En este libro se reúnen temas de interés tanto para la historia colonial en general como para las relaciones interétnicas en particular, con contenidos referidos al espacio rural, la frontera y los impactos de las reformas borbónicas. El espacio geográfico considerado es el denominado "pago de Luján", al norte del puerto de Buenos Aires, aunque se incluye información sobre las pampas y la frontera sur para una perspectiva comparativa. El lapso temporal es mayormente el siglo XVIII aunque también se incluyen ocasionalmente los antecedentes correspondientes al siglo XVII.
La autora propone una categoría integral que denomina "espacio políticamente concertado" para estudiar la gobernabilidad en espacios como el pago de Luján. En ese pago confluyeron los nativos, los pobladores (en general referenciados en las fuentes como hispano–criollos) y las autoridades que representaban los intereses tanto de los locales como de los Borbones. Asimismo, la doctora Néspolo propone el binomio "resistencia y complementariedad" como el marco interpretativo de los comportamientos de aquellos actores históricos.
La primera parte del libro se refiere al concepto —siempre presente en la historia colonial y, sin embargo, siempre elusivo y problemático— de frontera. Elabora en torno a las acepciones y usos dados por los historiadores de nuestro continente y en su aplicación al espacio de los virreinatos del Perú primero y del Río de la Plata después. También examina otro término con sus usos —"vecino"— antes de avanzar sobre el modelo propuesto de resistencia y complementariedad. Ese modelo permite entender las relaciones de los indígenas con la sociedad hispano–criolla y las pautas para la gobernabilidad del pago de Luján.
La segunda parte del libro es un análisis pormenorizado de las formas (la misional y la bélica) con que los Borbones se propusieron controlar las fronteras interétnicas hispanoamericanas. De manera convincente, la autora muestra cómo hubo un creciente control militar durante el último tercio del siglo XVIII y describe también los inconvenientes de ejercer ese control en las fronteras con los milicianos.
En la tercera parte el enfoque gira hacia los esfuerzos de los jesuitas que, en la provincia de Buenos Aires, se materializaron en misiones en la frontera sur. En cuanto a la categoría de complementariedad, los nativos fueron desarrollando prácticas comerciales a la par que se interiorizaban de los modos de vivir de los españoles, sus necesidades y bienes. En la categoría referida a resistencia, ambas sociedades tuvieron comportamientos ambivalentes frente a la presencia de ese "otro" social. La resistencia a esa presencia hizo que se generaran, intermitentemente, episodios de robos y de violencia.
En la cuarta parte del libro la autora nos describe a los indios y a los vecinos en tanto actores políticos del pago de Luján, remontando la historia al siglo XVI y ayudando en la lectura con interesantes reproducciones de mapas y planos históricos. Nuevamente, aplicando el binomio de complementariedad y resistencia, el texto avanza especificando las cambiantes situaciones entre los indígenas, los vecinos y los intereses borbónicos en lo referido al control del espacio geográfico, de sus recursos naturales y de los circuitos de intercambios de bienes y servicios.
A partir de la segunda mitad del siglo XVII, y sobre todo a partir de la década de los ochenta, la presencia de milicianos reacomodó las relaciones entre los actores; algo que puede determinarse documentalmente ya que la estructura burocrática comenzó a producir informes sobre la "Comandancia de Frontera de Luján", como "cabecera administrativa y defensiva de la campaña" (p. 419). Así, la situación del pago de Luján como cabecera administrativa y defensiva de la campaña permitió el surgimiento de personajes como Manuel Pinazo, cuya carrera tanto en las armas como en el escenario político sirve para apreciar la dinámica de la sociedad así como los mecanismos formales e informales para su gobernabilidad. Por eso, "el ser vecino —urbano y rural— conocedor de la campaña, los indígenas y los negocios permiten significar los cargos en los que va ascendiendo" (p. 504). Todo esto en el marco más general de las políticas borbónicas para sus zonas de frontera interétnica.
Este libro aporta a los estudios sobre la Hispanoamérica borbónica por varios motivos. El primero, por las fuentes documentales, muchas de ellas reproducidas in extenso en el apéndice documental y que se encuentran en el Archivo General de la Nación. Utilizadas en profundidad por la doctora Eugenia Néspolo durante varios años y como parte de diversos proyectos (incluyendo la realización de su doctorado en la Universidad de Buenos Aires), las fuentes primarias permiten una mirada renovada, fresca, a un viejo tema de la agenda de los historiadores del Buenos Aires colonial: la campaña y la frontera. Por eso mismo, la discusión historiográfica que acompaña a cada capítulo es útil y bienvenida.
Finalmente, la propuesta interpretativa que nos hace la doctora Néspolo del binomio resistencia y complementariedad nos recuerda que las fronteras tienen múltiples dimensiones. Y, también, que ninguna de estas dimensiones fue estática. En el tiempo, las interacciones de los numerosos actores sociales a veces eran de resistencia y a veces eran acciones complementarias. Por eso, el cuidadoso seguimiento temporal realizado en este libro hace verdaderamente comprensible cómo fue posible la gobernabilidad de aquel pago de Luján a lo largo del siglo XVII.