucha que durará mucho tiempo contra la aristocracia hereditaria que muestra más vigor para defender sus honores puramente nominales, al menos en Francia, que para defender las propiedades y privilegios reales. Vuestra situación es pues, mucho mejor que la nuestra. Lo que debéis lamentar menos es la pobreza relativa de la población, que será largo tiempo vuestra tranquilidad, mientras que en nuestro país nuestra población excesiva, al menos en las ciudades, está en un fuerte estado febril, por la superabundancia de hombres que no encuentran tierras para cultivarlas, ni lugar para las industrias.28

En la perspectiva de estos pensadores franceses parece predominar la consideración de que en una sociedad como la porteña era más "fácil" aplicar el sistema republicano de gobierno. Según Dufresne Saint Leon, el grupo rivadaviano era poseedor de un camino libre. Los obstáculos producidos por la presencia de una nobleza local y la cuestión de una creciente densidad poblacional que potencialmente podría ocasionar problemas de gobernabilidad estaban ausentes en la escena porteña.

 

La difusión de los saberes ideologicistas en la universidad de Buenos Aires

Teniendo en cuenta que la coyuntura era favorable, los ideólogos franceses observaron con atención cómo sus saberes se aplicaban en Buenos Aires con el fin de poner a prueba en otras latitudes la eficacia del sistema republicano que defendían y poder contar con modelos o ejemplos políticos como opciones viables para contrastarlos con los de su propio contexto. En cambio, para el grupo rivadaviano la introducción de las nuevas ideas permitía reencauzar y legitimar un orden político —tras la caída del sistema directorial y "la anarquía de 1820"— y obtener fundamentos en pos de derrumbar los resabios de la herencia colonial.

Ahora bien, ¿qué planteamientos centrales fueron los que se recibieron de los autores franceses y en qué contexto específico estos se escribieron? Resulta sugerente tener en cuenta la consideración realizada por Tracy en torno a la introducción de su Ideología como materia preparatoria en la universidad de Buenos Aires.29 Este expresaba que "es una bella institución la de una cátedra de Economía política y otra de Ideología. En cuanto a esta última yo me considero feliz, si mi obra puede ser de alguna utilidad."30

El 19 de junio de 1821 Rivadavia fue nombrado prefecto del Departamento de Estudios Preparatorios y desde ese lugar preparó el camino para la institucionalización de la cátedra. Sin embargo, recién cuando dejó ese cargo para ocupar el Ministerio de Gobierno, durante la gestión de Martín Rodríguez, el 19 de julio de ese mismo año, pudo concretar su intención. El 9 de agosto firmó, junto al gobernador, el edicto de creación de la Universidad de Buenos Aires. La estructura departamental del nuevo organismo se realizó agrupando distintas instituciones heredadas de la época colonial aunque se introdujeron modificaciones, entre ellas la inclusión de la cátedra de Ideología.31 Esta se incorporó como materia obligatoria del plan de estudios preparatorios dictándose en el Colegio de Ciencias Morales, que dependía de la universidad porteña.

Así, pues, la Universidad de Buenos Aires, en sus inicios, se ligó estrechamente al grupo rivadaviano actuando como uno de los principales agentes de difusión de los nuevos saberes. En el caso de los estudios preparatorios, los conocimientos tracianos debían desplazar de la enseñanza a la filosofía escolástica, asociada al régimen absolutista de la época colonial.

Entre los saberes provenientes de la Idéologie, y en especial aquellos de Destutt de Tracy, se difundieron la visión sensualista de las facultades humanas; la subordinación del pensamiento religioso al conocimiento racional; la racionalización de la enseñanzas de Jesucristo; la crítica hacia la Iglesia como institución divina y autoridad de conocimiento; la puesta de una moral racionalista y fisiológica basada en el principio de la simpatía; la limitación de las prácticas de culto religioso a los fines políticos y, finalmente, la utilización de un lenguaje fisiológico que despersonalizara la doble naturaleza del hombre de la concepción cristiana–escolástica, y que conformaba, en su reemplazo, una naturaleza humana nivelada al mundo animal por la conexión de órganos e impresiones sensibles, desplazando el estudio del alma y lo sobrenatural de la metafísica.32 Por cierto, estas nociones no sólo buscaban justificar la política reformista del gobierno sino también intentaban modificar la educación superior y formar un tipo de ciudadano acorde con los valores inherentes al régimen republicano. Según un diario oficialista, las nuevas enseñanzas generaron un salto cualitativo: "No han corrido muchos días, que hemos presenciado los exámenes de filosofía; y ellos son un testimonio convincente del total cambio, que ha experimentado nuestro antiguo sistema de educación."33

Sin embargo, más allá de la repercusión dentro del ámbito académico, la Idéologie no encontró una aceptación más amplia. Las palabras de El Centinela lo expresaban de la siguiente manera:

Estas ideas que desplegaron en los jóvenes son las que un señor diputado en una de las sesiones sobre la reforma eclesiástica llamó doctrinas peligrosas, pero que indudablemente no tienen nada de tales, sino el ser opuestas a la base elemental de la educación vieja.34

También, Tracy daba cuentas de las resistencias encontradas respecto a sus ideas cuando comentaba que con respecto a ciertas ideas que están indicadas en la obra, aunque yo las vea juntas e importantes, no me admiro que haya dificultad de que prendan en su país. Esto mismo sucede en todas partes. La superstición es una enfermedad muy envenenada en la raza humana. 35

Se desglosa que la recepción de estos saberes no resultó ser tan directa y transparente como lo planteaba el viajero inglés. Rivadavia le haría llegar la noticia acerca de la dificultad de que la Idéologie se asimile en la escena porteña a pesar del gusto por lo francés. Al igual que en Francia, en las Provincias Unidas del Río de la Plata Tracy ubicaba la raíz de estos inconvenientes en lo que él llamaba superstición. A continuación, expresaba: "Me alegro también con saber que usted y él [Valentín Gómez] trabajan en la destrucción de los frailes."36 He aquí para Tracy el foco de la superstición: los frailes y la religión que personifican la enfermedaddel conjunto social. El pensador francés no exageraba: los saberes ideologicistas encontraron resistencias muy visibles por parte de los sectores tradicionales porteños.

En una carta de Rivadavia, desde el exterior, unos años después de su gestión, se sintetiza esta sensación de exploración de las nuevas formas gubernamentales, añadiendo, la causa central del fallido intento de su modelo:

Usted me expresa que el mal éxito que han tenido hasta el presente, todos los ensayos de gobierno que se han puesto a la prueba, bajo formas republicanas en las nuevas repúblicas, ha desesperado en tal grado a esos pueblos, que empiezan a inclinarse y preferir el sistema monárquico: esta es la causa más funesta y triste prueba de su incapacidad.37

Ahora bien, este terreno flexible, puesto a la prueba, de experimentación política que se abrió en 1821 en Buenos Aires terminó perdiendo fuerza y sustento político entre los distintos sectores sociales, y aun dentro del mismo grupo gobernante. El intento de integrar el entramado político–institucional y la incorporación de las ideas ideologicistas para formar un comportamiento del hombre adecuado a los ideales republicanos se frenó, entre otros motivos, por varios factores coyunturales.

La situación incierta sobre la conclusión de la guerra contra Brasil, la presión de los grupos rurales para la obtención de cargos públicos, la oposición de sectores reacios a los cambios introducidos como el clero y el ejército, la reacción de las provincias ante la Constitución unitaria de 1826, la ley de presidencia que colocaba a Rivadavia como titular del ejecutivo nacional, entre otras causas, motivaron la caída de la administración rivadaviana hacia 1827. Junto con ella, por cierto, también se desplomó el proyecto político implementado.

 

Conclusiones

Se ha comprobado que la actividad intelectual se encontró aglomerada en torno a un pequeño grupo letrado que a partir de 1821 logró introducirse en el manejo de las cuestiones públicas. Al mismo tiempo, el escenario porteño, tras la declaración de la independencia y las guerras libradas a tal efecto, se encontraba en pleno proceso de reorganización de la vida política y, en consecuencia, con una dirigencia que se interesó en emplear principios y saberes foráneos para sustentar un nuevo proyecto de organización.

El contexto local que aparece como un espacio propicio para la experimentación política, sumado a la prosperidad económica, brinda la oportunidad de ensayar distintas opciones de conformación del sistema político. La forma republicana de gobierno se impone y, con esto, se produce una visión del mundo político–social opuesta a la sustentada por la monarquía española.

El grupo rivadaviano se inclinó básicamente a apropiar una serie de saberes que circularon y que fueron conocidos en la época para lograr accionar en materia política y legitimar dicha transformación. Asimismo, aplicó diversos elementos teóricos al campo político. Por una cuestión de espacio, nos limitamos a observar cómo fue este proceso a partir de la presencia de la Idéologie en su vertiente traciana, pero sucede una situación análoga si hubiéramos sumado al análisis el proceso de recepción del utilitarismo a partir de las evidencias conocidas entre Jeremy Bentham y Bernardino Rivadavia.

La introducción de formas de pensamiento tales como el republicanismo, el utilitarismo y la Idéologie a través de la enseñanza superior en la flamante universidad porteña buscaba generar aceptación del modelo social. Todos estos mecanismos posibilitaron la formación de una cultura "letrada" con mayor afinidad respecto al funcionamiento institucional de un gobierno republicano y representativo. Sin embargo, al no ser una manifestación espontánea de la sociedad civil, evidentemente este tipo de régimen no duraría mucho tiempo más. La dinámica política se encontraba invertida: los gobernantes eran más "liberales" que los gobernados, lo que demuestra en parte que este fenómeno trae contradicciones internas que difícilmente hubieran podido preverse en la aceleración de los tiempos políticos vividos por aquellos actores.

Pero esta transformación del sistema político implicaba a su vez el intento de modificar la cultura en su conjunto a través de la educación superior. Es aquí donde la articulación entre el campo de la acción y el pensamiento cobraba significancia. La modificación del sistema político y la necesidad de introducir y difundir diversas corrientes intelectuales en consonancia indica que el grupo rivadaviano emprendió una reforma de la estructura social con el objetivo de administrar su autoridad mediante dos polos: el poder y el saber. Reacomodar ambos ejes era una tarea imprescindible para lograr modificar y modernizar las prácticas y los imaginarios sociales asociados al absolutismo de la época colonial.

 

Fuentes consultadas

Archivos

MM Museo Mitre, Buenos Aires.

Hemerografía

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Notas

* Agradezco a Lourdes Braña la lectura del manuscrito y su colaboración.

1 Peire, Taller, 2000; Stefano, Pulpito, 2004, y Chiaramonte, Ilustración, 2007.

2 Sánchez–Mejía, Benjamín, 1992; Harris, "Bernardino", 1997, pp. 137–158; Gallo, "Jeremy", 2002, pp. 79–96; Roldán, "Inflexión", 2004, pp. 119–142, y Dávilo, "Derechos", 2007, pp. 73–98.

3 Meglio, "Consolidación", 2003, pp. 173–189.

4 Halperin, Revolución, 1972, p. 353.

5 Myers, "Paradojas", 2003, pp. 75–95.

6 Ternavasio, "Reformas", 1998, pp. 161–197.

7 Ternavasio, "Visibilidad", 2003, p. 62.

8 Goldman, "Libertad", 2000, p. 15.

9 Goldman, "Formas", 2003, p. 54.

10 Goldman, "Libertad", 2000, p. 16.

11 Myers, "Revolución", 1999, p. 113.

12 Ibid.,p. 114.

13 Ibid., p. 116.

14 Gallo, "Búsqueda", 2004, pp. 85–100, y "Jeremy", 2002, pp. 79–96.

15 Dávilo, "Derechos", 2007, p. 75.

16 Anónimo, Inglés, 1986, p. 173.

17 La noción del copyright todavía es algo prematura en Europa. Aparece definida a mediados de 1820 y, por lo tanto, existe cierta vaguedad de ia función de autor en autores anteriores. Véase Chattier, Libros, 1994, pp. 58–98.

18 Pasquale, "Recepción", 2011, pp. 63–86.

19 Burgin, Aspectos, 1975; Ferns, Gran Bretaña, 1975; Bagú, Plan, 1966, y Halperin, Revolución, 2000, pp. 170–187.

20 Parada, "Mundo", 1998, p. 12.

21 Gallo, "Búsqueda", 2004, p. 90.

22 Carta de Desttut de Tracy a Bernardino Rivadavia, 18 de noviembre de 1822, París, en Museo Mitre (en adelante MM), Colección Correspondencia Hombres Públicos Argentinos, f. 15920.

23 Para Destutt de Tracy la Idéologie se definía strictu sensu por ser la science des idees. Véase Tracy,Elements, 1970, p. 5.

24 Head, "Destutt", 1985, p. 27.

25 Ibid, p. 28.

26 Byrnes, "Chateaubriand", 1991, pp. 324–325.

27 Carta de Dominique de Pradt a Bernardino Rivadavia, 5 de diciembre de 1821, Paris, en Picciri–lli, Rivadavia,1943, vol. I, p. 495.

28 Carta de Dufresne Saint Leon a Bernardino Rivadavia, 30 de diciembre de 1821, París, en ibid., p. 492.

29 Sobre la sociabilidad estudiantil en la Universidad de Buenos Aires, véase a González, Civilidad, 2008, pp. 112–117.

30 Destutt de Tracy a Bernardino Rivadavia, 18 de noviembre de 1822, París, en MM, Colección Correspondencia Hombres Públicos Argentinos, f. 15925.

31 La Universidad se organizó en seis departamentos: el de Primeras Letras, el de Estudios Preparatorios, el de Ciencias Exactas, el de Medicina, el de Jurisprudencia y el de Ciencias Sagradas.

32 Estas nociones se encuentran en Juan Manuel Fernández de Agüero, profesor de la cátedra de Ideología entre 1822 y 1827. Escribió y publicó en esos años sus Principios de ideología, obra que introduce las ideas de Destutt de Tracy. Véase Fernández, Principios, 1940.

33 La Abeja Argentina, núm. 9, 15 de diciembre de 1822.

34 El Centinela, núm. 21, 15 de diciembre de 1822.

35 Destutt de Tracy a Bernardino Rivadavia, 18 de noviembre de 1822, París, en MM, Colección Correspondencia Hombres Públicos Argentinos, f. 15925.

36 Destutt de Tracy a Bernardino Rivadavia, 18 de noviembre de 1822, París, en ibid.

37 Carta de Rivadavia, 14 de Marzo de 1830, París, en ibid., f. 17403.