La obra de Groppo es una contribución fundamental para analizar un fenómeno tan complejo como el populismo. El autor aborda dicho proceso haciendo una comparación entre los gobiernos de Juan Domingo Perón y Getulio Vargas, catalogados tradicionalmente como populismos clásicos.
El objetivo principal de esta obra es brindar una nueva interpretación sobre la emergencia política de Perón en Argentina y Vargas en Brasil. La estrategia analítica de este estudio busca indagar el impacto y la relevancia que el surgimiento de ambos líderes tuvo en la formación de las identidades políticas de sus respectivos países. Para ello recurre a la teoría del análisis del discurso político.
El planteamiento central del autor se fundamenta en que la emergencia de ambas experiencias populistas imprimió diferentes lógicas del discurso, modificando las fronteras políticas y definiendo los exteriores de cada sistema. En el caso de Perón prevalecieron lógicas de equivalencia, un discurso que desdibujó las identidades políticas y las diferencias, creando antagonismos irreductibles, mientras que Vargas utilizó la lógica de la diferencia, forjado como articulador de posturas opuestas, desplazando a los márgenes del sistema político los principales antagonismos de Brasil, como es el caso de la oligarquía brasileña contra Luis Carlos Prestes.
En este sentido, la parte central del análisis del populismo está contenida en la recepción del discurso político, en cómo las identidades políticas se fueron reconfigurando coyunturalmente, constituyendo por sí mismo una evaluación renovada frente a estudios centrados en las "características", componentes estructurales, estilos y logros de la experiencia populista.
El libro se estructura en seis capítulos. En el primero se analiza la teoría del discurso como herramienta teórica, señalando aquellos conceptos relevantes para el análisis comparativo. Este apartado provee las trayectorias principales de una nueva lógica del sujeto y de la sociedad, anclada desde la teoría del discurso político. A partir de la identificación de dos lógicas políticas diferentes, la del peronismo y la del varguismo, con sus respectivas ideologías y sistema institucional, el autor sostiene que esas dos lógicas pueden ser condicionadas por el modelo histórico subyacente de desarrollo de la formación política.
En el segundo capítulo se realiza una lectura deconstructiva y crítica de las interpretaciones dominantes existentes en la literatura sobre Perón y Vargas. En el caso del primero, demuestra la preponderancia de estudios centrados en el liderazgo personal del general y en su capacidad para manipular una "alianza multiclasista". Groppo resalta que el proyecto de Perón ha sido mayormente entendido en términos de continuidad con su pasado político. Por otro lado, en los análisis de Getulio Vargas sostiene que los estudios clásicos lo representan como un líder nacional, con hegemonía sobre la formación política al imponer un Estado corporativo, con un énfasis especial en los logros institucionales y el dominio ejercido sobre los sindicatos. Concretamente, el autor critica la manera de entender al varguismo como un proceso de ruptura con el Brasil antiguo y la instauración de una era de nacionalización donde las identidades de los actores sociopolíticos son producidas con base en una relación implícita con y sobredeterminada por Vargas.
En los capítulos tres y cuatro, Groppo ofrece un análisis del proceso político inaugurado por el peronismo. Desarrolla la especificidad discursiva del fenómeno peronista, mostrando la discontinuidad entre las distintas identidades partidistas de la "década infame" y la siguiente. En el capítulo tres, particularmente, el autor presenta el estudio de las condiciones que llevaron a la emergencia del peronismo como una identidad política distintiva en Argentina y cómo estas condiciones cambiaron mientras Perón estuvo en el poder. En el capítulo cuatro se analiza tanto las intervenciones de Perón como el imaginario político que logró enhebrar en términos de antagonismo político, estudiando la dinámica ideológica en Argentina luego de la revolución de junio de 1943. La hipótesis del autor es que la intervención de Perón cambió la naturaleza de la discusión política y creó las condiciones para la estabilización de identidades políticas contrahegemónicas. El frente político común fue institucionalizado como la Unión Democrática. Demuestra que el alcance político del peronismo viró de la lógica antagónica a la lógica de la diferencia. La descripción del peronismo como una "amenaza", según Groppo, comenzó una vez que Perón introdujo un nuevo tipo de retórica política, el nombramiento político de una subjetividad olvidada. El peronismo en general hizo visible una situación de desnivel simbólico, desnivel presente entre los antagonismos generados por el discurso peronista y su recepción y reelaboración por parte de una amplia variedad de actores sociales. En pocas palabras, Groppo analiza la formación política argentina centrando la visión a la altura de la recepción de las interpretaciones de Perón.
El quinto y sexto capítulos corresponden al análisis de Getulio Vargas en su emergencia y trayectoria desde su acceso al poder en 1930. En el transcurso del quinto capítulo, Groppo indaga el proceso de formación de identidades políticas en Brasil desde 1930 hasta 1934. Presta especial atención a dos momentos de la historia brasileña: el primero corresponde a la revolución de 1930, y el segundo a los últimos años del gobierno provisional de Vargas. Con respecto al primer punto, atiende el papel desempeñado tanto por Vargas como por el movimiento "tenentista" en la revolución, analizando si ese movimiento fue central en la articulación del antagonismo político. Groppo sostiene que desde los tiempos de la Vieja República, Vargas era percibido como el garante de la continuidad del sistema político, y demuestra cómo su intervención política no desencadenó una lógica antagónica, como sí lo hizo Luis Carlos Prestes. En la lógica del autor, era Prestes y no Vargas el que configuraba una amenaza al orden oligárquico y creaba el "antagonismo político" en Brasil. Con respecto al segundo momento, presta central atención a una particular estrategia político–institucional que Vargas desarrolló luego de 1932, el llamado periodo de "normalización" democrática, donde la lógica de la diferencia se dio en el ámbito de la organización del sistema de partidos.
En el capítulo seis plantea la hipótesis de que el año 1937, con la emergencia del Estado Novo, no marcó una discontinuidad significativa en la historia de Brasil: diferentes actores sociopolíticos plantearon sus demandas contra las políticas de nacionalización. En este capítulo, Groppo demuestra que la formación política brasileña estuvo atravesada por otro antagonismo político después de 1934: "comunismo" versus "integralismo". En el periodo posrevolucionario Vargas no es percibido como la encarnación del principal eje de la lucha política, lo cual, según el autor, fue el mayor obstáculo para la politización de las cuestiones laborales y sociales.
Comparando los capítulos que analizan el peronismo y el varguismo, podemos afirmar que, en el caso de la emergencia del coronel Perón, se observa, claramente, la constitución de identidades políticas a través de una estrategia política basada en la lógica antagónica, mientras que, en el caso de Getulio Vargas, se detecta una estrategia política basada en la incorporación de diferencias. Por un lado, en Argentina, después de 1943, la figura de Perón encarnó la expansión de las fronteras políticas a través de todo el espectro nacional. La tajante división de la formación política entre "peronistas" y "antiperonistas" hizo que la mismísima imagen y percepciones concernientes a Perón estuviesen permanentemente puestas en jaque. Por otro lado, en el caso de Brasil, después de 1930, se detecta que el objetivo del proyecto político de Vargas fue justamente evitar encarnar la división del espacio político actuando, por el contrario, como la condición para lograr su integración. Las percepciones que los principales actores sociopolíticos tienen sobre Vargas hacen referencia a que él no formó parte de la polarización ideológico–política del país. Es así como, una vez que el autor se focaliza en las estrategias políticas de las que se valieron ambos líderes, puede comenzar a ver las diferencias para demostrar cuán distantes estuvieron una de la otra. Según afirma Groppo, la intervención de Perón produjo un efecto político universalizante: una coalición nacional de fuerzas que se constituía precisamente en contra de él y se le opuso firmemente (Unión Democrática). Lo característico de esta oposición fue que afectó transversalmente diferentes cuestiones ya sea políticas o sociales, entre otras. Mientras que, por su parte, Vargas no tuvo que hacer frente a una coalición anti Vargas hasta finales del año 1943, y tampoco provocó una oposición que articulara transversalmente distintas cuestiones. Así, el elemento social no fue un tema de oposición y conflicto contra Vargas.
Con respecto a los aportes de la obra, destacamos la elaboración teórica que realiza el autor alrededor del concepto de "populismo", normalmente demonizado en el discurso político. El autor plantea que el fenómeno populista es altamente complejo y no puede ser condenado a priori como un fenómeno perjudicial para la democracia, como lo hacen las teorías políticas y sociales dominantes. Groppo elabora y sintetiza una serie de categorías relativas al populismo latinoamericano con gran precisión. Una de sus contribuciones fundamentales es detectar la manera en que el discurso populista se relaciona con un conjunto de políticas determinadas y específicas que le otorgan al autor la posibilidad de diferenciar entre los proyectos de Vargas y los de Perón. Otro de los aportes de la obra.
El libro, en su conjunto, representa una contribución de primer orden a la comprensión de una de las dimensiones decisivas de la política latinoamericana contemporánea, y habrá de ocupar una posición destacada en la reflexión teórica, así como en el análisis político de nuestro tiempo.