10.18234/secuencia.v0i106.1706
Artículos
El Patronato Provincial de Menores: iniciativas por la infancia pobre en la
provincia de Buenos Aires (1917-1921)
The Provincial Children’s Welfare
Board: Initiatives for Poor Children in the Province of Buenos Aires
(1917-1921)
Yolanda de Paz Trueba1* 0000-0002-9011-7522
1Instituto de Estudios Históricos y Sociales, Instituto de Geografía,
Historia y Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia
de Buenos Aires, CONICET, Argentina, yolidepaz@gmail.com
Resumen:
Este trabajo parte de preguntarse si el advenimiento del
radicalismo a la gobernación de la provincia de Buenos Aires tuvo influencia en
la implementación de políticas por la infancia que, como el Patronato de
Menores, eran largamente reclamadas por la opinión pública y habían sido
motorizadas por los anteriores gobiernos conservadores, quienes
sin embargo, por diversas contingencias, no pudieron llevarlas a cabo. Con la
intención de aportar a la historia social de la infancia, se asume que el
primer gobernador radical no lo tuvo entre sus prioridades en los primeros
tiempos de su mandato.
Palabras clave: Patronato de Menores; infancia; radicalismo; políticas sociales.
Abstract:
This article begins by asking
whether the advent of radicalism in the governorship of the province of Buenos
Aires influenced the implementation of policies for children which, like the
Children’s Board, had long been called for by public opinion and had been
mobilized by previous conservative governments, which, however, due to various
contingencies, had been unable to implement them. With the aim of contributing
to the social history of childhood, it is assumed that
the first radical governor did not prioritize them during the early stages of
his administration.
Key words: Provincial Children’s Welfare Board; childhood;
radicalism; social politics.
Recibido: 10 de enero de 2019 Aceptado: 3 de abril de
2019
Publicado: 5 de diciembre de 2019
En 1910, José Inocencio Arias llegó a la gobernación de la
provincia de Buenos Aires promovido por su antecesor Ignacio D. Irigoyen y en
representación del recientemente creado Partido Conservador.[1] Su
mandato estuvo signado, entre otras cosas, por varios proyectos que, con poco
éxito, buscaron centralizar el poder en la figura del gobernador en detrimento
de los municipios, y por una época de aires reformistas que vio nacer
innovaciones como la reforma electoral que consagró el sufragio secreto y
obligatorio a nivel nacional en 1912.[2]
Al poco tiempo de llegado al poder, manifestó ciertas
preocupaciones por la situación social de la infancia que tuvo como resultado
la sanción en 1910 de la Ley de Patronato de Menores de la provincia de Buenos
Aires, que preveía la creación de una institución modelo destinada a dar
albergue y formar para el trabajo a la mayor cantidad de niños y niñas posible
y que por diversas razones estaban a cargo de los defensores de menores. La
promoción de una institución como esta respondía a la convicción de que era
necesario impulsar una manera más moderna de atender a estos problemas, en
sintonía con la intención de centralizar políticas en manos provinciales
restándole poder a los mandatarios locales.[3] El
gobierno conservador de Arias trabajó para hacer realidad la sanción de la ley
que lo instituía, pero no logró llevarlo a la práctica; el gobernador falleció
en el ejercicio de su cargo en 1912 antes de que el Patronato fuera un hecho.
El difícil contexto que tuvieron que atravesar los gobiernos conservadores que
lo sucedieron en materia económica, sumados a las luchas políticas y a la
escisión irreconciliable entre facciones internas del partido gobernante,
pusieron a algunas obras públicas como la que es objeto de estudio aquí, en una
larga lista de espera. Como he sostenido para un periodo previo (De Paz Trueba,
2018b), las urgencias económicas, pero especialmente los vaivenes de la
política, ganaron la batalla de las prioridades en las agendas gubernamentales,
poco dispuestas en los hechos (salvo excepciones), a ocuparse de los problemas
sociales de la infancia.
El 24 de abril de 1917, el presidente radical Hipólito Yrigoyen decretó la intervención federal de la provincia de
Buenos Aires, designando al frente de la misma a José Luis Cantilo.
La intención manifiesta de esta acción era sanear las instituciones erosionadas
por las políticas caudillistas y el fraude electoral instauradas por los
gobiernos de signo conservador. Un objetivo menos pregonado, aunque no por ello
menos evidente, era quitar a estos el control de la provincia de Buenos Aires,
crucial para Yrigoyen de cara a acrecentar su poder y
controlar el principal bastión electoral.[4]
Este trabajo (que se ubica entre 1917 –año que marcó el
fin del predominio conservador en la provincia de Buenos Aires– y 1921 –cuando
finalizó la gestión de José Camilo Crotto, primer
gobernador radical electo por este partido bajo la nueva legislación
electoral–), parte de preguntarse si este cambio de signo político tuvo
influencia en la implementación de políticas por la infancia como el Patronato.
En junio de 1920, a poco de irse del gobierno, Crotto puso la piedra fundamental del que sería el edificio
definitivo de la institución que por entonces funcionaba en un local provisorio
que no reunía las condiciones necesarias para hacer realidad el proyecto que la
ley preveía.[5] ¿Debe
hacernos pensar esto en un mayor compromiso hacia la cuestión social por parte
de los radicales?, ¿es preciso por el contrario asumir que otras prioridades
retrasaron la ejecución de las obras? Una respuesta lineal no daría cuenta de
la complejidad del proceso. Si bien algunos hombres del radicalismo mostraron
especial preocupación por el tema, como se verá en las páginas siguientes, no
lo hicieron en mayor medida que sus contemporáneos socialistas y aun los
conservadores con quienes en términos generales los separaban más cuestiones
electorales que doctrinarias.
La historiografía política demostró hace tiempo que hay
que ser cautos a la hora de interpretar la llegada del radicalismo al poder
como un parteaguas, como un momento de ruptura en el que las promesas y
reclamos de modernización y claridad del juego político se hicieron por fin
realidad (Ferrari, 2008; Hora, 2013; Persello, 2004).
La misma ley electoral que consagró el sufragio electoral libre, secreto y
obligatorio a nivel nacional, no garantizó en términos generales que eso
impulsara efectivamente una mayor transparencia, a pesar de que sí permitió
desde entonces incorporar nuevos actores al mismo. En el caso de la provincia
de Buenos Aires en particular, diversos historiadores han señalado no obstante
de qué manera y a través de qué artilugios legales la clientela política dio
paso a prácticas de partido y de comité (Béjar, 2002; Castro, 2000; Fernández Irusta, 2006; Ferrari, 2012; Melón Pirro, 1994; Tato,
2005). Además, otros trabajos han pensado para el mismo periodo las
dificultades económicas y el agravamiento de las tensiones en medio de las que
los diversos gobiernos debieron hacer frente al temporal, y llevar adelante
gestiones en un contexto menos halagüeño que sus antecesores (Palacio, 2000; Rocchi, 2013). La historiografía de la infancia, por su
parte, ha estudiado la sanción de la Ley de Patronato de Menores 10.903 de 1919
(que tuvo injerencia a nivel de la Capital Federal y los territorios
nacionales) como un logro conseguido en ese mismo marco y en parte relacionada
con la agudización de las problemáticas sociales que se dio tanto a nivel
nacional como provincial (Zapiola, 2014).[6] Autores
que reflexionan sobre otras situaciones provinciales encuentran también una
cierta correlación entre el advenimiento del radicalismo y el desarrollo de una
incipiente política social que habría tenido mayor desarrollo con la llegada
del peronismo (Cerdá, 2013).
Esos abordajes han estimulado en gran parte las
reflexiones de este trabajo, y nos han llevado a preguntarnos por el lugar que
debemos darle, en un momento de insistentes reclamos retóricos y reformas
políticas menos rupturistas, a los avances y demoras en materia de políticas
por la infancia en la provincia de Buenos Aires. La prensa de diversos signos
políticos, las discusiones en las cámaras legislativas, el Registro Oficial de
la provincia, y demás documentación estatal, serán puertas de acceso que
permitirán dar cuenta de las cuestiones que nos ocupan.
Considero, entonces, que los avances de la etapa radical
obedecieron a un conjunto de motivos donde se mixturaron la urgencia social de
actuar por la infancia pobre y las presiones políticas y de la opinión pública,[7] que
pusieron al gobierno provincial ante la obligación de retomar, aunque de manera
inconclusa, un propósito que hundía sus raíces en el periodo anterior. En
definitiva, el nuevo contexto político y social, aunque no el económico, fue
propicio para dar principio a un proyecto que había sido definido en sus
formas, alcances y contenido por los conservadores, y que el primer gobernador
radical no tuvo entre sus prioridades en los primeros tiempos de su gobierno.[8]
Crisis económica y cuestiones sociales: problemas y soluciones nuevas
En 1917, el mundo estaba sacudido
por una contienda bélica que involUCRaba a las
naciones más importantes del mundo. Argentina, cuyo crecimiento en gran parte
se había dado a raíz de su conexión con los mercados mundiales, no permaneció
ajena a las consecuencias que esto acarreó.
Principalmente se vieron afectados los flujos de
capitales y el comercio con el exterior, en los que se basaba la economía
argentina y su naciente industria, que desde 1870 se había comenzado a
desarrollar en la ciudad de Buenos Aires, primero, aumentando considerablemente
la participación de la provincia, después. Para 1914 esta contaba con casi 15
000 establecimientos industriales, lo que representaba 30% del número total del
país (Rocchi, 2013, p. 94). La producción se apoyaba
sobre todo en insumos importados, y con la guerra se cortaron los flujos de
materia prima, lo que afectó severamente a la industria. Desde 1914 hasta 1918
el impacto de la guerra en el comercio internacional y en las finanzas
argentinas contribuyó a la reducción de los puestos de trabajo (20% en el país)
y la caída del valor adquisitivo de los salarios fue grave (Ascolani,
2013, pp. 404-405). La joven industria retomaría recién su ritmo de crecimiento
luego de 1920 (Rocchi, 2013). No obstante, como sostiene
Juan Manuel Palacio (2000), “el periodo que inaugura la guerra es claramente
uno de transición entre una época y otra, que a la vez que sigue viviendo del
crecimiento hacia afuera convive también con los elementos del mundo que
viene”. En él, entre otras cosas, se observa un incremento de la participación
de la industria en el producto bruto nacional, el estancamiento de las
inversiones británicas y un mayor protagonismo de Estados Unidos, una
reorientación del comercio exterior, y una pérdida de importancia del
ferrocarril que comenzó a sufrir la competencia de los automóviles y las
carreteras (Palacio, 2000, p. 105). En síntesis, ya nada volvería a ser como antes aunque se pueden identificar periodos de expansión una
vez pasado el momento más crítico.
Así, en medio de una situación compleja en materia
económica, las páginas de la prensa estaban plagadas de notas que daban cuenta
de estas dificultades y de una de sus consecuencias más inmediatas y visibles:
el aumento de la mendicidad callejera y el vagabundaje, especialmente de los
menores de edad, muchos de los cuales, según decía El Día
de la ciudad de la Plata, eran hijos de los obreros que se agolpaban a las
puertas de los frigoríficos y fábricas buscando un trabajo que no tenían.[9]
Esta situación no sólo afectaba a las grandes ciudades de
la provincia. Las más pequeñas del interior también sufrieron el impacto,
puesto que, como señalaba El Ciudadano de la ciudad
de Azul[10] en
abril de 1917, “día a día va ascendiendo el número de personas que se entregan
a este renglón de explotación en nuestra ciudad”, los que en la mayoría de los
casos, afirmaba, eran ancianos y niños.[11] La llegada
del invierno no hacía más que agravar el problema, ya que “los primeros fríos
[…] han hecho que la cantidad de mendigos, jóvenes y viejos, aumente en nuestra
ciudad”.[12]
Si bien no podemos sostener que denuncias de este tipo
fueran una novedad del momento, se evidencia una especial insistencia en la
gravedad que representaba el problema desde que, como El
Ciudadano decía días después, “Se nota de un tiempo a esta parte, la
reaparición de la tan debatida mendicidad infantil”.[13] También
El Eco convenía en sostener que se trataba de un
mal que “recrudece con caracteres más graves que en años anteriores”.[14] El Día coincidía en esta tesitura y decía que “la plaga
de la mendicidad infantil adquiere cada día que pasa, más graves caracteres”.[15]
Cierto es que, como la misma prensa de distintas
tendencias políticas[16]
coincidía en señalar, la situación económica era crítica y la mendicidad se
agravaba. Afirmaba que “la actual guerra ha sido para el mendigo un
acontecimiento fausto, pues ella ha venido a consolidar aún más la ya sólida y
segura base en que se funda su condición social […] desde un tiempo a esta
parte ha tomado en nuestro país una progresión alarmante” máxime teniendo en
cuenta, como sostiene tiempo después, “la situación económica tan calamitosa
que se ha enseñoreado en todo el país”.[17]
En efecto, esta coyuntura económica particular desatada a
raíz de los cambios que provocó la guerra mundial en el equilibrio de los
mercados internacionales, se insertó en una provincia de Buenos Aires que
atravesaba una delicada situación económica y financiera, que diversos
gobiernos habían enfrentado pero sin ser exitosos en
su resolución definitiva (De Paz Trueba, 2018b).
Por ello, aunque no podemos aseverar que la evaluación
que la prensa hacía sobre el aumento de la mendicidad respondiera a una
situación novedosa, se insertaba en un contexto diferente que no hacía más que
agravar viejas dificultades.
En este marco, se bregaba por la generación de nuevas
formas de asistencia, que apuntaran no sólo a alimentar o vestir, sino también
a regenerar por medio del trabajo.[18] Desde
fines del siglo XIX, legisladores, especialistas y
miembros de distintas agencias gubernamentales propusieron diversas maneras de
intervenir sobre sectores de la infancia que por su inserción familiar y social
tenían un futuro poco promisorio. En relación con esas “conductas morales de la
familia de pertenencia” y sus condiciones materiales, así como las trayectorias
escolares y laborales de los niños, es que, como señala Stagno
(2010), se propusieron nuevas “formas de reeducación y tratamiento” (p. 28).
Entre otros aspectos, se vio en el trabajo una herramienta de moralización en
algunos casos, y como regenerador en otros. Como ha sido señalado por diversos
autores, el trabajo lejos de ser en este caso pensado como algo nocivo para la
formación de los niños, como eran las ocupaciones callejeras, era una solución
cada vez más pregonada porque se entendía que moldeaba la moral y la disciplina,
además de que permitía adquirir conocimientos para el futuro. Un discurso que
se acentuó en el periodo analizado en este trabajo (Aversa,
2015; De Paz Trueba, 2014 y 2017; Stagno, 2008; Zapiola, 2009).[19]
Los reclamos de la prensa estaban en sintonía con una
matriz de pensamiento que atravesaba también a los actores políticos que debían
gestionar las medidas. Tal era así que en su mensaje de 1916, el vicegobernador
Vicente Peralta Alvear,[20] afirmó
que la Defensoría de Menores de la provincia no podía más que realizar “una
labor superficial […] el órgano no responde a la función y ésta necesariamente
tiene que resultar débil, incompleta y anacrónica”. Por ello, sostuvo que era
urgente trabajar en una nueva reglamentación de la misma, que desarrollaría su
labor en forma mancomunada con el Patronato Provincial de Menores, que a todas
luces era pensado como una manera novedosa y vanguardista de dar una solución
definitiva al problema de la infancia y la minoridad abandonadas.[21] En él,
no sólo se asilaría sino también se formaría en oficios. La disponibilidad de
espacios para instalar talleres y tierra para la práctica de la agricultura era
uno de los ejes sobre los que el proyecto se asentaba. En suma, la Ley de
Patronato provincial tenía por objeto resolver el gran problema que desde la óptica del gobernador y los legisladores, en
coincidencia con la de la opinión pública, tenía la minoridad abandonada en la
provincia. En los fundamentos de la misma, se sostenía que esos chicos y chicas
no tenían más amparo en general que la “dirección pasiva y a menudo
indiferente” de los Defensores de Menores locales. Por ello, y ante las
dificultades de estos funcionarios del ámbito municipal de proteger
efectivamente a esos pequeños que podían en un futuro cercano cometer delitos y
transformarse en “parásitos sociales”, la ley preveía crear una institución
“destinada a albergar, educar y preparar para el trabajo y para una vida de
orden y moralidad al mayor número posible de aquellos que se hallan abandonados
en la provincia”. Los destinatarios de la medida tenían entre siete y catorce
años y podían permanecer en el asilo hasta los 18.[22] Además
de la insistencia en la formación de oficios, la modernidad de la medida a
criterio de sus promotores residía en que por primera vez el Estado tomaba en
sus manos la función de atender de manera directa y con mayor alcance a la
infancia abandonada, dado que hasta entonces eran sólo las instituciones
privadas las que se hacían cargo de medidas semejantes, aunque de manera
insuficiente.[23]
El Patronato en tiempos del radicalismo.
De avances y demoras
Ahora bien, ¿qué sucedía por
entonces con esta vieja aspiración que era reclamada como urgente
pero seguía sin llevarse a cabo?
Algunos progresos se dieron en épocas del segundo
gobierno de Ugarte.[24] Fue
durante esta gestión que se propuso instalar el Patronato en una fracción de
tierra fiscal ubicada en la sección Abasto de la ciudad de La Plata, algo que
suponía un avance de consideración puesto que “uno de los obstáculos con que ha
tropezado la realización de la idea ha sido precisamente la adquisición de la
tierra”.[25]
Al llegar el interventor nacional al poder de la
provincia tomó decisiones que fueron luego retomadas por el gobernador que le
sucedió. En ese marco reglamentó el funcionamiento de lo que se llamó depósito del patronato, un local que había sido reservado
por el gobierno de Ugarte para refugio de niños ubicado en la calle 6 número
1274 de la ciudad, que debía funcionar de manera provisoria hasta tanto se
instalara el instituto definitivo.[26]
En 1918, el interregno de Cantilo
dio paso a la llegada de Crotto al poder de la
provincia, luego de una ardua negociación entre las dos facciones internas del
partido para designar candidatos. La fórmula finalmente elegida que involucraba
a un miembro de cada una de ellas pareció inaugurar una época de tranquilidad
política e institucional.[27] Sin
embargo, apenas llegado al poder, Crotto comenzó a
tomar decisiones de manera autónoma respecto del presidente Yrigoyen
y las rispideces surgidas entre ambos tornaron irreconciliable la fractura
dentro de la Unión Cívica Radical (UCR).[28]
Entre tanto, la cuestión de los niños mendigos y
abandonados no había sido resuelta con la instalación del refugio. Como
recordaba El Día, “no debe olvidarse, que lo que
funciona en la calle 6 entre 58 y 59, es un depósito provisorio del Patronato,
inaugurado en octubre de 1917 con 63 asilados sobre los 600 o más que según la
memoria del interventor nacional, tienen a su cargo los defensores generales de
menores, número muy inferior a los que carecen de toda protección en el extenso
territorio de la provincia”.[29]
Meses antes, El Argentino se
había manifestado en el mismo tenor al señalar que esa solución provisoria que
fue completada por la Intervención, no se desarrollaba de la mejor manera, a
juzgar por los hechos que se sucedían en su vida cotidiana. Decía que “la
normalidad no es la característica en el desenvolvimiento del refugio.
Tumultos, fugas, reclamaciones, se destacan en la historia brevísima de la
institución. Sus asilados no se sienten cómodos, satisfechos, atraídos por el
calor de la casa común. Lejos de eso, reciben la sensación del presidio, se
quejan del tratamiento que reciben.”[30]
Funcionaba en una casa precaria que daba cama y alimento
a un número reducido de menores, algo que “puede decirse que nada tiene que ver
con la institución del Patronato que está en el espíritu de la ley […] que
sugiere una idea más alta que la del refugio o el asilo”.[31]
Si bien como se señaló antes durante la gobernación de
Ugarte y Peralta Alvear se había destinado un terreno para la construcción del
edificio del Patronato que debía albergar a niños de toda la provincia y
propendiera su formación en oficios, en 1918 eso aún no se había concretado.
Más aún, según relataba El Día, gracias a la
oportuna intervención del diputado radical Vicente Damonte,
se pudo evitar que el terreno fuera puesto en remate.[32] En
julio de 1918, Damonte presentó un proyecto a la
Cámara para impedirlo y además declaró que era un “bien público e inajenable
con destino al Patronato Provincial de Menores de ambos sexos la fracción de
tierra fiscal ubicada en la sección Abasto del ejido de la ciudad”. Al mismo
tiempo el proyecto contemplaba que el poder ejecutivo diera “comienzo de
inmediato a la construcción del edificio […] con los fondos destinados a dicho
fin”.[33]
Finalmente, y dado que las instalaciones del refugio de la calle 6 no estaban
en buenas condiciones, proponía trasladar a los chicos allí alojados a otro
lugar mientras se erigía el Patronato. En sintonía con esta idea, ese mismo mes
el gobernador Crotto firmó un decreto por el cual
dispuso el traslado de esos menores a la llamada Cárcel Mecánica, por disponer
allí de mayor espacio. Al mismo tiempo, el anterior depósito del Patronato
sería destinado al alojamiento de las menores de sexo femenino que aún
permanecían en la cárcel de mujeres y otros establecimientos, a pesar de que el
proyecto original del Patronato concebía que este debía ser para ambos sexos.[34] Con la
medida, se trasladarían los chicos del refugio y “Desocupado el local del
Patronato de la calle 6, este sería ocupado por las menores recluidas en la
cárcel de mujeres que viven en promiscuidad con las penadas.” Esta medida
permitiría “mejorar la situación penosa de los menores depositados por la
policía y en la cárcel de mujeres a la vez que ganarán del Patronato, hacinados
en local insuficiente por su número”.[35]
Damonte explicaba en sus fundamentos que si en ocasión de ser sancionada la ley de
creación del Patronato en 1910, esta era necesaria, “Hoy es indispensable, pues
la provincia de Buenos Aires solo cuenta para alojamiento de los menores
abandonados, la pequeña casa de esta ciudad [que] tiene apenas capacidad para
sesenta niños”. Teniendo en cuenta –según señalaba– que la ley disponía de los
medios para destinar recursos para la construcción (ya que estos habían sido
descontados a las municipalidades), existían fondos para tal fin, aunque no se
había tomado la decisión política de hacerlo.[36] Por
todo ello, decía: “ha llegado, entonces, el momento de hacer efectiva la
construcción del primer gran instituto modelo que ha de resolver el problema de
dar albergue, alimentación, vestido y educación a todos los niños huérfanos y
abandonados en la provincia de Buenos Aires.”[37]
El mensaje de Damonte era
optimista puesto que creía que esta institución vendría a terminar con la
delincuencia infantil en buena parte, cuando “los defensores de menores no
tengan que mendigar y repartir entre las familias a los menores desamparados
que abundan en todas las comunas”. Reconocía que “habremos dado un gran paso”.[38]
A pesar de la importancia del proyecto, que fue aprobado,
la construcción no se inició y tampoco fueron instaladas las menores en la
calle 6. La Cámara de Senadores sería escenario de otra batalla más ese mismo
año. En octubre de 1918, el senador radical José Cabral presentó una minuta de
comunicación pidiendo una interpelación al poder ejecutivo por las obras del
Patronato.[39]
Fundamentaba esta petición diciendo que “Dada la trascendencia del asunto […]
es absolutamente necesario llamar la atención de los poderes públicos y del
pueblo mismo sobre uno de los aspectos de nuestra vida que, en verdad, nos
presenta como una sociedad inorgánica, como un país sumamente pobre […]. No
obstante esa ley de 1910, nada en realidad se ha hecho hasta el año pasado.”[40]
Con esto hacía referencia a las acciones de Peralta
Alvear y del interventor Cantilo al instalar y
reglamentar el refugio de la calle 6. Ese lugar seguía, según afirmaba, en las
mismas condiciones que tras su creación “donde los menores se hallan poco menos
que apilados […] apenas es posible enseñarles a leer y escribir […] no hay
talleres, no se les puede enseñar ningún oficio”.[41]
Mientras, sostenía que había más de 600 niños en poder de los defensores en
toda la provincia que no sabían dónde colocarlos. Para Cabral, en consonancia
con un clima de ideas generalizado entre las elites políticas e intelectuales
de la época, este era un problema urgente que debía resolverse. Como decía El Argentino, “Poseyendo los medios requeridos, no tiene
explicación satisfactoria el retardo observado en la realización de la idea. No
se dirá que hayan disminuido o que falten las necesidades que lo imponen. Por
el contrario las razones […] perduran […]. Se clama
frecuentemente contra el aumento de la mendicidad y de la vagancia, a los que
aporta un apreciable contingente el elemento infantil.”[42]
A medida que pasaban los meses, la oposición al gobierno
de Crotto se hacía más intensa y las quejas sobre
esta y otras cuestiones arreciaban, tanto desde la opinión pública en general
como desde el radicalismo. Una vez más, se acusaba al gobierno (como antes a
otros) de negligencia y se subrayaba la responsabilidad política que le cabía
al respecto: “el poder ejecutivo siguiendo la conducta de los anteriores
gobiernos, no se preocupa, al parecer en lo más mínimo de solucionar aquella
importante cuestión […] la solución referida no se busca sencillamente por
desidia, pues como se sabe existen todos los medios necesarios para hallarla”.[43]
Aludía con esto a la ley sancionada, los recursos que año
con año se habían ido reteniendo a los municipios, los planos aprobados y el
terreno designado esperando ver levantarse allí las paredes del instituto. Por
todo ello, era enfático al afirmar que “el gobierno del Dr. Crotto
tiene el deber de iniciar las obras del proyectado patronato”.[44] Si bien
como se adelantó páginas antes, siguiendo a Fernando Barba (2009), la
interpelación parlamentaria fue una herramienta usada con fines políticos
opositores y habría servido para desgastar al gobierno provincial y no para
discutir temas centrales que se vieron así postergados. Las fuentes analizadas
permiten sugerir que el Patronato ocupó un lugar en ellas, reflejando una
preocupación constante que iba más allá de estas intenciones partidarias.
Hacia 1920: iniciativas, medidas
y concreciones
Como se afirmó, estas
cavilaciones no sólo eran producto de las páginas de la prensa opositora. La
preocupación por el Patronato, en particular, y por otras acciones en pro de
resolver el tema de la infancia abandonada, pobre y mendicante era transversal
a los diversos medios de prensa aquí estudiados y a profesionales de distintas
disciplinas (Stagno, 2010; Zapiola,
2014). Aquella sin duda contribuyó a generar una mayor presión sobre el tema,
pero el mismo estaba instalado también en el recinto de ambas cámaras. Antes
señalamos que había sido el diputado Damonte quien
gracias a su “oportuna actitud” había evitado el remate de las tierras,
situación generada a causa del “desconocimiento que en las altas esferas
oficiales parecería haber imperado”.[45]
También había sido un radical, el senador Cabral, quien
había usado la herramienta de la interpelación política para poner el tema
sobre la mesa.[46] Pero
ante la demora, en 1919 un grupo de diputados conservadores y socialistas (Arana,
Amoedo, Lemos y Baliño)
fueron los que tomaron el asunto en sus manos. Como primera medida visitaron el
refugio, y según relataba El Día “oímos de sus
labios las más dolorosas impresiones recibidas y los calificativos más duros en
cuanto a la situación a que se había llegado en aquella casa”. Entre los
detalles que el diario ofrece, se habla de falta de higiene, de buena
alimentación, hasta de la presencia de sarna en algunos chicos, dolencias que
no eran tratadas de la manera adecuada.[47] Por
ello, decidieron elevar otro pedido de interpelación por el mismo tema. Así,
exigieron que el ministro de Gobierno informara acerca de
qué medidas ha tomado el poder ejecutivo para subsanar
las deficiencias de organización y funcionamiento del depósito del Patronato de
Menores que funciona en la calle 6 […] ante las denuncias hechas por la prensa
diaria y que son del dominio público […] cuál es el estado actual del
establecimiento y qué piensa el Poder Ejecutivo con respecto a la instalación
definitiva del Patronato de Menores.[48]
No obstante las preocupaciones
manifestadas, y las solicitudes de pronta resolución del asunto, cabe
preguntarse qué medidas efectivas se tomaron en el gobierno de Crotto en favor del Patronato. ¿Existió realmente tal
desidia política, tal desinterés como se denunciaba?, ¿debemos ver en esas
denuncias un interés político en denostar antes que una verdadera preocupación
por los menores desamparados?, ¿eran estos una inquietud para Crotto o tenía en su agenda otras prioridades?
Como se señaló más atrás, las críticas provenían de
distintos medios escritos (opositores y otros independientes) y políticos de
diferentes partidos, quienes reflejaban un malestar por la denominada infancia
desamparada que no era nuevo y que la prensa y diversos sectores intelectuales
y profesionales venían manifestando hacía años. Tal es así que los estudios de
historia de la infancia han mostrado de qué manera la Ley de Patronato de Menores
de 1919 habría sido un punto de llegada, al dar estatuto legal a intervenciones
sobre la infancia pobre que habían sido reclamadas al menos desde 1890 y que se
habían reflejado en artículos periodísticos, proyectos legislativos y
comunicaciones en eventos científicos. Todo lo cual trascendía el ámbito
nacional (Zapiola, 2014; Stagno,
2010).
Sin embargo, el edificio definitivo no se erigió durante
este primer gobierno radical y fue a mediados de 1920, meses antes de renunciar
al cargo, cuando el gobernador Crotto en medio de
grandes presiones de la prensa y del medio político puso la piedra fundacional
del Patronato.[49]
¿Tuvo que ver esta demora con las prioridades del
gobierno de Crotto?,
¿cuáles eran estas? Tanto en sus últimas actuaciones en el Senado nacional
donde se desempeñó (antes de ser gobernador) en representación de la Capital
Federal, como en su gira política consagrado ya como candidato a la primera
magistratura de la provincia, no parece ser la infancia pobre un problema que
ocupara su interés.[50] Es
posible en cambio afirmar que la justicia, la administración de la provincia en
particular en lo relativo a su régimen municipal, los ferrocarriles, la
instrucción pública, la vialidad, la ganadería y la agricultura, fueron los
puntos en los que hizo hincapié y en los que se comprometió a trabajar si
lograba ser electo gobernador.
Crotto era consciente de que llegaría a la gobernación en un momento delicado en
cuanto al panorama internacional, así como al estado en que las finanzas de la
provincia se encontraban. Decía en su discurso en San Nicolás que “Nos
encontramos con una situación financiera enferma, producto de la imprevisión,
del derroche y del desbarajuste reinante en la provincia de Buenos Aires.”[51] Por lo
tanto, proponía hacer un nuevo padrón de contribuyentes y establecer un nuevo
cálculo de la valuación de la propiedad. Pero la clave de la recuperación
entendía que estaba en el campo y su potencial productivo: “necesitamos hacer
al pueblo rico […] y esto solamente lo conseguiremos desarrollando con
amplitud, nuestras grandes fuentes de producción”,[52] para lo
cual entendía que era necesario dar impulso no sólo al desarrollo crediticio
que permitiera producir, sino también, y sobre todo, remediar la carencia de
infraestructura, especialmente caminos. Sostenía sin dudar la importancia de
construir “grandes y sólidas carreteras [ya que] es una necesidad reclamada
imperiosamente por nuestra producción y nuestra prosperidad”.[53]
En estrecha relación con lo anterior, le preocupaba el
tema de las inundaciones y por ello proponía trabajar en obras públicas que
permitieran el desagüe en épocas de lluvias, así como aprovechar aquellas aguas
que pudieran reservarse en “represas artificiales en las épocas de abundancia,
a fin de devolver el precioso elemento en la época amarga de la sequía”.[54]
En todas estas alocuciones, hubo pocas referencias a los
menores, y especialmente a aquellos que debía socorrer el Patronato. Si bien
concordaba con el sentir general de la necesidad de brindar una formación
práctica que preparara a los niños en trabajos acordes con las necesidades
productivas de la nación, esto no tenía que ver con la formación de aquellos
que no contaban con familia, ni recursos, sino que debe interpretarse dentro de
su interés más general: sacar a la provincia del estado de decadencia económica
en que se encontraba por entonces, apostando a ello con la producción del
campo, lo que entendía era el mejor recurso disponible. De allí que en su
programa está contenida también una reforma a la educación elemental. En
relación con esto, pensaba que “no debe demorarse la difusión de los
conocimientos prácticos por medio de escuelas y cursos análogos a los que
constituyen la instrucción técnica en el viejo mundo y en Estados Unidos”.[55]
Finalmente, no pensaba en el asistencialismo como algunos de sus congéneres lo
estaban haciendo entonces, sino que propugnaba la instalación de colonias para
niños débiles, donde la intervención de los médicos haría un bien por el
“cuidado de la infancia desvalida”.[56]
Vale a esta altura preguntarse qué fue lo que pudo llevar
a cabo de las ideas con las que llegó al poder. Si bien estuvo al frente de un
gobierno de rumbo azaroso, en razón de las vicisitudes políticas a las que se
vio expuesto, no por ello se mantuvo inactivo. Tal como Barba ha sostenido,
pese a las numerosas y permanentes trabas que encontró en el poder legislativo,
su acción de gobierno no fue despreciable tanto en materia de pago de deuda
externa, de obras viales, obras sanitarias, refacciones de hospitales, obras de
desagües, entre otras (Barba, 2010). Según afirma Moreyra
(2009) para el caso de Córdoba, los gobiernos no habrían estado tan dispuestos
a invertir dinero y a gestionar medidas políticas para atender las cuestiones
sociales como a otras relativas a consolidar las estructuras institucionales
del Estado, fortalecer el aparato de seguridad y la expansión de la
infraestructura física que garantizara el crecimiento económico. En el caso
analizado vimos que los retrasos y vaivenes no pueden vincularse exclusivamente
a la cuestión económica. No obstante esto, es cierto
que las convicciones del gobernador (expuestas en su gira política) se condicen
con esa tendencia que observa Moreyra, mas no con la
preocupación por los niños que debía atender el Patronato, tan presente en
otros medios.
Por lo demás, y ya en su cargo de gobernador, fue en 1920
en su discurso para la Legislatura cuando Crotto
manifestó en la Cámara su preocupación por el Patronato. Decía que “Para amparar
y tutelar a los menores que por diversas causas deben depender del Patronato,
no basta sólo con la buena voluntad […] Es necesario crear un instituto de
preservación y de reforma […] para hacer de esos infelices sin familia y sin
hogar, organismos aptos para el trabajo fecundo y regenerador.” Teniendo en
cuenta, sostenía, que la delincuencia infantil se relacionaba más con el
ambiente en el que los niños crecían y se desarrollaban que con causas
atávicas, el Patronato era fundamental en la provincia de Buenos Aires. Así,
“desde los primeros días de mi gobierno, comprendí que era necesario prestarle
a esta Institución la mayor atención posible”. El Patronato estaba instalado en
“un local inadecuado y su personal requería una selección enérgica […]. De una
manera lenta pero constante el Poder Ejecutivo fue realizando esas reformas.”[57] Era
consciente, sin embargo, de que esto no alcanzaba para hacer realidad todos los
preceptos de la Ley que diera origen al proyecto en el año 1910. Creía que en
breve podría el “Instituto en su edificio propio […] responder ampliamente al
noble objetivo”, lo que se vería cumplido cuando comenzara su instalación.[58]
Tal como señalamos, Crotto
colocó la piedra fundamental poco después de este mensaje y llamó a licitación
para la compra de 8 000 000 de ladrillos. No obstante, años después seguían
estos sin ser usados para el fin con que habían sido adquiridos.[59] Tal era
así que El Día señalaba que pasados varios meses de
colocada la piedra fundacional “en medio de pomposa ceremonia oficial en los
terrenos designados, a inmediaciones del Abasto y a los diez años de promulgada
la ley de creación de utilísimo y anhelado establecimiento. Nada se ha hecho,
con carácter definitivo en favor de la erección que aquella ceremonia
consagró.” La fuente sostenía que se contaba con el dinero
aunque el fondo disponible para la construcción al que aportaban las municipalidades
había disminuido a causa de “los desgraciados ensayos de Patronatos
provisorios”. De todos modos, era suficiente para dar comienzo a la obra. Es
así que “Falta solo un poco de actividad para que por fin veamos surgir el
Patronato de Menores como se concibió y como quisieron que se formara el Poder
Ejecutivo y el Poder Legislativo hace diez años, con el objeto que tuviera
principio de ejecución la solución del problema de la niñez desamparada de la
provincia.”[60]
No obstante los dichos del
diario platense, esos ensayos del Patronato constituyeron en la práctica la
respuesta concreta a la situación de la infancia que, de acuerdo con la Ley de
1910, se había dado desde el poder ejecutivo. Aunque incompletos y tardíos tal
como los mismos representantes del gobierno reconocían, permitieron poner manos
a la obra, en primer término en el caso de los
varones. Pero además, poco después también durante la
gestión de Crotto en 1920, y como parte de las
medidas tomadas durante su gobierno, se avanzó en el amparo de menores de sexo
femenino. La Ley de 1910 contemplaba asilar y formar a menores de ambos sexos.
Sin embargo, el antecedente del Patronato de Abasto, el Refugio de Menores que
funcionó en la calle 6, fue en un primer momento, como se señaló antes, sólo
para varones. Hacia 1918, por primera vez, se retomó de manera oficial la
cuestión de las mujeres. Así, rezaban los considerandos de un decreto del
gobernador Crotto que sostenía que “el local del
Depósito del Patronato de menores […] resulta insuficiente para alojar a los
menores desamparados […] que a fin de resolver el problema de la niñez
desamparada es de impostergable necesidad habilitar los locales adecuados para
alojar a los menores de ambos sexos”. Por ello como se adelantó páginas antes,
decretó el traslado de los varones al local de la llamada Cárcel Mecánica, para
dejar libre el local de la calle 6 a las mujeres menores.[61]
En 1920 el proyecto no se había concretado, y poco antes
de renunciar el gobernador Crotto, se insistió en él.
Así, otro decreto provincial estableció el alojamiento de mujeres en la calle
6, encargando de la administración, educación, cuidado y vigilancia de las
menores a la Congregación de Nuestra Señora de la Misericordia.[62] Sin
embargo, tras la renuncia de Crotto aún no se hacía
efectivo el decreto, a pesar de que, como decía una resolución del Departamento
de Gobierno del mes de mayo de 1921, era indispensable su “urgente
habilitación”.[63]
En el mientras tanto, los
refugios provisorios, y sobre todo las instituciones particulares o las casas
de familia encontradas por los defensores para colocar a los menores a su
cargo, siguieron siendo los destinos para esa gran cantidad de niños, niñas y
jóvenes que en toda la provincia requerían de una solución diferente tal como
se pregonaba.
A modo de cierre
En abril de 1921, en medio de
presiones políticas imposibles de seguir ignorando, acorralado ante la
posibilidad de una intervención federal y sin los apoyos necesarios en la
legislatura donde muchos de los miembros de su propio partido respondían a la
facción opositora del mismo, Crotto presentó la
renuncia a la gobernación. El vicegobernador Luis Monteverde se hizo cargo de
la primera magistratura hasta completar el mandato.
Para entonces, el Patronato seguía siendo un proyecto que
para realizarse de manera acabada necesitaba, como punto de partida, el
edificio tal como se había concebido en 1910. Esto era fundamental tanto para
dar cabida a todos los menores de ambos sexos que deberían quedar comprendidos
bajo su ala de protección, así como a la instalación de talleres para la
formación en oficios que era, como señalamos, una parte esencial del proyecto.
A pesar de que la prensa opositora e independiente
fustigó incansablemente en relación con el Patronato y a la poca acción del
poder ejecutivo, lo cierto es que el radicalismo tomó una serie de medidas para
poner a andar un proyecto que le precedía. El interventor reglamentó el refugio
de la calle 6 que Ugarte había destinado de manera provisoria, y Crotto se preocupó por las menores de sexo femenino y por
dar inicio a la obra del edificio que permitiría por fin hacer realidad el
anhelado proyecto de asilo y reforma de menores.
¿Alcanza esto para señalar que el arribo del radicalismo,
embanderado tras el respeto a las instituciones políticas fue un parteaguas en
materia de política social por la infancia? Entiendo que no.
Tanto Cantilo en su breve
estadía en la primera magistratura, pero especialmente Crotto
después, mostraron al respecto un reformismo moderado, que los llevó a retomar
proyectos que aunque no habían concebido ellos mismos,
se basaban en diseños y concepciones con los que consensuaban y que en esencia
no buscaron modificar en forma sustancial.
El radicalismo en muchos aspectos fue protagonista de un
nuevo tiempo político en el que, entre otras cosas, se llegaba al poder por el
voto que la ley de 1912 consagró. Como sostiene Hora (2013), aunque muchas de
las viejas prácticas políticas como la violencia o el clientelismo basado en la
utilización discrecional de los recursos públicos no desparecieron, no es menos
cierto que al electorado había ahora que interpelarlo desde un lugar diferente:
había que convencerlo para obtener buenos resultados en las urnas, y este
partido supo interpretar bien las corrientes de opinión predominantes en esa
etapa.
La infancia y el problema que representaba en un país
pretendidamente moderno, era parte de viejos reclamos que intelectuales,
funcionarios, legisladores y prensa de las más variadas orientaciones políticas
manifestaban desde hacía más de una década. Sostengo así que la realidad que la
infancia desamparada suponía, en un marco de crisis económica, escasez laboral
y agitación social sumada a la enorme presión que la opinión pública ejerció
sobre el tema, antes que un convencimiento particular sobre el mismo, llevó al
primer gobierno radical a tomar medidas para hacer realidad el proyecto pensado
por quienes le precedieron en el poder. Sin embargo, y más allá de algunos
discursos particulares, encendidos e insistentes, una agenda en la que los
menores no parecieron ocupar el primer lugar en las prioridades del gobernador Crotto, lo llevó a tomar el tema con cierta moderación y
mucha demora. Esa mesura no le permitió hacerlo ni con la urgencia reclamada ni
con la magnitud necesaria para hacer realidad lo que hasta entonces seguía
siendo una meta a alcanzar: resolver por fin el problema de la infancia pobre,
abandonada y mendicante de la provincia de Buenos Aires.
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* Doctora en Historia por la Universidad Nacional del Centro de la Provincia
de Buenos Aires. Profesora adjunta de la carrera de Historia en la UNCPBA. Investigadora adjunta del CONICET.
Ha investigado sobre el lugar de las mujeres en la esfera pública y desarrolla
proyectos sobre las intervenciones sobre la infancia entre 1880 y 1920 en la
provincia de Buenos Aires.
[1] Fue fundado en 1908 a partir de una reorganización que buscaba revitalizar
el poder del oficialismo que bajo la denominación Partido Autonomista Nacional
(pan) había gobernado la nación durante las últimas
cinco décadas.
[2] La provincia de Buenos Aires adecuó su sistema en 1913. Interpretaciones
críticas analizan la reforma electoral desde un ángulo que relativiza la
postura que la planteaba como producto de la modernización política impulsada
por sectores que buscaban la democratización del sistema (Tato, 2005);
Fernández Irusta, 2009), entre otros.
[3] La sanción de la ley no se puede aislar de su programa más general y de la
cuestión de la disputa por las autonomías municipales. Sobre la relación entre
estas y la cuestión de la infancia, véase De Paz Trueba (2018a).
[4] Con esta medida, llegaba a su fin el dominio del Partido Autonomista
Nacional que con distintas denominaciones (y sólo un breve interregno entre
1894 y 1902 con las gobernaciones de Guillermo Udaondo
por la Unión Cívica Nacional y Bernardo de Irigoyen por el radicalismo), había
gobernado la provincia entre 1880 y 1917. Así, el interventor José Luis Cantilo se enfrentó a la tarea de reorganizar los poderes
públicos y la administración de la provincia en el intento de desarmar la
estructura montada por el anterior gobierno de Marcelino Ugarte, orientada a
mantener el control político de la provincia.
[5] Funcionó por un tiempo en un local de la calle 6 entre 58 y 59 de la ciudad
de La Plata, capital provincial. Allí, se albergaban poco más de 60 menores,
todos de sexo masculino. Las reducidas dimensiones del lugar no sólo no
permitían dar socorro a la cantidad de chicos que la ley estipulaba. Tampoco
era posible recoger a las menores de sexo femenino, además de que no contaba
con espacio suficiente para desarrollar los talleres que constituían la piedra
angular del proyecto pensado para asilar, pero sobre todo para formar.
[6] Cabe señalar que existía un trasfondo de preocupaciones en torno a la
infancia en el periodo analizado que no se circunscribía de manera exclusiva a
la provincia de Buenos Aires, sino que estaba presente también en otras
provincias y aun en el ámbito nacional. De hecho, y tal como ha sostenido
Carolina Zapiola (2014), la primera presentación del
proyecto de Ley de Patronato de Menores (la mencionada Ley 10903) al Congreso
Nacional por parte del diputado Luis Agote y su discusión se realizó también en
1910. Sin embargo, y al margen de que la ley provincial fuera efectivamente
sancionada en ese año (aunque su implementación fuera mucho más lenta) y la
nacional recién llegara a concretarse en 1919, debemos señalar que se trató de
dos cuerpos legales de distinta naturaleza. Mientras la provincial pretendía
solucionar el problema de la infancia abandonada a través de una institución
que pretendía recoger y asilar a los niños que quedaban bajo la órbita de las
Defensorías de Menores, conteniendo un propósito de prevención para evitar la
caída de este colectivo en la delincuencia, la ley nacional instauró por
primera vez una legislación penal específica para el tratamiento de menores
delincuentes. Ambas leyes vieron su origen en el marco de preocupaciones
similares (cómo evitar que los chicos que pasaban largas horas en las calles
cayeran en la delincuencia y, de hacerlo, juzgarlos y contar con espacios
específicos para su tratamiento). No obstante, durante la discusión de la ley
en la legislatura bonaerense, no se hicieron menciones específicas al proyecto
de Agote. En cambio las observaciones al proyecto
original estuvieron centradas en la manera en que se llevaría a cabo su
financiamiento, a la sazón un asilo de grandes dimensiones destinado a chicos y
chicas de toda la provincia.
[7] Entiendo por opinión pública las apreciaciones generales que sobre los
temas aludidos manifestaba la sociedad en general y algunos individuos
(intelectuales y políticos) en particular a través de la prensa, las
discusiones legislativas y otros documentos oficiales que se usan en este
trabajo.
[8] Cabe subrayar que este trabajo no pretende dar cuenta de un compromiso
mayor o menor del radicalismo hacia la implementación de políticas sociales,
sino solamente se centra en un aspecto de la misma (las intervenciones en favor
de la infancia).
[9] “La mendicidad infantil en La Plata”, El Día,
La Plata, 12 de julio de 1917. Algo que excedía a la provincia de Buenos Aires,
como ha sido estudiado para Córdoba en un periodo similar, si bien con otros
intereses ya que se busca reconstruir las imágenes sobre la mendicidad
infantil, consultar Remedi (2019).
[10] Fundada en 1832, actualmente es cabecera del partido de Azul, y está
ubicada a 300 kilómetros al suroeste de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es
el centro geográfico de la provincia. De acuerdo con el censo de población de
1914, contaba para entonces con 32 103 habitantes. Tandil, ubicada en el
centro-oeste de la provincia, se encuentra a 350 de la capital, y para 1914
tenía 34 061 habitantes según el Censo Nacional de Población.
[11] “La mendicidad”, El Ciudadano, Azul, 21 de
abril de 1917.
[12] “Aumento del mal”, El Eco de Tandil, Tandil, 20
de mayo de 1917.
[13] “Mendicidad infantil”, El Ciudadano, Azul, 28
de mayo de 1917.
[14] “Aumento del mal”, El Eco de Tandil, Tandil, 20
de mayo de 1917.
[15] “La mendicidad infantil”, El Día, La Plata, 24
de enero de 1917. Sobre el incremento véase también “Vagancia infantil”, La Nación, Buenos Aires, 21 de octubre de 1918. Sobre la
vinculación entre calle, mendicidad y delincuencia, véanse “Niñez desamparada”,
La Nación, Buenos Aires, 23 de diciembre de 1917 y
“Vagancia y mendicidad”, La Nación, Buenos Aires,
24 de septiembre de 1917.
[16] Aunque no podemos ignorar que la prensa y su denuncia de la indiferencia de
los gobiernos municipales o provinciales no es ingenua ya que es un actor
político que tomó partido, el tenor de los reclamos era similar en medios de
prensa de orientaciones diversas como los analizados y los excedía.
El Eco de Tandil no se alineaba con ninguna facción política en
particular, aunque defendía, cuando lo creía necesario, los intereses
provinciales para lo que sostenía que había que dejar de lado los partidismos y
las discrepancias particulares. El Ciudadano de
Azul era radical y El Día de La Plata en este
periodo tenía una clara tendencia contraria al gobernador Crotto.
Sin embargo, debemos también tener en cuenta que la prensa estaba atravesada
por las disidencias y facciones de los propios partidos. Así, El Ciudadano entre 1917 y 1922 era radical
pero al mismo tiempo se oponía a la conducción del partido radical de Azul
(Fuentes, 2016). El Día en 1913 apoyó por medio de
su director Atencio, la designación de Ugarte como
presidente del partido conservador, pero luego abandonó las filas para crear el
Partido Provincialista. Al frente del mismo y a través del diario, denunció la
existencia de la llamada “maquinaria ugartista”
puesta al servicio del fraude. El Argentino,
por su parte, fue crítico en relación al tema del Patronato durante el gobierno
de Crotto y lo que consideraba la inacción oficial.
[17] “Un peligro”, El Eco de Tandil, Tandil, 15 de
abril de 1917 y “La hora actual”, El Eco de Tandil,
Tandil, 16 de septiembre de 1917.
[18] “Los niños abandonados. Problemas sin solución seria”, El Día, La Plata, 1 de marzo de 1917. En esa misma línea
coincidía La Nación. Véase “Vagancia infantil.
Proyecto para cortarla”, La Nación, 20 de marzo de
1917.
[19] No se trató de una situación particular de nuestro espacio. Como ha
demostrado Susana Sosensky para el caso de México, la
terapéutica del trabajo, fue parte de una idea propia del siglo XIX, que propugnaba el trabajo como forma de
regeneración de delincuentes infantiles que obedeció “a la creación del nuevo
tipo de ciudadano que requería el país: productivo, industrializado, trabajador
y disciplinado” (Sosensky, 2008, p. 96).
[20] En ejercicio del poder porque el gobernador Marcelino Ugarte había delegado
en él la administración de la provincia.
[21] Diario de Sesiones de la Provincia de Buenos Aires. Año 1916. Cámara de
Senadores. Sesión del 8 de mayo de 1916. La Plata, Taller de impresiones
oficiales, 1916, pp. 58-59. Archivo de la Legislatura de la provincia de Buenos
Aires (en adelante ALPBA), La Plata, Argentina.
[22] Diario de Sesiones de la Provincia de Buenos Aires. Año 1910. Cámara de
Senadores. Sesión del 4 de octubre de 1910. La Plata, Taller de impresiones
oficiales, 1910, pp. 559-562. ALPBA, La Plata,
Argentina.
[23] Diario de Sesiones de la Provincia de Buenos Aires. Año 1910. Cámara de
Senadores. Sesión de prórroga del 17 de octubre de 1910. La Plata, Taller de
impresiones oficiales, 1910, pp. 575-582. ALPBA,
La Plata, Argentina.
[24] Marcelino Ugarte ocupó por segunda vez la gobernación provincial entre mayo
de 1914 y abril de 1917, cuando fue reemplazado por el interventor designado
por el presidente Yrigoyen.
[25] Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires. Año
1916. Tomo 1, enero a junio. La Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1916.
Departamento de gobierno. Decreto núm. 273. 15 de mayo de 1916, pp. 264-266. ALPBA, La Plata, Argentina.
[26] Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires. Año 1917. Tomo 2, julio a
diciembre. La Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1919. Intervención
nacional. Departamento de gobierno. Decreto núm. 619, 4 de septiembre de 1917,
pp. 634-640. ALPBA, La Plata, Argentina.
[27] Las dificultades para conformar la fórmula radicaron principalmente en las
divisiones internas de la Unión Cívica Radical, particularmente entre dos
facciones: provincialistas y metropolitanos. Esta rivalidad, que no expresaba
diferencias doctrinarias sino que representaba dos
maneras de entender la relación entre el gobernador de la provincia de Buenos
Aires con el presidente de la nación, no era nueva en la provincia. Los avances
de los políticos nacionales sobre los destinos de la provincia habían sido
siempre resistidos por los políticos bonaerenses. Los primeros defendían los
intereses de la provincia y los metropolitanos tenían una alianza más definida
con los lineamientos del poder nacional. Estas diferencias se hicieron
manifiestas en las filas del radicalismo tras la llegada al poder de Yrigoyen, que hasta entonces y en tanto oposición al
régimen conservador habían marchado unidos bajo su conducción. Elegido
presidente, se convirtió en metropolitano al querer que los destinos de la
provincia estuvieran bajo su influencia a través de hombres de su estricta
confianza. La fórmula Crotto-Monteverde expresó un
compromiso ante las filas radicales en tanto Crotto
representaba a los metropolitanos y Monteverde a los provincialistas. No
obstante, como ha sostenido Barba, fue inevitable que algunos de aquellos que
habían acompañado a Yrigoyen una vez llegado a la
presidencia, no aceptaran el intento del caudillo de mantener su liderazgo.
Como veremos fue el caso de Crotto quien mantendría
una posición propia tras llegar al gobierno de Buenos Aires (Barba, 2007).
[28] Como afirma Fernando Barba, la causa de la ruptura fueron las designaciones
de funcionarios afines a Crotto, sacando en muchos
casos los que en diversas reparticiones oficiales y en número considerable
había nombrado el mismo interventor Cantilo durante
los dos últimos meses de su gestión. El problema, a decir del autor citado, era
en suma de “quien designaba a los funcionarios, y a la larga de quien mandaba,
y no por motivos ideológicos o por luchas de sectores políticos o económicos”
(Barba, 2010, p. 54). Las cesantías ordenadas por Crotto,
sumadas a otros nombramientos y su intención de actuar en forma autónoma habría
generado malestar tanto entre los partidarios de Yrigoyen
que querían mantener su injerencia sobre todos los gobernadores, como entre los
mismos provincialistas (partidarios de Crotto en un
primer momento), dejando con el curso de los meses al gobernador en soledad y
al partido dividido aun al interior de sus mismas facciones. Una práctica que
según ha sostenido Salvatore (2016), se habría visto aumentada durante los
gobiernos radicales. El excesivo uso del empleo público como herramienta para
expandir la clientela política habría además atentado contra la conformación de
burocracias especializadas a partir de la meritocracia.
[29] “El patronato de menores”, El Día, La Plata, 23
de octubre de 1918.
[30] “El Refugio de Menores”, El Argentino, La
Plata, 25 de marzo de 1918.
[31] “Patronato de Menores”, El Argentino, La Plata,
25 de marzo de 1918.
[32] “Patronato platense de menores. El proyecto del diputado Damonte”, El Día, La Plata, 14
de julio de 1918.
[33] Diario de Sesiones de la Provincia de Buenos Aires. Año 1918. Cámara de
Diputados. Sesión del 17 de julio de 1918. La Plata, Taller de impresiones
oficiales, 1919, pp. 637-638. ALPBA, La Plata,
Argentina.
[34] Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires. Año 1918. Tomo 1, enero a
junio. La Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1919. Departamento de
gobierno. Decreto núm. 313, 11 de julio de 1918, p. 819. ALPBA,
La Plata, Argentina.
[35] “Los menores recluidos”, El Argentino, La Plata, 6 de junio de 1918.
[36] Tanto El Argentino como El
Día y los legisladores que se ocuparon del tema en las Cámaras,
coincidían en señalar que no se trataba de un problema económico sino de una
dilación política. La ley que creó el Patronato había también previsto la
manera de sostenerlo, con aportes de las municipalidades que luego podrían
enviar allí chicos y chicas. Esos descuentos, tal como la prensa y los
legisladores denunciaban, habían sido hechos desde 1912, razón por la cual
existía un fondo con el que creían que se podía afrontar la obra. También el
Registro Oficial permite corroborar la manera en que se planificaba la
utilización de estos fondos en los presupuestos de años sucesivos. Esto permite
sugerir que si bien la provincia no atravesaba por un
buen momento financiero, es posible que se contara efectivamente con el dinero,
y es por ello que se deben buscar razones más complejas que expliquen la demora
en su instalación. “Patronato platense de menores. El proyecto del diputado Damonte”, El Día, La Plata, 14
de julio de 1918; “Patronato de Menores”, El Argentino,
La Plata, 25 de marzo de 1918, entre otros. Diario
de Sesiones de la Provincia de Buenos Aires. Año 1918. Cámara de Diputados.
Tomo i. Sesión del 11 de julio de 1918. La Plata,
Taller de Impresiones Oficiales, 1919, pp. 637-638; Diario de Sesiones de la
Provincia de Buenos Aires. Año 1918. Cámara de Senadores. Sesión del 8 de
octubre de 1918. La Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1919, pp.
1034-1036. ALPBA, La Plata, Argentina.
[37] Diario de Sesiones de la Provincia de Buenos Aires. Año 1918. Cámara de
Diputados. Sesión del 11 de julio de 1918. La Plata, Taller de Impresiones
Oficiales, 1919, pp. 637-638. ALPBA, La Plata,
Argentina.
[38] Diario de Sesiones de la Provincia de Buenos Aires. Año 1918. Cámara de
Diputados. Sesión del 11 de julio de 1918. La Plata, Taller de Impresiones Oficiales,
1919, pp. 637-638. ALPBA, La Plata, Argentina.
[39] En el marco de las rivalidades entre Crotto e Yrigoyen, la interpelación fue una herramienta
parlamentaria usada para obstaculizar al gobierno de Crotto
por opositores tanto fuera como dentro del radicalismo. Según Barba, esto muestra además, la pervivencia de viejas prácticas políticas
tan denostadas por los propios radicales (Barba, 2009).
[40] Diario de Sesiones de la Provincia de Buenos Aires. Año 1918. Cámara de
Senadores. Sesión del 8 de octubre de 1918. La Plata, Taller de Impresiones
Oficiales, 1919, pp. 1034-1036. ALPBA, La Plata,
Argentina.
[41] Diario de Sesiones de la Provincia de Buenos Aires. Año 1918. Cámara de
Senadores. Sesión del 8 de octubre de 1918. La Plata, Taller de Impresiones
Oficiales, 1919, pp. 1034-1036. ALPBA, La Plata,
Argentina.
[42] “Patronato de Menores”, El Argentino, La Plata,
22 de noviembre de 1918.
[43] “De la obra del gobierno. Instalación del Patronato de Menores”, El Día, La Plata, 6 de mayo de 1919.
[44] “De la obra del gobierno. Instalación del Patronato de Menores”, El Día, La Plata, 6 de mayo de 1919.
[45] “El Patronato de Menores”, El Día, La Plata, 23
de junio de 1919.
[46] Cabe señalar que Cabral se desempeñó con posterioridad a esta intervención,
como ministro de gobierno de Crotto, pero no por su
cercanía con el gobernador sino como parte de una estrategia para lograr una
conciliación que permitiera la gobernabilidad. En enero de 1921, Crotto nombró tres ministros, entre ellos Cabral, sugeridos
por la cúpula partidaria. La crisis pareció resolverse
pero sólo de manera momentánea ya que en marzo comenzaron a llegar críticas de
los ministros que decían que el gobernador ni siquiera se reunía con ellos. En
abril fueron destituidos por Crotto, quien en mayo
presentó su renuncia (Fuentes, 2016). Como sostiene Barba, ese acercamiento fue
uno de muchos que se “hicieron sobre bases imposibles de producir efectos
positivos ya que ninguna de las partes estaba dispuesta, pese a las
declaraciones en sentido contrario a ceder en sus pretensiones” (Barba, 2010,
pp. 77).
[47] “El refugio de menores. Una vergüenza para La Plata”, El
Día, La Plata, 21 de agosto de 1919; y “El Refugio de menores”, El Día, La Plata, 22 de agosto de 1919.
[48] Diario de Sesiones de la Provincia de Buenos Aires. Año 1919. Cámara de
Diputados. Sesión del 20 de agosto de 1919. La Plata, Taller de Impresiones
Oficiales, 1919, p. 1247. ALPBA, La Plata,
Argentina. Esta interpelación fue contestada punto por punto por el gobernador,
y se dio lectura a la misma en la sesión del 3 de septiembre. Allí decía Crotto que “El Poder Ejecutivo desde sus primeros días de
gobierno se dio cuenta exacta de las deficiencias que adolecía el Patronato”, y
respondía por ello detallando todo lo que había hecho al respecto. Señalaba
entre otras cosas, las gestiones hechas para trasladar a los menores a otro
local más amplio, así como a la selección de otro personal a los fines de
mejorar el funcionamiento interno. Además, decía que “No se desoyeron las denuncias
de la prensa diaria. Antes bien, se reconoció la buena intención de sus justas
críticas”. Diario de Sesiones de la Provincia de Buenos Aires. Año 1919. Cámara
de Diputados. Sesión del 3 de septiembre de 1919. La Plata, Taller de
Impresiones Oficiales, 1919, pp. 1445-1446. ALPBA,
La Plata, Argentina.
[49] “Patronato de Menores. Cumplimiento de la ley de 1910”, El Día, La Plata, 13 de mayo de 1920; “Patronato de
menores. La construcción del edificio”, El Día, La
Plata, 21 de mayo de 1920; “Patronato de menores. Primera piedra del futuro
edificio”, El Día, La Plata, 21 de junio de 1920.
[50] Refiero especialmente a discursos y proyectos presentados en 1917-1918.
Véase José Camilo Crotto.
Discursos pronunciados por el Senador Nacional y candidato a gobernador Dr.
José Camilo Crotto en el Senado de la Nación y en su
gira política por la Provincia de Buenos Aires. Publicación del Comité
Nacional de la Unidad Cívica Radical, 1917-1918. Archivo del Comité Nacional de
la UCR (en adelante ACN
de la UCR), Buenos Aires, Argentina.
[51] José Camilo Crotto. Discursos pronunciados por el Senador Nacional y
candidato a gobernador Dr. José Camilo Crotto en el
Senado de la Nación y en su gira política por la Provincia de Buenos Aires.
Publicación del Comité Nacional de la UCR, 1917-1918, p. 140. ACN de la UCR, Buenos
Aires, Argentina.
[52] Discurso pronunciado en la ciudad de La Plata la noche de la proclamación
de la candidatura de Crotto para gobernador, p. 112.
En José Camilo Crotto. Discursos
pronunciados por el Senador Nacional y candidato a gobernador Dr. José Camilo Crotto en el Senado de la Nación y en su gira política por
la Provincia de Buenos Aires. Publicación del Comité Nacional de la UCR, 1917-1918. ACN de la UCR, Buenos Aires, Argentina.
[53] Discurso pronunciado en Bahía Blanca, p. 120. En José
Camilo Crotto. Discursos pronunciados por el Senador
Nacional y candidato a gobernador Dr. José Camilo Crotto
en el Senado de la Nación y en su gira política por la Provincia de Buenos
Aires. Publicación del Comité Nacional de la UCR,
1917-1918. ACN de la UCR,
Buenos Aires, Argentina.
[54] Discurso pronunciado en Bahía Blanca, pp. 124-125. En José
Camilo Crotto. Discursos pronunciados por el Senador
Nacional y candidato a gobernador Dr. José Camilo Crotto
en el Senado de la Nación y en su gira política por la Provincia de Buenos
Aires. Publicación del Comité Nacional de la UCR,
1917-1918. ACN de la UCR,
Buenos Aires, Argentina.
[55] Discurso pronunciado en Chivilcoy, p. 153. En José Camilo Crotto. Discursos
pronunciados por el Senador Nacional y candidato a gobernador Dr. José Camilo Crotto en el Senado de la Nación y en su gira política por
la Provincia de Buenos Aires. Publicación del Comité Nacional de la UCR, 1917-1918. ACN de la UCR, Buenos Aires, Argentina.
[56] Discurso pronunciado en Chivilcoy, p. 156. En José Camilo Crotto. Discursos
pronunciados por el Senador Nacional y candidato a gobernador Dr. José Camilo Crotto en el Senado de la Nación y en su gira política por
la Provincia de Buenos Aires. Publicación del Comité Nacional de la UCR, 1917-1918. ACN de la UCR, Buenos Aires, Argentina.
[57] Al respecto, es posible señalar que el Registro Oficial de la Provincia de
Buenos Aires muestra entre 1918 y 1921 una enorme cantidad de cesantías y
nombramientos de empleados de distintos rangos en el Patronato Provincial de
Menores. Sin embargo, no podemos asegurar que estos se debieran a un interés
genuino del gobernador por mejorar la selección de ese personal tal como él
manifiesta, o que en cambio se tratara de un uso del empleo público como
prebenda política, como ha sido estudiado por varios de los autores citados.
Una tendencia que de acuerdo con Salvatore (2016) se habría visto acrecentada
durante los gobiernos radicales.
[58] Mensaje del gobernador de la provincia de Buenos Aires, doctor José Camilo Crotto, dirigido a la Asamblea Legislativa el 1 de mayo de
1920. La Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1920, pp. 18-19. ALPBA, La Plata, Argentina.
[59] “Patronato Provincial de Menores. ¿Cuándo se iniciarán las obras?”, El Día, La Plata, 27 de marzo de 1921.
[60] “Patronato Provincial de Menores. ¿Cuándo se iniciarán las obras?”, El Día, La Plata, 27 de marzo de 1921.
[61] Este decreto fue de la mano de una iniciativa originalmente presentada por
el diputado Damonte antes comentada. Registro Oficial
de la Provincia de Buenos Aires. Año 1918. T. 1, enero a junio. La Plata,
Taller de Impresiones Oficiales, 1919. Departamento de gobierno. Decreto núm.
313. 11 de julio de 1918, p. 819. ALPBA, La Plata,
Argentina.
[62] Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires. Año 1920. T. 1, enero a
junio. La Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1924. Departamento de
gobierno. Decreto núm. 159. 23 de marzo de 1920, pp. 253-254. ALPBA, La Plata, Argentina.
[63] Por ello, autorizaba a la Inspección General de Prisiones para instalar en
el local que ya habían refaccionado la luz eléctrica. Registro Oficial de la
Provincia de Buenos Aires. Año 1921. T. 1, enero a junio. La Plata, Taller de
Impresiones Oficiales, 1924. Departamento de gobierno. Exp.
Letra D, núm. 136. 2 de mayo de 1921, p. 360. En julio de ese mismo año
autorizaron también un pago por instalaciones de baños y obras sanitarias.
Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires. Año 1921. T. 2, julio a diciembre.
La Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1924. Departamento de Gobierno. Exp. Letra P, núm. 425. 11 de julio de 1921, p. 836. ALPBA, La Plata, Argentina.