10.18234/secuencia.v0i110.1755
Artículos
Capitalistas industriales y
Estado
bajo la gestión kirchnerista.
Argentina (2003-2015)*
Industrial Capitalists and the
State During the Kirchner Administration. Argentina (2003-2015)
Verónica Gabriela Baudino1 **
https://orcid.org/0000-0001-9155-222X
1Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales, Conicet-Universidad Nacional de La Plata, Argentina, veronicabaudino@yahoo.com.ar
Resumen:
Este trabajo propone un recorrido por las intervenciones
políticas de la Unión Industrial Argentina (uia),
la corporación más representativa de los capitales industriales que operan en
Argentina, durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de
Kirchner (2003-2015). Interesa observar cómo se expresaron sus intereses económicos
más inmediatos en un momento de auge del ciclo económico y de formas políticas
populistas, en el que resurgió la posibilidad de articular un discurso
integrador de demandas de las diferentes clases sociales. A partir del análisis
de fuentes periódicas e institucionales y de indicadores económicos, concluimos
que el sostenido apoyo de la entidad a la gestión kirchnerista se fundó en la
convergencia, aun con contradicciones, entre las políticas económicas
orientadas a la protección del mercado interno, el aliento al consumo, las
transferencias de subsidios directos e indirectos, costos laborales
relativamente bajos, y las necesidades de acumulación de los capitales socios
de la uia.
Palabras clave: capitalistas industriales; Unión Industrial Argentina; Estado; populismo;
postconvertibilidad.
Abstract:
This paper provides an
overview of the political interventions of the Argentine Industrial Union (uia), the most representative corporation of
industrial capitals operating in Argentina during the governments of Néstor
Kirchner and Cristina Fernández de Kirchner (2003-2015). It is interesting to
observe how their most immediate economic interests were expressed during a
boom in the economic cycle and political populism, in which the possibility of
articulating a discourse that incorporated demands from the various social
classes resurfaced. Based on the analysis of newspaper and institutional
sources and economic indicators, we conclude that the union’s continued support
for the Kirchner administration was based on the convergence, despite the
contradictions, between the economic policies designed to protect the domestic
market, the encouragement of consumption, direct and indirect subsidy
transfers, relatively low labor costs, and the uia’s
partners need to obtain capital.
Keywords:
industrial capitalists; Argentine Industrial Union; State; populism; post
convertibility.
Recibido: 4 de junio de 2019 Aceptado: 13 de abril de
2020
Publicado: 26 de abril de 2021
INTRODUCCIÓN
Durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina
Fernández Kirchner se asistió al despliegue de un discurso marcado por la
defensa de la articulación de un nuevo tipo de intervención estatal. Se sostuvo
como premisa el acrecentamiento de la acción del Estado en la esfera económica
a favor de la clase obrera y la pequeña burguesía, y el disciplinamiento –o por
lo menos, la intención de conseguirlo– de los sectores concentrados de la clase
capitalista. Es decir que en la postconvertibilidad1
se habría estructurado una nueva forma de relación entre el Estado y los
empresarios. En este sentido, sería esperable la emergencia de fuertes
contradicciones en el vínculo establecido entre el Estado y la Unión Industrial
Argentina (uia), la entidad más representativa de
los industriales que operan en Argentina. Nos proponemos analizar la acción
política de la entidad dado que puede revelar, además de las formas y
determinaciones particulares del comportamiento del sector más importante de
los capitalistas industriales que operan en Argentina, aspectos del carácter
del Estado durante la última década. Es decir, estudiar el comportamiento
político de un actor corporativo como la uia,
dada la centralidad económica de sus miembros, puede indicar rasgos de la burguesía
que opera en argentina, en tanto formas de acción y demandas, así como el tipo
de relación que el Estado establece con la clase capitalista. Ambos aspectos,
en consecuencia, pueden coadyuvar a caracterizar límites y potencialidades del
desarrollo del capitalismo argentino.
Exploraremos qué intereses expresó la uia durante los gobiernos kirchneristas, cuál fue su
vínculo frente a los trabajadores y el Estado. Indagaremos a su vez en las
determinaciones económicas de la acción de los sujetos nucleados en la entidad.
En el presente artículo se expondrán primero las cuestiones concernientes a la
sociografía de la uia, para luego dar cuenta de la acción
de la entidad durante los gobiernos kirchneristas en tres subperiodos
acentuando el “Conflicto del campo” como punto de inflexión.
Estado del arte
Para la mayoría de los
intelectuales y políticos que han analizado su trayectoria, la uia se comportó de forma contraria a lo que requeriría
el desarrollo económico nacional. En los trabajos más influyentes se proyecta
la imagen de una corporación representante de las franjas mono u oligopólicas y
transnacionalizadas del capital, que tiende a “acomodarse” en cada ciclo
económico persiguiendo sus intereses de corto plazo (O’Donnell, 1982). Su
programa económico estaría signado por ideas liberales, entre las cuales se
destacan la necesidad de la retracción del Estado de las esferas económica y
social, la libre asignación de recursos a través del mercado y el otorgamiento
de un papel relevante al capital multinacional (Cúneo, 1967; Freels, 1970;
Ímaz, 1965), en clara oposición a la alianza encabezada por la Confederación
General Económica (cge) (Acuña, 1996; Brennan y Rougier,
2013; Niosi, 1974). Se enfatiza que la uia,
a diferencia de la cge, es una entidad que hace escaso
hincapié en políticas proindustriales (Schvarzer, 1991). Estudios más recientes
han observado tendencias internas, heterogeneidad en su composición social y
cambios en sus discursos y propuestas políticas (Beltrán, 2006; Coviello, 2014;
Dossi, 2009; Gaggero y Wainer, 2009).
Los capitalistas integrantes de la uia
habrían constituido la alianza que pugnó por una “revancha oligárquica”
mediante el establecimiento de la última dictadura militar. A juicio de quienes
sostienen una mirada de la historia económica argentina centrada en la acción
política, el régimen de facto habría instaurado –por medio de la intervención
en la política estatal– un modelo de acumulación asentado en la valorización
financiera (Azpiazu y Schorr, 2010; Basualdo, 2006). Esta novedosa forma de
acumulación, hegemonizada por capitales concentrados nacionales y extranjeros,
implicaba la supremacía de la valorización del capital en la esfera financiera
en detrimento de la productiva. La burguesía nacional y sus “aliados”, la clase
obrera, serían los perdedores indiscutidos del proceso.2
El periodo kirchnerista ha sido objeto de discusiones en
cuanto a si expresó o no la continuidad del modelo dominante desde 1976.
¿Cambió la base de acumulación vigente en Argentina?, ¿incentivó la primacía de
la burguesía nacional, revirtiendo la de la oligarquía diversificada?
Existe cierto acuerdo –incluso entre quienes, en
principio, resaltaron las diferencias– en que prevalecieron las continuidades
sobre las rupturas. Aunque se parte de la idea de un Estado más autónomo
respecto de los intereses inmediatos de los diferentes sectores capitalistas
(Thwaites Rey, 2010), la transnacionalización de la economía y la hegemonía de
los grandes capitales darían cuenta de un modelo que no pudo recrear una
burguesía nacional capaz de desarrollar un proyecto de país diferente (Gaggero,
Schorr y Wainer, 2014). Según señalan Castellani y Gaggero (2018), “Este rasgo
estructural más cortoplacista y de reticencia inversora que caracteriza a la
élite económica argentina no se alteró de modo sustantivo con el giro de modelo
macroeconómico y constituye uno de los límites claros a las estrategias de
desarrollo de los gobiernos progresistas” (pp. 206-207).
Un punto de vista alternativo ofrece Cantamutto (2017):
entiende que el kirchnerismo implicó un nuevo orden político hegemónico desde
una ruptura populista que advino luego de la crisis del neoliberalismo. Este
nuevo orden se habría erigido en torno a la articulación hegemónica de un
sector del bloque de poder, del cual la uia
fue integrante esencial.
Nuestro interés es aportar al conocimiento de las
determinaciones económicas de la acción de los sujetos representados por la uia en tanto es un aspecto menos explorado de la relación
de los capitalistas con el kirchnerismo. Para ello consideramos necesario
partir de las particularidades de la acumulación de capital en Argentina.
Fundamentos teóricos y perspectivas metodológicas
Partimos de la consideración de
que la acumulación de capital constituye una unidad mundial fragmentada en
espacios nacionales. Estos fragmentos, representados por los Estados nacionales
como expresiones del capital social, son la forma que toma el proceso mundial
de acumulación de capital (Altvater, 1976; Iñigo Carrera, 2003). En la división
internacional del trabajo, Argentina ocupa el lugar de proveedora de materias
primas. Dado que la productividad del trabajo de sus tierras es superior a la
de los países usualmente denominados “centrales”, el consumo de sus mercancías
les permite a estos incrementar la plusvalía relativa que se apropian. Dichos
países han propiciado el desarrollo de las relaciones capitalistas de otros
como Argentina, y los límites inherentes a su conformación como proveedor de
materias primas a escala internacional. Así, a fin de proveerse de mercancías
producidas en condiciones que no pueden reproducir mediante el trabajo humano,
el capital extranjero facilita créditos, la aplicación de tecnología y el
mejoramiento de los sistemas de transporte, sin que ello redunde en el
bienestar general de la población, como la historia nos ha demostrado.
Aun habiendo atravesado procesos de reconfiguración de la
división internacional del trabajo y el resurgimiento de ciertos sectores
industriales durante la postconvertibilidad, Argentina continúa siendo una
economía nacional cuya particularidad es la producción de mercancías primarias
con destino al mercado mundial. Debido a que las materias primas son mercancías
no reproducibles por el trabajo humano, el precio de mercado se fija en el
nivel de la tierra donde la productividad del trabajo es más baja. Ese pago por
encima de lo “normal” constituye la renta diferencial, disputable entre
capitalistas y dueños de la tierra porque no afecta la reproducción del capital
agrario. En Argentina, la renta de la tierra es apropiada por sujetos distintos
al terrateniente –por ejemplo, capitalistas industriales– que a través de
varios mecanismos (subsidios, tipo de cambio, tasas de interés negativas)
articulados mediante la acción del Estado habilitan el sostenimiento de una
industria de baja productividad (Kornblihtt, Seiffer y Mussi, 2016). Dada la
debilidad de sus capitales, esos capitalistas industriales, nacionales y
extranjeros, requieren de la apropiación de renta de la tierra para alcanzar la
tasa de ganancia media necesaria para continuar reproduciéndose (Iñigo Carrera,
2007).
Dicha determinación general de la acumulación de capital
como unidad mundial, fragmentada en espacios nacionales representados por sus
respectivos Estados, tiene su expresión concreta en la acción política de los
sujetos. Ellos expresan en su comportamiento político el movimiento del
capital. El capital es entendido aquí como la relación social que reproduce la
vida en la sociedad moderna; una relación que tiene dos polos: capitalistas y
obreros (Marx, 2004).
En este trabajo nos ocuparemos de un segmento de los
capitalistas, aquellos nucleados en la uia.
Nos preguntamos qué es lo que la uia expresó
particularmente durante los gobiernos kirchneristas, cuál fue su posición
frente a los trabajadores y qué acciones llevó adelante frente al Estado,
representante del capital social, articulador de los diversos mecanismos de
distribución de la renta de la tierra.
Las preguntas formuladas implican como metodología el
análisis de información acerca de la uia.
Trabajamos especialmente con declaraciones públicas de los representantes de la
entidad, expresiones vertidas en el ámbito interno-institucional, información
publicada en periódicos y en revistas especializadas en economía y política de
la época. Asimismo, recabamos detalles de las políticas económicas
implementadas, dado que nuestro interés es reconstruir qué opiniones han
despertado entre los capitalistas industriales. Nos inclinamos por la
reconstrucción de una de las formas posibles de acción empresarial: aquella
mediada por la corporación (Acuña, 1995). En este recorte, dejamos entonces en
suspenso el lobby ejercido individualmente, así como otras formas cuyas marcas
en las fuentes accesibles son casi nulas. Asimismo, intentamos dar cuenta tanto
de las acciones dirigidas directamente al poder estatal cuya finalidad haya
sido la implementación de políticas afines como de aquellas orientadas a generar
consenso público respecto de determinada cuestión, mediante ejercicios de
retórica (Wyczykier y Anigstein, 2014; Dossi, 2009).
Las principales fuentes consultadas son hemerográficas
(periódicos de circulación masiva, Clarín, La Nación,
Cronista Comercial), en tanto es el lugar privilegiado donde hallar
información no disponible en las fuentes institucionales. No obstante, estas,
en caso de estar disponibles, son ineludibles. Por tal razón, por otro lado,
relevamos las Memorias y Balances. También se utilizó
bibliografía especializada (Basualdo, 2006; Iñigo Carrera, 2007) y
publicaciones oficiales-estatales (boletines oficiales).
Las fuentes han sido relevadas y la información útil para
nuestra investigación clasificada según los temas de interés más recurrentes
(tipo de cambio, salarios, subsidios, relaciones con otras corporaciones y
sectores sociales) y ordenada cronológicamente. Se pusieron en juego, en primer
lugar, el “análisis documental” a la hora de seleccionar el corpus de fuentes
disponibles adecuadas para los propósitos de la investigación y el posterior
“análisis de contenido” de las mismas (Fernández, 2002; Peña Vera y Pirela
Morillo, 2007). Se analizaron los principales enunciados del discurso
empresarial y se los cotejó con otras fuentes disponibles a fin de asegurar su
fiabilidad.
Nuestra estrategia de análisis parte de pensar el
discurso político como acción y como expresión de relaciones sociales (Marx,
2004). Consideramos que la acción particular de los sujetos como agentes
voluntarios se encuentra definida por su ser social, por ser vendedores o
compradores de fuerza de trabajo. La acción política de la uia y las cámaras industriales está determinada en
este sentido por garantizar la reproducción inmediata de sus capitales socios.
Para tal fin, dirigen sus demandas al Estado nacional, representante del
capital social3 en tanto fragmento del
capital mundial. Dicho Estado nacional expresa en Argentina la especificidad de
la acumulación de capital en este espacio particular.
En el presente trabajo hemos distinguido las demandas más
relevantes y constantes de los capitalistas para el Estado, e intentado
explicar a qué ideas/necesidades más generales de la acumulación de capital
respondieron. Es decir, cruzamos las demandas enunciadas con las
particularidades de los capitales estudiados y exploramos qué necesidad de la
acumulación del capital de los capitales individuales se expresó en su
discurso.
LA UNIÓN INDUSTRIAL ARGENTINA
La uia
fue fundada el 7 de febrero de 1887 mediante la unificación de dos entidades:
el Club Industrial Argentino y el Centro Industrial Argentino. Una asamblea
compuesta por 470 socios constituyó la base para su creación.
La uia es la entidad corporativa más
representativa de la fracción industrial de la burguesía que opera en
Argentina. En la mayor parte de los trabajos sobre ella se ha asumido, a partir
de sus posicionamientos político-corporativos, que expresa los intereses de los
capitales nacionales y extranjeros más concentrados. Su supuesta preferencia
por la implementación de políticas liberales daría cuenta del tamaño de las
empresas que la integran (las más grandes del país). Sin embargo, un análisis
de su composición social muestra que hasta la década de 1980 estaba integrada
por un núcleo reducido de grandes capitales en alianza con un vasto conjunto de
capitales menores a escala nacional, todos en posiciones relegadas en el
mercado mundial (Baudino, 2012).
Una mirada sobre el periodo 2003-2015 evidencia que la
heterogeneidad en la composición social parece mantenerse. La dirigencia de la
entidad, dividida desde finales de los años setenta en dos listas internas –el
Movimiento Industrial Nacional (min) y el Movimiento
Industrial Argentino (mia)–, reestructuradas en 2004 luego de
una crisis entre ambas y asimismo en su interior (Grimaldi, 2014), aglutina
capitales de diversos tamaños y ramas.
La agrupación min-Industriales
está integrada por un importante número de capitales pequeños (metalurgia,
juguetes, calzado y textiles), así como por grandes grupos económicos (Techint
y Arcor). Por su parte, mia-Celeste y Blanca también tiene una
composición heterogénea: capitales pequeños que se acumulan en la industria
plástica y gráfica; grandes capitales nacionales (Ledesma, Aceitera General
Deheza, SanCor, Molinos Río de la Plata y Mastellone, por ejemplo) y
extranjeros (Nestlé, Coca Cola, Kraft, Quickfood, Cargill, Pepsi Cola, Dreyfus,
Cervecería Quilmes), que hacen lo propio en las ramas de la industria
automotriz, alimentación y agroindustria (Schteingart, 2011).
El cuadro 1 menciona a los dirigentes de la uia, cara visible de la entidad en el periodo
estudiado.
Cuadro 1. Dirigentes de la uia
según agrupación interna
Agrupación |
Dirigente |
Empresa/actividad |
||
Industriales |
José
Ignacio de Mendiguren |
Texlona |
||
Luis
María Betnaza |
Techint |
|||
Adrián
Kauffman Brea |
Arcor |
|||
Juan
Carlos Lascurain |
Royo |
|||
Celeste
y Blanca |
Héctor
Méndez |
Conarsa |
||
Cristiano
Ratazzi |
fiat |
|||
Daniel
Funes de Rioja |
Copal |
|||
Juan
Carlos Sacco |
Federación
Argentina de la Industria Gráfica |
|||
José
Urtubey |
Celulosa
Argentina |
|||
Miguel
Acevedo |
Aceitera
General Deheza |
|||
Luis
Ureta Sáenz Peña |
Peugeot |
|||
Rubén
Abete |
Laboratorio
Dallas |
|||
Jorge
Sorabilla |
TN
Platex |
|||
Álvaro
Álvarez Gaiani |
Sadia |
|||
Héctor
Massuh |
Massuh |
Fuente: elaboración propia con base en varias fuentes
periodísticas e institucionales.
Muchas de las empresas a las que pertenecen los
dirigentes que han formado parte de la comisión directiva entre 2003 y 2015
componen el ranking de las 1 000 más vendedoras en
el mercado local (véase cuadro 2). La mayoría, sin embargo, no llega a ocupar
los primeros 100 puestos. Lascurain, De Mendiguren, Rial y Méndez coexisten con
dirigentes de capitales que no figuran en el ranking,
aunque representan ramas de la industria textil y metalúrgica, muy dinámicas
durante el kirchnerismo.
Cuadro 2. Dirigentes de la uia
según empresa y posición en el ranking de mayores
vendedores
Nombre |
Empresa |
Actividad/industria |
Puesto
en ranking de ventas |
|||||||||||||||
2003 |
2005 |
2007 |
2009 |
2011 |
2013 |
2015 |
||||||||||||
Alberto
Álvarez Gaiani |
Sadia
(Cía. de brf) |
Alimentación |
||||||||||||||||
Adrián
Kauffman Brea |
Arcor |
Alimentación |
26 |
20 |
19 |
16 |
18 |
22 |
24 |
|||||||||
Alberto
Álvarez Saavedra |
Dador |
Farmacéutica |
||||||||||||||||
Aldo
R. Espósito |
Antonio
Espósito S. A. |
Curtiembre |
555 |
724 |
947 |
|||||||||||||
Cristiano
Rattazzi |
fiat |
Automotriz |
171 |
74 |
25 |
20 |
11 |
26 |
53 |
|||||||||
Daniel
Funes de Rioja |
Asesor
laboral |
|||||||||||||||||
De
Mendiguren |
Texlona |
Textil,
calzado |
||||||||||||||||
Federico
Nicholson |
Ledesma |
Azúcar,
papel y agroindustria |
89 |
105 |
82 |
90 |
88 |
113 |
130 |
|||||||||
Guillermo
Gotelli |
Alpargatas |
Textil |
279 |
199 |
351 |
323 |
238 |
294 |
253 |
|||||||||
Guillermo
Moretti |
Federación
de Industriales de Santa Fe |
|||||||||||||||||
Héctor
Massuh |
Massuh |
Papel |
355 |
458 |
||||||||||||||
Héctor
Méndez |
Conarsa |
Plástica |
||||||||||||||||
Héctor
Motta |
Grupo
Motta Avícola |
Avícola |
954 |
|||||||||||||||
Horacio
Martínez |
Presidente
de Industriales Navieros |
|||||||||||||||||
Jorge
Soravilla |
TN
& Platex |
Textil |
697 |
919 |
||||||||||||||
José
Luis Basso |
Basso |
Autopartes |
702 |
709 |
860 |
|||||||||||||
Juan
Carlos Lascurain |
Royo
S. A. |
Tubos
de acero sin costura |
||||||||||||||||
Juan
Carlos Sacco |
Federación
Argentina de la Industria Gráfica |
|||||||||||||||||
Juan
Moravek |
Presidente
de la Unión Industrial de la Patagonia |
|||||||||||||||||
Luis
Betnaza |
Techint |
Tubos
sin costura, construcción |
2 |
1 |
1 |
1 |
1 |
1 |
1 |
|||||||||
Luis
Ureta Sáenz Peña |
Peugeot
Argentina |
Automotriz |
91 |
35 |
23 |
12 |
24 |
22 |
45 |
|||||||||
Miguel
Acevedo |
Aceitera
Gral. Deheza |
Aceitera |
10 |
15 |
12 |
21 |
20 |
19 |
13 |
|||||||||
Osvaldo
Rial |
Hermetal |
Metalúrgica |
||||||||||||||||
Roberto
Arano |
Ingenio
La Corona |
Azucarera |
||||||||||||||||
Roberto
Domenech |
Centro
de Empresas Avícolas |
Fuente: elaboración propia con base en datos de la
revista Mercado, varios años.
Se replica la alianza entre grandes capitales (nacionales
y extranjeros) y pequeños, propia de otros periodos de la entidad. ¿Qué es lo que
habilita que un universo heterogéneo de capitalistas se unifique en acciones
políticas conjuntas desde el punto de vista económico?
Las ramas de la industria con representación en el
Consejo Directivo de la uia experimentaron un mejoramiento de
su performance durante el periodo de la
postconvertibilidad (véase gráfica 1). Este dato permite pensar en una acción
impulsada por una expansión generalizada.
Gráfica 1. Índice de volumen físico de la producción
(2003-2014)
Fuente: elaboración propia con base en datos de Estimados Mensual Industrial (indec),
varios años.
Sin embargo, el crecimiento del producto no implica que
se haya modificado la competitividad de la industria que opera en Argentina. De
hecho, si ponderamos a las exportaciones como indicadoras de la capacidad de
cada industria para competir en el exterior, concluimos que persiste la
tendencia de que las mercancías de origen industrial son muy inferiores a las
de origen agropecuario (véase gráfica 2).
Gráfica 2. Exportaciones por grandes rubros. Miles de uds (2003-2015)
Fuente: Elaboración propia con base en datos de Estimados Mensual Industrial (indec).
Se muestra que la uia
congrega a capitales que en su inmensa mayoría no utilizan al país como
plataforma para una inserción competitiva en el mercado mundial.4 Inclusive los grandes
capitales extranjeros como Nestlé, Coca Cola, Kraft, Quickfood, Cargill, Pepsi
Cola, Dreyfus, no se instalan en Argentina con el objeto de exportar la mayor
parte de su producción, sino de apropiarse de fuentes extraordinarias de ganancias.
Los casos excepcionales como Arcor y Techint –capitales exportadores,
competitivos a escala internacional– no parecen modificar la capacidad de
acción colectiva de la entidad.
Podría objetarse el aserto a partir de la observación de
que en 2002 el núcleo de capitales más concentrados fundó la Asociación de
Empresarios Argentinos (aea), compartiendo en muchos casos la
doble afiliación y orientando una acción progresivamente crítica respecto de
las políticas económicas. Asimismo, la Coordinadora de las Industrias de
Productos Alimenticios (Copal), representante de capitales agroindustriales, ha
sido más propensa a diferenciarse en sus posicionamientos (lo veremos sobre
todo desde 2008, durante el “conflicto del campo”). Sin embargo, más allá de
los contrastes en sus posturas, la posibilidad de llevar a cabo una acción
política conjunta, así como de conciliar discursos y reclamos implica
necesariamente una base de intereses comunes que habilite tal comunión.
La unidad se fundamenta en que son fragmentos débiles del
capital que se expresan de manera conjunta en materia de política económica.
Estos capitales requieren de recursos extraordinarios para compensar su baja
productividad del trabajo. Es el Estado el que interviene en las formas de
transferir riquezas para posibilitar la ganancia media de los capitales. Su
acción política se vincula así con la posibilidad de asegurarse la distribución
de renta por diferentes mecanismos que disminuyan sus costos y les permita
acumular en el mercado interno.
En el siguiente apartado se indaga cómo se ha comportado
políticamente frente al Estado esta agrupación de capitalistas nacionales
grandes y pequeños, y transnacionales, durante los gobiernos kirchneristas.
ACCIONES POLÍTICAS EN RELACIÓN
CON LOS GOBIERNOS KIRCHNERISTAS
De cal y de arena
El mandato de Néstor Kirchner se
inició en 2003 coincidente con el aumento de los precios de las mercancías
agropecuarias y, por lo tanto, de la renta diferencial, que inauguró un nuevo
ciclo expansivo del capital en Argentina. Mediante la implementación de las
retenciones a las exportaciones, se dio curso al crecimiento de las
transferencias de riqueza desde los sectores terratenientes a capitalistas y
obreros. A diferencia de los gobiernos neoliberales, la gestión kirchnerista puso
en marcha un sustancial incremento del gasto público destinado tanto a gasto
social como a infraestructura, tarifas de servicios subvencionadas, créditos a
tasas inferiores a las de la inflación, entre otros (Porta, Santarcágelo y
Schteingart, 2018). Sumado a la previa devaluación del peso, luego de años de
vigencia de la ley de convertibilidad, el Estado y su régimen ahora populista5 ponía en juego
mecanismos que posibilitaban la expansión de la economía –es decir, de los
capitales que operaban en Argentina– incorporando además demandas de los grupos
sociales que constituyeron la avanzada contra la convertibilidad (Piva, 2019).
La uia apoyó la candidatura de Néstor
Kirchner sosteniendo, en la voz de su dirigente Héctor Massuh, que “existen
coincidencias entre los lineamientos económicos de Kirchner para el caso de
llegar a la presidencia y las pretensiones de este sector empresario”.6 Dichas coincidencias se
mantuvieron, en lo esencial, a lo largo de la gestión del matrimonio Kirchner
(Néstor Kirchner [2003-2007] y Cristina Fernández de Kirchner [2008-2015]).
Expresaron en un primer momento su adhesión a la política de Roberto Lavagna al
frente del Ministerio de Economía por “ordenar la economía luego de más de
cuatro años de depresión económica y de la fuga de capitales y depósitos sin
antecedentes en la historia económica argentina”, y, a su vez, por el valor del
dólar: “es el principal incentivo para la reactivación y suple otros incentivos
para la demanda. Es la mejor forma de apuntalar el nivel de actividad”.7 De hecho, la uia insistió durante toda esta primera etapa en la
necesidad de mantener un dólar alto. Asumía que el tipo de cambio bajo “sería
peligroso”, ya que pondría en riesgo la competitividad de la industria, dado
que “no sólo nos resultará imposible exportar sino que además recibiremos más
importaciones”.8 La centralidad del tipo
de cambio para los capitalistas radicaba en que la devaluación del peso implicó
la baja de los costos salariales y la protección del mercado interno,
necesarias para la supervivencia de capitales con una productividad muy inferior
a la media mundial, y que además, no tienen a disposición una fuerza de trabajo
lo suficientemente barata para compensar esta debilidad (Iñigo Carrera, 2007).
La cancelación anticipada de la deuda con el Fondo
Monetario Internacional, anunciada en diciembre de 2005 por el gobierno, dio de
que hablar en el concierto de empresarios en general y en la uia en particular. El monto a saldar era de 9 500
millones de dólares a pagar con reservas del Banco Central. La entidad
manifestó su acuerdo con la iniciativa y la fundamentó con varios argumentos.
Sus dirigentes resaltaron la “independencia y madurez” y el fortalecimiento de
la economía gracias a que los ahorros futuros podrían destinarse a otorgar
créditos al sistema productivo. Asimismo, negaron que pudiera afectar la
solidez fiscal y apostaron a que la medida repercutiera en una baja de costos
del financiamiento externo (Constant, 2015).
Otra cuestión que apareció (y permanecerá) durante el
periodo observado fue la salarial. La tónica de la uia
era pactar aumentos salariales, en negociación con la Confederación General del
Trabajo (cgt), que significaran cierta
recuperación de los sueldos corroídos por la inflación y la devaluación; pero,
a la vez, fijar topes para que no se “desbordaran” los reclamos futuros y para
intentar atar los aumentos a la productividad de cada sector. Desde mediados de
la década de 1970, la baja salarial constituyó una nueva fuente de compensación
de los capitales de baja productividad radicados en Argentina. La acción
política de la uia se encaminaba a impulsar políticas
que sostengan dicha forma de compensación.9
Vinculado al costo de la fuerza de trabajo, la uia elaboró en 2006 un proyecto de modificación de la
ley de riesgo de trabajo. Esta tenía como ejes anular la doble indemnización,
sancionar un tope indemnizatorio para aquellos accidentes producidos en los
viajes de ida o vuelta al lugar de trabajo, con el argumento de que constituían
un sobrecosto e inhibían la contratación de empleados.10
Asimismo instaba a que los comités integrados por dirigentes gremiales y
ejecutivos no tuvieran facultades de decisión sobre las empresas. La ley fue
sancionada finalmente en 2012, con la incorporación de muchas de las propuestas
de los capitalistas.
La solicitud de créditos, inversión en infraestructura y
programas a favor de las pymes también constituyeron reclamos
constantes de la entidad para reducir los costos de producción y así mejorar la
competitividad. La “necesidad” de recrear un empresariado nacional con
perspectiva de inserción internacional fue una de las razones esgrimidas por
Pagani (dueño de Arcor) en calidad de vocero de la corporación, para justificar
la intervención estatal mediante las medidas mencionadas. La supuesta mentalidad liberal de los grandes capitales, muy
difundida en la producción científica y política, choca contra las necesidades
de reproducción de un capitalismo débil que se articula en torno a las
transferencias que realiza el Estado en cuanto capital social, a los capitales
individuales.
Aliados frente a “el campo”
El llamado “conflicto del campo”
marcó una ruptura de un sector de los capitalistas con el gobierno nacional,
así como reforzó los vínculos con otros, especialmente con la uia y la cge.11
La disputa comenzó en marzo de 2008, a pocos meses de la
asunción de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta, con el anuncio de
la implementación de la Resolución 125 por parte del ministro de Economía
Martín Lousteau. Con el argumento del control de la inflación y la sojización, ante el alza de los precios de la soja, se
elevarían las retenciones; estas ascenderían a 41% para la soja y se
establecería un sistema prefijado de retenciones móviles, que subirían o
bajarían las alícuotas según evolucionaran los precios. Al pasar los 610
dólares, las retenciones serían de 95% sobre la parte que excediera a ese
precio.
El intento de incrementar las retenciones buscaba
aumentar los ingresos estatales, necesarios para sostener el entramado de
transferencias directas e indirectas al capital. Los gastos estatales tienen
por fin garantizar la acumulación de capital y, en lo posible, la legitimación
del sistema (O’Connor, 1981). Los gastos que apuntan a una acumulación privada
rentable pueden destinarse a inversión social (proyectos que aumentan los
beneficios del capital individual) o a consumo social (proyectos que disminuyen
el costo de reproducción de la fuerza de trabajo). En este sentido, las
diferentes formas de asistencia social y las tarifas de servicios subsidiadas,
a la vez que permitían un mejoramiento relativo de las condiciones de vida,
tenían como objetivo principal sostener una parte de la reproducción de la
fuerza de trabajo en términos materiales y subjetivos, propiciando cierta
armonía social.
Inmediatamente, las principales corporaciones de
capitalistas y terratenientes agropecuarios (Confederaciones Rurales
Argentinas; Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa,
Sociedad Rural Argentina y Federación Agraria Argentina) reaccionaron
decretando un plan de lucha que incluía el cese de la comercialización,
asambleas y marchas de protesta por 24 horas (Trento, 2017).
Varios sectores económicos que verían menguados sus
ingresos respondieron de forma positiva a la convocatoria sobre el paro general.12 Esta medida de fuerza
produjo nuevos alineamientos, particularmente en las grandes cámaras
empresarias: mientras en el coloquio del Instituto para el Desarrollo
Empresarial de la Argentina (idea) se defendían
las retenciones, la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios
(Copal), integrante de la uia, formulaba, aunque de manera
tardía, sus reparos sobre la Resolución 125 y se pronunciaba en disidencia
respecto de la posición oficial de la uia.13
La dirigencia de la Unión Industrial Argentina se reunió
con Cristina Fernández de Kirchner el mismo día del anuncio de las medidas, en
señal de apoyo. La entidad presentó su “Propuesta integradora para un proyecto
de desarrollo”, que recogía las conclusiones de las últimas dos conferencias
industriales. El trabajo operaba como una intervención política general y de
formación de sentido ante otros sujetos sociales, antes que como una acción con
propósitos inmediatos. Planteaba el objetivo de transformar el “crecimiento”
argentino de los últimos cinco años en “desarrollo”, e identificaba metas
cuantitativas para el año 2016 y un conjunto de condiciones para lograrlas
(inversión, financiamiento, marco macroeconómico, infraestructura, reformas
educativas, condiciones de empleo y relaciones laborales).
El kirchnerismo, en sintonía con los capitalistas
industriales, convirtió en ley la iniciativa que otorgaba descuentos
impositivos a las inversiones en actividades industriales y en obras de
infraestructura y anunció que estaba dando los últimos retoques a un paquete de
medidas con el que buscaría apuntalar avarios sectores productivos. Los
beneficiados serían los autopartistas, los criaderos de pollos, los textiles y
la exportación de servicios. Las políticas incluían promoción fiscal,
protección ante el avance de las importaciones y acceso al financiamiento.
La uia adoptó una posición cada vez más
“militante”. De hecho, Lascurain pidió que el campo levantara las medidas. El
día 2 de abril, la presidenta dio un fuerte discurso, aplaudida por el
presidente de la uia, Lascurain, el de la Asociación de
Bancos Argentinos (Adeba), Jorge Brito del Banco Macro, y
el de fiat (Cristiano Rattazzi) situados en
primera fila, escena que se reiteró en cada convocatoria del gobierno para
mostrar su fuerza frente a la alianza articulada en torno a las corporaciones
agropecuarias. El acuerdo con el gobierno se mantuvo inamovible, aunque la
entidad se negó a firmar el Pacto del Bicentenario, un pacto social en respaldo
al modelo que el gobierno promovía con gran ímpetu, por la falta de resolución
del conflicto con el campo y, en consecuencia, la ausencia de un actor central
de la economía argentina (Wyczykier, 2015). Quizás fue la tensión entre el
actuar de una política de clase, que suponía cerrar filas con los empresarios
agropecuarios, y una política sectorial, que suponía apoyar al gobierno que los
favoreció con su fomento a la industria, lo que anuló la firma del Pacto.
La determinación económica del apoyo de la agrupación fue
necesario para que se incrementara la fuente de riquezas (renta de la tierra)
que el Estado capturaba en un momento de alza de precios agropecuarios y que
así existieran mayores recursos para transferir a los sectores no agrícolas.
Atravesados por tensiones internas y con el gobierno, reflejadas en las
oscilaciones en sus posiciones, los capitalistas individuales nucleados en la
entidad necesitaban dichas transferencias para poder reproducirse, y esa forma
de compensación de su falta de competitividad explica la recuperación de este
sector durante el periodo analizado.14
El quiebre interno
Las divergencias entre las
distintas fracciones de la burguesía que se manifestaron durante el conflicto
del campo se profundizaron –aunque no inmediatamente– y comenzaron a coagular
en núcleos de acción más o menos estables. Mientras tanto, la uia planteaba sus propuestas para capear la crisis y
criticaba ciertas medidas, pero sin separarse del gobierno.
La crisis que se inició en 2008 sin duda catalizó los
reclamos de los empresarios. No obstante, las posiciones, no fueron lineales,
sino que oscilaron conforme al desarrollo de la crisis internacional. En un
primer momento, la uia pidió prudencia por el aumento del
dólar, argumentando que podría generar una escalada inflacionaria. Ante la
devaluación del real en Brasil y de la moneda chilena, Lascurain (presidente de
la uia) sostuvo en un principio que “no
podemos seguir la devaluación abrupta de Brasil, ni la de Chile. Tenemos realidades
distintas”.15 El problema era que la
devaluación de Brasil, principal socio comercial de Argentina, podía generar
una invasión de productos de ese origen y la consecuente quiebra de empresas
nacionales, incapaces de competir con las del país vecino. Por este motivo, las
posiciones de la uia fueron virando, hasta recalar en un
pedido de devaluación brusca del peso, a pesar de los efectos inflacionarios
que esta conllevara.
La respuesta de la presidenta a los reclamos de la
entidad empresarial provocó encontronazos. Por un lado, Cristina Fernández
sostuvo ante la uia la incompatibilidad de la
devaluación con la inflación. Esa declaración abrió las discusiones acerca de
la forma en que se debía efectuar la devaluación del peso: de forma gradual,
opinaba el gobierno; brusca, sostenía la uia.
No parecen haber existido debates de fondo acerca de la necesidad de devaluar,
pero una devaluación brusca implicaba un estallido inflacionario, muy
inconveniente en plena campaña electoral. Por su parte, para la corporación
empresarial primaba la urgencia de la situación económica de sus socios por
sobre los posibles coletazos políticos de la devaluación. La prioridad era
frenar la oleada de importaciones de mercancías, que no tenía cabida en un
mercado en recesión.16
De Mendiguren se mostró más sereno, lo que encuentra
explicación en que gozó de políticas hechas a la medida de la industria en la
que acumulaba. Se sancionaron impuestos a bienes textiles, juguetes, etc., que
funcionaban como barrera de contención a las importaciones (Murua y Mussi,
2008).
El artículo 34 del presupuesto 2009 disparó las críticas
de la uia. Dicho artículo disponía eximir del
pago del derecho de importación a las mercaderías, nuevas o usadas, destinadas
a obras de infraestructura energética. El beneficio contemplaba a aquellas
obras referidas a la generación, el transporte y la distribución de energía
eléctrica; la prospección, exploración, producción y explotación de gas y
petróleo; la constitución de nuevas refinerías de petróleo y la ampliación de
las existentes; y el transporte, el almacenaje y la distribución de
hidrocarburos. La oposición de Lascurain no se hizo esperar; sostuvo que: “el
proyecto de artículo que nos ocupa ha generado gran preocupación en varios
sectores industriales representados en nuestra entidad, ya que verán
directamente afectada su competitividad frente a proveedores extranjeros, tanto
por la exención del arancel externo como por la competencia de productos usados.17
Esta medida, perjudicial para los pequeños y medianos
empresarios productores de insumos destinados al sector, favoreció a otra
fracción de la burguesía no representada por la uia:
las compañías petroleras ypf y PanAmerican Energy, y los
empresarios de este rubro (José Luis Manzano, Cristóbal López y Lázaro Báez).
También se verían beneficiados con la compra de insumos a bajo precio los
capitales dedicados a la generación y transporte eléctrico, como Pampa Holding
y Electroingeniería S. A., además de las empresas Edenor y Edesur.
Solucionar los problemas energéticos arrastrados desde
tiempo atrás requería, por un lado, medidas que permitieran que el sector
importara tecnología adecuada a bajo costo en medio de una devaluación y, como
contrapartida, conllevaba el perjuicio para muchos industriales nacionales de
la rama: dado su retraso tecnológico, estos no podrían competir con los bienes
importados. En este sentido, la uia encuadró su
reclamo en una violación del acuerdo conocido como “Compre nacional”, pactado
con la presidenta para favorecer la demanda de bienes nacionales. Según un
comunicado de la organización, el artículo 24 abría la importación a un
universo muy vasto e impredecible de productos que afectarían a los proveedores
de insumos, cuyo único mercado eran las obras de infraestructura pública y
privada.18 “El Gobierno Nacional,
en el proyecto de Ley de Presupuesto del año 2009 presentada al Congreso,
incluyó en su artículo 34, una cláusula por la cual se exime del pago del
derecho de importación a las mercaderías, nuevas o usadas, destinadas a obras
de infraestructura” en el sector energético. Dichas obras deberán ser
declaradas “como Proyecto Crítico por la secretaria de
energia del ministerio de planificacion federal, inversion publica y servicios”.
Lo arriba trascrito genera gran preocupación al conjunto de la industria
nacional, por cuanto se están creando condiciones desfavorables para la
competitividad de nuestra producción a través de la creación de mecanismos de
excepcionalidad, afectando muy seriamente la producción local.19
La respuesta de la uia
ante medidas que desfavorecían a la mayoría de las empresas que representaba
fue dejar sin efecto el tan mentado “Pacto social”, un acuerdo entre
corporaciones de capitalistas y sindicatos obreros en el que se comprometerían,
por un lado, a evitar despidos y suspensiones y, por el otro, a moderar los
reclamos salariales. Comenzaron los capitales de la industria automotriz y
autopartista, y luego fueron cada vez más los que recurrieron a despidos y
suspensiones de turnos.
Otro hito del periodo fue la estatización de ypf. Aunque el discurso de nacionalización de un
capital privado pueda suponer que los capitalistas individuales den señales de
alerta, no fue lo que ocurrió.20
Más allá del pedido de “prudencia jurídica”, la entidad destacó que la
estatización de la empresa petrolera permitiría “reducir la dependencia de
hidrocarburos importados”, con el fin de lograr la “sustentabilidad del
crecimiento económico durante décadas”.21
Lo que en realidad estaba en juego –y beneficiaba a los capitalistas– era la
transferencia de riqueza por los precios preferenciales de los combustibles,
que redundaban en menores costos de producción (Ruiz y Bil, 2012).
El establecimiento del cepo al dólar en 2012 significó un
nuevo desacuerdo de la uia con el gobierno.22 El titular de la
corporación, Ignacio de Mendiguren, declaró que “los controles sobre la compra
de dólares son exagerados” y generan un clima de crisis que no se corresponde
con la realidad. El informe de la uia también reconoce
que las restricciones a las compras externas, en forma contradictoria, no
generaron un proceso de sustitución de importaciones.23
La continuidad de las condiciones económicas recesivas
culminó con la oficialización de un núcleo de oposición dentro del
empresariado: el Foro de Convergencia. Se trató de un agrupamiento que vio la
luz durante el verano de 2014, impulsado por la Comisión de Enlace conformada
durante el conflicto del campo (integrada por la Sociedad Rural Argentina; la
Federación Agraria Argentina; Confederaciones Rurales Argentinas, y Coninagro),
del que también participaron los grupos de la Asociación Argentina de
Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (aacrea),
la Asociación de Bancos de Argentina (aba),
la Asociación Empresaria Argentina (aea),
American Chamber of Commerce; Instituto para el Desarrollo Empresarial de la
Argentina (idea); la Fundación Mediterránea, la
Confederación de Empresarios del Transporte. y la Cámara de Importadores de la
República Argentina (cira). Asistieron también dirigentes de
la uia, como Cristiano Ratazzi y Luis
Betnaza,24 pero lo hicieron a
título personal.
La entidad mantuvo una relación distante con el Foro,
apareciendo como firmante y luego alejándose. Muchos de sus socios habrían
constreñido a la dirección a retirar a la uia
del flamante grupo.25
El Foro proponía un plan económico consistente en bajar
la inflación sin controles de precios; la instauración de regulaciones
jurídicas que habilitaran el aliento de las inversiones de infraestructura en
energía, transporte y comunicaciones (mediante la liberalización de las
tarifas); reducir los impuestos sobre las empresas; eliminar los “tipos de
cambio diferenciales” y las retenciones, lo que implicaba, como consecuencia,
bajar los gastos estatales.26
La dirigencia de la uia
se concentró en darle impulso al G-6, un agrupamiento integrado por la Adeba, la Cámara de la Construcción, la Bolsa de
Comercio, la Sociedad Rural Argentina (que aparece en ambos núcleos) y la
Cámara Argentina de Comercio. El objetivo era diferenciarse de la propuesta
“ajustadora” y decididamente antikirchnerista del Foro, aunque las últimas
intervenciones de sus miembros dan cuenta de más similitudes que diferencias en
sus demandas. Desde la devaluación de inicios del año 2014, la uia ha mostrado gran preocupación por las paritarias,
y demandado que se contengan los pedidos de los sindicatos. Su argumento es el
de siempre: moderar los reclamos salariales como una forma de defender el empleo. Sin embargo, sus dirigentes se
opusieron a los intentos de frenar despidos, así como al restablecimiento del
régimen de doble indemnización.
Héctor Méndez, presidente de la entidad, sostuvo
inclusive la necesidad de recortar los subsidios y achicar los gastos del
Estado.27 En el mismo sentido se
expresó la Adeba, que apoyó el aumento de tarifas
de gas y agua impulsada por el gobierno, y exigió que alcanzara también a la
electricidad y al transporte.
Una de las últimas desavenencias del gobierno con la uia, que quedó solo en un acalorado debate, se produjo
a propósito de la ley de abastecimiento, en septiembre de 2014. El alto nivel
de inflación que corroía los salarios era atribuido por el gobierno nacional a
los empresarios especulativos que fijaban los precios de los bienes de consumo
en busca de ganancias extraordinarias. Para combatirla, además del programa
Precios cuidados, promovió la sanción de dicha norma. “Este paquete de leyes es
para dotar al Estado de instrumentos para defender a los consumidores. Defender
a los más débiles de los incumplimientos”.28
La mayoría de las corporaciones de capitalistas se opusieron a la ley; el
ángulo privilegiado fue defenderse contra el intervencionismo del gobierno. La uia manifestó, a través de un comunicado, que la norma
“potencia la intervención discrecional del Estado en la economía y en las
empresas, confiando márgenes de utilidad, niveles de stock,
precios, volúmenes de producción y canales de distribución, entre otros
mecanismos de intervención”.29
Mientras la entidad, pese a su tono cada vez más
intransigente, no se alejaba del gobierno, algunos de sus socios se pasaron a
sectores opositores. Las elecciones presidenciales de 2015 profundizaron las
divergencias internas. Los tres candidatos más convocantes –Mauricio Macri
(opositor, liberal), Daniel Scioli (oficialista) y Sergio Massa (opositor,
centroderecha)– hallaron apoyos entre los miembros de la corporación. Los que
se apartaron del gobierno y se ubicaron junto a Macri fueron los integrantes de
la Asociación Empresaria Argentina (aea),
grandes capitales nacionales que tienen más margen de acción frente al Estado;
además de exdirigentes como De Mendiguren, que se inclinaron por la lista
encabezada por Sergio Massa. Quienes respaldaron públicamente al candidato oficialista
fueron Osvaldo Rial (Hermetal) y Guillermo Moretti (Federación de Industriales
de Santa Fe). La entidad como tal no se pronunció abiertamente contra el
gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, aunque el resultado de las últimas
elecciones internas demostró un cierto alejamiento. Tal como lo estipula el
pacto de alternancia entre listas, asumió la presidencia Adrián Kaufmann Brea
(Arcor). Las reservas de algunos miembros no pudieron revocar el ascenso de los
dirigentes que expresaban, en el interior de la corporación, los intereses de
los capitales más concentrados alineados con Macri. No obstante, la
incertidumbre ante el resultado de las elecciones presidenciales parece haber
obligado a la uia a actuar con cautela.
REFLEXIONES FINALES
Luego de un recorrido sistemático
por las intervenciones políticas de la uia
frente a los gobiernos kirchneristas, podemos dar cuenta de algunas
características de las mismas.
La entidad fue una de las bases de apoyo del gobierno.
Más allá de sus demandas, no constituyó un núcleo opositor durante la mayor
parte del mandato de Néstor y Cristina Kirchner. Las determinaciones económicas
que permiten explicar el vínculo radican en que el país se encontraba en un
momento de fuerte expansión de la principal riqueza que sostiene al capitalismo
débil argentino: la renta de la tierra. El aumento internacional de los precios
agropecuarios posibilitó que se expandieran los ingresos de divisas que,
mediante diversos mecanismos –como el tipo de cambio y los impuestos directos–
el Estado pudo capturar y redirigir a otros sectores sociales.
Los capitales industriales que componen la uia estuvieron entre los principales beneficiarios de
las transferencias de riquezas. Mediante la devaluación, barreras arancelarias
y subvenciones, el Estado recreó un marco propicio para la acumulación de sus
capitales, protegidos de la competencia extranjera con ingentes subsidios
directos e indirectos (tarifas de servicios subvencionadas y créditos a tasas
inferiores a las de la inflación, entre otros programas de fomento empresarial)
y costos laborales con mayor poder adquisitivo para generar demanda interna,
pero a su vez relativamente bajos a escala internacional. Sus demandas se
dirigieron a mantener vigentes dichas condiciones, indispensables para la
reproducción de sus capitales.
Durante el kirchnerismo el Estado, en cuanto
representante del capital social, lejos de enfrentar a las fracciones más
concentradas del capital caracterizadas en el debate político-intelectual como
antiindustriales y antipopulares del capital, garantizó su acumulación.
El trabajo pone en tensión aquellas interpretaciones
clásicas, muchas de ellas matizadas pero aún vigentes en la actualidad, que
sostienen que la uia ha defendido históricamente un
programa liberal clásico, o antiindustrial-cortoplacista, y que en consecuencia
ha atentado contra el despliegue de las potencias del capitalismo nacional.
Como vimos, las debilidades de sus socios le impidieron sostener una política
de liberalización total del mercado y la apertura indiscriminada de la economía
a la competencia internacional. Sus capitales requerían transferencias
estatales y la protección del mercado interno para poder reproducirse. Aun
cuando contaban en su interior con capitales concentrados nacionales y
transnacionales, no se observa que pugnaran por la liberalización de la
economía.
Esto es así porque se reproducen mayormente en el mercado
interno, no utilizan a Argentina como plataforma de exportación, con lo cual
necesitan que se mantengan las condiciones para vender en el mercado interno y
apropiarse de riquezas emanadas de la renta de la tierra. En lo sustancial,
llevan adelante una acción política igual a la de los capitales supuestamente
portadores de las virtudes de una burguesía nacional. Si esto no ha redundado
en que Argentina cambie sus particularidades es porque la política de los
capitalistas se manifiesta impotente contra la fuerza con que el capitalismo
mundial impone el lugar que ocupa nuestro país.
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2 Para una crítica de esta teoría véase Baudino (2012); Eskenazi (2009);
Fitzimons (2013).
3 “Las potencias directas de la acumulación de capital social necesitan
encarnarse, entonces, en un sujeto que enfrente a los capitales individuales no
sólo como portador de una conciencia y voluntad independiente de la de ellos,
sino que tenga la potestad de imponer la suya directamente por sobre ellos.
Este representante político directo del capital social es el Estado” (Iñigo
Carrera, 2003, p. 16).
4 La participación de las exportaciones industriales argentinas en el mercado
mundial osciló 0.18%. Fuente: Estimados Mensual Industrial
(indec).
5 Entendemos por “populista” la forma política que se asume en momentos de
auge del ciclo económico, que implica transferencias a los capitales
individuales y mejoramiento de las condiciones de vida de la clase obrera. Por
oposición, la estrategia denominada “liberal” aparece en momentos de contracción
económica, recortando transferencias y en consecuencia eliminando capital
sobrante. Ambos momentos se corresponden con los ciclos de renta de la tierra y
endeudamiento, especificidad del capitalismo argentino (Iñigo Carrera, 2007).
Para un balance de las caracterizaciones como populista y bonapartista de los
gobiernos kirchenistas, véase Baudino (2017).
6 La
Nación, 12 de febrero de 2003.
7 La
Nación, 11 de febrero de 2003; En el informe del Observatorio pymi (2003) “La
situación de las pequeñas y medianas industrias argentinas antes y después de
la devaluación”, la uia ponderaba el aumento de ventas,
producción y nivel de ocupación de las pymes.
Según lo expresado en este documento, los pequeños capitales reaccionaron
positivamente más rápido que las grandes empresas por no contar con
endeudamiento externo.
8 Clarín, 8 de mayo de 2003.
9 Durante la gestión estatal estudiada se asistió a un mejoramiento salarial
desigual. Los que más se beneficiaron fueron aquellos sectores registrados de
la industria, que llegaron a alcanzar en 2012 casi los niveles de 1974 (en
términos de salario directo, con un notable deterioro del salario indirecto),
mientras que la mayoría de los asalariados no registrados o de industrias como
la gastronómica, hotelera y de la construcción apenas alcanzó los niveles
salariales del menemismo (Kornblihtt, Seiffer, Villanova, 2014).
10 Hecho
en Argentina, 2005.
11 La Confederación General Económica es una institución nacida en 1952 que ha
nucleado pequeños y medianos empresarios argentinos, bajo un programa económico
orientado al mercado-internismo. Ha oscilado entre la confrontación y la fusión
con la uia, como durante el tercer gobierno
peronista (1973-1976). Se diferencian porque mientras la uia
representa tanto a grandes empresarios a escala nacional, como a pequeños y
medianos, la cge incorpora sólo a capitales de menor
tamaño.
12 Federación Argentina de Contratistas de Maquinaria Agrícola; Bolsas de
Cereales de Bahía Blanca, Buenos Aires, Córdoba y Entre Ríos; Bolsas de
Comercio de Rosario y Santa Fe; Federación de Acopiadores de Granos.
13 En los debates de comisión del Congreso, sus dirigentes expresaron que “se
paguen los precios plenos a los productores y para que el sistema de
retenciones móviles se adecue a límites razonables para que los sectores
productivos no se vean afectados en su rentabilidad”. La
Nación, 26 de junio de 2008.
14 Asimismo, de manera más directa, la intervención de la uia tuvo por fin destrabar un conflicto que obstaculizaba
las cadenas productivas de la industria alimentaria, con fuerte peso en la
entidad (Coviello, 2014).
15 La
Nación, 10 de octubre de 2008.
16 Lascurain sugirió que se apliquen “las herramientas necesarias para no
sufrir daños por el desvío de importaciones que tenían por destino otros
mercados que se cayeron, y entonces quieren venir a la Argentina”. La Nación, 8 de octubre de
2008.
17 www.lanacion.com.ar, 28 de septiembre de 2008.
18 www.uia.org.ar, 23 de septiembre de 2008.
19 www.uia.org.ar, 23 de septiembre de 2008.
20 Entre otras cuestiones, porque se trató de una compra –y no expropiación–
que beneficiaba a capitales que querían deshacerse de sus acciones.
21 La
Nación, 2 de mayo de 2012.
22 El “cepo” fue una medida de control de comercialización de monedas
extranjeras.
23 Clarín, 11 de julio de 2012.
24 Techint, representada por Betnaza, había protagonizado un enfrentamiento
con el gobierno luego de años de apoyo. La disputa entre el kirchnerismo y la
familia Rocca se inició cuando al conglomerado de empresas le empieza a ir
relativamente mal en la Argentina y comienza a buscar nuevos horizontes, por
fuera del espacio nacional, que le permitieran ampliar su rentabilidad (Mussi,
2013).
25 En la actualidad, la uia figura como miembro en la página
institucional del Foro de Convergencia Empresarial.
26 La
Nación, 16 de mayo de 2014.
27 Cronista
Comercial, 3 de junio de 2014.
28 www.uia.org.ar (16 de septiembre de 2014).
29 www.uia.org.ar (16 de septiembre de 2014).
* Investigación
realizada como investigadora asistente de idihcs-Conicet.
** Doctora en
Historia, Universidad de Buenos Aires. Líneas de investigación: historia
política contemporánea; historia económica argentina; historia de la burguesía.