Conflicto y violencia en tiempos de crisis.Salta (Argentina) en las primeras décadas del siglo XIX*

Conflict and Violence in Times ofCrisis: Salta (Argentina) in the Early Decades of the 19th Century

 

Sara Emilia Mata

Información sobre la autora:

Sara Emilia Mata. Doctora en Historia por la UniversidadNacional de La Plata. Investigadora independiente del Consejo Nacional deInvestigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Directora del CentroPromocional de Investigaciones en Historia y Antropología (CEPIHA); directorade la revista ANDES: Antropología e Historia y profesora titular deHistoria argentina en la Universidad Nacional de Salta. Ha compilado varioslibros y ha publicado numerosos artículos científicos en libros y revistassobre historia colonial y los últimos años sobre la revolución y la guerra deIndependencia en Salta y el Alto Perú. Autora, entre otros títulos, de Tierray poder en Salta. El noroeste argentino en vísperas de la independencia,Diputación de Sevilla, 2000, y Los gauchos de Güemes. Guerra deIndependencia y conflicto social, Sudamericana, Buenos Aires, 2008.

About the author:

Sara Emilia Mata. Doctorate in History from theUniversidad Nacional de La Plata. She is anindependent researcher at the Conicet. She is alsothe director of the Centro Promocional de Investigaciones en Historia y Antropología(CEPIHA) and the director of the journal ANDES: Antropologíae Historia, and a tenured professor of Argentinian History at theUniversidad Nacional de Salta. Mata has compiled several books and publishednumerous scientific articles in books and journals on colonial history, and inrecent years on the revolution and the war of independence in Salta and AltoPeru, now Bolivia. She is the author, among other works, Tierra y poder en Salta. El noroeste argentino en vísperas de laindependencia,Diputación de Sevilla, 2000 and Los gauchos de Güemes. Guerra deIndependencia y conflicto social, Sudamericana, Buenos Aires, 2008.

Resumen

Conla muerte de Martín Miguel de Güemes en junio de 1821 y la firma de unarmisticio entre las fuerzas realistas comandadas por Antonio de Olañeta y los miembros de la elite opositores a Güemes, seinicia en la provincia de Salta un proceso de extrema conflictividad cuyosprincipales protagonistas serán los hombres movilizados en la lucha sostenidacontra las fuerzas realistas a partir de 1814 en la provincia. Estos añosdifíciles serán analizados desde una doble perspectiva que atienda tanto a lasrelaciones políticas y de poder con Buenos Aires y las provincias y estados vecinos,como a las motivaciones de los sectores subalternos y las aspiracionespolíticas de los líderes políticos que intermediaban las relaciones de poderentre ellos con la elite salteña.

Palabras clave: Insurgencia; conflicto social; poder;milicias; liderazgos.

Abstract

Following the deathof Martín Miguel de Güemes in June 1821 and thesigning of an armistice between the royalist forces led by Antonio de Olañeta and the members of the elite opposing Güemes, a process of extreme conflict began in the Provinceof Salta, whose main players were the men mobilized in the region in theprotracted struggle against the royalist forces from 1814 onwards. Thosedifficult years will be analyzed from a double perspective that addresses boththe political and power relations with Buenos Aires and the neighboringprovinces and states, and the motivations of the subaltern sectors andpolitical aspirations of the political leaders who acted as intermediaries forthe power relations between themselves and the Salta elite.

Key words: Insurgency; social conflict; power; militias; leaderships.

 

 

Fecha de recepción: mayo de 2012; Fecha de aceptación: enero de 2013.

 

 

...la práctica del caudillismo y su relación

con la formación del Estado —en Perú y

en toda América hispana— sólo puede

entenderse a través de un análisis cuida-

doso de la voluntad y los esfuerzos políti-

cos de las clases bajas y de sus relaciones

con los movimientos políticos regionales y

nacionales (Walker, 1999, p. 16).

 

 

Introducción

Lacrisis de la monarquía española y la invasión napoleónica a España desencadenó,tanto en la península como en los territorios hispanocoloniales,un proceso político y militar que propició la ruptura del vínculo colonial y laformación a lo largo del siglo XIX de nuevos Estados envueltos en lainestabilidad y la violencia política. En América del Sur, la guerra persistiómás de dos décadas, y su finalización inauguró un proceso de extremaconflictividad en la cual sus principales protagonistas serán los hombresmovilizados en la lucha sostenida contra las fuerzas realistas.

Estosaños difíciles fueron interpretados por la historiografía de fines del sigloXIX como consecuencia lógica del desorden social generado por la guerra y laspasiones políticas de caudillos locales que atentaban contra las posibilidadesde lograr la tan ansiada organización "nacional" de los nuevosEstados resultantes de la guerra. Frente a estas interpretaciones canónicas esimportante analizar esa conflictividad política observando la participación enella de amplios sectores sociales y su incidencia en la formación de losEstados nacionales.1

Enesta oportunidad intentaremos abordar la violencia política y social que tuvolugar en la provincia de Salta al concluir la guerra sostenida contra losrealistas entre los años 1812 y 1821. Si bien tanto la historiografía argentinacomo la boliviana han presentado el proceso de independencia fragmentando lajurisdicción de Charcas de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y porende de la provincia de Salta, es preciso recuperar la unidad de un espacio queno sólo compartía en la colonia fuertes intereses económicos y estrechos lazosfamiliares, sino que, luego de creada la Junta de Gobierno en Buenos Aires,enfrentó una tenaz resistencia a las fuerzas realistas. La insurrección socialy la movilización que animó y sostuvo con éxito esa resistencia en Salta se inscribecon caracteres propios en el contexto de la guerra altoperuanacuyo escenario fue, durante más de una década, además de las jurisdicciones deSalta y Jujuy, las de Tarija, Tupiza, Oruro y Cochabamba.2 La guerraen Salta y Jujuy concluyó en 1821, unos años antes de que en el Alto Perú, conla muerte de Martín Miguel de Güemes, gobernador de la provincia y jefe de laresistencia militar a las avanzadas realistas desde 1814. A partir de esemomento las guerrillas altoperuanas perdieron lavinculación que, en tiempos de Güemes, poseían con la provincia de Salta, y sepostergó la organización de fuerzas militares para avanzar sobre el Alto Perúcon el fin de prestar apoyo a San Martín en Perú (Mata de López, 2008, pp.200-201).

Lapaz social, a la que aspiraban quienes propiciaron la muerte de Güemes y lafirma del armisticio con los realistas en 1821, sería difícil de alcanzar, yaque no resultaría sencillo desmovilizar a los hombres armados que integrabanlas milicias, problema este, por otra parte, presente en todos los territoriosde la América del Sur pertenecientes a la monarquía española, una vezfinalizada la guerra (Lofstron, 1983; Bravo, 2008; Meisel, 2000).

Porel contrario, las milicias serán protagonistas de varias asonadas militares enel contexto de una descarnada lucha por el poder político y militar. Abordarestos momentos de crisis y conflicto presupone indagar en torno a las alianzas,negociaciones y motivaciones de quienes participaron e impulsaron estasasonadas militares a fin de intentar comprender la compleja herencia social ypolítica legada por el proceso de independencia luego de una década de movilizaciónmilitar. Las disputas facciosas de la elite y sus lineamientos, alianzas yenfrentamientos políticos con los gobernadores de las provincias vecinasenfrentando la pulverización del poder centralizado en Buenos Aires,3 atentarán contra el "orden social"anhelado, ya que una elite enfrentada deberá negociar apoyo militar y políticocon los hombres movilizados y sus jefes.

Estasnegociaciones no se encuentran explicitadas y no existe, sobre el periodo, unaliteratura que nos advierta acerca de los términos de las mismas. Las fuentesson asimismo parcas en información, y fue preciso recurrir a expedientesjudiciales, archivos notariales, papeles de gobierno y correspondencia oficialy privada para intentar reconstruir las redes relacionales y las vinculacionesa diferentes proyectos políticos. Mayor dificultad plantea, sin embargo,interpretar las prácticas políticas de los sectores subalternos4 enrazón de la opacidad de los datos con los cuales contamos y la diversidadétnica y cultural de los actores involucrados en un territorio extenso yfuertemente diferenciado. Se impone así identificar a quienes detentaban elpoder de las milicias, pues de ellos dependerá el éxito o el fracaso de lasmedidas adoptadas con la finalidad de disciplinarlas.

 

Los hombres se movilizan. La insurrección rural en Salta

Unade las primeras medidas adoptadas por la Junta de Gobierno instalada en BuenosAires en 1810 fue organizar un ejército destinado a lograr el reconocimiento asu autoridad en aquellas provincias que se manifestaban renuentes o francamenteopositoras, tales son los casos de las ciudades del Alto Perú que, al conocerlas novedades de Buenos Aires, solicitaron al virrey del Perú retornar a lajurisdicción de dicho virreinato. Ese ejército con el nombre de Auxiliar delPerú se incorporó a las milicias de Buenos Aires, organizadas en ocasión de lareconquista y por ende mejor entrenadas (Halperin Donghi, 1978, p. 141), y en su tránsito hacia el Alto Perúrequirió la incorporación de hombres reclutados en las jurisdicciones de lasciudades del interior del virreinato, entre ellas Salta y Jujuy. En Salta, elejército organizado por Buenos Aires no logró una entusiasta adhesión en lapoblación urbana y rural (Paz, 2000, t. 1, p. 79), más allá de la incorporaciónde un mayor número de hombres en las milicias regladas ya existentes5y la creación de nuevas milicias urbanas como los Cívicos, integradas pormiembros de la elite, y la de Pardos y Morenos.

Laleva con destino al ejército se ejecutó mayoritariamente sobre aquellosconsiderados "vagos" o sin ocupación fija, hombres solteros y en la mayoríade los casos considerados potencialmente "peligrosos", al igual queen otras jurisdicciones del ex virreinato (Mata de López, 2009, pp. 283-284).La primera ocupación realista en la ciudad, concretada en agosto de 1812, pusode manifiesto la adhesión a la causa del rey presente en buena parte delvecindario "decente" de la ciudad y la indiferencia de la mayoría dela población rural y de la "plebe"6 urbana. La luchacontra la ocupación sólo fue alentada por algunos pocos vecinos y por la eliterevolucionaria exiliada en Tucumán, con el apoyo de algunos grupos milicianosde la frontera y el valle de Lerma. Es posible observar en estos meses que duróla ocupación, y especialmente en la colaboración prestada por las milicias, laconstrucción de liderazgos que luego habrán de gravitar en el procesoinsurreccional que protagonizará la población rural a partir de 1814, y en particulardesde 1815 con la conducción de Martín Miguel de Güemes.

Enefecto, será durante el auxilio prestado al Ejército Auxiliar al mando deManuel Belgrano y en la posterior batalla librada a las puertas de la ciudad deSalta y favorable a la causa de Buenos Aires en febrero de 1813, cuandosurgirán liderazgos políticos y militares que habrán de mantener protagonismoen el transcurso de la guerra y en los años que sucedieron a esta. De cualquiermodo, será en 1814, en el transcurso de la segunda ocupación realista, que laestrategia de la guerra de montaña o "guerrilla" se implementará enel territorio salteño por iniciativa y consejo de Manuel Dorrego, en esosmomentos oficial del Ejército Auxiliar.7 Los responsables deorganizarlas serán Martín Miguel de Güemes, oficial del Ejército Auxiliar, y Apolinario Saravia, capitán de milicias, ambos naturales deSalta.

Ladecisión de organizar el hostigamiento al Ejército Real del Perú implicósimultáneamente la tarea de incitar a través de los jefes de las milicias deSalta la participación de los pobladores rurales, particularmente en el vallede Lerma y en la frontera sureste, próximos a la jurisdicción de Tucumán. Elapoyo brindado por los propietarios de tierras será importante para sumarhombres a las milicias, especialmente en la frontera donde se instaló laavanzada del Ejército Auxiliar al mando de Martín Miguel de Güemes. Los hombresfueron reunidos y convocados a partir de vínculos que incluían amistad ycompadrazgo así como probablemente también coacción derivada de relacionesasimétricas. Fue sin embargo en el valle de Lerma donde la movilización militaradquiriría mayor relevancia, favorecida por las incursiones realizadas porpartidas realistas con la finalidad de obtener ganados y bastimentos para lasubsistencia de las tropas que ocupaban la ciudad. Las principales víctimas deeste saqueo y confiscación de ganados y víveres fueron arrenderos,agregados y medianos propietarios. Esta circunstancia fue hábilmenteaprovechada por algunos jefes de milicias y simpatizantes de la revolución parareunir hombres voluntarios dispuestos a sumarse a las milicias que operabanclandestinamente en el valle de Lerma, enfrentando con éxito a las partidasrealistas, recuperando el ganado secuestrado y obligándolas a retornar a laciudad de Salta. En efecto, los partes militares elevados por el jefe de lamilicia que operaba en el sur del valle de Lerma dan cuenta de esta enérgicaparticipación campesina.8

Ellevantamiento de la población rural cercó a la ciudad de Salta impidiendo suabastecimiento. Sin posibilidades para mantenerse, el ejército realista seretiró hacia el Alto Perú, en tanto que Martín Miguel de Güemes, gracias a suhabilidad para negociar favores y protección con los referentes locales que hacíanposible la movilización militar, construyó las bases de su poder político ymilitar (Mata de López, 2002, pp. 126-130). Para ello emprendió rápidamente ycontrariando las órdenes del general Rondeau, a cargodel Ejército Auxiliar y de las autoridades de Buenos Aires, la organización delas milicias provinciales incluyendo entre sus filas sin ninguna diferenciacióna esclavos, mestizos, mulatos e indios. Los Escuadrones Gauchos,9 denominación que recibieron estas miliciasprovinciales, gozaron de fuero militar, y sus integrantes contaron con laprotección de Güemes, quien intercedió frente a los propietarios rurales paraeximirlos del pago de arriendos y prestaciones de servicio. Se conservaron lascomandancias de frontera organizadas en el periodo colonial, con cuyos jefesGüemes mantuvo una relación no exenta de conflictos, a la vez que procedió aorganizar cuerpos de línea en los cuales se incorporaron oficialespertenecientes al Ejército Auxiliar del Perú luego de ser derrotado ennoviembre de 1815 en Sipe Sipe.10

Peroserán precisamente los Escuadrones Gauchos quienes tendrán un papel central enel enfrenamiento y rechazo de las invasiones realistas que se sucederán entre1816 y 1822, ya que en 1818, sobre un total de 6 610 hombres, tan sólo 551pertenecían a los cuerpos de línea, mientras que los Escuadrones Gauchossumaban 4888.11 De ellos, más de la mitad integraban los Escuadronesdel Valle de Lerma, lo cual permite suponer que entre ellos se encontrabanhombres procedentes de otras jurisdicciones, incluyendo altoperuanosque llegaron con el Ejército Auxiliar en retirada en 1815.

Enrelación con esta movilización rural, cuya finalidad fue contener y rechazarlas frecuentes ocupaciones realistas que hasta 1821 y 1822 sufriera laprovincia, hemos sostenido la hipótesis de que la misma expresó expectativas yreivindicaciones sociales y económicas de la población rural, entre ellas elinterés por ocupar tierras ignorando el derecho a la propiedad y, por ende, lasobligaciones con el propietario. No resultará casual que en el valle de Lerma,donde a fines de la colonia el conflicto en torno a la tierra se manifestó conmayor intensidad, la movilización desatada por la guerra de Independenciaderivase luego en una insurrección generalizada (Mata de López, 1999, pp.155-156). Si bien en diferentes regiones del extenso territorio provincial losintereses pudieron variar, es indudable que la militarización y el goce delfuero militar permanente para los milicianos resultaron para la elitepropietaria un abierto desafío al "orden social", agitando el temor auna "plebe" peligrosa que atentaba contra sus prerrogativas y privilegiosde clase.

Ala importancia que tenía el acceso a la tierra entre las motivaciones queimpulsaron la insurrección en el tiempo incorporándola en la guerra deIndependencia, es preciso considerar otros aspectos tales como elreconocimiento social, las posibilidades de ascenso social y económico yfundamentalmente la experiencia vital de protagonismo en el destino personal ycolectivo. Es conveniente asimismo preguntarse acerca de la relevancia que, enestos movimientos sociales, tuvieron los imaginarios andinos de retorno delInca al poder, la manifiesta violencia hacia los españoles y criollosidentificados como los opresores y el sentimiento de pertenencia a una"patria" de la cual era posible esperar el reconocimiento de derechosen relación con el acceso a recursos (por ejemplo la tierra), el goce de fuerosy privilegios o la abolición de impuestos o gabelas considerados injustos. Esdecir, aspiraciones sociales y políticas que poco tenían que ver con lasdeclaraciones políticas de la elite revolucionaria, y mucho menos con lospostulados liberales de la época.

Elproceso revolucionario no sólo ofreció oportunidades individuales a sujetos dediversa extracción social sino que favoreció el planteamiento dereivindicaciones colectivas de los sectores subalternos que llevaron adelantesin enunciarlo, pero sí de manera directa, un proyecto político. En el casoespecífico de la insurgencia rural en el valle de Lerma, se insinuó una reformaagraria, ya que dejaron de pagar arriendos, de prestar servicios personales yde conchabarse como peones, y ocuparon tierras en las principales propiedadesrurales del valle. Los esclavos que integraban los escuadrones gauchos, muchosde ellos incorporados voluntariamente sin autorización de sus amos, abrigabanpor su parte otras aspiraciones, y la principal de ellas era la libertad, yaque tal como expresaba uno de ellos en una carta dirigida a Martín Miguel deGüemes, no era posible que un gaucho fuera esclavo cuando luchaba por lalibertad de todos sus hermanos.12 En la medida en que patriay libertad se presentaban para ellos estrechamente unidas einterdependientes, ya que no era posible la patria sin la libertad, es probableque la patria por la que luchaban fuera concebida como un orden socialmás justo. La prolongación de la guerra, y la permanente invocación a lalibertad de la patria, contribuyó de esta manera a configurar un proyectopolítico que respondía a sus expectativas sociales y económicas.

Nosparece interesante enunciar como hipótesis que es posible encontrar eseproyecto político, con sus matices y diferencias, en las movilizaciones ruralesque tuvieron lugar en los años siguientes al finalizar la guerra en Salta,alentadas por las luchas facciosas de la elite. Enfrentamos así dos problemascomplejos, los cuales son, por un lado, encontrar evidencias de que esasexpectativas continuaban vigentes en las milicias, o en parte de ellas, en loslevantamientos que protagonizaron luego de la muerte de Güemes y, por otro,interpretar sus vinculaciones con los proyectos políticos de la elite dirimidosfundamentalmente en torno a la construcción de poder en la provincia y en larelación con Buenos Aires y las provincias alto peruanas.

Estasmovilizaciones, que entre 1821 y 1822 se expresaron en varios y sucesivosmotines y levantamientos, generaron una tensión entre el "ordensocial", reclamado por la elite, y la negociación que la lucha por elpoder imponía a la elite con las milicias y sus líderes. No habría de resultarsencillo restablecer el orden social previo a la revolución y la guerra despuésde que un porcentaje considerable de la población tomara conciencia del poderadquirido en su lucha contra los realistas. Una de las razones que llevó a laelite de Salta a tramar la destitución primero y luego la muerte de MartínMiguel de Güemes fue la posibilidad de contener ese poder creciente y peligrosode la "plebe armada", con la cual Güemes se veía obligado a negociarmayores beneficios como consecuencia de la prolongación de la guerra y lasdificultades económicas para sostenerla. Pero una vez concluida la guerra,gracias a la firma de un armisticio con el general realista Pedro Antonio de Olañeta, comprendieron rápidamente que restablecer el ordenalterado no sería una empresa fácil.

Laformación de la Junta de Representantes, la elaboración de un reglamento y laimplementación de elecciones generales, demostraron aún con mayor claridad lasdificultades para restablecer la "paz social" frente a una poblaciónurbana y rural organizada militarmente (Marchionni,2005). La disolución en 1821 del cuerpo militar de línea Los Infernales, creadopor Güemes en 1815, y el nuevo Reglamento de Milicias establecido por Arenalesen 1824, que reducía el número de milicianos, establecía condiciones para suincorporación y limitaba el fuero militar,13no obtuvieron tampoco mayores resultados, ya que aun cuando contribuyeron aldebilitamiento de las milicias, no lograron controlar la movilización rural quese expresaría igualmente por fuera de las estructuras militares.

Contrariamentea lo sostenido hace ya varias décadas por Tulio HalperinDonghi (1980), para quien luego de la muerte deMartín Miguel de Güemes "se afirma la reconciliación entre las grandesfamilias [gracias a la cual] la aristocracia retoma su predominio sobre unaplebe desencantada de los resultados de la experiencia política dirigida porGüemes" (p. 201), nos parece pertinente preguntarnos si la muerte deGüemes significó, en lo inmediato, la derrota de un proyecto político en elcual se conjugaban mayores derechos políticos, económicos y sociales para una"plebe", que al menos por unos años, no parece demasiado"desencantada" de la propuesta política ensayada por ella en tiemposde Güemes.

 

Militarización y orden social

Desdelos inicios de la movilización de la población rural y después de las alabanzasvertidas por el Cabildo de Salta ensalzando el valor y heroísmo de los"gauchos" una vez retirados los realistas en octubre de 1814,comenzaron los conflictos entre las milicias y el ejército de Buenos Aires,conflictos de los cuales participaron también algunos miembros de la elite deSalta y el Cabildo de Jujuy, temerosos del poder creciente de Martín Miguel deGüemes y ansiosos por retirar a las milicias el goce del fuero militarpermanente, percibido como la fuente de todos los desmanes y abusos cometidospor la "plebe miliciana". Las negociaciones establecidas por Güemescon jefes locales capaces de movilizar, fruto de su habilidad política,resultarían difíciles de conservar a lo largo de los siete años que duró suliderazgo. La falta de recursos y las dificultades para mantener la disciplinaentre los hombres armados, condimentada por los rencores albergados pormestizos, indios, mulatos y negros hacia la elite propietaria, fue dando pasoal enfrentamiento cada vez más intenso, hacia una "guerra de castas".En estas circunstancias resultó para Güemes cada vez más difícil contener losdesmanes de los "valientes gauchos" y conservar las lealtades de lasjefaturas intermedias, a la vez que el descontento de la elite con su gestiónse agudizaba frente a la presión cada vez mayor ejercida por el gobernador paraobtener préstamos de dinero y aprovisionamiento para el ejército.

En1817 y 1820 Güemes enfrentó sendos atentados contra su gobierno y su vida, enlos cuales participaron integrantes de las milicias y de los cuerpos de líneacreados por él. En 1821, y luego de un intento frustrado, la conspiración tuvoéxito, aunque para ello fue necesario recurrir a las fuerzas realistas. Afinales de mayo de 1821, aprovechando la ausencia de Martín Güemes, en campañamilitar contra el gobernador de Tucumán,14 elCabildo de Salta lo destituyó.15 Leyendo con detenimiento el oficiodel Cabildo dirigido a Güemes informando la decisión tomada por esa corporaciónel día anterior y los duros términos en que se dirigen a él, no cabe duda deque más allá del rencor contra su gobierno, evaluaron contar con un apoyoconsiderable de las milicias y de los cuerpos de línea provinciales. Es por elloque no dudaron en requerirle "a nombre del pueblo, tropas y jefesmilitares, que suscribieron la expresada acta, el cese total en el mando".16¿Quiénes fueron los jefes militares que firmaron el acta del Cabildo? Imposiblesaberlo con certeza, ya que sólo constan en ella las firmas de los cabildantes,pero es posible suponerlo a la luz de las alianzas posteriormente evidenciadas.17Más importante es analizar primero qué sucedió con las fuerzas militares a lascuales suponían adictas y que defeccionaron antes de enfrentar militarmente aGüemes. Si bien el relato historiográfico local atribuye a su carisma estedesenlace, ya que "todo fue escuchar su voz que sentirse aquellos hombresavasallados, desarmados, avergonzados de su actitud presente, para prorrumpirluego enseguida en una aclamación general, y vivándolocon entusiasmo delirante y pasándose todos a sus filas" (Frías, 1973, t.5, p. 68), es posible suponer otras razones.

Enprimer lugar es evidente que entre los jefes militares que se comprometieron aapoyar al Cabildo se encontraban aquellos que habían participado enconspiraciones anteriores.18 otros, pertenecientes al vecindario"decente" se sumaron en esta oportunidad a la conspiración. Esindudable, sin embargo, que la adhesión de estos jefes no garantizó en modoalguno el éxito de la empresa. Es plausible conjeturar que no tenían suficientepoder sobre los sargentos y gauchos que integraban sus milicias y que lasnegociaciones de estos con Güemes definieron el resultado. Es asimismoimportante considerar la lealtad de los cuadros militares que acompañaban algobernador y que, a pesar de las derrotas sufridas en Tucumán, resultaríansuficientes para enfrentarlos y vencerlos y, finalmente, por qué no suponer queesos hombres comprendían que Güemes podía satisfacer mejor sus expectativas yreclamos. La autorización de Güemes a saquear la ciudad fue sin duda unamuestra clara de los alcances de la guerra social en la cual se hallabaninvolucrados. El saqueo, calificado por la elite como demostración de labarbarie que caracterizaba a la plebe entregada a los peores defectos, teníapara los hombres armados que lo ejecutaban otros significados, entre ellos, lajusta recompensa por los esfuerzos realizados en la guerra y el merecidocastigo hacia quienes eran identificados como enemigos de la "causa"que defendían.

Pocosdías después, la oposición, luego de fracasar en el intento de destitución,comprendió que no contaba con fuerzas suficientes para concretarla y acudióentonces al general español Pedro Antonio de Olañeta.El ingreso de una partida realista es una muestra elocuente del apoyo brindadopor algunas jefaturas militares, particularmente de las milicias de Jujuy. Enprimer lugar es preciso tener en cuenta los antiguos enfrentamientos delCabildo de Jujuy con Güemes (Marchionni, 2008, pp.222-224) y especialmente el hecho de que si bien Güemes había logrado, merced alas fuerzas militares que lo acompañaban, malograr el proyecto de susopositores en el Cabildo de Salta, en Jujuy estos habían impuesto a un tenientede gobernador adicto a su causa. Por otra parte y en el plano militar, uno delos jefes militares más importantes y con mayor poder sobre las miliciasrurales de Jujuy era un declarado opositor a su gobierno.19

Conla muerte de Güemes las milicias enfrentaron un necesario y difícilreordenamiento. Muchos de aquellos jefes de milicias y de cuerpos de línea queno habían logrado garantizar el éxito del pronunciamiento del Cabildo del 25 demayo, tampoco admitieron la designación del general realista Pedro Antonio de Olañeta como gobernador de Salta, ¿prueba quizá de laidentificación por parte de los milicianos del orden colonial con un ordensocial y político contra el cual habían luchado? Es probable que fuera así paramuchos, aun cuando no para todos en el mismo sentido.

Sinel liderazgo de Güemes fueron necesarias nuevas negociaciones de las que dancuenta las alianzas tejidas entre los jefes de los escuadrones gauchos, ladisolución de los Infernales y la reglamentación de las milicias provinciales.Los enfrentamientos, los saqueos, las conspiraciones, la violencia política nohabrían de cesar. ¿Cuáles eran las razones por las cuales continuaronmovilizados?, ¿quiénes fueron los jefes que enfrentaron con mayor decisión a laelite salteña que veía en las milicias y en Güemes una amenaza a sus interesespolíticos, sociales y económicos?

Unade las primeras manifestaciones del poder de las milicias fue la imposibilidadde contenerlas y evitar el asalto a la ciudad de Salta concretado el 22 deseptiembre de 1821, a tres meses de la muerte de Güemes y a poco más de un mesde que se iniciara el reordenamiento político de la provincia organizándose laHonorable Junta de Representantes,20 quenombró a José Antonino Fernández Cornejo como gobernador intendente. Elnombramiento de Fernández Cornejo, comandante de la frontera y acérrimo enemigode Güemes, y la firma de un armisticio con el general Olañetafueron el detonante de esta sublevación y, por ende, su resultado fue, ademásdel saqueo al cual fueron sometidos los más notorios enemigos de Güemes, ladestitución del gobernador Cornejo.

Lideraronel levantamiento el comandante Pablo Latorre y José Francisco Gorriti. Ladesignación de José Ignacio Gorriti, hermano de José Francisco, fue elresultado de arduas negociaciones con los sectores más radicalizados de lafacción adicta a Güemes. ¿Cómo logró Gorriti el consenso necesario para ejercerel poder durante dos años, en el transcurso de los cuales debería enfrentar unnuevo levantamiento militar? No es sencillo responder a esta pregunta. Lahistoriografía local lo atribuye a su condición de jefe militar de confianza deGüemes y, por ende, respetado por los jefes adictos al extinto gobernador.Suponemos que debe haber influido también que era hermano de José FranciscoGorriti, jefe de milicias en la frontera del Rosario y estrechamente vinculadocon Latorre.

Losnombres de José Francisco Gorriti y de Pablo Latorre adquirirán a partir de1821 mayor significación política. ¿Cuál fue la base de su poder?Indudablemente el mismo residía en el mando ejercido sobre las milicias de lafrontera chaqueña, donde también ejercía poder militar Juan Antonino FernándezCornejo, con quien se encontraban enfrentados. Mientras que Fernández Cornejo21era reconocido por su opinión favorable a un gobierno centralizado y de corteliberal, tanto José Francisco Gorriti como Pablo Latorre defendían la autonomíaprovincial y la organización de un Estado federal.

Unade las variables fundamentales a considerar para estudiar estas movilizaciones,levantamientos y saqueos gira alrededor de las prerrogativas obtenidas por losgauchos gracias al poder adquirido en la guerra contra los realistas. Entreellas, la de mayor significación, sobre todo para la población rural, será laocupación de tierras y el no reconocimiento de los arriendos. Dan cuenta de laimportancia que reviste el problema de la tierra en la conflictividad rural losintentos realizados, tanto por Güemes como por la elite dirigente después de sumuerte, para obligar a los gauchos a desalojar las tierras ocupadas y reiniciarel pago del arriendo.

 

Tierra y conflicto

Cuandoen 1816 Martín Miguel de Güemes decidido a enfrentar militarmente a José Rondeau, a la sazón jefe del Ejército Auxiliar del Norte,solicitó al comandante de gauchos Mariano Benavides22 que reuniera asus hombres prometiéndoles repartirles las tierras de los "pícaros"que apoyaban a Rondeau; estaba completamentepersuadido de que esta promesa resultaría atractiva para los gauchos queintegraban el escuadrón.23 Y sin dudas el acceso a la tierraconstituía una de las principales aspiraciones de los hombres movilizados, y notan sólo de peones y arrenderos desposeídos debienes, sino también de aquellos de diferente condición social que aspiraban aacceder a ella o a incrementar el patrimonio rural que poseían. La guerra lesbrindaba una oportunidad única para lograrlo.24

Sugestivamenteen marzo de 1816, al derrotar a Rondeau, elgobernador Güemes consiguió que los propietarios de tierras accedieran a no"exigir los arriendos ínterin durase la guerra". De este modocomplacía a los hombres movilizados que integraban las milicias, quienes sinduda ya resistían el pago de los arriendos y la prestación de servicios (Matade López, 1999, p. 168).

Lamovilización sostenida durante los años siguientes agudizó el conflicto, queadquirió asimismo nuevas significaciones políticas y sociales. Los estancierosy los hacendados no sólo dejaron de percibir los arriendos, sino que ademásdebieron enfrentar la falta de mano de obra suficiente para la explotación desus propiedades, ya que los arrenderos se negarontambién a prestar los servicios personales, los peones y milicianos ocuparonlas tierras y no fueron pocos los esclavos que se sumaron sin permiso del amo alas milicias provinciales. Enfrentado con la elite por estos y otros motivos,tales como la interrupción del comercio y las constantes contribucionesforzosas, Güemes negociaba con dificultades crecientes su permanencia en elpoder, dificultades de las que dan cuenta las conspiraciones contra sugobierno. Su muerte en junio de 1821, propiciada por esa misma elite aliada aalgunas de las jefaturas militares, fracturó alianzas previas de las cualeshabían participado también jefes milicianos de escasa o nula relevancia social.¿Cuáles podrían ser las razones por las cuales quienes habían conspirado enanteriores ocasiones contra su gobierno se rebelaran tan abiertamente contralas nuevas autoridades?

Noes descabellado suponer que al contemplar en el poder a los realistas, tal comosucedió con la ocupación militar de la ciudad y el breve gobierno de PedroAntonio de Olañeta posterior a la muerte de Güemes,temieran volver "al antiguo orden", reclamado por la elite, queincluía el pago de arriendos y el desalojo de las tierras que ocupaban. Eldescontento rural permitió a los jefes de las milicias rurales, y entre ellos aencumbrados sectores de la elite que deseaban fervientemente ocupar el lugardejado por Güemes en el poder, obligar a Olañeta afirmar un armisticio que, si bien no le permitía conservar el gobierno deSalta, le garantizaba el cese de hostilidades y reabría el comercio de Saltacon el Alto Perú, necesario para proveer al ejército realista de ganado yefectos ultramarinos, ante la ocupación de Lima por parte del Ejército de SanMartín.

LaHonorable Junta de Representantes, compuesta por representantes de todos"los Pueblos libres de la comprensión del Territorio", se adjudicó elcarácter de depositaría de la "autoridad soberana de la provincia",25y en ejercicio de esa soberanía, el 7 de agosto de 1821 los miembros de laHonorable Junta de Representantes propusieron que

los comandantes de la campaña presten ante todascosas igual juramento de reconocimiento y obediencia a la autoridad soberana dela provincia depositada en esta Honorable Junta, debiendo practicar lo mismopor las ilustres Municipalidades de oran y Jujuy.

Auncuando esta propuesta fue aprobada por unanimidad, no faltaron algunos reparos,entre ellos el de disponer que dicho juramento se prestara "en susrespectivos departamentos". Finalmente se dispuso que así se hiciera, conexcepción de los departamentos más próximos, entre ellos Campo Santo, Rosariode Cerrillos y Chicoana.26 ¿Cuál fue la razón por la cual loscomandantes de estos departamentos deberían trasladarse a la ciudad y jurarfrente a los miembros de la Junta? Si bien la cercanía podría haber sido unarazón, también podemos suponer que se deseaba reafirmar en ellos el compromisocon el nuevo orden político. Los sucesos posteriores darán la razón a quienesdesconfiaban del sometimiento de las milicias de Cerrillos y Chicoana a las nuevas autoridades.

Elreemplazo, los primeros días de agosto de 1821, de Pedro Antonio de Olañeta por José Antonio Fernández Cornejo en el gobiernode Salta y el retiro de los realistas dos semanas después de la firma delarmisticio, no tranquilizó a importantes sectores milicianos. Entre las medidasadoptadas por la Junta de Representantes tendentes a evitar la furia de"la fiera multitud", se encontraban el nombramiento del coronelgraduado Ángel Mariano Zerda como edecán, y delcoronel del Cuerpo de Infernales, José María Lahora,como mayor de plaza, la decisión de reducir el número de tropas que guarnecíanla ciudad, y en particular la disposición adoptada el 25 de agosto de nosancionar penalmente a quienes participaron en el saqueo de la ciudad el 31 demayo de ese año. En relación con las causas seguidas por el alcalde de primervoto,27 se tuvo en consideración la"situación actual de la provincia y lo peligroso que sería perseguirindistintamente a los complicados en el saqueo", y el hecho de que elmismo se perpetró con la licencia otorgada por Güemes. Por ello sólo se decidiósolicitar y perseguir la restitución de los bienes saqueados a sus legítimosdueños, buscando individualizar para el castigo a quienes fueran sus caudillos.28

Ningunade estas providencias alcanzó para apaciguar el malestar de las milicias en elámbito rural donde, sin duda, operaban jefaturas locales y agitadoresque observaban con recelo al gobierno de Cornejo. En una circular destinada alos jefes de las milicias y fechada en Jujuy el 14 de septiembre de 1821, esdecir ocho días antes del levantamiento miliciano que obligó a FernándezCornejo a renunciar al cargo de gobernador, Agustín Dávila, teniente degobernador de Jujuy, denunciaba que

algunos genios díscolos enemigos de latranquilidad y amantes de vivir del robo y el desorden, esparcen por lacampaña, prevalidos de la sencillez de sus habitantes, que el gobierno actual[...] trata de poner bajo tributo a los beneméritos y distinguidos gauchos,al mismo tiempo que privarlos de regalías que antes disfrutaban sobre terrenosreputados baldíos, induciéndolos a la costumbre de pago de arriendos[cursivas mías].

Luegode desmentir enfáticamente tales intenciones por parte del gobierno del cualformaba parte, dispuso que "todos los oficiales, sargentos y cabos vigilenincesantemente en este asunto hasta lograr saber con realidad quién es el motorde estas voces criminales".29

Todosestos esfuerzos resultaron inútiles. A fines de agosto crecían los rumoresacerca de una conspiración incitada por los "enemigos del orden secuaces yfacciosos del anterior gobernante don Martín Güemes", de la cual eraacusado el coronel Pablo Latorre, quien había resultado electo comorepresentante por Rosario de la Frontera para integrar la Junta deRepresentantes, la cual, obviamente sin su presencia, ordenó el 7 de septiembresu captura sin que la misma pudiera concretarse.

El22 de septiembre se produjo el temido levantamiento de la campaña. Las miliciasgauchas invadieron la ciudad y la saquearon. La historiografía local, yparticularmente Bernardo Frías, describieron a la misma como un ataqueprovocado por "la gavilla" apoyada por la "plebe" que"se encendía con ira contra los traidores; y en lugar de apoyar algobierno, rodeaba más bien a los corifeos de la gavilla, deshonra de lapatria" (Frías, 1973, t. 5, p. 185). ¿Quiénes integraban la"gavilla"? Según los más destacados opositores de Güemes, queapoyaban al gobernador Cornejo, formaban parte de la misma el coronel PabloLatorre, jefe militar de las milicias de la frontera del Rosario y losfamiliares de Güemes.30 En realidad encontraremos diferentessituaciones. El comandante Mariano Morales, quien había participado en todas ycada una de las conspiraciones tramadas contra Güemes, se convirtió luego de sumuerte en uno de los hombres de confianza del gobernador Gorriti; en cambio elnegro, o el mulato, o el zambo capitán de Infernales Vicente Panana, que habíaparticipado en esas conspiraciones (Frías, 1973, t. 5, p. 193; Mata de López,2010, pp. 128-129), se encontraba entre quienes lideraron el levantamiento deseptiembre de 1821. ¿Qué razones tuvo Panana para enfrentar a quienes habían logradodestituir a Güemes?, ¿cuáles fueron los verdaderos motivos por los cuales él yotros como él se distanciaron del fallecido gobernador?, ¿es posible suponerque se sintieron decepcionados por Güemes? Un dato nos parece interesante. En1820 Güemes había ordenado que se pagaran los arriendos cuando el propietariode la tierra fuera patriota conocido.31 Esta orden, sin duda, debede haber provocado malestar entre los arrenderos queformaban parte de los escuadrones gauchos. Y si nos atrevemos a atribuir a estamedida, que desde luego y a pesar de haberla dispuesto el mismo Güemes no secumplió, el alejamiento de algunos jefes de las milicias y de los cuerpos delínea, podemos entonces suponer que su apoyo a quienes lideraron ellevantamiento rural en septiembre de 1821 fue el resultado de negociaciones enlas cuales el pago de los arriendos y el derecho a ocupar tierras seencontrarían presentes, especialmente si tenemos en cuenta el malestar quegeneraba en los gauchos la posibilidad de ser obligados a pagar arriendos ydesalojar las tierras que ocupaban.

Luegodel saqueo y de la toma de la ciudad, el gobernador Cornejo renunció. Decualquier modo Pablo Latorre no tuvo posibilidades de acceder al gobierno de laprovincia a pesar del triunfo que le dieron las armas. Las fuerzas militarescon las que contaba no habrían sido suficientes, y era evidente que carecía deapoyos importantes en la elite de Salta, aun cuando entre ellos hubiera adictosa la facción de Güemes.32 Resulta sugerente suponer la existencia deun límite para esta elite, ligada al extinto gobernador, y que este límite loconstituían las aspiraciones de los gauchos atentatorias contra el derecho depropiedad y, por ende contra el "orden social" que protegía los interesesde los grandes propietarios de tierra. En las deliberaciones mantenidas entrela Junta de Representantes y las jefaturas militares se logró una soluciónintermedia al designar como gobernador interino en reemplazo de FernándezCornejo a José Ignacio de Gorriti, propietario de tierras en la frontera y unhombre cercano a Güemes que tenía influencia en la Junta de Representantes enla cual era un miembro importante su hermano, el canónigo Juan Ignacio deGorriti.

Apesar de la presión ejercida por su propio hermano y por la Junta deRepresentantes, el gobernador Gorriti se resistió a poner en prisión a PabloLatorre, pero no dudó en castigar con la pena de muerte a los"cabecillas" de los desmanes, probablemente sargentos y capitanes delos escuadrones gauchos, entre ellos al negro Panana. La amenaza de los malesque sobrevendrían si se tensaba la situación con la detención y enjuiciamientode Latorre le otorgó a Gorriti gobernabilidad, a pesar del descontento de la"plebe insolentada" que, aleccionada con la ejecución de sus jefesmás representativos, se manifestaba a través del canto de unos versos anónimosque hacían temer nuevas violencias. Con preocupación, la elite reconocía elpeligro que la acechaba por la "existencia de los perversos; tememos sudespecho en la casi imposibilidad de realizar sus aspiraciones; tememos a losmulatos que no están contentos con Gorriti".33

Unaexpresión vertida en esos versos brinda indicios acerca de una identidadpolítica que tendría diferentes significaciones según la condición social. Enellos exclaman desafiantes: "la Patria Vieja ha y reinar". ¿Quésentido político esconde esta expresión "patria vieja"? Para losmulatos, los mestizos, los indios y los esclavos que componían los escuadronesgauchos probablemente significara las aspiraciones que albergaban en torno amayores derechos, reconocimiento social, acceso a la tierra, libertad. Sinembargo, la elite que respondía en ese momento político a la "patriavieja" o que era reconocida por los gauchos descontentos como surepresentante, alentaba un proyecto político diferente, francamente opuesto alas propuestas políticas liberales y centralistas ensayadas luego por BuenosAires y con las cuales se identificaban quienes detentaban el gobiernoprovincial, especialmente la Junta de Representantes. Es así que la más fuerteoposición al gobierno se focalizaba en la frontera sur de la provincia,limítrofe con la provincia de Santiago del Estero, cuyo gobernador se adhería aideas federales de organización nacional. Pablo Latorre y Francisco Gorriti,líderes militares de Rosario de la Frontera, que alentaban similaresaspiraciones políticas, serán por esta razón los protagonistas más destacadosde los levantamientos que tendrían lugar en estos años.

Antesde finalizar 1821, José Ignacio Gorriti había logrado contener a Pablo Latorre,pero encontraba aún resistencias en el valle de Lerma, donde se hallaba elmayor número de milicianos en los escuadrones gauchos. En Cerrillos, a pocasleguas al sur de la ciudad, se estaba organizando un nuevo levantamiento que,de acuerdo con el relato brindado por Bernardo Frías, fue sofocado por lanegociación entre Gorriti y Pablo Latorre, logrando el gobernador restar fuerzaal movimiento y colocar allí, al frente de las milicias de Cerrillos, a MarianoMorales, hombre de su confianza (Frías, 1973, t. 5, p. 220).

Enenero de 1822 la Honorable Junta de Representantes designó a José IgnacioGorriti gobernador propietario de Salta por el término de dos años. Sudesignación fue resultado del éxito que coronó las negociaciones entabladasentre los principales líderes del levantamiento militar de septiembre del año anteriory la elite opositora a Güemes que había propiciado su derrocamiento. La amenazade un nuevo levantamiento de las milicias y el reclamo de los propietariosrurales para retomar el control sobre sus tierras y lograr la obediencia depeones y arrenderos constituirá uno de los desafíosmás importantes que deberá enfrentar Gorriti, preocupado por "unir lodesunido", como él mismo dirá repetidamente, al referirse a losenfrentamientos en el seno de la elite y a la necesidad de neutralizar el poderde algunos díscolos jefes de las milicias provinciales y el malestar de losmilicianos ante la posibilidad de ser expulsados de las tierras que ocupaban overse compelidos por los propietarios a pagar arriendos y prestar serviciospersonales.

Losestancieros y hacendados intensificaron sus reclamos acerca de los derechos queles asistían de cobrar el arriendo y gozar de la prestación de serviciospersonales, denunciando con amargura que "los gauchos hasta aquí han sidolos legítimos y verdaderos dueños de la tierra".34 Solicitabantambién autorización para expulsar

a los muchos vagos sin destino, ladrones ymalvados [... ] quienes bajo el nombre de gauchos que lo consideran sagrado secreen al cubierto de las penas y persecución de la ley por los atentados queimpunemente cometen.35

Undato se impone inmediatamente. La ocupación de tierras en el valle de Lermaparece haber sido importante. En las tramitaciones seguidas por lospropietarios, en defensa de sus derechos a la propiedad, hemos encontrado enuna de ellas el listado de aquellos individuos que el patrón aceptareconociéndolos como arrenderos y aquellos que se haninstalado sin autorización en las tierras (cuadro 1).

Antelos planteamientos de los propietarios y la gravedad de la situación, Gorritisolicitará en abril de 1822 a

los comandantes de los escuadrones que componenla milicia provincial [... ] que en el perentorio término de ocho días exponganen este gobierno los inconvenientes que les ocurriesen en orden a los indicadosabonos de arrendamientos de los gauchos de sus respectivos escuadrones,igualmente en cuanto a los derechos parroquiales que deban satisfacer por elloso sus familias.

Lasrespuestas a esta petición permiten comprobar la gravedad del problema y lasdificultades y límites existentes para la negociación entre los gauchos, lasjefaturas intermedias, los propietarios y el gobierno provincial.

Lasrespuestas se formalizaron en las primeras semanas del mes de mayo. Mientrasalgunos comandantes consideraron importante retornar al antiguo orden"bien que siempre consultando su moderación",36 otrosalertaron sobre las consecuencias que tendría para la paz social intentarimponer el pago de los arriendos. En opinión del comandante de uno de losescuadrones de Chicoana en el valle de Lerma, decobrarse los arriendos "redundará un total desabrimiento y que de ellaresulten graves males según preveo".37 El comandante delescuadrón de Cachi en el valle Calchaquí aludió a los padecimientos de losgauchos que habían abandonado sus casas y familias para acudir a la guerra,"al paso que el propietario regularmente vive en el descanso y comodidadde su casa".38

Conprudencia, Mariano Morales, precisamente uno de los hombres con los cualescontaba Gorriti para contener a los gauchos en Cerrillos y que habíaparticipado en las conspiraciones contra Güemes en 1820 y 1821, alertaba, luegode alabar la valentía y sacrificio de los gauchos, que de cobrarse losarriendos "pudiese suceder que levantaran seducciones y seductores queacusen y acaloren nuestra ingratitud, y que lo poco que se pueda perder enarriendos y derechos de parroquia suceda la fatalidad de que tal vez vengamos aperderlo todo".39 Idéntica respuesta dio Juan Manuel Quirós.40Ambos hablaban sin duda con conocimiento de la situación planteada en el ámbitorural, ya que fue Mariano Morales quien logró abortar el levantamiento deCerrillos a fines de 1821, mientras que una porción considerable de hombrespertenecientes al escuadrón de Quirós ocupaban tierras sin autorización en lapropiedad de Juan Manuel Texada, y el resto delescuadrón se negaba a pagarle arriendos. Serán ellos quienes habrían deproponer "se tome una razón de las propiedades confiscadas a los enemigosemigrados para su distribución entre los gauchos", ofreciendo una posiblesolución al conflicto. Los seductores a los cuales hacían referencia podían sertanto Pablo Latorre como algunos de los sargentos y capitanes de losescuadrones gauchos del valle de Lerma.

Sugestivamente,Francisco María Cornejo y José Antonio Fernández Cornejo, comandantes de CampoSanto y Anta, asegurarán que en esos lugares los gauchos no dejaron de pagararriendos. Finalmente, todos afirmaron que Martín Miguel de Güemes habíaordenado a capitanes y sargentos que no se debía cobrar el arriendo a los arrenderos o los derechos parroquiales a los peones paraaliviar su condición, "ínterin durase la guerra".

Sibien el gobernador Gorriti elevó esta documentación a la Junta de Representantes,y en su seno se discutieron las medidas a tomar, no se llegó en definitiva aninguna resolución. El 31 de mayo de 1822 un nuevo levantamiento rural, estavez liderado por Benjamín Güemes y Dionisio Puch,hermano y cuñado de Martín Miguel de Güemes respectivamente, y propietarios enla frontera del Rosario, invadió la ciudad,produciéndose algunas escaramuzas en las cuales habría de perder la vidaBenjamín Güemes.

 

Epílogo

Luegode la muerte del gobernador Martín Miguel de Güemes en junio de 1821 se inicióen Salta un periodo de fuerte convulsión política y social que no se agotó enestos dos primeros años, sino que persistió durante toda la década de 1820.

Indudablemente,finalizada la guerra contra los realistas,41el orden social y la tranquilidad ansiada por la elite salteña heredera delpoder luego de la muerte de Martín Miguel de Güemes estuvieron lejos de conseguirse.Las medidas adoptadas para restablecer el orden y disciplinar a las miliciasresultaron insuficientes, y en cada una de ellas será posible observar elenfrentamiento larvado y persistente entre facciones y el accionar dediferentes protagonistas, algunos de ellos de manera permanente durante todosestos años.

Estudiarel grado de conflictividad política presente en la década posterior a la guerrade Independencia requiere, para el caso de la provincia de Salta, comprenderque no fue una elite comerciante y propietaria agobiada por las exacciones,perjudicada por la interrupción del comercio con el Alto Perú y atemorizada porla conducta de la "plebe insolentada", la única responsable de lamuerte de Güemes. Tanto las conspiraciones anteriores como la que tuvo lugar en1821 revelan, por un lado, las profundas diferencias existentes entre lasjefaturas intermedias y su descarnada lucha por el poder y, por el otro, lasalianzas políticas tejidas dentro y fuera de la provincia. No se trata tan sólodel enfrentamiento de Güemes con la elite de Salta, sino de la lucha facciosaen la cual participaba la elite e involucraba a los jefes de milicias y cuerposde línea, y que con matices regionales expresaban un conjunto de expectativasque superaban el interés meramente personal, aunque también este estuvieraciertamente presente.

Plantearel significado de la muerte de Güemes en torno a las aspiraciones políticas dela "plebe movilizada" proporciona la posibilidad de estudiar, luego desu muerte, el accionar de las milicias y las alianzas establecidas por lasjefaturas militares con la elite, y conjeturar sobre los diferentes proyectospolíticos que involucran a Buenos Aires, a Bolivia y a las provincias vecinasde Salta. Y fundamentalmente permite evaluar en qué medida la muerte de Güemessignificó la derrota de las aspiraciones económicas y sociales de los gauchosmovilizados. De modo hipotético aún, nos atrevemos a asegurar que esa derrotafue producto de un lento proceso político que demoró en sofocar estasaspiraciones, otorgando a las movilizaciones rurales de las décadas siguientesotros derroteros políticos. La activa participación de los gauchos, integrantesde las milicias rurales, en estos levantamientos iniciales de la década de1820, expresa la importancia que para muchos de ellos tenía el acceso a latierra, desconociendo los derechos de los propietarios, que otorgaba a losjefes locales de esas milicias posibilidades de negociación política en lalucha facciosa por el poder local y regional.

 

Fuentes consultadas

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Otras fuentes

Archivos

ABHSArchivo y Biblioteca Históricos de Salta, Salta, Argentina.       

AGNArchivo General de la Nación, Buenos Aires, Argentina.      

 

 

Notas

*Esta investigación forma parte del Proyecto PIP CONICET 0227 y CIUNSA 1893. Unaversión preliminar fue presentada en el VIII Congreso de Etnohistoria. LaEtnohistoria más allá de las Etnias, celebrado en Sucre (Bolivia) en el mes deJunio de 2011. Agradezco los comentarios realizados en esa oportunidad porRossana Barragán, Ana Inés Punta y Sinclair Thompson y a los efectuados luegopor los evaluadores anónimos de la revista.

1 En el área andina los estudios sobre la conflictividadpolítica han analizado preferentemente la difícil relación entre lascomunidades indígenas y las nuevas fuerzas políticas que buscaban consolidar unpoder estatal. La bibliografía sobre esta problemática es muy amplia, entreella merecen señalarse los aportes de Fisher (2004); Aguirre y Walker (1990); Platt (1990); Larson (2002);Pérez (2003); Irurozqui (2003); Irurozqui(2000); Méndez (2005); Escobar Ohmstede y Falcón(2002). Florencia Mallon ha realizado un interesanteestudio comparativo entre México y Perú (Mallon,2003). En la argentina los estudios sobre las luchas políticas y laparticipación en ella de amplios sectores sociales han revisado el concepto decaudillo como categoría analítica y su aplicación en la conflictividad políticadel siglo XIX, entre los últimos y más importantes trabajos publicados podemosmencionar a Goldman y Salvatore (1998); Fuente (2007); Fradkin(2006); Di Meglio (2009) y Zubizarrieta(2011).

2 A los clásicos trabajos sobre las guerrillasalto-peruanas de Arnade (1964), Roca (1984) y Arze Aguirre (1979) se han sumado, desde nuevasperspectivas teóricas, los importantes aportes de Soux(2010).

3 La crisis del Directorio en Buenos Aires, luego de lasanción de la Constitución de 1819 que establecía un gobierno fuertementecentralizado y habilitaba la posibilidad de una monarquía para las ProvinciasUnidas del Río de la Plata, tuvo como detonante a la sublevación del EjercitoAuxiliar del Norte en Arequito, provincia de SantaFe, desplazado desde Tucumán por orden del director supremo José Rondeau para enfrentar a Artigas y a las provincias dellitoral que resistían la invasión portuguesa en la Banda Oriental del Uruguaycon la finalidad de aplastar la rebeldía de estas provincias a la autoridad deBuenos Aires (Halperin Donghi,1980, pp. 199-200).

4 Entendemos por subalternos a todos aquellos sectoressociales que se encuentran excluidos de los grupos de poder "expresado entérminos de clase, casta, edad, género, ocupación o en cualquier otraforma", los cuales poseen conciencia política y cuyo accionar se inscribeen la dinámica política de la sociedad en su conjunto. Tal como propone Ranajait Guha, interesa que la"subalternidad funcione como medida devaloración objetiva del papel de la elite así como de crítica a lasinterpretaciones elitistas de ese papel" (Guha,1997, p. 24).

5 Las milicias regladas se establecieron en Salta en 1803de acuerdo al "Real Reglamento de Milicias Disciplinadas de Infantería yCaballería del Virreinato de Buenos Aires", sancionado en Buenos Aires en 1801.El art. 8 establecía para la provincia de Salta un Regimiento de Caballería con"cuatro escuadrones para la defensa de su frontera, compuesto de lacapital y ciudad de Jujui con sus poblacionesdependientes y su fuerza será de mil doscientas plazas, con el nombre deVoluntarios de Caballería de Salta". Estaban sujetos a su incorporaciónlos hombres desde la edad de 16 hasta 45 años, exceptuándose a los dependientesde comercio y artesanos con el fin de no perjudicar la actividad económicalocal. Los milicianos gozaban de fuero militar mientras estuvieran de servicioactivo.

6 El término "plebe" será empleado en elartículo recuperando la denominación utilizada en las fuentes para referirseprincipalmente a las castas y en menor medida a los indios y mestizos sinocupaciones fijas y potencialmente peligrosas para el orden social. Si bien enla colonia se refería particularmente a la población urbana, fue tambiénutilizada para descalificar a los milicianos rurales al organizarse lasmilicias regladas en 1803. De allí la mención despectiva de "plebemiliciana", "plebe armada" o "plebe insolente" a lacual hacen referencia los miembros de la elite al denunciar los atropellos yexcesos cometidos por estos hombres armados y protegidos por sus jefes y elfuero militar.

7 oficio de José de San Martín a Manuel Dorrego y oficiode Manuel Dorrego a José de San Martín. Ejército Auxiliar del Perú, 1814. SalaX-3.10.7. Archivo General de la Nación (AGN), Argentina. Sostenía Dorrego lainutilidad y riesgo que significaría avanzar el Ejército Auxiliar en territoriosalteño. Por el contrario consideraba más útil organizar con unos pocosmilicianos a los paisanos de la campaña salteña y sorprender a las partidasrealistas que se desplazaban en búsqueda de ganado y bastimentos. De estamanera propuso una estrategia similar a la que estaban llevando a cabo lasguerrillas en el Alto Perú.

8 Oficio de Apolinario Saravia aSan Martín, Guachipas, marzo 25 de 1814; Parte deGüemes a San Martín, Campamento del Campo de Velarde y marzo 29 de 1814; oficiode San Martín al Director Supremo, Tucumán y abril 1 de 1814 (Güemes, 1979, t.2, pp. 91-95).

9 Los "paisanos en armas" fueron nombrados"gauchos" por José de San Martín al iniciarse la resistencia a laspartidas realistas, probablemente por compararlos con los gauchos del litoralcon quienes compartían las mismas habilidades ecuestres.

10 Las fuerzas militares organizadas por Güemesestaban compuestas por cuerpos militares propiamente dichos, a saber, el deartillería y el de caballería (Regimiento de Infernales, Partidas Veteranas,Coraceros, Partidas Auxiliares, Granaderos) y los escuadrones de gauchospertenecientes a la jurisdicción de Salta, de la Frontera del Rosario, delValle de Cachi, de Jujuy, de la Quebrada de Humahuaca, y en un solo escuadrónlos gauchos de Orán, Santa Victoria, San Andrés y la Puna.

11 Milicias de Salta al mando del general Güemes (Güemes,1979, t. 8, pp. 22-43).

12 Solicitud de Tiburcio Tineo y de Silvestre del mismoapelativo. Enero 29 de 1821. Fondo de Gobierno. Caja 42, carpeta 1552. Archivoy Biblioteca Históricos de Salta (ABHS), Argentina.

13 En relación con el impacto del Reglamento de Milicias enla jurisdicción de Jujuy véase Paz (2008, pp. 217-219).

14 A instancias de San Martín, Güemes comenzó a prepararsemilitarmente para avanzar sobre el Alto Perú. Ante la ausencia de un podercentral que asumiera los costos de la expedición o brindara ayuda para sumarhombres y pertrechos, solicitó colaboración a las provincias vecinas. Elconflicto latente desde hacía tiempo con Tucumán, se agudizó y llevó a unenfrentamiento militar con el gobernador Bernabé Aráoz. Entre quienesenfrentaron a Güemes aliados con el gobernador tucumano se encontraba ManuelEduardo Arias, un importante e influyente jefe de las milicias salteñas,comandante en Orán y en Humahuaca.

15 Los Cabildos de Salta y de Jujuy habían mantenidouna relación tensa con el gobernador Güemes, particularmente por la extensióndel fuero militar a los milicianos y los constantes empréstitos y confiscacionesa los cuales sometía a los principales propietarios y comerciantes de laprovincia. Institución colonial y centro del poder local, con la revoluciónadquirió, en algunas circunstancias, atribuciones políticas inéditas. En 1815fue el Cabildo de Salta quien en un acto de autonomía respecto a Buenos Aires,designó a Martín Miguel de Güemes gobernador de la provincia, designación quefue resistida por el Cabildo de Jujuy, quien sintió avasallados sus derechos.Desde el momento mismo de la revolución fue el Cabildo la institución que seesforzó por conservar atribuciones políticas y fiscales frente a los jefesmilitares porteños, inaugurando así el enfrentamiento entre el poder local conlas autoridades de Buenos Aires.

16 Oficio del Cabildo de Salta. Salta, mayo 25 de1821. Sala VII. Colección Ernesto Celesia. Doc. 2480.AGN, Argentina.

17 El acta consultada se encuentra inserta (Frías,1973, t. 5, pp. 667-669).

18 Es plausible suponer que también en estaoportunidad estaban presentes entre otros Mariano Morales y Mariano Benavides,capitanes ambos de escuadrones gauchos.

19 Manuel Eduardo Arias, comandante de Orán, Santa Victoriay la Puna, apoyó a Bernabé Aráoz en Tucumán.

20 La Honorable Junta de Representantes se instituyó enagosto de 1821 con carácter constituyente, legislativo y electoral. Integrabanla misma los miembros de la elite salto-jujeña opositora de Güemes. Entre susatribuciones la más importante fue el ejercicio de la soberanía provincial quedelegaba en la Junta la elección del gobernador intendente, reemplazando así enesta función al Cabildo, que en el transcurso de la revolución había asumido larepresentación política local. La designación de Güemes como gobernador en 1815y el intento sin éxito de destituirlo en 1821, así como su participación en elnombramiento del general realista Pedro Antonio de Olañetacomo gobernador intendente, dan cuenta del papel político adquirido por elCabildo de Salta en el transcurso de la década de 1810, fundamentalmente apartir de la crisis de la autoridad del Directorio en Buenos Aires en 1815.

21 A fines de la colonia, Cornejo se encontraba totalmentealineado con las autoridades borbónicas, y una vez pronunciada la revolución nodudó en apoyar a los representantes del poder central de Buenos Aires,enfrentando a Martín Miguel de Güemes cuando este se distanció de la conduccióndel Ejército Auxiliar del Perú en 1815.

22 En 1815 Mariano Benavídezes nombrado Juez Pedáneo de Río Negro en la frontera con el Chaco. "Actadel Cabildo de Jujuy del 17 de Junio de 1815" (Güemes, 1979, t. 2, p.432); en 1816 Martín Miguel de Güemes lo designa capitán graduado (Güemes,1979, t. 4, p. 12).

23 Carta de Martín Miguel de Güemes a MarianoBenavidez. Marzo de 1816. Sala X- 4.1.3. AGN, Argentina.

24 Fueron numerosas las solicitudes de tierras, enespecial las pertenecientes a las reducciones de indios en la frontera, y entrequienes solicitaron comprarlas se encontraban importantes propietarios detierras y miembros de la elite salteña como José Antonio Moldes y José MaríaSaravia, entre otros.

25 Actas de Sesiones de la Honorable Junta deRepresentantes. 5 y 6 de agosto de 1821. Copiador 338, fs. 2v y 3. ABHS,Argentina.

26 Actas de Sesiones de la Honorable Junta de Representantes.7 de agosto de 1821. Copiador 338, fs. 3-3v. ABHS, Argentina.

27 A pesar de mantener el Cabildo funciones judicialesa través del alcalde de primer voto, solicitó opinión a la Junta deRepresentantes reconociéndole así autoridad en materia judicial, especialmenteen un caso de claro perfil político.

28 Actas de Sesiones de la Honorable Junta deRepresentantes. 25 de agosto de 1821. Copiador 338, fs.22v-23. ABHS, Argentina.

29 "Oficio de Agustín Dávila a Eustaquio Medina,Jujuy 14 de septiembre de 1821" (Güemes, 1986, t. 11, pp. 467-468).

30 "Carta de Facundo de Zuviríaa Benjamín Zorrilla, Salta 18 de diciembre de 1821" (Frías, 1973, t. 5, p.186).

31 Arrendamientos de gauchos. Armario Gris. ABHS,Argentina. En 1820 el presbítero José Gabriel González de Hoyos —capellán de laestancia de la Alemania situada en el curato de Guachipas, valle de Lerma— solicitó a Martín Miguel deGüemes ordenase el pago de los arriendos a los gauchos instalados en sustierras y le autorizase la expulsión de quienes se habían instalado allí sin suautorización. Güemes dispuso el pago de los arriendos y la expulsión de losintrusos "perturbadores del orden", afirmando no haber dado"orden alguna para que no se paguen arriendos a los propietarios de terrenoscuando son patriotas conocidos".

32 Actas de Sesiones de la Honorable Junta deRepresentantes. 10 de diciembre de 1821. Carpeta 36, f. 5. ABHS, Argentina. Lasactas legislativas muestran claramente el liderazgo de Pablo Latorre y su ingerencia en el levantamiento. De hecho ejerció el poderlos días posteriores al mismo.

33 "Carta de Facundo de Zuviríaa Marcos Zorrilla, Salta, diciembre 9 de 1821" que transcribe los versoscantados por "los perversos" (Frías, 1973, t. V, p. 218).

34 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D. JuanManuel Texada. Salta abril 12 de 1822. Armario Gris,f. 7. ABHS, Argentina.

35 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D. JuanManuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. Armario Gris,f. 8. ABHS, Argentina.

36 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D. Juan Manuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. Armario Gris, f. 13. ABHS,Argentina.

37 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D. JuanManuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. Armario Gris,f. 24. ABHS, Argentina.

38 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D. JuanManuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. Armario Gris,f. 28v. ABHS, Argentina.

39 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D. JuanManuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. Armario Grisf. 26v. ABHS, Argentina.

40 Arrendamientos de gauchos. Presbítero D. JuanManuel Texada. Salta, abril 12 de 1822. Armario Grisfs. 14 a 16v. ABHS, Argentina. Ambos textos son idénticos y seguramenteescritos por Quirós, un comerciante relativamente próspero, en tanto MarianoMorales sería un mestizo cuyos orígenes se desconocen.

41 En 1822 existieron otras incursiones realistas que nollegaron hasta la ciudad de Salta.