10.18234/secuencia.v0i109.1752
Artículos
San Francisco de Paula.
Origen y relaciones de un rancho fundado por afrodescendientes
en el Yucatán independiente
San Francisco de Paula.
Origin and Relationships of a Ranch Founded
by Afro-descendants in Independent Yucatán
Jorge Victoria Ojeda1, https://orcid.org/0000-0003-4468-0901
1Universidad Autónoma de Yucatán, México, jorge.victoria@correo.uady.mx
Resumen:
El objetivo del texto es esclarecer en lo posible el
origen de los primeros pobladores del rancho San Francisco de Paula y demostrar
el contacto que tuvo con San Fernando Aké, ambos sitios fundados por
afrodescendientes. Se propone que sus primeros moradores llegaron de Cuba en
1823. La investigación está basada principalmente en fuentes primarias. Los
resultados sacan a la luz las desconocidas interrelaciones entre los afrodescendientes
que vivían en las periferias circuncaribeñas y la
región yucateca. La información sobre el asentamiento constituye una aportación
a la historia regional por la temporalidad del suceso, por la coyuntura
política de su arribo y por los contactos posteriores. La historia del poblado
siguió, aparentemente sin mayor notoriedad, el mismo sendero que las restantes
comunidades yucatecas, mientras las autoridades y la prensa locales se
encargaban de silenciar el pasado y el presente de los africanos y
afrodescendientes.
Palabras clave: San Francisco de Paula; San Fernando Aké; afrodescendientes; Cuba;
interrelaciones.
Abstract:
The purpose of the text is to
shed as much light as possible on the origin of the first settlers of the San
Francisco de Paula ranch and show the contact they had with San Fernando Aké, both of which were founded by Afro-descendants. It is
suggested that its first inhabitants arrived from Cuba in 1823. The research is
based mainly on primary sources. The results bring to light previously unknown
interrelationships between Afro-descendants who lived in the circum-Caribbean
peripheries and the Yucatecan region. The information on the settlement
constitutes a contribution to regional history due to the time of the event,
the political circumstances of the inhabitants’ arrival and subsequent
contacts. The history of the town apparently followed much the same
unexceptional path as other Yucatecan communities, while the local authorities
and press took it upon themselves to silence the past and present of Africans
and Afro descendants.
Key words: San Francisco de Paula; San Fernando Aké; Afro-descendants; Cuba; interrelationships.
Recibido: 27 de mayo de 2019 Aceptado: 27 de abril de
2020
Publicado: 2 de marzo de 2021
INTRODUCCIÓN
Hace unos años se publicó un texto donde se abordaban
datos históricos de dos poblados de africanos y afrodescendientes en Yucatán:
San Fernando Aké y San Francisco de Paula (Victoria, 2011). Acerca del primer
sitio la información es bastante amplia ya que existe documentación referente a
la procedencia de los fundadores, hecho suscitado en 1796, hasta su abandono en
1848. Del segundo, en aquella publicación se hacían algunas inferencias, y se
indicaba que “no se cuenta con información documental para interpretar su
historia; únicamente se tiene una nota referente al poblado, proveniente de
1837” (Victoria, 2011, pp. 292-230).1
Otras publicaciones que se han ocupado del sitio son la de Robles y Andrews
(2004), resultados preliminares de un trabajo arqueológico, y la de Restall (2009).2
Según Robles y Andrews (2004), el origen del rancho
proviene de “fines de la Colonia, como refugio de los negros que habían huido
de la esclavitud”. La temporalidad, al parecer, se complementa con base en la
evidencia cerámica que apunta a que el asentamiento pudo originarse a finales
del siglo xviii o
inicios del xix (Restall, 2009, p. 225).3
Este autor opina que los afrodescendientes fundadores del rancho San Francisco
de Paula (entre los que se incluirían pardos4
y mulatos libres5) pudieron provenir de
la ciudad de Mérida y de la población de Hunucmá, próxima al puerto de Sisal,
con intenciones de aprovechar los recursos naturales de la zona: leña, agua, la
cercanía a la costa y la ubicación del rancho no lejos del traficado camino
entre las poblaciones apuntadas.6
El movimiento de esa gente parece explicable en el contexto de su crecimiento
poblacional y migración (Restall, 2009, pp. 150,
182-183, 225-226).
Victoria (2011, pp. 311-312, 322), tras un ejercicio de
eliminación por ausencia de su mención en ciertos documentos históricos,
propuso que aquel asentamiento de “morenos”, tal como se designa a sus
moradores en el texto del gobierno estatal en 1837, provenía de inicios de la
década de 1830. Apuntó que para inicios de la tercera década del siglo xix un grupo de
afrodescendientes ocupó un sitio cercano a Sisal, pero pensaba que no fue gente
en estado de esclavitud que escapó de una finca de la zona de Cayal, en Campeche, como apunta la tradición oral
recopilada en Sisal y Hunucmá, sino que era gente libre que provenía de aquella
región campechana una vez declarada la liberación de los esclavos en 1829.
La temporalidad propuesta del sitio va de 1830 hasta
1916, más o menos, cuando fue abandonado a causa de una epidemia de viruela
negra (Victoria, 2011, pp. 313, 320).
Como se ha visto, acerca del sitio únicamente existen las
publicaciones de Robles y Andrews (2004), Restall
(2009) y Victoria (2011). Desde los años que han pasado en que fueron escritos
estos trabajos, el Archivo General del Estado de Yucatán (agey) ha puesto a disposición de los
investigadores otra documentación, correspondiente al fondo Justicia y el fondo
Poder Ejecutivo que permite conocer un poco más de aquel poblado y de quienes
lo habitaron. La información obtenida en esas fuentes dio pauta para nuevas
consultas a diversos acervos, como el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de
Yucatán, el Archivo de la catedral de San Carlos, Matanzas, Cuba,7 así como de otros
documentos, en el propio agey
y el Archivo Nacional de Cuba.
Con base a la nueva información se plantea como objetivos
de estas líneas esclarecer en lo posible la proveniencia de los primeros
pobladores de San Francisco de Paula, así como demostrar la existencia de
relaciones entre ese rancho y el pueblo de San Fernando Aké, asuntos hasta
ahora desconocidos, y que involucra a ambos sitios en su mayoría de afrodescendientes
en Yucatán. Se propone como hipótesis que algunos de los primeros pobladores
del rancho procedían de Cuba, aún bajo la administración colonial de España en
el Caribe,8 expresamente de la
región de Matanzas, quizá como gente libre; su número con exactitud se
desconoce, aunque al menos siete personas se reportan primariamente en esa
ínsula. Su arribo clandestino a las costas de Yucatán pudo ser a mediados de
1823 por el puerto de Nueva Málaga o un lugar cercano, para luego pasar al
poblado de San Fernando Aké. Después de unos años en ese lugar, migraron de
nueva cuenta para marchar al poniente del estado, donde fundaron San Francisco
de Paula. Este hecho fue ocasión de una relación entre esos dos asientos (uno
pueblo y el otro rancho), de vecinos afrodescendientes en Yucatán, inclusive
con algún matrimonio entre gente de ambos sitios, aunque con el tiempo, a uno y
otro llegaron residentes de diferente ascendencia.
Esta propuesta rebasa el marco de la historia regional y
sitúa a Yucatán en el contexto de la historia del Caribe, reafirmando la
relación entre la insularidad con la península a través de vínculos y migración
de gente de origen africano. En ese sentido, Landers
(2011, p. 242) señala que los negros libres que vivían alrededor de las
fronteras marítimas españolas, por ejemplo, una isla (Cuba), buscaban cualquier
oportunidad para encontrar actividades que les permitieran movilidad tanto
social como geográfica. En el caso de los africanos y afrodescendientes que
estaban en la Mayor de las Antillas, apunta que tenían conocimientos de la
situación política, incluso de manera impresa, por lo que el contexto yucateco
pudo ser de su dominio.9
Hechos como el aquí apuntado confirman a Yucatán como
partícipe del llamado Caribe continental (como parte del Circuncaribe),10 y de las históricas
relaciones pendulares entre el Caribe insular y el continental (Shrimpton, 2015) que para tiempos decimonónicos aún está
falto de estudios en esa región mexicana. Del mismo modo, resulta de interés
sacar a la luz el contacto que existió entre los dos asentamientos fundados por
gente de ascendencia africana en la península, donde esa característica los
identificó mutuamente.
EL ARRIBO DESDE CUBA A YUCATÁN
Los datos históricos con que se
cuenta parecen apuntar que la gente en cuestión hizo su llegada a Yucatán por
el puerto de Nueva Málaga, ubicado al noroeste peninsular, y que arribaron de
forma ilegal. De tal manera que, el 30 de junio de 1823 se notificaba que, a
sabiendas de la introducción de “negros bozales”11
por ese punto de la costa, el gobierno solicitaba se informe sobre el o los
lugares donde esa gente se localizaba, “y resultando que en efecto procedan del
cargamento que apresaron en Nueva Málaga, se les asegure su sustento y
educación por medio de los ayuntamientos”.12
La nota deja ver que no fue escasa la gente que arribó a Yucatán.
Para julio siguiente, el subdelegado de Tizimín informaba
al jefe superior político acerca de la existencia de “un número grande de
negros” que se ocultaba en los montes de su jurisdicción. La Junta Superior
Gubernativa recomendó al subdelegado que los buscase y remitiese a Mérida.13 Poco después, el
Ejecutivo instó se le pregunte al jefe superior de Tizimín acerca de los
avances de la anterior encomienda. En caso de no haberse llevado a cabo por
alguna razón, la máxima autoridad le recomendaba ejecutarla a la brevedad con “resultados
en favor de la humanidad interesada en esta providencia”.14 En esta última frase
es notorio el sentir y pensar político de ese momento hacia la esclavitud (a
pesar de que posiblemente no tenían esa condición los recién llegados), la cual
se prohibiría en su introducción en Yucatán poco después. Esta medida también
puede responder a la preocupación de la autoridad de que algunas personas
presentasen a aquella gente como antiguos esclavos en el estado, por lo que no
alcanzarían la libertad.
La idea de cierto paternalismo humanitario también se
refleja en el oficio del comandante de Nueva Málaga, Juan Acevedo, quien señaló
que se habían cometido “excesos con los negros” dispersos en los montes. Ante
esos hechos se determinó que Acevedo quedase como responsable de recoger a los
“bozales” y remitirlos a la capital,15
dado que el jefe político al parecer no le ponía empeño al asunto. Para esa
tarea, sin conocerse la causa, se resistieron a participar Alonso Aznar y
Miguel Molas.16 Este último era
funcionario en el ramo de las armas y de la Real Hacienda, había sido
comandante militar de Nueva Málaga en 1821 (Stephens, 1984, p. 293),17 hasta su destitución
debido a los cambios consecuentes de la Independencia.
Después de presentar los datos anteriores, se propone que
algunas personas que fueron introducidas por Nueva Málaga, después de estar por
los montes, llegaron a San Fernando Aké, poblado de afrodescendientes en su
mayoría.
La causa de la salida de esa gente de Cuba no es clara,
sin embargo, el ambiente político-social en la región isleña de procedencia no
era el más propicio para permanecer para los de ascendencia africana, aun siendo
libres. Un panorama de la región matancera bosqueja que los años finales del
siglo xviii y las
primeras décadas del xix,
fueron testigos del despegue y consolidación de la producción azucarera en esa
zona, en concordancia, los esfuerzos de los grandes hacendados estuvieron
enfocados en sostener y mantener, a como diese lugar, las relaciones de
producción a través del trabajo forzado, lo que a la vez se reflejaban en
rebeldías sociales, la existencia de palenques y cimarrronaje
(Balboa, 2002, p. 50-53; Ruiz, 2001, pp. 11, 40). Asimismo, en parte de la
temporalidad de la posible salida (1821-1823) se dio el movimiento denominado
la conspiración “Rayos y Soles de Bolívar”, la cual se extendió por las partes
oeste y central de la isla,18
cuyo fin era proclamar la independencia y abolir la esclavitud, entre otros
asuntos, y en el cual todo mundo resultaba sospechoso (Naranjo, 2017, p. 64).
De igual manera, en 1823 se restableció el Absolutismo en España y sus territorios,
lo que originó un mayor control social, y la pérdida del intento de abolir la
esclavitud por medio de las Cortes españolas (García, 2005, pp. 329-331). Todo
ello creó un ambiente social y político donde las autoridades temían una
conspiración de esclavos y del surgimiento del sentimiento abolicionista. Ese
contexto llevaría a lo que Landers (2011, p. 256)
señala como una situación de deterioro social en que se encontrarían los negros
libres criollos con el avance de la problemática situación. Las condiciones,
entonces, eran propicias para que saliese quien pudiese hacerlo, sobre todo,
teniendo noticias mejores de otro lugar como destino.
Por otra parte, es posible que Miguel Molas haya tenido
que ver en la introducción clandestina de esa gente de origen africano, dada la
acusación posterior en su contra, como se señala más adelante, lo que se
refuerza por su negativa a participar en la recogida de los africanos y
afrodescendientes dispersos. La presunta participación de ese funcionario y
posteriormente prófugo se apoya en su propio historial. El catalán Miguel Molas
fue encargado de la vigía de El Cuyo en 1814, sitio que en la práctica era puerta
para el contrabando (Farriss, 1992, p. 148; Victoria,
2015), y en 1821 fungió como comandante militar de Nueva Málaga (Stephens,
1984, p. 293). No obstante, con posterioridad formó parte de la red para el
contrabando de géneros y de personas. Debido a sus acciones ilegales pasó a ser
perseguido por el gobierno de Yucatán. En 1824 la autoridad estatal solicitó
investigarlo sobre “la odiosa venta y embarque que ha hecho para la Habana de
multitud de originarios de África”.19
El suceso se trataba del reportado en enero de ese año cuando las autoridades
meridanas supieron de una causa iniciada en Campeche por el tráfico clandestino
de catorce negros desde Sisal,20
presumiblemente parte de los introducidos por Yalahau
(antes Nueva Málaga),21 hecho en el cual
Miguel Molas y Buenaventura León estaban involucrados, según el comandante
Acevedo.22 Colateralmente a esa
denuncia, también se le persiguió ya que se hablaba que Molas apoyaría
cualquier intento de invasión española a Yucatán desde Cuba.23
Para 1828 seguía la búsqueda de Molas, pues el
subdelegado de Espita señalaba “no haberse podido averiguar lo cierto en el
poblado de San Fernando del prófugo español”.24
La relación de esta persona con los pobladores de San
Fernando Aké fue muy estrecha al grado que, al fallecer alrededor de 1840 en la
costa oriental yucateca, su cadáver sería conducido a ese poblado, pero se
perdió en el mar durante la travesía (Stephens, 1984, pp. 281-282, 323).
Asimismo, en ese sitio residían sus dos hermanas Isabel y Manuela, apuntadas en
el padrón de 1841.25
El contacto de Miguel Molas con vecinos de Cuba pudo no
ser sólo de tipo comercial (gente o géneros), sino también de ayuda y colaboración
entre parientes para facilitar sus actividades. En relación con esta idea, el
23 de junio de 1829 bautizó en Matanzas al niño Florencio Francisco, hijo de
Buenaventura Molas, natural de Cataluña, y de Felicia B., parda libre, vecina
de la región matancera. Su padrino fue don Félix Molas.26
Quizá fueron familiares y posibles colaboradores, pero no deja de ser suspicaz
el hecho de que en ese sitio existiesen otros Molas, de Cataluña, y también uno
con el nombre Buenaventura, al igual que los dos sujetos perseguidos en
Yucatán. De Molas, para ese tiempo no se tiene noticias de familiares más allá
de sus hermanas que vivían en San Fernando Aké.
A pesar de que las citas son claras en cuanto al sentido
de la conducción de personas de apariencia africana desde Sisal a Cuba por
parte de Molas, este pudo hacerlo también en sentido inverso: de la isla a la
península. Miguel Molas tenía empatía (cuando no interés) por los
afrodescendientes como en el caso de los habitantes de San Fernando Aké. Se
plantea que Molas, tal vez por el cobro en el traslado, pudo sacar de Cuba a un
grupo de personas, entre las que se encontrarían los que llegaron hasta el
pueblo de afrodescendientes ya existente en Yucatán y, años más tarde,
trasladarlos hacia la zona de Sisal, acompañados de otros individuos.27
Cierto que el planteamiento tiene sus debilidades ante la
ausencia de más información que amalgame de mejor manera la hipótesis. Se
cuenta con los datos de que algunas personas del rancho procedían de Cuba, pero
no se tiene información segura acerca de su traslado a Yucatán. Queda entonces
el recurso de especular en cuanto a la participación de Molas en ese hecho con
base en sus antecedentes: introducción de contrabando por la vigía a su cargo,
negativa a recoger a los “negros” llegados por Nueva Málaga, acusaciones de
traslado y venta de gente africana a Cuba, familiares suyos en San Fernando
Aké, gente con el patronímico Molas en Matanzas, y la consideración que tuvo la
familia Molas en San Fernando. Estos aspectos hacen posible ver la propuesta
como una respuesta tentativa, en espera de nuevos estudios que corrijan o
apoyen las ideas vertidas.
POBLADORES DE SAN FRANCISCO DE PAULA
Los vestigios de este sitio se
localizan a unos siete kilómetros al sureste del puerto de Sisal, Yucatán,
México, justo detrás de la ciénega.28
La primera nota documental con la que se cuenta es una petición de sus
moradores, denotando la calidad de ciudadanos en ejercicio de sus derechos, que
proviene de 1837,29 y su ubicación aparece
en un plano de 1845 (Antochiw, 1992, lámina 137).
Un dato importante para una parte de nuestro objetivo
proviene del sábado 27 de julio de 1844, cuando en la iglesia de Sisal se
casaron “el moreno Hipólito Rivas, natural y bautizado en Matanzas en la isla
de Cuba, siendo hijo legítimo de Nicolás30
y Úrsula Rivas, con Dorotea Rivas, natural y bautizada en el mismo sitio, hija
legítima de Francisco y Laureana Rivas y vecinos del
Rancho San Francisco de la conformación de esta capellanía”.31 Los testigos de ese
sacramento fueron “el moreno” Benito Rivas, José Rodríguez y Julián Dorantes.
Fungieron como padrinos don Antonio Herrera y Rivas-Cacho y su esposa doña Inés
Novelo.32 Dato similar se tiene
con la fecha del 11 de abril de 1847 donde se indica que un tal Alejandro
Rivas, natural y bautizado en Matanzas, Cuba, y viudo de Nestora
Suárez, enterrada en el camposanto del Hospital de Mérida,33 solicitaba permiso
para contraer matrimonio con la indígena Leonarda Cab,
de Sisal.34 El dato del entierro
puede inducir a que esa persona apellidada Rivas vivió un tiempo en la capital
del estado. En el padrón de 1849 de San Francisco de Paula no aparece Hipólito,35 pero si se reporta a
un Alejandro Rivas, de 26 años, casado, presuntamente la misma persona
desposada.36 La procedencia desde
la isla antillana de una parte de los habitantes del rancho queda comprobada
con las actas apuntadas, sin embargo, no se sabe cuántos arribaron a Yucatán.
De estas notas hay que subrayar que únicamente se utiliza
la ya oficialmente extinta denominación de “moreno”37
para señalar a Hipólito Rivas y a Benito Rivas, uno de sus testigos de
matrimonio, no así para la contrayente y sus padres, al igual que para
Alejandro Rivas, que se omitió quizá únicamente por descuido del cura de la
parroquia, o para indicar, a través de ese eufemismo apuntado a uno de ellos,
la procedencia africana/foránea de los Rivas, a pesar de ser residentes en
Yucatán.
Con base en la mención de que algunos primarios pobladores
del rancho fueron bautizados en Matanzas, se plantea que nunca trabajaron en la
región peninsular en estado de esclavitud, como apunta la tradición oral.
Sostenemos que al darse su arribo por Nueva Málaga poco antes de lo dictado
sobre la introducción de esclavos por el Congreso yucateco en 1823, ante la
duda de su situación en la Cuba colonial, pudieron quedar comprendidos en el
beneficio de la libertad.38
En concordancia con lo señalado por el Poder Ejecutivo el 9 de septiembre de
ese año, en cuanto a que se recoja a los africanos y afrodescendientes dado que
era un mandato “en favor de la humanidad interesada en esta providencia”, se
deja ver la voluntad política de integrar a esos inmigrantes en el marco
jurídico de libertad por estar en suelo yucateco y otorgarles esa gracia. Ese
gesto de las autoridades se enmarca en la prohibición por mandato del arribo de
esclavos, efectuado pocos días después.
Si la gente que arribó a Yucatán era libre en Cuba, es
muy probable que tuviese conocimiento, tal como apunta Landers
(2011), del ambiente político propicio en la península como destino. Allí
encontrarían una atmósfera con reglamentaciones ajenas al sistema esclavista y
su condición de libres, y amparados en lo jurídico, les daba posibilidad de
ascenso social. Esa autora retoma el concepto de “alfabetización geopolítica”,
de Phillip Troutman, que incide en el aprendizaje por
medio de la comunicación oral y escrita.39
Los migrantes seguro sabían de San Fernando Aké, conformado por gente
afrodescendiente salida de Haití, y de los huidos de Wallix
(Belice) que a ese poblado llegaban, y tiempo después, sin duda, otros en Cuba
sabrían de las condiciones políticas y jurídicas existentes en la región.40
En México, la abolición de la esclavitud fue un tema de
importancia desde la insurgencia de Miguel Hidalgo en 1810, pasando por José
María Morelos, hasta el surgimiento de la incipiente nación mexicana, en 1824
(Herrera, 1991, p. 19; Olveda, 2013, pp. 11-14). En
Yucatán, el Primer Congreso Constituyente del Estado prohibió el 13 de
septiembre de 1823 la introducción de personas en estado de esclavitud, declaró
la libertad de los hijos de aquellos existentes en el estado, así como la
posibilidad de otorgar la libertad a los esclavos, previo consentimiento de sus
amos y manumisión, sin que por ello se detuviese el comercio de los ya
existentes en esas tierras (Peón y Gondra, 1832, vol.
i, pp. 37-38). La Constitución yucateca de 1825
recogió la anterior prohibición de ese tráfico inhumano, y lo relativo a los
esclavos existentes en el estado.41
El 15 de septiembre de 1829, el presidente de México, Vicente Guerrero, emitió
un decreto para la liberación de los esclavos, cuya valoración sería resarcida
por el erario, cuando fuese posible (Olavarría y Arias, 1972, vol. iv, p. 214). En consecuencia,
el 12 de octubre de 1829 en Yucatán se expidió un Reglamento para la liberación
de los esclavos, estableciendo en él la realización de un avalúo de los bienes
que perdería el dueño, entregando a este un vale que cobraría posteriormente
(Ruz, 1970, p. 12). Por último, en 1837 se abolió la esclavitud en todo el
territorio nacional (Delgadillo, 2019, p. 748).
De manera cronológica, el siguiente documento sobre San
Francisco de Paula es un padrón levantado el 18 de abril de 1849, donde se
reporta la presencia de 47 personas en el “Rancho San Francisco de Paula”. En
él se destaca que 18 varones y quince mujeres llevan el apellido Rivas, o sea,
un total de 33 personas (70.21%). Los restantes apellidos con una persona
asentada, para el caso de los hombres, eran Mora, Campuzano, González, Caos, Gómez,
Rodríguez, y Fernández. En cuanto a las mujeres, cuatro tenían el apellido
Rodríguez, y una el de Cosgaya.42
No se registró ninguna persona como indígena en el padrón.
De todos los hombres, el de más edad era Timoteo Rivas
que contaba con 90 años; cuatro tenían de 60 hasta 70 años; en la curva de los
50 a los 59 años había dos; de los 40 a los 49 años había dos; una persona
contaba con 32 años; diez personas tenían entre 20 y 29 años, y uno más contaba
con 17 años. La lista se completaba con la mención de cuatro menores de edad,
de 1 a 13 años, destacando uno de ellos con la mención de “Negrito”, en el
espacio de “Estado” (civil).43
De nueva cuenta, la utilización de una calidad socio-racial supuestamente ya en
desuso o el rasgo fenotípico para destacar a una persona entre las otras,
obliga a la pregunta si esa “otredad” se utilizaba de manera inconsciente como
resabio, o la mirada hacia ese grupo por parte de los funcionarios yucatecos
que levantaron el padrón era para referirla como gente ajena en origen a la
región.
Volviendo a ese documento, en el listado de hombres se
encuentran siete casados, doce solteros, y dos viudos. Como ocupación, todos
los mayores de once años, incluido Timoteo Rivas, son señalados como labrador.44
Por el lado femenino, las edades en promedio eran menores
que las del otro género. Esas estaban encabezadas por Marcelina Rivas con 48
años, más otras tres que contaban con algo más de cuatro décadas de vida; de
entre 30 a 39 años había seis mujeres; de 20 y máximo de 29 había dos personas;
de catorce años, al parecer la mayoría de edad, y de menos de 20 años había
cuatro personas. Las menores de edad eran seis, siendo Victoriana Rivas, con
nueve meses de nacida, la más pequeña de la comunidad.45
De todas ellas, únicamente tres se señalan como casadas, mientras que la
mayoría, doce, eran solteras. Sólo se reporta una viuda.
En el registro el término “casada” pudo no incluir a las
relaciones consensuadas, ya que sólo aparecen tres casadas. Sin embargo,
siguiendo un estricto significado legal, todas las madres solteras y las
mujeres que vivían en uniones ilegales aparecen en los registros de la época
como solteras (Arrow, 1988, p. 139). En San Francisco de Paula, Mónica Rivas es
ejemplo de las solteras con descendencia, ya que llevó a bautizar a sus hijos
ilegítimos el 12 de marzo de 1846 (Leandro Rivas); el 19 de diciembre de 1847
(José Viviano Rivas); el 11 de agosto de 1851 (Mariano Rivas), y el 12 de
octubre de 1864 (María Mercedes).46
En el padrón del rancho de 1849 hay cinco hombres de
apellido Rivas que por edad pudieron estar en el grupo originario de migrantes
en 1823, aunque es posible agregar a Alejandro Rivas que pudo contar con pocos
meses de nacido en ese año. De las mujeres hay ocho personas que pudieron hacer
el viaje en 1823, aunque también se puede agregar a una más con 26 años
pensando que, al igual que Alejandro, sería una infanta de meses. La suma de
ambos es de trece adultos y dos niños de pecho.
Si Hipólito Rivas y Alejandro Rivas dijeron haber sido
bautizados en la catedral de San Carlos de Matanzas, una revisión a la
documentación de ese sacramento elaborada en aquella iglesia arrojó su inexistencia
a la vez que el apellido Rivas únicamente aparece dos veces en todos esos años,47 lo que indica que no
fueron asentados en la catedral, o que la información proporcionada estuviese
errada. Cabe apuntar que, al casarse en Sisal los desposados no mostraban
documento que avale la procedencia, únicamente se confiaba en la palabra de los
contrayentes y la de los testigos, por lo que la verdad pudo ser alterada.
De acorde con la documentación de los matrimonios en el
puerto de Sisal, se piensa que de Cuba salieron, al menos, Hipólito y
Alejandro, Pedro y Úrsula; Dorotea y sus padres Francisco y Laureana
Rivas,48 o sea, siete personas
(cuatro hombres y tres mujeres).49
Con base en el padrón de 1849, si se les quita 26 años a las edades señaladas,
para 1823 (llegada por Nueva Málaga) los padres de Hipólito, Pedro y Úrsula,
tendrían 35 y doce años, respectivamente.
Acorde a lo anterior, la propuesta es que, al menos,
siete personas vinieron de Cuba, y que serían de los primeros pobladores del
rancho. Pudieron ser más, pero la ausencia de información para esos años impide
especular en cuanto al número. A esa cantidad se le puede sumar la presencia de
Eugenio Duarte, quien aparece en la documentación años más tarde. Ante la duda
es preferible utilizar al número en cuanto a los apellidados Rivas (siete).
En la tradición oral recopilada en Sisal y Hunucmá se
dice que los pobladores del rancho llegaron huyendo de la esclavitud desde la
región de Cayal, ayudados por una persona de apellido
Duarte (Victoria, 2011), lo que apuntaría a la posible procedencia del grupo
mayoritario desde el actual estado de Campeche. Aunado a lo oral, ese
patronímico entra a esta historia el día 26 de marzo de 1858, fecha en que
compareció Eugenio Duarte, quien señaló ser natural de La Habana, vecino del
rancho San Francisco, y dijo pretender casarse con Caciana
Ek, natural del mismo rancho, presentando como
testigos a José María Campusano, Esteban Rivas y a Antonio Delgado.50 Esa persona fue padre
de Bernavel Duarte, quien presuntamente nació también
en 1858, según consta en el acta de su fallecimiento, acontecido el 8 de
septiembre de 1936. Este sujeto fue uno de los últimos habitantes del sitio de
que se tenga noticia, antes de su abandono por la viruela, alrededor de 1916,
cuando parte de los moradores se reubicaron en Sisal, y que la memoria oral lo
refiere como “negro” (Victoria, 2011, pp. 313, 320).
A pesar de que no se señala, Eugenio Duarte fue
afrodescendiente; se desconoce su edad al momento de presentar sus intenciones
matrimoniales, así como si pertenecía al grupo originario de arribo. En caso de
haber llegado también en 1823 contaría, al menos, con 35 años. Su señalada
procedencia habanera y su ausencia en el padrón de 1849 inducen a pensar en su
llegada con posterioridad.
Los relatos orales acerca de la presunta ayuda prestada
por Duarte han dado origen a una leyenda sobre su participación ya que se le
asigna un destacado papel de colaboración para los que huían de la esclavitud
antes de 1829, desde las fincas de la región de Cayal.
Sin embargo, Duarte, aparece en San Francisco de Paula hasta 1858, casi tres
décadas después de la emancipación de la esclavitud de 1829.
La nota petitoria de Duarte también es significativa dado
que apunta que en el asentamiento ya vivía gente de otro grupo de identidad no
afrodescendiente. La mención de que la mujer de procedencia maya, Caciana Ek, era residente de San
Francisco de Paula es ejemplo de la apertura ya existente en el poblado, a la
aceptación de una diversidad étnica, a la transculturación de saberes y, por
supuesto, a la descendencia afro-maya.
LOS RIVAS: UNA INTERROGANTE POR RESPONDER
Es llamativo que en el padrón de
1849 un alto porcentaje de los habitantes de San Francisco de Paula llevasen el
apellido Rivas. Dado el nulo resultado de la búsqueda en los registros de
bautismos de la catedral de Matanzas, se plantea que ese patronímico puede
provenir de los Rivas existentes en San Fernando Aké, donde se registran
algunos vecinos con ese apellido (Pedro, de 80 años, uno de los mayores del
asentamiento; José, de 30 años y Nicolasa, de doce años), y otros que habían
adoptado el compuesto de Rivas Vertis (con s no z).51 En el segundo caso, no
se sabe la causa por la que tomaron los apellidos del militar don Juan Rivas
Vértiz. Esta persona destacó en la política en la primera y segunda décadas de
1800, llegando a ser jefe político de Yucatán para 1820 (Ferrer, 2002, p. 133).
A pesar de la laguna informativa que impide conocer la toma o préstamo de los
apellidos, en San Fernando Aké se reporta a Luis (60 años) y a Serafina Rivas
Vértiz (59 años), quienes debieron de recibir o adoptar esos apellidos en
tiempo del militar. Los restantes Rivas Vértiz con base en la notificación en
1841 de San Fernando Aké, eran Joaquín (16 años) y Narcisa (catorce años).52 Se desconoce si alguno
de los mayores de edad tenía alguna preeminencia que diese ocasión para copiar
el apellido. En cuanto a los llegados de Cuba en 1823, bien pudieron adoptar el
patronímico debido a alguna ayuda prestada por parte de los Rivas de San
Fernando Aké.
En relación con la estancia de los arribados a este
último poblado, cabe apuntar que Landers (2011, pp.
253-255) incluye a las tropas negras (libres por las armas) auxiliares de
Carlos IV como uno de los medios de divulgación del ambiente político que
posibilitaron la interconexión entre las regiones fronterizas del Caribe ya que
fueron enviadas a diversas partes del continente americano. Uno de esos grupos
en que fue dividida la tropa de Jean François, líder de origen africano de los
mencionados auxiliares del rey hispano, fue remitido a Yucatán donde fundó San
Fernando Aké en 1796 (Victoria y Canto, 2006). Las tropas procedentes de
Saint-Domingue, diseminadas desde La Habana, y la constatada comunicación entre
algunos de esos grupos, es muestra de una conexión y movimiento entre los
africanos y afrodescendientes, asunto que posibilitaba la transferencia de
noticias.
Por otra parte, el traslado a otro sitio (San Francisco
de Paula) pudo responder a rencillas internas que existían. Por ejemplo, cuando
en 1825 en San Fernando Aké se integró un piquete de la Milicia Activa con
gente del sitio, estuvo a la cabeza del mismo Manuel Yuste. El 30 de mayo de
1826, Yuste ordenó a la patrulla trasladarse al no lejano pueblo de Sucopo, pero corrió el rumor de que en verdad los enviarían
a Cuba;53 ante ello nueve de los
soldados desertaron, dirigiéndose a la costa abordaron la canoa de un tal
Nicolás (Miguel ¿?) Molas y regresaron al pueblo hasta el mes de julio
siguiente.54 El oficial mulato
Yuste mandó que los huidos fuesen encarcelados y al no tener dinero para pagar
el flete de la canoa, mandó azotar a uno de ellos –Antonio Dambrón–,
y estando los desertores en el cepo los insultó y ofendió a sus esposas, padres
y abuelos. Yuste fue acusado ante las autoridades por ese abuso, pero fue
absuelto de castigo.55
Quizá ese tipo de problemas internos pudo ser el motivo
para que más tarde gente de ese sitio decidiese trasladarse a otra parte. Se
insiste en que la fundación de San Francisco de Paula y el periplo de un grupo
de gente de un extremo a otro de Yucatán se debió de realizar a inicios de
1830, dado que, como apunta Victoria (2011), no se notifica la existencia del
asiento en el plan de reconquista de México de 1828-1829 desde Cuba, a pesar de
que se proponía iniciar la invasión entre los poblados de Sisal y Chuburná,
incluso menciona el paso por la ciénaga. En ese plan únicamente se apunta a San
Fernando Aké.56
INCENDIO EN EL RANCHO, OCASIÓN DE INFORMACIÓN Y DE LA
RELACIÓN ENTRE LOS DOS POBLADOS
Otra documentación novedosa para
la historia del sitio lo constituye un expediente acerca de un incendio en San
Francisco de Paula y la información generada a propósito de la averiguación. En
él se apunta que el 1 de marzo de 1853 se presentó en la villa de Sisal Esteban
Rivas, alcalde auxiliar suplente57
del rancho San Francisco de Paula, para notificar ante el alcalde primero del
lugar, que el 19 de febrero se había quemado en el citado rancho un gallinero
en la casa de Pedro Rivas, alcalde del sitio, y un cesto de ropa en el interior
en aquella morada, en el que resultaba sospechosa la nuera del afectado, Camila
Sandoval. Agregó el denunciante que el día 21 del mismo mes, estando en la
“placita” del sitio en compañía de Pedro Rivas, Antonio Delgado, Estanislao y
José María Campusano, se acercó la esposa del primero, de nombre Úrsula Rivas,
diciendo que su nuera había soñado que se quemaría la iglesia del rancho, al
igual que la casa de Pedro y la de Hipólito Rivas, suegro y cuñado de Sandoval,
respectivamente.58
Apuntó que en esa fecha comenzó el fuego en casa de
Hipólito y denunció que Camila pudo estar involucrada ya que poco antes se
presentó a pedir una batea a Dorotea Rivas, esposa de quien sufrió el daño, y
que luego del incendio descubrieron una braza de carbón entre el guano ya
quemado que retiraron, la cual sospecharon que Camila habría llevado.59
A raíz de los sucesos, y como todos los varones salían al
monte a trabajar, se decidió dejar a una persona de guardia en el rancho. A
pesar de ello, el último día de febrero Hermenegildo Borges fue el encargado de
aquella tarea (quien no aparece en el padrón de 1849); al medio día empezó a
arder la casa de Pedro Rivas y la iglesia que estaba contigua. Borges declaró a
los vecinos que instantes antes vio a Camila pasar por el lugar. La autoridad
del rancho puso a disposición de su homónima de Sisal a Camila y a Hemeregildo. Ante la sospecha, se mandó detener a Sandoval
y enviarla al calabozo de la antigua fortificación colonial de ese puerto.60
En el proceso judicial se tomó declaración a varias
personas vecinas y no de San Francisco de Paula, cuya información permite
conocer más acerca del poblado, de su gente, actividades y relaciones allende
sus límites y con San Fernando Aké. Así, Pedro Rivas apuntó que en el incendio
del cesto de ropa se le había quemado “un traje de Mayor que
el cual [sic] también se había comprado a saber”.
Al parecer se estaría hablando de un traje militar que recuerda la organización
castrense interna existente en San Fernando Aké y que sus autoridades
importaron de Saint-Domingue.61
En el caso de San Francisco de Paula no hay datos que orienten hacia la
existencia de esa formación de autoridad.
Aunque no aparece en el padrón del rancho de 1849, para
la fecha del incendio mencionado, era vecino del sitio un tal Antonio Delgado,
apuntado como soltero, de 53 años.62
En su declaración se dijo que era español, de 70 años, casado, sin saber
firmar. Este dato indica que el rancho, en ese tiempo, no era en su totalidad
de vecinos afrodescendientes.63
De la declaración de José María Campo (Campusano en el
padrón), se deduce que en ese entonces no vivía en San Francisco de Paula, a
pesar de aparecer en el registro de 1849, pues declaró haber ido al rancho a
abonar una cantidad de dinero a Antonio Delgado por algún negocio de una casa
entre ellos, y que después de los acontecimientos marchó para su rancho. No se
sabe si era afrodescendiente. A propósito de ello, se advierte cierta movilidad
de personas de San Francisco de Paula a otro sitio pues en el padrón de Sisal
de 1841, como se ha adelantado, se registra a Hipólito Rivas, de 25 años,
casado, labrador.64 De regreso al juicio,
el 2 de marzo tocó declarar a la presunta culpable Camila Sandoval, que se dijo
de 15 años (aunque en el padrón aparece de 17), esposa de Camilo Rivas.65 Ella aporta datos que
ayudan a profundizar en el estudio del rancho y del vínculo entre los dos
poblados de afrodescendientes mencionados en estas líneas. Sandoval declara que
era natural del pueblo de San Fernando (Aké), y vecina de San Francisco de
Paula por estar casada con uno de sus habitantes.66
La procedencia de Sandoval es de interés ya que indica contacto entre aquellos
dos poblados yucatecos mayoritariamente de afrodescendientes.
Camila Sandoval aparece en el padrón de San Fernando Aké
de 1841, apuntada como una menor de seis años; otra infanta señalada es Nolverta Rodríguez, de cuatro años.67
En el documento de 1849 de San Francisco de Paula se indica la presencia de
Camila Rodríguez, de 17 años, casada, aunque, sin duda, es la misma persona.
También aparece Nolverta Rodríguez, a quien se le
apunta como de catorce años y soltera.68
En su declaración Camila hizo referencia a su “hermanita”, con el nombre de
Refugio Sandoval, no como Nolverta (a veces señalada
como Rodríguez y en otras como Rodríguez Sandoval, al igual que ella), a su
madre Isabel Rodríguez y una sirvienta a su servicio, de 23 años, del mismo
nombre que la progenitora, todas ellas procedente de San Fernando Aké.69 En el listado de San
Francisco de Paula se menciona a un menor de nombre Nicolás Rodríguez, de once
años,70
y que también formaba parte de la familia de las personas mencionadas ya que se
le apunta en el padrón de San Fernando.
Otro hecho que marca la relación entre esos poblados es
que, en 1848, Luisa Dambrón, de 26 años, quien
aparece en el padrón de 1841 de San Fernando Aké, fungiese como madrina en la
boda de Camila Sandoval, realizado en Sisal el 2 de octubre de 1848.71 ¿Cómo fueron a parar
esas mujeres y el menor, de su natal poblado hasta el lejano rancho de San
Francisco de Paula?, ¿de quiénes se hicieron acompañar? El progenitor de Camila
se llamaba José María Sandoval, y aparece en el padrón de San Fernando Aké para
1841, reportado como de 40 años, en conjunto con menores del mismo apellido
–Fernando, de ocho años, Nicolás de tres años, y Anastacia
de un año–, y el nombre de Camila, 72
más no Isabel Rodríguez, indicada como viuda para 1849.73
Las mujeres que aparecen junto a la familia Sandoval, en el padrón de San
Fernando, son Manuela Rodríguez, de 29 años, y las hermanas Manuela (26 años) e
Isabel Molas, de 28 años.
Por otra parte, en relación con el nombre del poblado,
Victoria (2011, pp. 317-319) propuso hace unos años que podría deberse al
gobernador de Yucatán Francisco de Paula y Toro (1835-1837), nacido en
Cartagena de Indias, hoy Colombia. Ahora quizá la mejor respuesta se tenga en
la mención de que en el incendio de la iglesia del rancho, José María Naranjo logró salvar la imagen de San Francisco de
Paula que se encontraba en su interior, así como algunos muebles del mismo
espacio.74 Con esa representación
religiosa y de la devoción hacia ella, es factible que la titularidad del
rancho se debiese al nombre del santo patrón.
En la información del juicio se menciona un comprador de
higuerilla (Recinus communis L.), vecino de la
villa de Hunucmá, el citado Naranjo, quien fue la única persona señalada en
este expediente como “moreno”. La presencia de este afrodescendiente en el
plano comercial en el rancho indica el cultivo o recolección y venta de
higuerilla entre los pobladores, pues el individuo le preguntó sobre ese
arbusto o su semilla a Camila y luego fue a casa de Jorge Rivas a comprar
cierta cantidad de aquella planta.75
Asimismo, ilustra la presencia de otras personas de ascendencia africana en la
región, más allá de los moradores del rancho.
Cuando tocó turno a Florencio Rivas,76 este declaró que el 19
de febrero estaba llegando del monte con su mula cargada de guano, y al estar
bajando los bultos junto al árbol del ceibo “que hay sembrado en medio de la
plaza”, comenzó a escuchar los gritos de que se quemaba el gallinero de la casa
de Pedro Rivas. Aparte de ese dato, en este caso es de notar que tal vez este
sujeto se dedicaba al comercio de ese vegetal, y que el ceibo (Ceiba pentandra) pudiese ser un
indicador cultural de una asimilación de los pobladores afrodescendientes hacia
lo maya del entorno, dada la importancia de ese árbol para los indígenas. En
relación con ello, destaca el hecho de que se diga que el ceibo “está
sembrado”, como si su presencia fuese aposta y no fortuita.77
Por otra parte, descontando a Úrsula Rivas que vendía
verduras en Sisal y tal vez a otras mujeres que también lo hiciesen, al parecer
todos los hombres del pueblo salían al monte a trabajar quedando en el rancho
la mayor parte de personas del sexo femenino. Eso se deduce de las palabras de
Pedro Rivas en su intención de interrogar a “todas las mujeres del rancho”
acerca del segundo incendio el día 29 de febrero. Si el trabajo de ellos
requería retirarse a cierta distancia del sitio por alguna razón, en el caso de
ellas tal vez el cultivo de hortalizas, por ejemplo, permitía su permanencia.
Camila Sandoval indicó en una de sus participaciones ante el juez que “A las
siete de la mañana del expresado día veinte y ocho salí de mi casa con
dirección a mi solar que está media cuadra de mi estancia”.78
Después de interrogatorios y careos, el 10 de marzo de
1853, el juez primero de amparo, licenciado Mariano Brito, dictó auto contra
Camila y mandó que guardase prisión en la casa de las recogidas en vez del
calabozo de la fortificación de Sisal. No obstante, a comienzos de abril el
defensor de la acusada, el licenciado José D. Castro, señaló al Juez de 1ª
Instancia “que siendo leves los indicios que existen contra mi patrocinada, su
culpabilidad cualquiera que resulte queda castigada suficientemente con la
prisión sufrida”. Alegó que, “la ingenua e inocente confesión que hace de su
sueño revela ninguna malicia, no siendo extraña la existencia de tal sueño si
se considera que pocos días antes hubo otro incendio en el expresado rancho”.79 Aquello dio resultado,
pues si el 30 de ese mes se confirmó la sentencia contra Camila, el día 12 de
abril se indicó que era suficiente el castigo por la prisión que había sufrido
hasta el momento, ya que no se consideró daño mayor y se mandó su libertad.80
No obstante que el alcalde del rancho era pariente
político de Camila, este permitió la denuncia contra su nuera en su afán de
hacer cumplir la ley y lo estipulado en sus obligaciones. Ello denota que no
había alguna otra forma de autoridad interna como fue el caso de San Fernando
Aké, que sirviese como contrapeso. Tampoco hay indicios que hubiese una posible
identificación grupal africana entre los moradores de esa ascendencia que
permitieran arreglar sus asuntos de manera interna.
Sobre este tema, los vecinos de San Francisco de Paula, a
pesar de las señaladas menciones de las autoridades como foráneos o “morenos”,
pudieron sentirse y externarse como yucatecos desde su aceptación al territorio
nacional, aunque con San Fernando Aké mantuvieron un lazo con visos de una
identificación de procedencia africana. Comulgamos con la idea de que la
pérdida u olvido de las raíces africanas tuvo causas multifactoriales
(Delgadillo, 2019) en las que se incluyen la decisión de aquella gente por
identificarse como mexicanos después de la independencia en una búsqueda de
ascenso social (Guardino, 2008) y también por el
silenciamiento de la prensa debido a prejuicios raciales. En el caso yucateco,
la prensa regional no hizo señalamiento a la presencia de gente de ascendencia
africana en las décadas posteriores a la independencia (1821). Así, una
búsqueda en la prensa yucateca de 1830 a 1860 en la Hemeroteca Nacional Digital
de México, únicamente ofreció una mención de “morenos” para ese lapso y hace
referencia a los de San Fernando.81
En consecuencia, es lícito pensar que en la región peninsular no se tenían las
mismas condiciones de debate y uso político de la afrodescendencia
que en el centro del país, donde los periódicos, a opinión de Delgadillo
(2019), denotan que el tema siguió formando parte de la vida pública con esos
fines en los años 1840-1860.
Parte interesante de la información recabada en este
trabajo es saber que Camila Sandoval o Rodríguez, junto con algunos familiares
y una persona de servicio, y la Dambrón, todas
registradas en San Fernando Aké para 1841, se trasladó a San Francisco de
Paula, desde el oriente al poniente peninsular para vivir en pareja. Ese
matrimonio obliga a preguntar dónde y cómo se conocieron Camila y Camilo ya que
esa relación es testimonio de contactos entre dos poblados fundados por
afrodescendientes en Yucatán.
No se tiene documento alguno que señale el periplo de las
personas antes citadas desde San Fernando Aké hasta San Francisco de Paula, lo
más seguro es que fuese por vía marítima, aunque en esa ocasión ya no podía ser
Miguel Molas quien los condujese pues había fallecido en 1840, aproximadamente,
y ellas aparecen en el padrón de San Fernando Aké al año siguiente.
CONSIDERACIONES
Es gratificante que, de pocos
datos hasta hace unos años, ahora se cuente con nueva información que ayude a
interpretar el arribo de gente de la Cuba colonial al Yucatán independiente, y
que con el tiempo formaron el rancho San Francisco de Paula. Por ahora se
sostiene la postura de que siete de los fundadores de ese sitio fue gente que
llegó a Yucatán desde la región de Matanzas vía Nueva Málaga, hasta el pueblo
de San Fernando Aké, para luego marchar a la zona de Sisal. Con el tiempo quizá
llegaron desde esa isla algunos más. En ese proceso construyeron su historia
para hacerse de una identidad, trabajando como moradores del rancho y en
compañía de otras personas de ascendencia no africana, en diversas labores del
campo y del comercio.
Ante su arribo, la autoridad yucateca vio en ellos la
posibilidad de sentirse progresista y les otorgó beneficios de acorde a la
coyuntura política del momento en la región; fueron sin duda, adaptaciones “en
pro de la humanidad”. Este hecho pudo tener una significancia especial en el
contexto político yucateco del momento, a pesar de no saber a ciencia cierta su
situación legal en el lugar de salida, dado que en la documentación generada
únicamente se les señala como “negros bozales”.
Un interesante descubrimiento en esta historia es la
relación que se dio entre los dos poblados fundados por africanos y
afrodescendientes en Yucatán, lo que indica una identificación entre ellos, más
allá de su procedencia caribeña inmediata. El traslado de un grupo de personas
(los nuevos Rivas), acaso por rencillas internas como se apuntó, se complementa
con la posterior marcha de Camila Sandoval y parentela de San Fernando Aké
hacia San Francisco de Paula, aunque tampoco se descarta el contacto en ambos
sentidos.
De igual manera, resulta relevante el papel que Miguel
Molas desempeñaría en la historia de ese tráfico humano ya que, de acorde a la
propuesta, el experto navegante del litoral yucateco y contrabandista tuvo una
participación importante en la misma.
San Francisco de Paula fue un sitio donde los inmigrantes
tuvieron que rehacer sus vidas e identidades, adaptándose culturalmente. Con el
paso del tiempo, los fundadores aceptaron la inclusión de otras personas de
distinta procedencia, por lo que el asentamiento se fue diversificando en lo
poblacional, formas de pensar y de actuar. Estos datos documentados acerca de
la presencia de gente no afrodescendiente y de indígenas en el rancho dibuja un
asentamiento que, si bien fue mayoritariamente de personas de origen africano,
no tuvo reparos en abrirse a otras en la búsqueda de dejar atrás su otredad y
seguir por la vía de la homogeneidad nacional, y sentirse yucatecos y
mexicanos, a pesar de algunos señalamientos por parte de la autoridad con
resabios colonialistas de un pasado no lejano. Ante esas condiciones, la
historia del poblado debió seguir en el mismo sendero que las restantes
comunidades yucatecas, sin ninguna notoriedad, a lo que ayudó sobremanera la
prensa de esos años que se habría de encargar de no hacer notorios en el plano
público el pasado y el presente de los africanos y afrodescendientes.
Para escoger Yucatán como destino y salir de la Cuba
hispana y convulsa, los inmigrantes debieron conocer de antemano las
condiciones políticas existentes en el estado. En el territorio mexicano
podrían vivir en el marco de libertad, con posibilidad de un ascenso social,
otorgando mayor énfasis a la nueva situación que tenían y que, con el correr de
los años, pasó a enmarcarse en el mestizaje afro-maya de la vida rural
yucateca.
Por último, llama la atención que la historia oral no
mencione la procedencia matancera de algunos de ellos, ni de los lazos con San
Fernando Aké, pero que sí tergiverse el actuar de Eugenio Duarte al ser
señalado como persona de importancia en el escape hacia la esclavitud. Quizá la
presencia de Bernavel Duarte en Sisal responda a ello
contando una versión a conveniencia.
Esta historia mínima sacada de los añejos escritos,
contribuye a enriquecer lo que hasta ahora se sabe de un tercer grupo social
que vivía en los albores del Yucatán independiente, y en particular del pequeño
asentamiento. Es una historia que entrelaza a la Cuba colonial con el Yucatán
independiente, en esa histórica relación circuncaribeña
(ínsula-península) que ilustra la presencia de los afrodescendientes en el
siglo xix, hasta ahora
poco conocida en la región peninsular.
LISTA DE REFERENCIAS
Antochiw, M. (1992). Historia cartográfica de la península de
Yucatán. México: Tribasa/Gobierno del Estado
de Campeche.
Arrow, S. (1988). Las mujeres de la
ciudad de México, 1790-1857. México: Siglo XXI Editores.
Balboa, I. (2002). Brazos para el azúcar. Centralización
y productividad laboral. En J. A. Piqueras (comp.), Azúcar y esclavitud en el final del trabajo forzado (pp.
50-75). Madrid: Fondo de Cultura Económica.
Bretones, F. (2013). Noticias
Insurgentes. Política, escravidâo e imprensa periódica em Cuba no contexto das independências ibero-americanas (1810-1823). (Tesis
de maestria inédita). Universidade
de São Paulo, São Paulo.
Delgadillo, J. E. (2019). La esclavitud, la abolición y
los afrodescendientes: memoria histórica y construcción de identidades en la
prensa mexicana, 1840-1860. Historia Mexicana, lxix(2), 743-788.
Farriss, N. (1992). La sociedad maya bajo el dominio
colonial. La empresa colectiva de la supervivencia. Madrid: Alianza
Editorial.
Fernández, F. y Negroe, G.
(1995). Una población perdida en la memoria. Los negros de
Yucatán. Mérida: Universidad Autónoma de Yucatán.
Ferrer, M. (2002). La crisis independentista en Yucatán. Anuario de Estudios Americanos, 59(1),
121-146.
García, G. (2005). Vertebrando la resistencia: la lucha
de los negros contra el sistema esclavista. En M. D. González-Ripoll, C. Naranjo,
A. Ferrer, G. García y J. Opatrný, El rumor de Haití en Cuba: temor, raza y rebeldía, 1789-1844
(pp. 233-320). Madrid: Centro Superior de Investigaciones Científica.
Guardino, P. (2008). La identidad nacional y los afromexicanos
en el siglo xix. En B. Connaughton (coord.), Prácticas
populares, cultura política y poder en México, siglo xix (pp. 259-301). México: Universidad
Autónoma Metropolitana/Casa Juan Pablos.
Herrera, L. (1991). Piezas de
Indias. La esclavitud negra en México. Veracruz: Instituto Veracruzano
de la Cultura.
Landers, J. (2011). Comunicación y movilidad de afrodescendientes en el Circuncaribe. En J. de la Serna (ed.), Vicisitudes negro-africanas en Iberoamérica, experiencia de
investigación (pp. 241-263). México: Universidad Nacional Autónoma de
México.
Meriño, M. de los Á. y Perera, A. (2015). Contrabando de bozales en Cuba: perseguir el tráfico y mantener
la esclavitud (1845-1866). La Habana: Ediciones Montecallado.
Naranjo, C. (2017). Cuba, reformismo, poder y conflictos
(1760-1868). En J. Alvarado Planas (coord.), La
administración de Cuba en los siglos xviii y xix (pp. 47-68).
Madrid: Boletín Oficial del Estado/Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
Olavarría, E. y Arias, J. (1972). México
a través de los siglos (x vols.). México:
Editorial Cumbre.
Olveda Legaspi, J. (2013). La abolición de la
esclavitud en México, 1810-1917. Signos Históricos,
15(29), 8-34.
Peón, J. y Gondra, I. (1832). Colección de leyes, decretos y órdenes del Augusto Congreso del
Estado Libre de Yucatán (ii
vols.). Mérida: Imprenta de Lorenzo Seguí.
Restall, M. (2009). The Black Middle: Africans,
Mayas, and Spaniards in Colonial Yucatan.
Stanford: Stanford University Press.
Robles, F. y Andrews, A. (2004). Proyecto Costa Maya.
Reconocimiento arqueológico de la esquina noroeste de la Península de Yucatán.
En J. P. Laporte, B. Arroyo, H. Escobedo y H. Mejía (eds.), XVII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala,
2003 (pp. 41-60). Guatemala: Museo Nacional de
Arqueología y Etnología. Recuperado de
https://www.asociaciontikal.com/simposio-17-ano-2003/06-03-robles-y-andrews-doc/
Rodríguez, S. (1985). Geografía
política de Yucatán (3 vols.). Mérida: Universidad Autónoma de Yucatán.
Ruiz, R. (2001). Matanzas. Surgimiento y esplendor de la plantación esclavista (1793-1867).
Matanzas: Ediciones Matanzas.
Ruz, R. (1970). La emancipación de
los esclavos en Yucatán. Mérida: Ediciones de la Universidad de Yucatán.
Shrimpton, M. (2015). Islas de tierra firme ¿un modelo para el Caribe continental?
El caso de Yucatán. Memorias, 11(25),
178-208.
Stephens, J. (1984 [1843]). Viajes a
Yucatán. Mérida: Editorial Dante.
Taracena, A. (2007). El Museo Yucateco y la reinvención de Yucatán. La prensa y la
construcción del regionalismo yucateco. Península, ii(1), 13-46.
Victoria, J. (2015). Corrupción y
contrabando en la península de Yucatán. De la colonia a la independencia.
Mérida: Conaculta/Sedeculta.
Victoria, J. (2011). San Fernando Aké y San Francisco de
Paula. Dos poblados de negros (libres) en Yucatán, siglos xviii y xix.
En J. de la Serna (ed.), Vicisitudes negro africanas en
Iberoamérica, experiencia de investigación (pp. 287-331.). México:
Universidad Nacional Autónoma de México.
Victoria, J. y Canto, J. (2006). San
Fernando Aké. Microhistoria de una comunidad
afroamericana en Yucatán. Mérida: Universidad Autónoma de Yucatán.
Von Grafenstein, J. (1997). Nueva
España en el Circuncaribe, 1779-1808. Revolución,
competencia imperial y vínculos intercoloniales. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Mapa 1. Mapa de parte del Caribe, indicando el derrotero
entre los sitios de Matanzas, Cuba, Nueva Málaga, San Fernando Aké y San
Francisco de Paula
Fuente: detalle del mapa Unites States.
West Indies, realizado por P. Tardieu, P. Lapie y C. Piquet, 1806.
Recuperado de https://www.reddit.com/r/MapPorn/comments/2qt3oj/an_1806_map_of_the_united_states_and_west_indies/
Editado por Alejandro Molina E.
OTRAS FUENTES
Archivos
agay Archivo General del Arzobispado de Yucatán.
agey Archivo General del Estado de Yucatán.
agi Archivo General de Indias.
anc Archivo Nacional de Cuba.
essss Ecclesiastical and Secular Sources for Slave Societies.
1 Restall (2009, p. 150)
también señala la ausencia de información sobre el sitio en los archivos. Para
más datos acerca de San Fernando Aké, véase Victoria y Canto (2006).
2 Este autor retoma parte de los resultados preliminares de los arqueólogos y
los enriquece con sus aportaciones y comentarios.
3 Restall (2009) cree que San
Francisco de Paula fue fundado “around the same time as San Fernando Ake and inhabited through the nineteenth
century by Afro-Yucatecans” (p. 182). Este autor aporta ideas en cuanto al
asentamiento con base en su amplia experiencia sobre el tema de los africanos
en Yucatán.
4 En origen, los pardos eran el resultado de la unión de un africano y una
maya, sin embargo, la denominación se continuó aplicando para los hijos de los
pardos. Al ser descendientes de mujer maya los hijos nacían libres, aunque su
padre fuese esclavo. Culturalmente, este grupo estaba dentro del ámbito de lo
maya, aunque en lo biológico tenían parte de africano. Para el tema, véase Restall (2009), quien los denomina afro-mayas.
5 Los mulatos eran los hijos de españoles y negras, sin embargo, el término
se utilizó como genérico de la población en parte negra, así como se usó
también el de pardo (Fernández y Negroe, 1995, p.
19).
6 La actividad a la que se dedicaban los moradores del rancho fue el corte y
tráfico de palo de tinte y el comercio legal e ilegal de mercancías (Restall, 2009, pp. 224-226; Victoria, 2011, p. 320).
7 La consulta de esta documentación se realizó a través del Ecclesiastical and Secular Sources
for Slave Societies (en
adelante essss),
Nashville, Estados Unidos.
8 Cuba se independizó de España después de luchas que duraron de 1868 hasta
1898.
9 Bretones (2013)
también considera que el Caribe era un espacio extremadamente dinámico, de
rutas de comercio, de personas diversas y de noticias. Esa unidad hizo que las
colonias y territorios se interconectaran con el constante flujo de personas y
escritos noticiosos.
10 Este concepto geográfico abarca todo el espacio que cubre las Antillas
Mayores y Menores, además de las costas continentales de las cuencas marítimas
del Golfo-Caribe (Von Grafenstein,
1997, p. 14).
11 La palabra bozal, en términos académicos, refiere al africano recién
llegado de su tierra y que no ha aprendido la lengua ni oficio alguno. En el
contexto del tráfico ilegal y a partir de las ideas que intentaban proteger la
propiedad privada sobre los esclavos adquiridos de manera no legal, se implantó
un presunto significado jurídico del término, aplicable al africano que
procediese de un desembarco inmediato hecho contra las leyes que prohibían el
tráfico (Meriño y Perera, 2015, pp. 15-16). Ante el desconocimiento de su
situación legal, la autoridad yucateca los señaló como bozales indicando con
ello su desembarco clandestino, no alguna condición de esclavos.
12 Despacho del 30 de junio de 1823. Fondo Congreso. Ramo Acuerdos. Vol. 1.
Libro de acuerdos de la Junta Provisional Gubernativa, fs. 8-9. Archivo General
del Estado de Yucatán (en adelante agey),
Mérida, México. No se ha encontrado documentación que indique pistas sobre el
cargamento arriba apuntado. Tampoco se sabe el mes exacto en que entraron a
Yucatán ya que el Despacho citado señala el día cuando se tomó cartas en el
asunto. El trato indicado hacia los recién llegados es indicio de una
aceptación muy de acorde a los tiempos políticos en el Yucatán de 1823 en
relación a la introducción de esclavos. En cuanto a la educación apuntada, es
posible que ello esté relacionado a una aceptación en el poblado dado que
implicaría una estancia en el sitio para hacerlas personas útiles.
13 Despacho del 25 de julio de 1823. Fondo Congreso. Ramo Acuerdos. Vol. 1.
Libro de acuerdos de la Junta Provisional Gubernativa, f. 15. agey, Mérida, México. En el
Despacho del 8 de julio de 1823, f. 11v, se dice que un tal Tomás Osorio había
llevado unas personas de apariencia africana a Mérida, y en Despacho del 5 de
agosto de 1823, f. 17v, se solicitaba averiguar si de la gente introducida por
Nueva Málaga no había alguna en Motul.
14 Despacho del 9 de septiembre de 1823. Fondo Congreso. Ramo Acuerdos. Vol.
1. Libro de acuerdos de la Junta Provisional Gubernativa, f. 23. agey, Mérida, México.
15 Despacho del 11 de septiembre de 1823. Fondo Congreso. Ramo Acuerdos. Vol.
1. Libro de acuerdos de la Junta Provisional Gubernativa, fs. 23v-24. agey, Mérida, México.
16 Despacho del 17 de septiembre de 1823. Fondo Congreso. Ramo Acuerdos. Vol.
1. Libro de acuerdos de la Junta Provisional Gubernativa, f. 25. agey, Mérida, México.
17 En Dificultades para la toma de Yucatán. 9 de septiembre de 1828. Fondo Asuntos Políticos, núm. de Orden 77. Archivo Nacional de
Cuba (en adelante anc),
La Habana, se señala que el puerto fue fundado por Molas en 1821, lo que
constituye un error.
18 Matanzas se localiza en esta última parte de la isla.
19 Libro de Sesiones Secretas del Augusto Congreso Constituyente. De 23 de
agosto de 1823 a 18 de abril de 1833. Fondo Congreso. Ramo Acuerdos. Vol. 1, exp. 1, fs. 8v-9. agey,
Mérida, Yucatán.
20 Despacho del 16 de enero de 1824. Fondo Congreso. Ramo Acuerdos. Vol. 1.
Libro de acuerdos de la Junta Provisional Gubernativa, f. 61. agey, Mérida, México.
21 Despacho del 22 de enero de 1824. Fondo Congreso. Ramo Acuerdos. Vol. 1.
Libro de acuerdos de la Junta Provisional Gubernativa, f. 62. agey, Mérida, México.
22 Despacho del 13 de febrero de 1824. Fondo Congreso. Ramo Acuerdos. Vol. 1.
Libro de acuerdos de la Junta Provisional Gubernativa, f. 68. agey, Mérida, México; Despacho
del 23 de febrero de 1824. Fondo Congreso. Ramo Acuerdos. Vol. 1. Libro de
acuerdos de la Junta Provisional Gubernativa, fs. 71-71v. agey, Mérida, México.
23 Se dice que Molas proclamó y juró el gobierno monárquico en el pueblo de Yalahau (antes Nueva Málaga), a donde, según él, arribarían
dos buques de Cuba para sostenerlo. Libro de sesiones secretas del Augusto
Congreso Constituyente. Del 23 de agosto de 1823 al 18 de abril de 1833. Fondo
Congreso del Estado. Ramo Sesiones. Vol. 1, exp.1, f. 16. agey, Mérida, México.
24 Fragmento de un cuaderno copiador de oficios del gobernador José Tiburcio
López con los jefes militares. Noviembre-diciembre de 1828 (20 de diciembre).
Poder Ejecutivo. Ramo Correspondencia Oficial. Vol. 1, exp.
22. agey, Mérida,
México.
25 Padrón general de los habitantes de Kikil y su
comprensión, del partido de Tizimín, con expresión de sexos, edades y
ocupación. San Fernando, mayo 12 de 1841. Fondo Poder Ejecutivo. Ramo Padrones.
Vol. 3, exp. 27. agey, Mérida, México.
26 Matanzas. Bautismos de Pardos y Morenos, 1826-1830. Libro 13, f. 277v. essss, Nashville, Estados
Unidos.
27 El contacto entre Yalahau (antes Nueva Málaga) y
Sisal por vía marítima fue frecuente en el siglo xix, ello fue ocasión para conocerse ambos sitios
en los extremos del norte yucateco.
28 En un momento de su historia el rancho se conformó de unos 28 solares de
forma irregular, demarcados por albarradas, en los cuales existen muros de
algunas casas y bodegas. El asentamiento cuenta con algunos callejones y abarcó
una extensión tentativa de 300 x 400 metros (Robles y Andrews, 2004).
29 El escrito de 1837 es una misiva de la Junta Departamental al gobernador de
Yucatán, donde se señalaba la inconformidad de los “morenos” de ese rancho por
el pago de la contribución personal, no obstante, se indicó que los
solicitantes debían de hacer dicho desembolso ya que cumplían el requisito de
estancia y porque obtenían una renta por su trabajo agrícola. Correspondencia
de la Junta Departamental de Yucatán con el gobernador, del 17 de enero al 26
de junio de 1837. Ramo Correspondencia Oficial. Caja 9, vol. 6, exp. 9. agey,
Mérida, México. La ley mencionada es la “Ley de arreglo del cobro de la
contribución personal”, del 23 de febrero de 1823 (Peón y Gondra,
1832, vol. ii, pp.
213-214). La búsqueda de la misiva de los morenos en el archivo no ha tenido
éxito. La Constitución de Yucatán de 1825 les amparaba en cuanto a la obtención
de la ciudadanía con el ejercicio de derechos y obligaciones. Para el caso
véase, Constitución Política del Estado Libre de Yucatán,
sancionada el 6 de abril de 1825. Recuperada de
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3151/13.pdf
30 En siguientes documentos es señalado como Pedro Rivas.
31 Resulta de interés la mención de los padres en el bautizo en Cuba, pues
refleja un conocimiento de los integrantes de la familia lo que, en parte,
refuerza la idea de estado de libertad que tenían.
32 Hunucmá. Matrimonios, 1842-1883. Vol. 36, f. s. d. Archivo General del
Arzobispado de Yucatán (En adelante agay),
Conkal, México. Para marzo de 1833 se reporta la presencia en Sisal de Antonio
Herrera Rivas-Cacho, entonces de catorce años, y sus padres Cecilia y Antonio,
Matrícula del puerto de Sisal hecho el 23 de marzo de 1833, con expresión de
clases, oficios y edades. Caja 5, vol. 3, exp. 5. agey, Mérida, México.
33 En los libros de defunciones del Sagrario y de la parroquia de San
Cristóbal, se buscó sin éxito a la difunta Nestora
Suárez. Por la temporalidad son las parroquias de más probabilidad de asiento
del entierro.
34 Hunucmá. Matrimonios, 1839-1884. Vol. 35, f. 56v. agay, Conkal, México. La ceremonia religiosa se
realizó en la iglesia de Hunucmá el lunes 23 de abril de 1847. Los padres de la
novia eran Apolinar Cab y Paula Colli, los testigos
fueron Antonio Aguilar, Santiago Naal y Antonio
Solís, “vecinos de este pueblo” (Hunucmá). Hunucmá. Matrimonios, 1939-1884.
Vol. 34, f. 148v. agay,
Conkal, México. No hubo testigo de apellidos Rivas.
35 Al menor desde 1841 se le encuentra viviendo en Sisal. Padrón general de
habitantes del pueblo de Hunucmá y su comarca de haciendas, sitios y ranchos.
Fondo Poder Ejecutivo. Ramo Censos y padrones. Caja 39, vol. 2, exp. 22. También aparece años después en el rancho. Causa
instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado en el
rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853. Sisal.
Fondo Justicia, 1821-1913. Serie penal. Sección Juzgado de Primera Instancia de
lo Criminal. Subserie Incendio. Caja 67, vol. 67, exp.
2. agey, Mérida, México.
Su esposa vivía en el rancho y quizá también tenía una casa en Sisal.
36 Padrón general de los habitantes del puerto de Santa María de Sisal y su comprensión,
rancho de San Francisco de Paula y Celestún. 1849. Fondo Poder Ejecutivo,
1843-1885. Sección. Censos y Padrones. Caja 64, vol. 14, exp.
49. agey, Mérida,
México.
37 A pesar de que en 1822 se prohibió el uso de clasificar a los individuos a
partir de “castas” o calidades, la práctica continuó en ciertos espacios, sea
por costumbre o sentido peyorativo. Por ejemplo, en 1837 las autoridades
mencionan a los pobladores del rancho en cuestión como “morenos”.
Correspondencia de la Junta Departamental de Yucatán con el gobernador, del 17
de enero al 26 de junio de 1837. Ramo Correspondencia Oficial. Caja 9, vol. 6,
CD. 8. agey, Mérida,
México.
38 Ese suceso aconteció mientras México y España estaban en guerra por la
situación de los primeros en San Juan de Ulúa, Veracruz.
39 La “alfabetización geopolítica” engloba los conocimientos políticos,
sociales, la destreza lingüística, la facilidad de adaptación, el saber de
otros lugares, etc., que adquirieron los africanos y afrodescendientes a través
de la comunicación oral y escrita (Landers, 2011, p.
242).
40 Al darse en 1844 la represión conocida como la matanza de La Escalera,
centenares de personas libres consideradas de origen africano fueron obligadas
a salir de la isla (Landers, 2011, pp. 256-257).
Varios de esos emigrados llegaron a tierras yucatecas. Al menos eso puede
pensarse de la petición del cónsul español al gobierno de México acerca de que
regrese a Cuba la gente que salió de la isla. México alegó que habían salido
con pasaporte en regla y mandó a aquella se retirase al menos diez leguas de la
costa y que se interne a los pueblos del interior. El ministro de Relaciones
Exteriores comunica al gobernador de Yucatán acerca de que los negros y mulatos
que existen en las costas de Yucatán retornen a la isla de Cuba. México, 1846.
Fondo Poder Ejecutivo. Correspondencia Oficial. Caja 75, vol. 25, exp. 2, CD. 39. agey,
Mérida, México.
41 Constitución
Política del Estado Libre de Yucatán, sancionada el 6 de abril de 1825. Recuperada de
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3151/13.pdf
42 Padrón general de los habitantes del puerto de Santa María de Sisal y su
comprensión, rancho de San Francisco de Paula y Celestún, 1849. Fondo Poder
Ejecutivo, 1843-1885. Sección, Censos y Padrones. Caja 64, vol. 14, exp. 49. agey,
Mérida, México.
43 Si supuestamente todos, o casi todos, eran afrodescendientes, resulta
extraño que a un menor se le denominase de aquella manera, como si fuese un
sujeto con apariencia ajena al resto de los pobladores del asentamiento.
44 Padrón general de los habitantes del puerto de Santa María de Sisal y su
comprensión, rancho de San Francisco de Paula y Celestún, 1849. Fondo Poder
Ejecutivo, 1843-1885. Sección. Censos y Padrones. Caja 64, vol. 14, exp. 49. agey,
Mérida, México.
45 El 16 de diciembre de 1882, Felipe Morales, soltero, “bautizado en San Juan
Bautista de Tabasco”, y vecino de Sisal, señaló su pretensión de matrimonio con
Victoriana Rivas, la menor en el padrón de 1849, hija de Adelaida Rivas.
Hunucmá. Matrimonios, 1842-1884. Vol. 37, f. s. d. agay, Conkal, México.
46 Hunucmá. Bautizos, 1842-1868. Vol. 34, fs. 25, 3v., 75v., y 168. agay, Conkal, México.
47 Véase, Matanzas. Bautismos de Pardos y Morenos. 1823-1830. Libro 11. essss, Nashville, Estados
Unidos.
48 Para 1846 Laureana Rivas es señalada en el
nacimiento de uno de sus nietos. Hunucmá. Bautizos. 1842-1868. Vol. 34, f. 26. agay, Conkal, México.
49 Para julio de 1823 se apunta que un tal Diego Páez había conducido a Sisal
a siete negros de los introducidos por Nueva Málaga, y que los retenía en una
casa. Despacho del 1 de julio de 1823. Fondo Congreso. Ramo Acuerdos. Vol. 1.
Libro de acuerdos de la Junta Provisional Gubernativa, f. 10. agey, Mérida, México. La cifra
coincide más no se piensa que son las personas en cuestión.
50 Hunucmá. Matrimonios, 1842-1884. Vol. 37, f. 50v. agay, Conkal, México.
51 Padrón general de los habitantes de Kikil y su
comprensión, del partido de Tizimín, con expresión de sexos, edades y
ocupación. San Fernando, mayo 12 de 1841. Fondo Poder Ejecutivo. Ramo Padrones.
Vol. 3, exp. 27. agey, Mérida, México.
52 Padrón general de los habitantes de Kikil y su
comprensión, del partido de Tizimín, con expresión de sexos, edades y
ocupación. San Fernando, mayo 12 de 1841. Fondo Poder Ejecutivo. Ramo Padrones.
Vol. 3, exp. 27. agey, Mérida, México.
53 El rumor pudo ser por la venta de gente a los esclavistas de Cuba.
54 Fondo Poder Ejecutivo. Ramo Milicia. Vol. 3, exp.
25. agey, Mérida,
México; Victoria y Canto (2006, p. 75).
55 Fondo Poder Ejecutivo. Ramo Milicia. Vol. 4, exp.
2. agey, Mérida, México.
Uno de los ancianos agraviados por Yuste fue el antiguo coronel de los
auxiliares de Carlos IV, Ambrocio (Sasy) Plácido. Sobre establecimiento de negros auxiliares
de Santo Domingo. Estado. Leg. 24, núm. 53. Archivo
General de Indias (en adelante agi),
Sevilla, España.
56 En el plan de reconquista de México, de Juan José Gora
(1828-1829), se menciona la existencia de “los negros” de San Fernando Aké. Gora aseguraba haber vivido en Yucatán por 24 años y
fundamentaba lo asentado en el plan en el conocimiento que tenía de Yucatán. En
su plan Gora no mencionó a San Francisco de Paula.
Dificultades para la toma de Yucatán. 9 de septiembre de 1828. Fondo Asuntos
Políticos. Leg. 33, núm. de Orden 77. anc, La Habana; Dificultad que
puede pulsarse para formar una expedición que se apodere de la Provincia de
Yucatán. 29 de octubre de 1828. La Habana. Fondo Asuntos Políticos. Leg. 33, núm. de Orden 77. anc, La Habana.
57 La existencia de esas autoridades en el rancho se basa en la Constitución
yucateca de 1825, en un decreto y en una orden aclaratoria del 6 de mayo, que
indica: “El gobierno político de las pequeñas poblaciones comprendidas en la
comarca de los pueblos que tiene ayuntamiento o Juntas Municipales, y estén
situadas a alguna distancia de ellos, estarán preventivamente a cargo de un
alcalde auxiliar nombrado por el ayuntamiento o la Junta Municipal en su caso,
y sujeto a las órdenes de los alcaldes constitucionales o conciliadores,
residentes en la cabecera”, Rodríguez (1985, vol. ii, pp. 38-39).
58 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Sisal. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie penal. Sección Juzgado de Primera
Instancia de lo Criminal. Subserie Incendio. Caja 67, vol. 67, exp. 2. agey,
Mérida, México.
59 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Sisal. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie Penal. Sección Juzgado de Primera
Instancia de lo Criminal. Subserie Incendio. Caja 67, vol. 67, exp. 2. agey,
Mérida, México.
60 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Sisal. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie Penal. Sección Juzgado de Primera
Instancia de lo Criminal. Subserie Incendio. Caja 67, vol. 67, exp. 2. agey,
Mérida, México.
61 En San Fernando Aké el régimen militar en la organización del grupo
originario de 1796 perduró quizá hasta su desaparición en 1848 (Victoria y
Canto, 2006, pp. 77-78). La presencia de ese uniforme militar es prueba de un
elemento copiado de San Fernando, lo que refuerza la idea del contacto entre
esos dos sitios.
62 Padrón general de los habitantes del puerto de Santa María de Sisal y su
comprensión, rancho de San Francisco de Paula y Celestún, 1849. Fondo Poder
Ejecutivo, 1843-1885. Sección. Censos y Padrones. Caja 64, vol. 14, exp. 49. agey,
Mérida, México. En el padrón hay un Antonio de Caos. Puede tratarse de un error
en el padrón ya que Delgado fue uno de los testigos en el matrimonio entre
Camilo Rivas y Camila Sandoval el 2 de octubre de 1848, y se indicó en el acta
que “todos eran vecinos” del rancho. Hunucmá. Matrimonios. 1842-1883. Vol. 36,
f. 10. agay, Conkal,
México. En el padrón de Sisal del año 1849 también aparece un tal Antonio
Delgado como vecino de ese puerto. Padrón general de los habitantes del puerto
de Santa María de Sisal y su comprensión, rancho de San Francisco de Paula y
Celestún, 1849. Fondo Poder Ejecutivo, 1843-1885. Sección. Censos y Padrones.
Caja 64, vol. 14, exp. 49. agey, Mérida, México.
63 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Sisal. Justicia, 1821-1913. Serie Penal. Sección. Juzgado de Primera Instancia
de lo Criminal. Subserie Incendio. Caja 67, vol. 67, exp.
2. agey, Mérida, México.
64 Tampoco está en el de 1849 pero se le encuentra en el tiempo del incendio.
65 En el acta de matrimonio de Camilo y Camila, se indica al primero como hijo
natural de Úrsula Rivas, no se menciona a Pedro Rivas. Hunucmá. Matrimonios,
1842-1883. Vol. 36, f. 10. agay,
Conkal, México.
66 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Fondo Justicia, 1821-1913, Serie Penal, Sección Juzgado de Primera Instancia de
lo Criminal, Subserie Incendio. Caja 67. Vol. 67, exp.
2. Archivo General del Estado de Yucatán, Mérida. Véase también, Hunucmá.
Matrimonios, 1842-1883. Vol. 36, fs. 9v-10. agay, Conkal, México.
67 Padrón general de los habitantes de Kikil y su
comprensión, del partido de Tizimín, con expresión de sexos, edades y
ocupación. San Fernando, mayo 12 de 1841. Fondo Poder Ejecutivo. Ramo Padrones.
Vol. 3, exp. 27. agey, Mérida, México. Damos por sentado que todas
esas personas eran afrodescendientes, aunque, por razones de prohibición, el
padrón no lo indique.
68 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Sisal. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie Penal. Sección Juzgado de Primera
Instancia de lo Criminal. Subserie Incendio. Caja 67, vol. 67, exp. 2. agey,
Mérida, México.
69 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Sisal. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie Penal. Sección Juzgado de Primera
Instancia de lo Criminal. Subserie Incendio. Caja 67, vol. 67, exp. 2. agey,
Mérida, México; Padrón general de los habitantes de Kikil
y su comprensión, del partido de Tizimín, con expresión de sexos, edades y
ocupación. San Fernando, mayo 12 de 1841. Fondo Poder Ejecutivo. Ramo Padrones.
Vol. 3, exp. 27. agey, Mérida, México.
70 Padrón general de los habitantes del puerto de Santa María de Sisal y su
comprensión, rancho de San Francisco de Paula y Celestún, 1849. Fondo Poder Ejecutivo,
1843-1885. Sección Censos y Padrones. Caja 64, vol. 14, exp.
49. agey, Mérida.
71 Hunucmá. Matrimonios. 1842-1883. Vol. 36, f. 10. agay, Conkal, México.
72 Padrón general de los habitantes de Kikil y su
comprensión, del partido de Tizimín, con expresión de sexos, edades y
ocupación. San Fernando, mayo 12 de 1841. Fondo Poder Ejecutivo. Ramo Padrones.
Vol. 3, exp. 27. agey, Mérida, México. Se le menciona en el enlace
de Camila. Hunucmá. Matrimonios, 1842-1883. Vol. 36, fs. 9v-10. agay, Conkal, México.
73 Padrón general de los habitantes del puerto de Santa María de Sisal y su
comprensión, rancho de San Francisco de Paula y Celestún. 1849. Fondo Poder
Ejecutivo, 1843-1885. Sección Censos y Padrones. Caja 64, vol. 14, exp. 49. agey,
Mérida, México.
74 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Sisal. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie Penal. Sección Juzgado de Primera
Instancia de lo Criminal. Subserie Incendio. Caja 67, vol. 67, exp. 2. agey,
Mérida, México. Los nombres de Francisco de Paula y Francisca de Paula eran
comunes entre los afrodescendiente del siglo xviii en Yucatán (Restall,
2009, p. 395, nota 62), al igual que en los libros consultados del archivo
de Matanzas. La imagen salvada del incendio presumiblemente era de bulto.
75 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Sisal. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie Penal. Sección Juzgado de Primera
Instancia de lo Criminal. Subserie Incendio. Caja 67, vol. 67, exp. 2. agey,
Mérida, México.
76 Esta persona, hijo de Guillermo y Luisa Rivas, no parece en el padrón de
San Francisco de 1849, al igual que su madre, pero al año siguiente contrae
nupcias con Calletana [sic] Carrión, hija de
Estanislao Carrión y de Eugenia Sandoval, vecinos de Sisal. Hunucmá, 1836-1884.
Vol. 37, f. s. d. agay,
Conkal, México. Esta persona de apellidos Sandoval no parece tener relación con
la familia de Camila.
77 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Sisal. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie Penal. Sección Juzgado de Primera
Instancia de lo Criminal. Subserie Incendio. Caja 67, vol. 67, exp. 2. agey,
Mérida, México.
78 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Sisal. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie Penal. Sección Juzgado de Primera
Instancia de lo Criminal. Subserie Incendio. Caja 67, vol. 67, exp. 2. agey,
Mérida, México.
79 Causa instruida contra Camila Sandoval por el delito de incendio perpetrado
en el rancho San Francisco de la jurisdicción de Sisal. 1 de marzo de 1853.
Sisal. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie Penal. Sección Juzgado de Primera
Instancia de lo Criminal. Subserie Incendio, Caja 67, vol. 67, exp. 2. agey,
Mérida, México.
80 Causa contra Camila Sandoval por incendio acontecido en el rancho San
Francisco. 18 de abril de 1853. Mérida. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie Penal.
Sección Tribunal Superior de Justicia. Subserie Incendios. Caja 68, vol. 68, exp. 26; Causa instruida contra Camila Sandoval por el
delito de incendio perpetrado en el rancho San Francisco de la jurisdicción de
Sisal. 1 de marzo de 1853. Sisal. Fondo Justicia, 1821-1913. Serie Penal.
Sección Juzgado de Primera Instancia de lo Criminal. Subserie Incendio. Caja
67, vol. 67, exp. 2. agey, Mérida, México.
81 Se buscó la palabra “moreno” por ser la que se encuentra en referencia a
los afrodescendientes para aquellos años. Existen entradas con las palabras
“esclavo” o “negro”, pero hacen referencia a asuntos literarios o foráneos al
país. Por su parte, Taracena (2007, p. 36), en su estudio
sobre el periódico El Museo Yucateco, publicado de
1841 a 1842, señala que en sus textos no existen referencias a los “mulatos y
mestizos”, más allá de los de índole literaria.