Alfredo de la Lama García, Economía global. De los agitados años veinte a la primera crisis mundial del siglo XXI, UAM–I, México, 2012, 232 pp., ISBN 978–607–477–598–3.

La descripción y reflexión sobre los acontecimientos económicos que influyeron en —y a su vez se vieron influidos por— los procesos sociales y políticos del siglo XX, es una tarea no sólo titánica sino también de especial relevancia. En primer lugar, debido a la complejidad de los procesos económicos y de relaciones sociales que se establecieron a los largo del siglo pasado en todo el mundo, en particular en los países con mayor capacidad de condicionar dichos procesos. En segundo lugar, porque a menudo las explicaciones de estos asuntos han estado fuertemente cargados de contenidos ideológicos y de dogmas casi religiosos que han impedido acercarse a ellos, al menos, con pretensión de objetividad. Y finalmente, porque el dar cuenta de los procesos y resultados del establecimiento de las diferentes formas de organizar la sociedad en el anterior siglo, no es sólo un ejercicio académico, sino que es, además, un tema políticamente sensible, en la medida en que lleva como corolario la reflexión sobre el futuro de la reorganización económica y política del globo. Esta empresa exige tratar el tema con rigurosidad y con una firme pretensión de verdad, esto es, con un compromiso de honestidad intelectual, sin por ello ser neutral ante estos proceso, ni renunciar a la toma de postura.

En la primera parte de la presente reseña se describirá la estructura general del libro y su contenido por capítulos. Después se destacarán algunos aspectos del contenido de la obra que hacen referencia a momentos de gran efervescencia, porque están planteados con originalidad por el autor o porque son particularmente polémicos. Y finalmente, se hará referencia a las perspectivas que advierte el autor para las siguientes décadas.

 

Estructura del libro

El libro está dividido en seis capítulos que no tienen una estructura estrictamente lineal o cronológica. En ellos se describen los procesos que influyeron o condicionaron el desenvolvimiento de algunos de los acontecimientos más importantes del siglo XX, abordados desde las regiones en que se originaron o, con más precisión, desde el país o conjunto de países que tuvieron un desarrollo similar y que, por ello, muchas veces, compartieron destinos.

En el primer capítulo, "Una etapa incierta, 1918–1945", se describen los procesos económicos más importantes que se desarrollaron desde el término de la primera guerra mundial hasta la finalización de la segunda guerra, en 1945. Esta etapa de reordenamiento mundial fue —como todos los periodos en que las certezas están ausentes— de especial complejidad. En un primer momento, el intento de restablecer el orden que reinaba antes de la primera guerra, y su posterior fracaso definitivo, dominan la escena. Se describe, en el periodo 1920–1929, tanto la economía de los países que resultaron vencedores como la de los países vencidos en el conflicto armado. Posteriormente se describe y se da cuenta de la crisis económica financiera de 1929 (tanto sus causas, como sus consecuencias), que no sólo afectó al conjunto de países capitalistas y las relaciones políticas y económicas de la mayor parte del mundo, sino que representó un parte aguas en la medida en que marcó el final de una época y representó un revés a la teoría económica liberal entonces dominante, que vio cómo la realidad se empeñaba en contradecirla. La última parte del capítulo describe el proceso de la segunda gran guerra y cómo su finalización constituye la consolidación de un nuevo statu quo.

El segundo capítulo, "La explotación se sutiliza, 1945–1971", da cuenta de un periodo de crecimiento y de aumento sistemático de los niveles de consumo de las poblaciones de los países industriales, durante el cual las crisis capitalistas parecían ser cosa del pasado. Es el periodo de formación de organismos internacionales que se encargarían de regular, o más precisamente, de fijar las reglas del juego del sistema financiero y el comercio internacional (FMI, GATT), y de intervenir con créditos en aquellas actividades productivas necesarias, pero poco atractivas para el capital privado (Banco Mundial). Es un periodo de importancia central del Estado en la regulación económica y en donde la teoría elaborada por Keynes fue dominante (tanto en los círculos académicos de producción económica como en los de la administración estatal), generalizándose el Estado de bienestar en los países capitalistas industrializados.

El tercer capítulo, "De la reconstrucción a la crisis de identidad socialista, 1945–1985", constituye una descripción del proceso económico y del crecimiento del aparato productivo industrial que se desarrolló después de la segunda guerra mundial en la URSS y Europa del Este, es decir, en las economías llamadas socialistas, hasta el inicio de la perestroika en 1985. Particularmente interesante es la descripción de la economía china, también llamada socialista, a partir del triunfo de la revolución de 1949, hasta antes de empezar el proceso conocido como las Cuatro Modernizaciones en 1981. Este proceso es frecuentemente soslayado o, en su caso, minimizado en buena parte de la literatura que da cuenta de los procesos económicos de este periodo a pesar de su extraordinario dinamismo, sólo superado, en promedio, por el comportamiento de la economía japonesa.

El cuarto capítulo, "La crisis del capitalismo de bienestar y la intromisión socialista en el capitalismo, 1971–1991", da cuenta de la aparición de los primeros signos de agotamiento del modelo de acumulación de capital que se instauró en la segunda posguerra. Describe con énfasis la crisis por la que atravesó la sociedad sustentada en el Estado de bienestar establecida en Estados Unidos y Europa occidental. Se ilustra cómo, en este momento, el tema del petróleo adquiere particular relevancia, convirtiéndose en un problema debido a la aparición de la OPEP que tuvo la capacidad, al menos en el corto plazo, de incidir de manera determinante en la fijación a la alza de los precios del combustible. Aquí se hace mención del proceso de migraciones internacionales que, a diferencia de los procesos anteriores, tenían como destino las economías desarrolladas y como motivación la búsqueda de empleo, esto es, la direccionalidad de los movimientos poblacionales se modificó, se incrementó su ritmo, y fue marcadamente una migración de fuerza de trabajo.

El capítulo cinco, "La búsqueda de un nuevo statu quo mundial acaba en la primera crisis económica global del siglo XXI, 1991–2010", describe el comportamiento económico de los países o conjunto de países que se constituyeron como los principales actores en un mundo, ahora sí, compuesto en su totalidad (o casi) por relaciones capitalistas de producción. Destaca la tortuosa incorporación de Rusia al capitalismo mundial y el impacto mundial de la transformación económica de China que, por su dimensión y su extraordinario dinamismo, revoluciona al sistema capitalista y altera el equilibrio del globo. Por otro lado, se da cuenta del comportamiento económico de los países menos desarrollados que adoptaron políticas neoliberales, especialmente de los llamados Tigres asiáticos (Corea, Hong Kong, Taiwán, Singapur e Indonesia) que fueron alumnos aplicados en el establecimiento de los ajustes estructurales y que, por ello, se les seguía con particular atención. Se plantean las fortalezas y debilidades de Estados Unidos para el siglo XXI, en las que si bien destaca todavía su fortaleza económica, tiene ya un creciente problema en términos de la desigual social. También ocupa un lugar importante la búsqueda de posicionamiento hegemónico de la Unión Europea que actualmente tiene el mayor grado de integración (comercial, monetaria, de mercados laborales, etc.) que haya alcanzado ninguna otra región.

El capítulo seis, "Neoliberalismo o regionalismo para la economía global del conocimiento en el siglo XXI", analiza, en palabras del autor,

las características económicas y tecnológicas de la sociedad global que nacieron a partir de 1991. Destaca los procesos generalizadores, así como las características específicas de la economía del conocimiento, y subraya la importancia de la lucha que se da entre dos proyectos mundiales: el neoliberalismo y el regionalismo.

Aspectos a destacar

La forma en la que se da cuenta explicativa de la crisis financiera de 1929 es original y polémica. El autor plantea que el elemento crucial que desencadenó la crisis mundial de 1929 fue el crecimiento descontrolado del crédito para la especulación de valores bursátiles (Bolsa de Valores), gracias a la eliminación de la fiscalización del gobierno derivado de la política ultraliberal del gobierno.

Esta explicación del origen de la crisis contrasta con la mayor parte de las explicaciones que parten de la teoría económica ortodoxa (más concretamente la neoclásica) que señala que la oferta de bienes había ya excedido la demanda y que la caída de la bolsa fue el reflejo del necesario ajuste en el mercado de valores. Esta forma de entender las cosas no explica por qué el mercado orientó, en los años previos a la crisis, los capitales hacia los valores bursátiles, y adolece de dogmatismo pues en su culto a la ideología de mercado es incapaz de cuestionar siquiera a esta instancia impersonal que denominamos mercado como máximo regulador de la actividad económica, mucho menos se atrevería a plantear que la desregulación a ultranza de la cuenta de capitales (sin ningún tipo de controles de salida y mucho menos de entrada) y la liberalización financiera tienen algún tipo de responsabilidad en el desencadenamiento de la mayor crisis económica–financiera hasta entonces conocida.

Por otro lado, la explicación que nos ofrece el autor, si bien no se contrapone totalmente, sí difiere y podría polemizar con un conjunto de explicaciones de dicha crisis que parten de la crítica de la economía política. Este paradigma señala que la causa última de la crisis se encuentra en un proceso de sobreproducción de capital osobreacumulación (que tiene que ver con el exceso de capital en relación con las posibilidades para emplearlo y no necesariamente con una sobreproducción de mercancías). Así, como consecuencia del descenso de la rentabilidad en la actividad productiva, los capitales se orientaron a la inversión de cartera, a capitales que presentaban tasas mayores de rentabilidad y a corto plazo, y que fueron financiados cada vez más con créditos sin más respaldo que la acción que se compraría con ellos.

En suma, es interesante que se presente una explicación de la crisis de 1929 que salga de la dicotomía de estos dos paradigmas de cientificidad que son las dos explicaciones más recurrentes.

Es interesante destacar cómo en el desarrollo de le depresión de la década de 1930, las teorías económicas dominantes —así como los responsables de la política económica— tardaron tanto en aceptar que sus cuerpos teóricos no daban cuenta de la coyuntura que se vivía, y que por tanto no podían seguir esperando que la recuperación llegara por sí sola, es decir, dejándola en manos del mercado. Esto muestra que muchas veces los paradigmas teóricos se convierten en un obstáculo para comprender las realidades cambiantes.

La descripción correspondiente al periodo en el que se desarrolló la segunda guerra mundial aborda detalladamente no sólo el comportamiento económico que tuvieron los países involucrados (especialmente el crecimiento de su producto), sino también las motivaciones económicas que se encuentran detrás del conflicto armado, trascendiendo el discurso oficial que hace referencia preeminentemente a la lucha contra el fascismo. La repartición del mundo y el acceso ilimitado a recursos necesarios para la industrialización y para buscar recuperar, acceder o mantener la hegemonía son elementos centrales para entender esos agitados años. En el libro estos elementos son abordados explícitamente y con claridad, y no quedan ni excluidos ni relegados —como en muchos otros casos, incluso en textos económicos— a una nota al pie.

El desarrollo de los países en ese entonces llamados de tercer mundo es muy ilustrador. Si bien muchos estudiosos han destacado ya que una de las barreras para el crecimiento más sostenido de estos países, que se pudiera traducir efectivamente en un desarrollo económico, estribó en el deterioro de los términos del intercambio (entre ellos se encuentran los desarrollistas e incluso algunos teóricos de la dependencia), la explicación de las causas de ese deterioro varía mucho de una interpretación a otra. En ese sentido, la sugerencia —o afirmación— por parte del autor de que la causa de dicho deterioro es la constitución de Estados Unidos como monopsonio de materias primas es un planteamiento esclarecedor y original.

Interesante también es la forma como es abordado el tema de la crisis que sufre el Estado de bienestar, en la medida en que se creía que el capitalismo había superado ya este inconveniente. Cómo se entra en una recesión generalizada y el mercado muestra signos de saturación. Igualmente interesante es advertir que muchas de las técnicas utilizadas en los años setenta para orientar e incrementar constantemente el consumo siguen siendo utilizadas hoy en día: tal es el caso de la obsolescencia programada y la obsolescencia percibida,que si bien resultan eficaces para elevar en ciertos momentos los niveles de rentabilidad, resultan insuficientes cuando se trata de evitar una crisis.

Perspectivas para las próximas décadas

Con la desintegración de la URSS empezó a naturalizarse la idea según la cual el mercado había triunfado por sobre cualquier otro modo de organización o regulación de la actividad económica. Así, el neoliberalismo se impuso no sólo como la mejor de las alternativas sino como la única posible. Y se le hizo creer al mundo entero que liberalismo económico equivale a libertades políticas, por lo que es imposible divorciar la democracia del mercado.

Sin embargo, los procesos que generaron este nuevo tipo de crecimiento económico han tenido, en palabras del autor,

amplias repercusiones canto en lo nacional como en lo económico, lo social, lo político y lo cultural, en particular en el crecimiento de la desigualdad social, y que si añade que la base energética del siglo XX, el petróleo, amenaza con elevar sus costos de manera explosiva y el cambio climático pone en riesgo el estilo de vida de la sociedad de consumo, es posible suponer que el futuro dependerá de lo que la gente sea capaz de soportar y si será lo suficientemente hábil para desarrollar alguna clase de respuesta constructiva que permita diseñar una alternativa menos depredadora o más tolerante.

Las diferencias entre el Norte y el Sur, las contradicciones entre la libre movilidad de bienes de capital y de consumo y las crecientes barreras que se alzan contra la movilidad de fuerza de trabajo, la dislocación de procesos productivos a países que ofrecen como ventaja una mano de obra barata y su nula regulación ambiental, son sólo algunos de los problemas a los que la población mundial se enfrenta cada vez con mayor fuerza.

Las dos estrategias mediante las cuales se ha desarrollado la expansión del comercio internacional son, paradójicamente, antagónicas: el neoliberalismo y el regionalismo. El lado hacia el cual se incline la balanza será determinante en la configuración del ordenamiento mundial de las próximas décadas, aunque, como dice el autor, probablemente el resultado de esta lucha sea una mediación entre ambos.

El libro, en síntesis, constituye una aportación al conocimiento sobre los procesos económicos del siglo XX y los desafíos que supone el futuro. Además, tiene la virtud de ser profundamente didáctico al estar escrito con claridad y sin tecnicismos y, por ello, resulta accesible para aquellos lectores no iniciados en el estudio de la economía y el desarrollo histórico de sus procesos.

Aline Magaña Zepeda

Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa.