Leila da Costa Ferreira (coord.), A questao ambiental na America Latina. Teoría social e interdisciplinarida de Editora de UNICAMP, Campinas, 2011, 287 pp.

En los últimos años se ha mostrado un notable crecimiento de los estudios que se ocupan de la relación del hombre con la naturaleza. Ejemplo de este tipo de investigaciones es el libro A questao ambiental na America Latina coordinado por Leila da Costa, quien menciona que el tema de la naturaleza ha resultado de particular importancia para la construcción del imaginario occidental sobre América Latina. La naturaleza se convirtió en un atributo fundamental para la difusión de estereotipos y estigmas sobre el continente, mismos que han persistido a pesar del paso del tiempo y la herencia europea. Así, las culturas y las instituciones son concebidas en una situación de "retardamiento social", lo que explica por qué se cree que los americanos carecen de conocimientos que les permitan lidiar con la naturaleza y preservarla. Sin embargo, la coordinadora muestra que el conocimiento producido en universidades y centros de investigación de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Uruguay no muestra diferencias con el que es producido en el primer mundo, aunque su particularidad reside en la diversidad de contextos empíricos y en la amplitud de sus temáticas.

El libro se compone de diez artículos que se ocupan de diversos temas. Sergio Barreira de Faria centra su atención en la manera en que se ha construido, desde una perspectiva histórica, la noción de América Latina. El autor destaca que en todo proceso de dominación existen implicaciones de poder que se constituyen a partir de la construcción de ciertas imágenes negativas de la experiencia social observada. Barreira identifica tres momentos de construcción del imaginario sobre América: el de las descripciones posteriores al descubrimiento, el de la Ilustración y el de principios del siglo XX que marca el predominio de Estados Unidos sobre el continente. En los tres momentos se reforzaba la idea de la naturaleza exótica y la inferioridad de los americanos. Sin embargo, el autor muestra que no todas las imágenes y estigmas se construyeron desde afuera, sino que muchas fueron elaboradas por los mismos latinoamericanos. Barreira considera que para tener una lectura distinta de América Latina se deben seguir dos líneas epistemológicas: la de las modernidades múltiples y la de lo poscolonial.

Roberto P. Guimaraes y Joana Bezerra muestran el papel que Brasil ha asumido en el escenario global respecto a las temáticas ambientales. Si bien es cierto que en las conferencias de Estocolmo (1972), Río (1992) y Bali (2007) se mostró a Brasil como un intérprete de los intereses legítimos del Tercer Mundo, al mismo tiempo adoptó una política interior sustentada en un "discurso colonialista" que priorizó el crecimiento económico, la industrialización y la consideración de la problemática ambiental de acuerdo con los preceptos de soberanía y seguridad nacional, aunque también se propugnó por una transición tecnológica fundada en energías limpias y la idea de que los desequilibrios ambientales deben sustentarse en el principio de responsabilidad diferenciada. Así, la posición brasileña respecto a la agenda ambiental internacional está sustentada en una contradicción: un pragmatismo responsable y una ambigüedad en sus acciones internas. Los autores consideran que para lograr una transición en el régimen internacional sobre el medio ambiente se requiere de una transformación profunda de la idea de civilización y de la relación del ser humano con la naturaleza.

Dimas Florián busca entender cuáles han sido las estrategias de construcción del conocimiento sobre la naturaleza y la sociedad en América Latina. Los estudios socioambientales exigen una revisión epistemológica del conocimiento, pues la emergencia de nuevas temáticas requiere no sólo de abordajes analíticos más complejos, sino también de la colaboración de investigadores en la creación de conocimiento. La emergencia de nuevos temas de estudios en las ciencias sociales ha generado que se desborden los campos disciplinarios, lo cual se explica por dos razones: los objetos que eran propiedad de una disciplina pasan a formar parte de las prácticas cognitivas de otras disciplinas, y por la complejidad del sistema de conocimiento que problematiza la realidad en aspectos ontológicos y epistemológicos. Ante tal hecho, Florián indica que existen dos tareas prioritarias para las universidades: la primera es abandonar los modelos de investigadores aislados para fomentar los grupos de investigación y, la segunda, se refiere a un diseño que permita la colaboración entre departamentos.

Roberto Guimaraes menciona que no se ha logrado resolver el problema de comunicación que existe entre la ciencia y los tomadores de decisiones en la esfera política. Para el autor es evidente que existe una relación circular entre las políticas públicas y la ciencia, pues esta no acontece en un vacío de las políticas públicas y estas no operan en un vacío de conocimiento. Sin embargo, los asuntos ambientales sólo se han incorporado a la agenda política cuando se producen daños por causa de los desastres naturales. Aunque los cambios ambientales globales requieren un tratamiento político, más que científico o tecnológico, no se ha llevado a cabo debido a que siempre se piensa a futuro. Para romper la inercia de las políticas ambientales se requiere de voluntad política y de la presencia de actores que tengan conocimiento de la problemática global. Debido a que las políticas ambientales envuelven intereses sociales y económicos, los tomadores de decisiones no buscan aportar soluciones fehacientes, motivo por el cual se requiere que los investigadores no sólo aporten conocimientos, sino que también tengan injerencia en los asuntos que buscan modificar.

El artículo de Aurea María Zollner Iani se enfoca en la salud colectiva brasileña, asunto que requiere atención en función de que el desarrollo de las ciencias de la salud no está desvinculado de los estudios sociales y de la cuestión ambiental. La vinculación entre las ciencias sociales y la medicina social ha permitido introducir un enfoque crítico, con lo cual se sustituyó la noción de causalidad biológica por el de determinación social y, con ello, se incorporó la dimensión de la historicidad de lo social. Abrir el universo analítico de la salud posibilita trabajar con las dinámicas complejas, contradictorias y simultáneas de la sociedad. El autor plantea que se deben superar las divisiones disciplinarias decimonónicas, en las que la matriz biomédica enfatiza lo biológico sobre lo social. El pensamiento social sobre la naturaleza y la cultura no puede producir conocimientos diferenciados. En este sentido, el campo de la salud colectiva busca entender los objetos de la salud y la enfermedad como productos híbridos. La nueva configuración de la naturaleza–sociedad o biológico–social coloca el campo de la salud ante un gran desafío: rescatar el carácter social de la práctica médica.

Sonia Regina da Cal Seixas menciona que los abordajes interdisciplinarios de la problemática ambiental han producido un nuevo campo de estudio: la sociología ambiental. Este enfoque incorpora los conceptos de sociedad de riesgo y calidad de vida, mismos que permiten realizar una crítica de las sociedades contemporáneas, además de que pone en evidencia las incertidumbres que el discurso del desarrollo y el progreso promueven. La autora indica que el concepto de calidad de vida implica la suma de las condiciones objetivas y subjetivas que se expresan en la vida cotidiana de los individuos, así como las transformaciones socioambientales que la sociedad atraviesa. La noción de sociedad de riesgo permite identificar los elementos que comprometen la calidad de vida en sociedades que sufren transformaciones complejas. A pesar de los avances científico–tecnológicos, existe un gran campo de costos y riesgos en los que no se consiguen acuerdos sociales prioritarios. Los riesgos modernos son incalculables debido a la manera en la que están organizadas las sociedades modernas. Para poder determinar la verdadera naturaleza de los riesgos, se debe trascender las clasificaciones políticas, económicas y sociales tradicionales para encontrar soluciones globales en las que imperen las decisiones democráticas y basadas en la cooperación.

En el trabajo de Joao Luiz de Moraes Hoeffel y Jussan Cristiana Reis se plantea que la crisis ambiental ha generado un intenso debate respecto a la modernidad y la naturaleza del desarrollo económico mundial. Respecto a la cuestión ambiental confluyen diversas ciencias en torno a una cuestión política esencial: la disputa y cooperación de los diferentes actores sobre la preservación y sustentación de los procesos vitales. Se han identificado cuatro tipos de discurso ambiental: los que consideran la supervivencia de los seres humanos y no humanos, de los ecosistemas y del mismo planeta; los que procuran resolver problemas ambientales; los que consideran la perspectiva de la sustentabilidad, y el radicalismo verde. La distinción entre los diferentes abordajes no sólo radica en su importancia académica sino también política. Existen dos grandes matrices interpretativas sobre la sustentabilidad: el discurso oficial propuesto por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo que enfatiza la dimensión tecnológica y económica de la sustentabilidad, y la segunda, que es una propuesta multidimensional que integra las dimensiones sociales e individuales. Sin embrago, los diferentes abordajes, al igual que las clasificaciones, sólo orientan la reflexión y la discusión, mas no pretenden agotar la realidad o abarcarla completamente.

Carlos Potiara Castro presenta un balance de la manera en que se ha producido el conocimiento sobre la Amazonia y la manera en que el ambiente es abordado, analizado y comprendido por cinco instituciones de países como Brasil, Ecuador y Colombia. Los estudios sobre la Amazonia giran en torno a tres ejes: la relación hombre–naturaleza, la visión histórica y una evaluación del tiempo presente. Estos tres enfoques buscan comprender aspectos generales de ocupación de la Amazonia y las consecuencias sociales del proceso.

Antonio Carlos Carneiro de Alburquerque analiza el abordaje socioambiental desde la perspectiva de la sociedad civil en América Latina. La aparición de las organizaciones sociales ha permitido dar la voz a nuevos actores, encabezar soluciones innovadoras, presionar a los gobiernos e influir en la opinión pública, situaciones que han ayudado a tratar la cuestión ambiental desde una perspectiva global, aunque ello no significa abandonar lo local y lo regional. Los conflictos de naturaleza socioambiental constituyen un indicador de las relaciones sociales, económicas, ambientales y políticas existentes en América Latina. Los conflictos ambientales no sólo son complejos e interdependientes, sino que están ligados a riesgos naturales y sociales, por lo que tienen una relevancia pública que demanda la presencia del Estado. Con el objetivo de preservar y actuar en nombre del interés general de la sociedad, la perspectiva socioambiental busca la implantación de un nuevo paradigma de desarrollo que considere la sustentabilidad ambiental y una política ecológica en la que las acciones de los diferentes actores sociales sean planeadas e implantadas de modo integrado y transversal.

Yurij Castelfranchi plantea que en los últimos 50 años las relaciones entre ciencia, tecnología y capitalismo han sufrido una reconfiguración. Como la ciencia y la tecnología responden a las demandas del mercado, ya no se las considera un bien público sino que se las busca privatizar a través de patentes o registros, situación que genera la comercialización e industrialización de la investigación por medio de empresas que privatizan los sistemas de producción y circulación del conocimiento. Así, la ciencia es entendida como una empresa de capital mixto con flexibilidad, movilidad, capital de riesgo y que se encuentra presionada por la alta competitividad. La nueva relación entre ciencia y mercado lleva a una modificación en la estructura, perfil y papel de las universidades, escenario que se observa en América Latina donde existe un importante proceso de privatización del conocimiento, además de que crece la colaboración internacional y la construcción de redes, pues la colectivización de la investigación es un elemento característico de la ciencia moderna. Sin embargo, el autor plantea que el conocimiento producido desde América Latina no sólo debe tener un carácter transdisciplinario, sino que debe estar determinado por los problemas sociales.

Los artículos reunidos en este libro evidencian la diversidad de enfoques con los que se puede estudiar la relación del hombre con la naturaleza, enfoques que deben tener un carácter interdisciplinario pues, como lo señalan varios de los autores, no se puede pasar por alto que los problemas socioambientales ya no se pueden escudriñar de manera individual, sino que se requiere de un mayor esfuerzo analítico y de la colaboración de especialistas de las diferentes áreas del conocimiento. No cabe duda de que este libro aporta numerosas pistas para entender nuestras propias problemáticas socioambientales y las soluciones que se tratan de aportar, y también para examinar la manera en la que se produce el conocimiento en cada una de nuestras universidades.

 

Rogelio Jiménez Marce

Universidad Iberoamericana–Puebla.