10.18234/secuencia.v0i110.1775
Artículos
La Huelga
de los 100 días.
Conflictividad laboral en los frigoríficos argentinos a comienzos de la década
de 1960*
The 100-Day Strike. Labor Unrest in Argentine Meat Processing Plants in the Early 1960s
Verónica Vogelmann1**, https://orcid.org/0000-0003-1582-788X
1Investigaciones Socio-históricas Regionales (ishir)-Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)-Universidad
Nacional de Rosario (unr), vogelmann@ishir-conicet.gov.ar
Resumen:
El artículo tiene como objetivo analizar la conflictividad
laboral desarrollada en los frigoríficos argentinos a comienzos de la década de
los sesenta. Se aborda el proceso de lucha de alcance nacional iniciado con la
llamada “Huelga de los 100 días”, focalizando el abordaje en las
características que el conflicto adquirió en la región sur del Gran Rosario,
provincia de Santa Fe. Son retomadas fuentes de diverso origen (prensa
sindical, partidaria, documentación estatal, archivos privados y prensa
nacional y local). Se concluye afirmando que, a pesar de la derrota sufrida por
los trabajadores y el deterioro en las condiciones laborales impuesto, surgió
un nuevo activismo gremial con una significativa presencia en el interior de
los espacios laborales. El estudio realizado contribuye a la construcción de conocimiento
de los procesos de lucha, las transformaciones en los procesos de trabajo y las
formas de organización gremial de los trabajadores.
Palabras clave: conflictividad laboral; industria frigorífica; proceso de trabajo;
organización gremial; Argentina.
Abstract:
The aim of this article is to
analyze the labor conflict developed in the Argentine meat-packing industry, in
the early sixties. The national struggle process -known as “The hundred-day
strike” is fully described. The focus of this study the was on the
characteristics that de conflict acquired in the Gran Rosario region, of Santa
Fe province. The analysis resort to wide variety of sources (union and party
newspapers, official government documents, private archives, and local and
national press). It concludes that even though workers suffered heavy defeat in
labor conditions and rights, a new trade union activism in the working. This
research contributes to the struggles, workings processes transformations and
the trade union organization literature.
Keywords: labor conflict; meat-packing industry; workings
processes; trade union organization; Argentina.
Recibido: 2 de agosto de 2019 Aceptado: 17 de enero de
2020
Publicado: 23 de abril de 2021
INTRODUCCIÓN
El objetivo de este trabajo es abordar la conflictividad
obrera en los frigoríficos argentinos durante los primeros años de la década de
los sesenta, centrando el análisis en una importante huelga de alcance nacional
que tuvo un impacto decisivo en los procesos productivos y en la dinámica sindical
de los trabajadores de la carne de todo el país, la llamada “huelga de los 100
días” (Historia de la Federación de la Carne, 1997,
p. 39).
Desde un enfoque regional se busca generar conocimiento
sobre las particularidades que alcanzó dicho conflicto en la ciudad de Rosario
y en la vecina Villa Gobernador Gálvez, provincia de Santa Fe, una de las
principales zonas de desarrollo de la industria frigorífica en Argentina.
En efecto, la región sur de Rosario se fue consolidando
como un polo de desarrollo de la industria frigorífica, desde la instalación de
la empresa Swift en 1924. Durante las décadas de los años cincuenta y sesenta
la región fue receptora de otras firmas vinculadas con el procesamiento cárnico1 consolidando al sector
frigorífico como uno de los más dinámicos en materia de empleo.2 Un dato a subrayar es
que el Swift de Rosario es el único de los grandes frigoríficos de capitales
extranjeros, instalados en el país hacia fines del siglo xix
y comienzos del xx, que aún sobrevive en Argentina.
De manera que el énfasis estará puesto en una mirada
regional considerada como una construcción históricamente determinada y
delimitada, más que por las características geográficas o
político-administrativas, por las tramas sociales, políticas y económicas
construidas por los actores. En otras palabras, se trata de una categoría
socialmente espacializada (Fernández, 2007) que, en nuestro caso, remiten tanto
al proceso de instalación y desarrollo de la industria frigorífica en la región
y en el país, como a las características particulares que adquirió la
organización obrera y las formas de expresión de la conflictividad laboral.
En tal sentido, el abordaje busca indagar en las
relaciones que se establecen entre la escala regional y nacional, no sólo
porque el mismo objeto de estudio así lo demanda sino también porque se parte
de una perspectiva teórico-metodológica que procura indagar en las
potencialidades de los procesos particulares en vinculación con la dinámica más
amplia, recuperando dicha particularidad para complejizar la totalidad
(Fernández, 2007).
Asimismo, partimos de una concepción de la conflictividad
laboral como expresión del antagonismo propio de las relaciones de producción.
De manera que el énfasis analítico está puesto no sólo en las expresiones
“abiertas” de la conflictividad, aquellas que se desarrollaron a través de
medidas de fuerza que cobraron notoriedad y estado público, sino que interesa
abordar también aspectos de la cotidianidad laboral que remiten a las formas de
organización del trabajo al interior de las plantas y a experiencias gremiales
que tendieron a resistir la avanzada patronal en las condiciones de trabajo.
Vinculada con esta orientación es posible destacar que la originalidad del
aporte se inscribe en la articulación de diversas dimensiones de análisis (el
proceso de lucha, el impacto de la derrota, los cambios en la organización del
trabajo y la aparición de un nuevo activismo).
Desde esta perspectiva se retoman diversas fuentes
provenientes del ámbito gremial (documentación e información laboral,
publicaciones sindicales, boletines y volantes de organizaciones gremiales); de
archivos privados (memorias de militantes sindicales); del Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social de la Nación (mtyss), (convenios colectivos de trabajo, actas y
expedientes); de la prensa partidaria y periódica local y nacional. El abordaje
de este material posibilita el análisis de procesos político-económicos,
empresariales y gremiales que confluyeron en el escenario del conflicto objeto
del presente estudio.
El artículo está organizado en distintos apartados, en el
primero se analiza con profundidad la gran huelga nacional de los 100 días del
año 1962, se identifican algunos antecedentes significativos y se aborda la
dinámica de la organización sindical, las medidas de fuerza y las respuestas
patronales. En el segundo apartado se describe el proceso de declive de la
huelga y el impacto de la derrota en los colectivos obreros. En tercer lugar,
se identifican los cambios en la organización del trabajo sistematizando las
principales transformaciones impuestas en la cotidianidad laboral. Por último,
se avanza en el análisis de experiencias que, desde distintos ámbitos de
actuación y a través de un nuevo activismo, se plantearon la tarea de
reorganizar a los trabajadores de los frigoríficos, en este punto se destaca la
importancia que estas nuevas experiencias gremiales han tenido en la
configuración de agrupamientos que tuvieron protagonismo en décadas
posteriores, particularmente en Rosario. Finalmente, se presentan un conjunto
de conclusiones.
El estudio realizado dialoga con una vasta bibliografía
que aborda la conflictividad y las relaciones laborales durante los años
sesenta en América Latina y Argentina relevando los procesos de lucha y
organización del movimiento obrero tras el triunfo de la revolución cubana
(Simonassi, 2016a). En Argentina los enfoques y discusiones en el campo
historiográfico sobre el periodo refieren a los procesos de radicalización de
las luchas obreras hacia finales de la década del sesenta y principios de los
setenta (Balvé y Balvé, 2005; Brennan, 1996; Cerutti y Resels, 2006; Löbbe,
2009; Pasquali, 2010; Viano, 2000).
Las investigaciones sobre el tema otorgan importancia
analítica a “la forma específica de organización sindical politizada de los
trabajadores al nivel de la producción”, la denominada “anomalía argentina”
(Gilly, 1986, p. 20) que ha otorgado un carácter original a la estructura
sindical argentina respecto a otros países de América Latina (Basualdo, 2010).
Esta originalidad se inscribe en el peso que históricamente han tenido las
formas de representación gremial al interior de los lugares de trabajo a través
de delegados, comisiones internas, y cuerpos de delegado. En tal sentido,
diversos estudios buscan reponer “los vasos que comunicaban las grandes luchas
con las disputas cotidianas” (Ghigliani, 2015, p. 2) a través del análisis de
los procesos de trabajo y de las formas de representación directa.
Asimismo, la bibliografía especializada subraya una serie
de rasgos que caracterizan al modelo sindical argentino y que se fueron
consolidando desde la década de 1940, en primer lugar, el desarrollo de una
estructura sindical nacional por rama de actividad, tendente a unificar al
movimiento obrero y a desalentar el establecimiento de diferencias entre
categorías de trabajadores dentro de una actividad similar sobre la base de la
ocupación o la ubicación geográfica. Este rasgo ha sido señalado como un
elemento de distinción frente a otros modelos de organización sindical
latinoamericanos como el chileno o el brasileño que en sus códigos y normativas
“procuran deliberadamente fragmentar al movimiento obrero” (Doyon, 2006, p. 151).
En segundo lugar, la afirmación de un sistema de negociaciones colectivas que
establecía la autoridad del Estado en tanto agente encargado de definir los
sindicatos habilitados para intervenir en las negociaciones colectivas en
virtud de la representatividad3
y de homologar los convenios colectivos de trabajo negociados entre las
organizaciones sindicales y patronales.
Desde estas coordenadas los estudios sobre el movimiento
obrero a finales de la década de los cincuenta y los primeros años de los
sesenta debaten en torno a las características que asumió la conflictividad
laboral. Las investigaciones subrayan la importancia que asumieron los cambios
en el modelo de acumulación capitalista y los intentos por aumentar la
productividad laboral, imponiendo mayores ritmos de producción y limitando el
alcance de la organización sindical en los lugares de trabajo. Algunos autores
abordan los procesos de racionalización y la conflictividad en los sectores
frigorífico y metalúrgicos a partir del análisis de laudos arbitrales (Ferraro
y Schiavi, 2012), o convenios colectivos de trabajo y demandas patronales
(James, 1981). Existen trabajos que analizan la dinámica de la industria
frigorífica y sus trabajadores en regiones importantes del país como Berisso
(Lobato, 2001), y en otras localidades de menores dimensiones como General
Cerri (Baier, 2012), ambas ubicadas en la provincia de Buenos Aires.
Un debate que atraviesa la literatura sobre el periodo se
inscribe en las consecuencias de las derrotas en los procesos de lucha de
finales de la década de los cincuenta en el movimiento obrero. Al respecto,
algunos análisis caracterizan a los primeros años de la década de los sesenta
en término de desmoralización y desmovilización (James, 2006), mientras que
otros enfatizan la continuación de los conflictos en un contexto regresivo.
Para estos últimos, los resultados de los procesos de lucha no implicaron, en
todos los casos, perdidas de conquistas, por el contrario, en términos
generales se mantuvieron niveles importantes de redistribución del ingreso y de
ocupación laboral (Schneider, 2005).
Desde una mirada regional, se han realizado aportes a una
literatura centrada en los sucesos desarrollados en la ciudad de Buenos Aires y
sus alrededores. En otras regiones, los estudios sobre la protesta obrera
durante los primeros años sesenta son ineludibles para comprender los procesos
de radicalización de finales de esa década en Córdoba y la “constitución de la
cultura de resistencia y confrontación” que caracterizó al periodo (Gordillo,
1999, p. 269). En Rosario las investigaciones problematizan acerca de la
conformación de una tradición obrera y sindical distintiva caracterizada por la
acción unitaria de distintas corrientes político-sindicales y la masividad y
radicalidad que adquirieron las luchas durante esos años (Simonassi y
Vogelmann, 2017; 2018).
Al centrar la atención en la industria frigorífica y la
historia de lucha y organización de sus trabajadores durante estos años uno de
los aspectos a subrayar tiene que ver con la profunda reestructuración por la
que estaba atravesando la rama a nivel mundial y su impacto en distintos países
de América del Sur. En efecto, la denominada “industria grande”, compuesta por
empresas frigoríficas de capital extranjero instaladas en países como
Argentina, Uruguay y Brasil hacia fines del siglo xix
y comienzos del xx, ingresó en un proceso de declive y
paulatina retirada. Al mismo tiempo fueron surgiendo y expandiendo su
influencia establecimientos frigoríficos de nuevo tipo, de capitales nacionales
y con estructuras de menores dimensiones (Azcuy Ameghino, 2007; Buxedas, 1983;
Gayoso y Repetto, 2013). De manera que, las luchas de los obreros de la carne
hacia finales de los años cincuenta y durante la década de los sesenta
estuvieron signadas por un escenario de racionalización, cierres de plantas y
numerosos despidos (Baier, 2012; Lobato, 2001; Porrini, 2004; Salas, 2006). En
consecuencia, parte de la literatura se focaliza en las transformaciones
urbanas, el patrimonio industrial; las representaciones, memorias e identidades
construidas por los habitantes de las ciudades y barrios obreros tras los
cierres de estas significativas fuentes de trabajo (Bretal, 2016; De Oliveira,
2015; Michelon, 2012; Porrini, 2018). Como mencionamos, de este escenario
general se diferenció la región de Rosario tanto por la supervivencia a lo
largo de la historia de su principal frigorífico como por el impulso que
adquirió el sector con la instalación de establecimientos de menores
dimensiones (Vogelmann, 2015). De manera que este proceso consolidó en la
región un sector que durante el periodo bajo estudio mostraba claros signos de
su pérdida de relevancia económica a nivel nacional a favor de la expansión de
sectores dinámicos como automotriz, petróleo, mecánica y química (Schvarzer,
1996).
En definitiva, es posible afirmar que el conflicto que
analizamos surgió en un contexto signado por una industria frigorífica que
comenzaba a mostrar un fuerte deterioro, y que a su vez empalmaban con procesos
político-económicos generales tendentes a transformar el modelo de acumulación
en distintos países de América del Sur. Argentina en particular, desde mediados
de la década de los cincuenta, estuvo atravesada por golpes de Estado sucesivos
que buscaron desmantelar la herencia del gobierno peronista (1946-1955), frenar
la creciente movilización social y transformar la matriz económica del país
avanzando sobre las conquistas obreras. Durante estos años, el triunfo
electoral de Arturo Frondizi (1958-1962) supuso la profundización de un proceso
de industrialización en áreas estratégicas a través del otorgamiento de
concesiones al capital extranjero. Tras su derrocamiento militar, en marzo de
1962, José María Guido (1962-1963) ocupó la presidencia. Con un nuevo llamado a
elecciones presidenciales asumió el radical Arturo Illia (1963-1966) hasta que
otro golpe de Estado impuso al general Onganía como presidente, en junio de
1966.
Uno de los rasgos sobresalientes por estos años fue la
respuesta represiva del Estado ante las protestas obreras. La puesta en
práctica del Plan de Conmoción Interna (conintes)
durante el gobierno democrático de Frondizi fue una de sus expresiones
paradigmáticas. Dicho Plan se basaba en una legislación coercitiva que otorgaba
al poder ejecutivo “poderes de guerra” (Fayó, 2007, p. 8) al habilitar la
represión militar en el interior de las fronteras nacionales en casos de
alteración grave del orden público (Simonassi, 2016b). De este modo, la
intervención del ejército se produjo en conflictos políticos y gremiales de
relevancia como el protagonizado, entre otros gremios, por los trabajadores del
frigorífico Lisandro de la Torre en resistencia al proceso privatizador en el
año 1959 (Salas, 2006).
En definitiva, el periodo analizado se caracterizó por
una dinámica de inestabilidad política, por la proscripción y persecución al
peronismo y al comunismo y, centralmente, por una extendida ofensiva contra los
trabajadores y sus organizaciones. Estas tendencias configuraron el escenario
general de luchas obreras que tuvieron un significativo impacto en las
construcciones gremiales de los años posteriores.
SALARIO, MEDIDAS DE FUERZA Y CIERRES DE PLANTAS.
ANTECEDENTES E INICIOS DEL CONFLICTO
La “Huelga de los 100 días”,
iniciada en los frigoríficos argentinos en el mes de agosto de 1962, se originó
por la exigencia de los representantes empresarios de la denominada “industria
grande” de otorgar aumentos salariales atados a modificaciones en la
organización del trabajo que avanzaban sobre las condiciones establecidas por
el Convenio Colectivo vigente, firmado en el año 1946 (en adelante cct/46). Esta avanzada patronal no configuraba un
hecho aislado sino que, como mencionamos, los intentos por imponer nuevos
sistemas de trabajo, cláusulas de productividad y de limitar la actuación de
los cuerpos de delegados y comisiones internas determinaron la dinámica de los
conflictos y negociaciones en gremios como textiles y metalúrgicos (James,
1981). Además de los conflictos por la imposición de cambios en las formas de
organización del trabajo, durante ese año las medidas de fuerza decretadas por
distintos gremios giraron en torno a reclamos por atrasos y falta de pago de
los haberes y por la pérdida de puestos de trabajo (Schneider, 2005).
A comienzos de 1962 la Federación Gremial del Personal de
la Industria Frigorífica y Afines (en adelante la Federación) realizó diversas
gestiones tendentes a obtener aumento de salarios para los trabajadores del
sector. Es importante señalar que la Federación fue un actor significativo en
todo el proceso, se trata del órgano de representación sindical de segundo
grado que nucleaba a los sindicatos de los trabajadores de los frigoríficos con
actuación en regiones y/o establecimientos de distintos puntos del país.
Constituía el órgano de representación nacional y era el actor autorizado para
entablar las negociaciones colectivas con las patronales. Formaba parte de la
Confederación General del Trabajo (cgt)
y, para el momento que estamos analizando, agrupaba a unas 70 filiales, tanto
de la industria chica como grande, y a 50 000 trabajadores.4
De manera que, mientras la Federación exigía una
recomposición salarial de 40%, las patronales se mantenían inflexibles,
negándose a entablar negociaciones aduciendo la existencia de conflictos en
distintos establecimientos.5
La negativa empresarial a concurrir a las instancias de negociación paritaria
fue acelerando el conflicto que presentaba antecedentes recientes.
Antecedentes de la gran Huelga
Desde comienzos de la década de
los sesenta los trabajadores del sector protagonizaron distintas medidas de
fuerza para enfrentar suspensiones y despidos generalizados, para el año 1961
las cesantías ascendían a 10 000 trabajadores.6
En ese mismo año comenzó un conflicto paradigmático, que pronto adquirió
relieve político nacional, en el frigorífico Wilson de Avellaneda, provincia de
Buenos Aires, cuando la empresa luego de realizar numerosos despidos amenazó
con abandonar el país.7 Otro dato para
destacar es que, durante las negociaciones paritarias de 1961, las patronales
concentradas del sector recurrieron al cierre de establecimientos en respuesta
a las medidas de fuerza decretadas por la Federación.8
Asimismo, las tensiones y divisiones al interior de la
Federación influyeron de manera significativa en la dinámica del conflicto. Las
disputas entabladas se expresaron a través de dirigentes sindicales con
proyecciones nacionales que, aunque compartían su adscripción peronista y el
sostenimiento de prácticas sindicales dialoguistas y negociadoras, confrontaron
durante estos años por la conducción de la Federación. Los actores
protagonistas de estas disputas fueron, por un lado, el secretario general en
funciones de la Federación Eleuterio Cardoso, figura destacada en la escena
sindical nacional por haber expresado de forma pública la necesidad de que el
movimiento obrero eligiera un camino evolucionista y flexible, capaz de
reemplazar a “la lucha de clases” “por la lucha por objetivos concretos dentro
del orden legal” rompiendo con “prejuicios” para “entrar a conversar con
representantes de las fuerzas armadas, de la Iglesia y los sectores económicos”.9
Por otro lado, se encontraba el referente de la lista
Blanca Ernesto Escalada que, por esos años, se fue consolidando como referente
sindical en establecimientos de la denominada “industria nacional” como el
frigorífico Gualeguaychú, la Corporación Argentina de Productores de Carne (cap) y el Argentino. Referentes de esa lista
realizaron ocupaciones del edificio de la Federación y medidas de fuerza
tendentes a acrecentar las disputas por la dirección de la organización
sindical nacional. En muchas de estas acciones tuvieron intervención autoridad
del Estado del poder ejecutivo y judicial.10
En el ámbito regional, el panorama del Sindicato de la
Carne de Rosario era diferente. En febrero de 1961 ganó las elecciones el
Movimiento Unitario Lista Marrón liderado por el Partido Comunista (pc) e integrado por trabajadores radicales, peronistas
e independientes.11 Esta victoria fue
parte de un proceso de actuación prolongada del pc
al interior del gremio, que remite al momento en que el Swift se instaló en la
región en la década de los veinte (Vogelmann y Menotti, 2010). Desde el golpe
de Estado de 1955 esta presencia se expresó a través de una política unitaria a
nivel de las plantas y de oposición a los lineamientos dialoguistas y
conciliadores de las conducciones peronistas tanto de la Federación como del
Sindicato rosarino.12 A pesar de estos
antecedentes, el triunfo de esta lista en el Sindicato de Rosario fue un hecho
resonante a nivel nacional por tratarse de una agrupación liderada por el pc en un gremio de fuerte tradición peronista.
Desde el inicio, la nueva Comisión Directiva enfrentó la
abierta hostilidad del Swift que se negó a reconocer oficialmente a la
conducción sindical. Para justificar su accionar la empresa aducía que el
secretario general del Sindicato, Ramón Zarza, había sido despedido. En efecto,
el despido se basó en ausencia injustificada, luego de que fuera detenido en el
marco del Plan conintes acusado de participar de actos
protagonizados por comandos de la resistencia peronista en Rosario.13 El desconocimiento de
la dirección sindical por parte del Swift conllevaba dificultades de distinto
orden, por un lado, financieras ya que la empresa no liquidaba al Sindicato las
retenciones realizadas, y, por el otro, gremiales al impedir que miembros de la
dirección sindical ocuparan sus puestos de representación en la Paritaria
local, órgano gremial que funcionaba al interior de las plantas industriales.
De manera irregular, los representantes empresariales seleccionaron, de acuerdo
a su conveniencia, a los trabajadores que constituirían dicho organismo,
desplazando a la Comisión Directiva del ámbito de negociación interno donde se
dirimían, centralmente, conflictos vinculados con las formas de organización
del trabajo (Menotti, 2008; Shapiro, 2015).
En ese escenario, la Lista Marrón buscó rodearse de
solidaridad articulando vinculaciones con distintas organizaciones de la
sociedad civil como vecinales y agrupaciones de mujeres, siendo uno de sus
principales reclamos el reconocimiento del Concejo Directivo por parte de
Swift. En tal sentido, se realizaron gestiones legales y pedidos formales ante
el Ministerio del Trabajo. Sindicatos de otras regiones, como el de Avellaneda,
y la Federación se solidarizaban y se expresaban públicamente a favor del
reclamo.
Asimismo, dirigió conflictos a nivel de planta como el
que tuvo lugar en la sección de cámaras frías del frigorífico Swift en
respuesta a la decisión empresarial de sumar tareas a los puestos de trabajo.
El sindicato decretó un paro de una hora de duración en la sección y la
respuesta patronal fueron las suspensiones. Ante la arbitrariedad de la
decisión patronal el sindicato radicó denuncias en el Ministerio de Trabajo y
envió una delegación a la Federación.14
Otras de las dificultades que debió sortear la conducción
del sindicato local estuvo dada por la paulatina consolidación de sectores
gremiales vinculados con la peronista lista Violeta de Jacinto Serbali, que
buscaron deslegitimar las gestiones y articular fuerza con el fin de desplazar
a la conducción liderada por el comunismo. En respuesta, las autoridades
sindicales convocaban a asambleas para reafirmar su liderazgo.15 A pesar de las
dificultades, la lista unitaria Marrón fue confirmada en la conducción del
sindicato rosarino en las elecciones a congresales de la Federación de agosto
de 1961, donde fueron elegidos los cinco congresales que presentan.
En síntesis, es posible afirmar que en los albores de la
gran huelga de 1962 los trabajadores de los frigoríficos venían resistiendo
arremetidas significativas por parte de las patronales concentradas del sector
y se encontraban enfrentando profundas divisiones que debilitaban la
organización gremial tanto a nivel nacional como en la región. En Rosario, este
proceso se vio reforzado por la embestida del frigorífico Swift contra el
sindicato, al negarse a reconocer a su comisión directiva liderada por el pc.
Se inicia el conflicto
Llegado el mes julio de 1962 y
ante el vencimiento del Convenio Colectivo, la Federación amenazaba con “la
proximidad de la adopción de medidas de fuerza” en respuesta a la
intransigencia patronal que obstaculizaba la renovación del convenio y el
otorgamiento de aumentos salariales.16
En ese marco, el 9 de agosto dispuso paros sorpresivos y quite de colaboración
en todos los frigoríficos de la “industria grande” del país, con diferentes
horarios de iniciación que comenzaban con una hora por turno e iban en ascenso.17
La respuesta de las grandes firmas del sector fue
inmediata, al día siguiente, dispusieron el cierre de los establecimientos y la
suspensión de todo el personal hasta tanto la Federación tomara el compromiso
formal de “normalizar el trabajo” y se dispusiera “a discutir bases aceptables
para incrementar los jornales y eliminar” lo que llamaban “trabas y abusos que
afectan al normal y eficiente desarrollo de las operaciones industriales y la
productividad”.18
El lock out se extendió por
más de un mes e implicó la suspensión de 30 000 trabajadores. Para sostener la
medida las empresas contaron con las fuerzas represivas del Estado que
permanecieron ocupando y custodiando las plantas, y reprimiendo los intentos de
ocupación obrera que se fueron registrando en distintos puntos del país. En
Rosario, aunque no se desarrollaron disturbios en las inmediaciones de Swift,
luego de establecido el lock out se reforzó la
vigilancia policial y se dispuso modificar los puntos terminales de las líneas
de transporte público impidiendo que llegaran hasta las puertas del
frigorífico. Días después “se dispuso la ocupación del establecimiento por
efectivo de gendarmería nacional a mando de Agustín Feced”19 quien asumió la
custodia “mientras no se disponga el levantamiento de cierre dispuesto por la
empresa”.20
Ante el cierre de los establecimientos productivos, la
Federación intentó llevar adelante las negociaciones a través de la Comisión de
Salarios. Organizó mesas redondas donde se procuraba analizar el estado crítico
de la industria frigorífica argumentando que el proceso de declive y los altos
costos productivos del sector no derivaban del salario obrero sino que
obedecían a “deficiencias notorias en materia de tecnificación”.21 En todo momento la
estrategia seguida tendía a establecer ámbitos de negociación, pero se
enfrentaba con un sector patronal que sistemáticamente se negaba a participar
de cualquier instancia de diálogo. Del mismo modo buscó articular el apoyo y la
solidaridad de la cgt, las 62 Organizaciones22 y de funcionarios del
poder ejecutivo nacional.23
En Rosario el escenario del conflicto tuvo algunas
particularidades que contrastaron con la dinámica nacional. Aunque el Sindicato
de Rosario procuró estrechar vínculos y generar canales de diálogo con
distintos actores de la región como presidentes comunales, fuerzas armadas y
vecinales, la estrategia principal estuvo dada en activar movilizaciones y
mantener la unidad de los trabajadores.
El gremio se declaró en estado de asamblea permanente y
buscó rodearse de solidaridad participando de actos24
y organizando mesas redondas25
y movilizaciones.26 Ante la presencia
policial y de gendarmería en la zona sur de Rosario y en Villa Gobernador
Gálvez, una modalidad de visibilización que adoptó el sindicato fue organizar
movilizaciones que se dirigían al centro de la ciudad de Rosario, algunas se
concentraban en plazas y otras tenían como destino las instalaciones donde
funcionaba el diario de mayor influencia en la región. En todos los casos las
fuerzas represivas actuaron para disuadir a los manifestantes. Asimismo, las
asambleas de trabajadores y vecinos fueron masivas, en ellas además de difundir
información sobre la marcha del conflicto se buscaba dar la palabra a los
obreros de distintas secciones y áreas de la fábrica y se convocaba a
dirigentes sindicales de la ciudad para que manifestaran su apoyo y solidaridad.27
En el local sindical se instaló “un comedor” donde se
proporcionaba “alimentación a obreros y familiares”. Para su funcionamiento se
organizaban comisiones de trabajo que recibían mercadería donada por
comerciantes de la zona solidarios con los trabajadores en lucha. Otras
comisiones procuraban recaudar subsidios para los huelguistas y garantizar las
tareas de propaganda.28
En definitiva, el sindicato local acató las medidas de
fuerza decretadas por la Federación, pero en el marco del lock
out buscó dar dinamismo al conflicto promoviendo asambleas,
movilizaciones y actividades de difusión tendentes a promover la solidaridad.
Estrategias similares se desarrollaron en otras localidades del país, como Berisso,
donde se encontraban emplazados importantes frigoríficos de gran capital como
Swift y Armour que contaban con fuertes estructuras sindicales (Lobato, 2001).
Mientras que en pequeñas localidades como en General Cerri, de la provincia de
Buenos Aires, la dinámica de la conflictividad estuvo orientada a instrumentar
las resoluciones definidas por la Federación (Baier, 2012). Sin duda, las
heterogéneas experiencias estaban atravesadas por la importancia de la
industria frigorífica en la zona, la cantidad de obreros afectados y por la
forma en que se expresaban las tensiones gremiales internas.
Más allá de estos matices, la dureza de la ofensiva
patronal impactaba fuertemente en las filas obreras en las distintas regiones.
Como rememoraba un protagonista de estas jornadas, a medida que transcurrían
las semanas comenzaba a “sentirse el hambre y la desesperación”.29 En ese escenario,
promediando el lock out las empresas formularon su
oferta a través de comunicados de prensa donde ofrecían un incremento salarial
de 22% condicionado a aumentos en la productividad derivados de un
“ordenamiento de los trabajos”. En sus declaraciones volvían a hacer pública
las intenciones de transformar los procesos laborales, atando los aumentos de
salarios a la productividad, cuestión que no estaban dispuestos a negociar.30
APERTURA DE PLANTAS, REPRESIÓN Y ARREMETIDA PATRONAL. LA
HUELGA LLEGA A SU FIN
El día 20 de septiembre de 1962
las empresas frigoríficas resolvieron “reanudar sus operaciones”. Habían
transcurrido 44 días de lock out y la resolución se
tomó sin mediar ningún tipo de diálogo con la Federación. En los comunicados de
prensa las patronales detallaban a los obreros las condiciones innegociables
que regirían al interior de los lugares de trabajo. Expresaban que los aumentos
salariales serían del orden de 35%, unos puntos más que los ofrecidos en
primera instancia, y se encontraban atados inexorablemente al despliegue de
profundas reestructuraciones en las condiciones de trabajo. Las mismas
aparecían apuntadas en carteles colgados “en la entrada de las fábricas” y se
iban comunicando de manera individual a cada trabajador que era convocado a
reincorporarse a su puesto de trabajo. Los representantes de las empresas
advertían también que las reincorporaciones se producirían a medida que “los
servicios de cada trabajador” fueran “necesarios”.31
Esta medida patronal fue acompañada por un decreto del
poder ejecutivo que anulaba las elecciones de la Comisión Directiva de la
Federación realizadas en 1961.32
Con este decreto se profundizaban las tensiones al interior de la organización
gremial nacional. La Federación denunciaba que “el motivo de la oportunidad
elegida por el Gobierno para invalidar las elecciones sale a la vista con la
actitud de las empresas de abrir inmediatamente sus puertas bajo leoninas
condiciones de trabajo para su personal”.33
La vinculación entre ambas decisiones estaba clara. En respuesta a esta resolución,
asambleas realizadas en distintos puntos del país, incluido Rosario,
ratificaron a las autoridades de la Comisión Nacional de Salarios, dispusieron
no convocar a elecciones y dar continuidad al plan de lucha.
En Rosario, una asamblea general extraordinaria que contó
con la participación de más de 2 000 afiliados “resolvió por unanimidad no
retornar al trabajo rechazando los puntos contenidos en el convenio laboral
[patronal] por entender que el mismo [anulaba] por completo el cct/46 que regía para esta actividad”. Con las puertas
abiertas del frigorífico Swift y la ratificación del plan de lucha por parte
del gremio, la prensa rosarina reflejaba los índices de acatamiento a la medida
de fuerza. Durante semanas se daba cuenta de una escasa asistencia obrera que
oscilaba en “unas 400 personas”. Pasado un mes del fin del lock out la adhesión a la huelga continuaba siendo
contundente, en Swift trabajaba “un reducido número de personas en su mayoría
personal jerárquico”.34 La situación era
similar en otros puntos del país.
Los miembros de la Comisión de Salarios de la Federación
buscaban ampliar la solidaridad y abrir canales de diálogo, los cuales
continuaban siendo rechazados categóricamente por los sectores patronales. Ante
la circulación de rumores sobre acercamientos entre las partes, los
representantes empresariales rápidamente desmentían los trascendidos y
ratificaban que su accionar era “definitivamente irreversible y cualquier
versión en contrario que tienda a hacer creer sobre una solución distinta es
totalmente inexacta”.35 El diálogo con los
sectores del gobierno nacional también estaba bloqueado, así parece
atestiguarlo las denuncias sindicales contra el mtyss por negarse a recibirlos en audiencias y frustrados
intentos de mediación por parte del presidente de la nación.36 En este marco de
creciente debilidad, unos 15 000 trabajadores ocupados en frigoríficos pequeños
y medianos de todo el país realizaron medidas de fuerza en solidaridad.37
Sin embargo, el rotundo fracaso de la estrategia
dialoguista llevada adelante por la Federación fue conduciendo al levantamiento
de la huelga.38 Hacia finales de
octubre y durante el mes de noviembre de 1962 las seccionales sindicales de
todo el país fueron definiendo la vuelta al trabajo.
En ese marco, en Rosario se incrementó el accionar de las
fuerzas represivas. Fuentes sindicales denunciaban la actitud de hostigamiento
permanente de la policía y guardia de caballería, impidiendo “a los
trabajadores del gremio estar presentes en los accesos del local sindical” y
reprimiendo a los que se acercaban a “leer los comunicados publicados en las
pizarras, creando un clima de provocación y de violencia”. Se registraron
también detenciones de mujeres manifestantes que intentaban impedir el ingreso
de crumiros o “rompe” huelgas.39
Por su parte, los sectores gremiales ligados a la lista
violeta de Jacinto Serbali fueron reforzando su accionar fraccional, y reunidos
en asamblea convocada por fuera del espacio sindical definieron levantar la
medida de fuerza. Ellos se arrogaban representatividad gremial esgrimiendo el
argumento de que la Comisión Directiva, en funciones, no había sido reconocida
por Swift.40
El 5 de noviembre la represión recrudeció al ser detenida
parte de la Comisión Directiva sindical por arrojar “panfletos de neta
orientación comunista” en las instalaciones de Swift. También se sucedieron
despidos selectivos en Swift. El 8 de diciembre el Sindicato fue ocupado por la
fracción gremial liderada por Serbali, en cumplimiento de una resolución
emitida por el mtyss.41
En otros puntos del país el escenario del conflicto
también se traducía en el recrudecimiento de internas sindicales. En Berisso,
los trabajadores resolvieron retornar a la fábrica, bajo protestas, hacia
finales del mes de noviembre en un clima de marcada hostilidad entre la
organización sindical local y la Federación (Lobato, 2001). En cap-Cuatreros de General Cerri, levantada la huelga,
la desarticulación de la Comisión Directiva devino del accionar patronal a
través de despidos de activistas, delegados y miembros directivos, incluido su
secretario general (Baier, 2012).
En suma, la vuelta a las fábricas tras la derrota de la
huelga estuvo atravesada, en un primer momento, por una clara arremetida
patronal que se valió de los dispositivos del Estado para establecer un
escenario signado por la pérdida de derechos laborales e intentos sistemáticos
por atomizar y desarticular el colectivo de obreros. Tanto en Rosario como en
otros puntos del país a las fuerzas represivas se les sumó la actuación de los
funcionarios ministeriales que en sus intervenciones buscaron profundizar las
tensiones sindicales. Finalizado el conflicto se produjo un claro
desplazamiento de las conducciones sindicales que habían liderado la Huelga de
los 100 días.
Con las organizaciones sindicales diezmadas, los
esfuerzos patronales por debilitar la solidaridad obrera se ubicaron con fuerza
en los lugares de trabajo. En efecto, una vez levantada la huelga, se
multiplicaron los despidos de delegados y activistas. Además, la entrada del
personal a las fábricas se realizaba al ritmo de las “necesidades” de las
empresas. Entre aquellos que estaban en condiciones de ser convocados, el
ingreso de cada obrero estaba atado a una aceptación personal de las
transformaciones en la organización del trabajo que los sujetaba a condiciones
de mayor explotación.
Ahora bien, ¿cuáles fueron los aspectos del proceso de
trabajo que las patronales de la “industria grande” buscaban modificar y tras
la derrota de la huelga, en gran medida, impusieron?
TRANSFORMACIONES EN LAS FORMAS DE ORGANIZAR EL TRABAJO.
EL EPICENTRO DEL CONFLICTO
Los representantes de los grandes
frigoríficos postulaban la necesidad de incrementar la productividad del
trabajo a través de nuevas formas de organizar la producción que desconocían
derechos laborales conquistados. En su defensa apelaban a la crisis de los
grandes frigoríficos. Como hicimos referencia en la introducción, el sector se
encontraba atravesando una profunda reconfiguración a escala mundial con cambios
en las pautas de exportación, consumo y producción de carnes. En Argentina y
otros países de América del Sur comenzaron a instalarse frigoríficos más chicos
y de capitales nacionales, mientras que la “industria grande” ingresó en una
etapa de declive y retirada.
Desde la óptica empresarial esta crisis obedecía a dos
razones: 1) “el alto costo de la mano de obra, motivado principalmente por la
existencia de trabas y desviaciones” que afectaban a la producción, y 2) “la
imposibilidad de lograr […] el reequipamiento necesario”. En tal sentido,
afirmaban que era “imprescindible e inevitable establecer un ordenamiento de
los trabajos” y repetían: “lo que concretamente se pretende es corregir trabas,
vicios, deformaciones y abusos”.42
La supuesta imposibilidad de obtener el reequipamiento
necesario para incrementar la productividad del trabajo puede vincularse con
una de las características más relevantes de la rama. En efecto, la frigorífica
se caracteriza por ser, aún hoy, una industria que realiza una utilización
intensiva de la fuerza de trabajo, con procesos productivos de tipo manual que
demandan tareas de gran esfuerzo físico. En secciones claves se evidencia la
existencia de trabajadores y trabajadoras que, valiéndose de herramientas
sencillas, operan de forma directa sobre el objeto de trabajo. Esto implicaba
que la intensificación recayera casi exclusivamente en un aumento de la
explotación en intensidad, a través del incremento de los ritmos productivos, y
en extensión, alargando la jornada laboral. Es importante tener en cuenta estas
premisas a la hora de analizar los cambios que se irían introduciendo en los
lugares de trabajo tras la “Huelga de los 100 días”.
Al triangular información proveniente del ámbito
sindical, de agrupaciones gremiales, partidarias y de la prensa nacional y
local, es posible establecer al menos tres núcleos generales que constituían el
epicentro de las transformaciones: uno tenía que ver con el incremento en la
velocidad del proceso productivo, otro con habilitar la movilidad de los
trabajadores por distintos puestos y secciones y el tercero con limitar el
accionar de la representación obrera dentro de la fábrica. Los tres aspectos
mencionados tenían como denominador común establecer el dominio y la potestad
unilateral de las empresas de disponer de su fuerza de trabajo.
Estos elementos se encontraban disgregados en una serie
de puntos y las patronales daban cuenta de ellos deteniéndose en algunos
aspectos; a modo de ejemplo, hacían referencia al régimen horario de los
trabajadores que realizaban tareas insalubres y denunciaban que cobraban
salarios por jornada completa, aunque realizaran menos horas de trabajo
efectivo. Arremetían también contra el sistema de relevos ya que les resultaba
“inadmisible que en algunos sectores para cada operación que ocupa un
trabajador haya que mantener otro operario de relevo, esto afecta los costos y
es un mal ejemplo para otros sectores que seguramente no comparten estos vicios
y malas prácticas”. Además se oponían a la forma en que se realizaba el pago al
personal destajista, donde se reconocía la tarea con mayor retribución, y
reivindicaban con especial énfasis la necesidad de establecer “préstamos y
transferencias” de trabajadores entre distintos sectores.43
La disputa por disponer de la movilidad de los obreros
dentro de la fábrica era un aspecto crucial en el marco de las transformaciones
y se vinculaba con la detallada calificación de tareas incorporadas al cct/46.44
Como refiere Daniel James (1981), con la firma de ese convenio y en las
sucesivas reglamentaciones suscritas, las escalas salariales se establecían de
acuerdo con las calificaciones y descripción de tareas y se articulaban con
cláusulas que garantizaban el mayor salario en caso de cambio de tareas. En
documentos de la época se hacía referencia a que con la firma del cct/46 los trabajadores lograron limitar “la cantidad
de traslados, respetando antigüedad y sin menoscabar las retribuciones”.45 De manera que, las
calificaciones y la detallada descripción de tareas fueron limitantes
importantes para la movilidad obrera dentro de las fábricas y constituían
herramientas legales que permitían poner un freno a la introducción de nuevas
pautas de producción y a la multiplicación de suspensiones y despidos.
Con estas disposiciones generales, la importancia del cct/46 estuvo determinada por una correlación de
fuerzas que, a lo largo del tiempo, permitió a los trabajadores disputar
mejoras en las condiciones de trabajo y consolidar derechos laborales al
interior de los lugares de trabajo a través de reglamentaciones internas y
laudos arbitrales. Es por eso que en el marco del conflicto desatado en 1962 su
defensa se erigió como una de las principales banderas del sector gremial.
Derrotada la “Huelga de los 100 días”, el desconocimiento
del cct/46 supuso un notorio empeoramiento
de las condiciones de trabajo. Durante los meses de noviembre y diciembre de
1962 la vuelta a las fábricas fue extremadamente dura para sus trabajadores.
Como mencionamos, la modalidad de ingreso individualizada y al ritmo de las
“necesidades” productivas de las empresas implicó en los hechos numerosos
despidos. En los principales frigoríficos del país las firmas violaban
“impunemente” la legislación vigente en materia de “asociaciones profesionales
de trabajo, convenios colectivos de trabajo e indemnizaciones por despido […]
imponiendo nuevas e inhumanas condiciones de trabajo”.46
En Rosario, protagonistas de las jornadas de lucha
recordaban que “centenares de obreros, después de tres meses de conflicto,
quedaron en la calle. La empresa cesanteó a los más combativos. Quedó afuera
toda la Comisión Directiva e impusieron condiciones de super explotación que
hacía tiempo que no se veían, no se conocían.”47
Otros testimonios hacen referencia a la firma de aceptación del “famoso papel
de los veinte puntos. Eran todas las conquistas perdidas: el cuchillo será a
cargo del obrero, las botas, esto, lo otro. Quitaban cincuenta años de
conquistas de un plumazo. Y había que firmar eso para volver a entrar a
laborar.”48
Distintos volantes que circulaban en las fábricas daban
cuenta de los atropellos permanentes y generalizados, donde los más afectados
eran los trabajadores que presentaban resistencias a adaptarse a las nuevas
pautas productivas. Los boletines de fábrica describían las condiciones
imperantes en distintas secciones de las plantas. En el frigorífico Armour de
Berisso se denunciaban reducciones de sueldo, extensión horaria y “cambios
arbitrarios e inconsultos de turnos” a trabajadoras de la sección Conserva,
“particularmente a una compañera que tiene tres hijos uno de ellos de 45 días”.49 También acusaban a la
empresa de enviar obreros enfermos a las cámaras frías; de no pagar horas
extras en secciones como Playa de novillo y de suprimir relevos en Playa de
capones. En el Swift, por su parte, se registraron suspensiones “por errores
cometidos en el proceso productivo” o por llegar tarde, y despidos por “demoras
en la realización de tareas” en la sección Curtiembre.50
En definitiva, las nuevas formas de organizar y gestionar la fuerza de trabajo
facilitaron la multiplicación de despidos, cesantías y traslados de personal y
redundaron en una forma de organizar el trabajo que avanzaba sobre derechos
adquiridos.
RECONSTRUCCIÓN GREMIAL Y DISPUTAS EN LA COTIDIANIDAD
LABORAL. EL CONFLICTO CONTINÚA
El escenario de acelerado
deterioro de las condiciones de trabajo en las plantas frigoríficas se
inscribió en un contexto de extremo debilitamiento de las conducciones
sindicales tanto locales como nacionales que, como mencionamos, obedecía a
diversos factores. La derrota de la huelga implicó el despido de “casi todos
los cuerpos de delegados y comisiones directivas de los distintos sindicatos”.
En Rosario, a los numerosos despidos se les sumaron detenciones a dirigentes y
activistas vinculados con el pc acusados de
“actitudes subversivas”.51
Por su parte, la Federación continuaba inmersa en las
disputas internas por la conducción nacional que implicaron durante el año 1963
intervenciones judiciales y ministeriales tendentes a convocar a nuevas
elecciones. Las mismas finalmente se sustanciaron en noviembre de ese año
asumiendo el cargo de secretario general Manuel Reche, vinculado al dirigente
saliente Eleuterio Cardoso.52
Una vez normalizada en términos institucionales la vida
gremial, la conducción entrante continuó desarrollando una estrategia
dialoguista, centrando su accionar en reestablecer las relaciones con las
patronales “de la industria grande” a través del pedido formal al mtyss de “iniciar las
negociaciones tendientes a la concertación de una nueva convención que regule
el régimen de remuneraciones” para el personal de la industria frigorífica.53 El pedido iba
acompañado de un anteproyecto donde se establecían “bases mínimas” que debían
“presidir las nuevas tratativas” a través de cinco puntos entre los que se
destacaban: la reimplantación de las condiciones laborales establecidas por el cct/46 “que fuera ilegal y unilateralmente derogado
por las empresas”; incremento de salario en un 100%; otorgamientos de
beneficios adicionales (por cargas familiares, licencias, permisos y días no
laborables) y aportes patronales con destino a la Federación.54
Durante tres meses, las discusiones paritarias giraron en
torno a la legitimidad/ilegitimidad del accionar de las empresas en cuanto a la
derogación del cct/46 y el establecimiento de nuevas
modalidades productivas. Las empresas defendieron su proceder “con arreglo a
derecho y en uso de facultades propias”, como prueba apelaban a la aceptación
de las condiciones de trabajo actuales por parte de “cada obrero y empleado en
servicio”. Subrayaron desde el primer día que cualquier aumento salarial
implicaba inexorablemente “la aceptación de las condiciones actuales de
trabajo”. Por su parte la Federación insistía en el carácter ilegal y
arbitrario de dichas condiciones laborales y denunciaba que resultaba
“inaceptable pretender que por el hecho de que los trabajadores se estén
desempeñando en esas condiciones signifique haber aceptado las mismas […] los
trabajadores fueron obligados a trabajar en dichas condiciones, por imposición
de una necesidad ineludible”.55
Aunque había acuerdo en la necesidad de establecer un nuevo Convenio Colectivo,
la discusión se centraba en las bases para su elaboración. Mientras que la
parte gremial defendía la vigencia del cct/46,
la patronal buscaba la aceptación formal por parte de la Federación de las
nuevas condiciones laborales.
En el transcurso de las negociaciones, la Federación
solicitó un aumento salarial anticipado que fue rápidamente rechazado por los
empresarios quienes en todo momento se mantuvieron reacios a declinar los
puntos esenciales de su propuesta: otorgar legalidad a las condiciones
laborales que se estaban implementando de hecho en las plantas industriales
mediante la firma de un nuevo cct. Finalmente, la
parte sindical cedió ante las exigencias patronales aduciendo que lo hacía
“exclusivamente, porque no puede omitir la angustiosa urgencia con que debe
llegar a los trabajadores un aumento que alivie la situación que padecen”.56 El aumento salarial
obtenido fue de 33%,57 muy por debajo de las
aspiraciones sindicales iniciales.
Con la firma del cct
41/64 adquirieron fuerza de ley aspectos nodales de las transformaciones en
curso. Los temas centrales eran: 1. Sistema de Incentivación o premios. Los
mismos podían “ser instituidos o suprimidos por las empresas” (art. 3); 2.
Jornada de Trabajo. Las empresas podían fijar o modificar horarios que debían
ser “respetados por obreros y empleados”. El tiempo destinado al almuerzo o
descanso dejaba de ser abonado y quedaban prohibidas las ausencias o descansos
por fuera del horario estipulado para tal fin, asimismo el abandono del puesto
de trabajo sólo podrá hacerse con autorización del supervisor (art. 10); 3.
Prestamos y transferencias. Las empresas podían disponer de personal para
cubrir cualquier “lugar o tarea” sin previo aviso58
(art. 11), y 4. Eficiencia y calidad de la producción. Se estableció que las
empresas tenían “derecho a recabar de sus trabajadores, en todas las etapas del
proceso productivo, la calidad requerida; fijar la operación del hombre hora en
cada operación […]; fijar la velocidad en que deben operar las maquinarias y
equipos”59 (art. 12). Otras
disposiciones habilitaban a las patronales efectuar despidos a trabajadores con
cinco años de antigüedad (art. 17) y establecían que el “personal transitorio y
eventual quedaba sujetos a la aplicación de convenios y usos locales” (art.
23). También se firmaron artículos tendentes a limitar la presencia gremial en
los lugares de trabajo reduciendo a uno el número de delegados “por cada ciento
cincuenta trabajadores” (art. 19) y a disminuir el poder de dichos
representantes al establecer que “los reclamos que creyere necesario efectuar
el personal comprendido en este Convenio, deberá ser formulado en primer
término, ante el superior inmediato”, recién en un segundo momento, y siempre
que no se hubiera arribado a una solución satisfactoria, los trabajadores
podrían recurrir a su delegado (art. 18).60
El Convenio estaba muy lejos de dar respuestas a las
problemáticas más urgentes de los trabajadores, por el contrario reafirmaba
“inhumanas” condiciones de trabajo las cuales tomaban peso de ley, mantenía
vigente el atraso salarial y daba lugar a la profusión de suspensiones y despidos
en distintas firmas del sector.61
Con este desenlace se cerraba una etapa de luchas significativas del gremio de
la carne con un resultado favorable a las patronales quienes consiguieron
morigerar los efectos de la crisis de la industria imponiendo un profundo
deterioro en las condiciones de trabajo.
Algunos autores interpretaron que con el fin de la huelga
y la firma de un nuevo convenio que eliminaba importantes conquistas obreras se
cerró definitivamente una época de esplendor. Esta situación expresaba la
crisis del sector industrial y “el alto grado de compromiso de la burocracia
sindical” con las patronales (Schneider, 2005). Otros han analizado el
conflicto de los trabajadores de los frigoríficos y la firma del cct/64 en el marco de los procesos de racionalización
de la producción que culminaron con un cambio en el balance de fuerzas en los
lugares de trabajo a favor de las patronales, principalmente por el
debilitamiento de la presencia de delegados en planta y comisiones internas. En
tal sentido, estos procesos expresarían la desmovilización de la clase obrera
producto de la avanzada patronal y habrían contribuido al refuerzo de la
burocracia sindical (James, 1981).
Lo cierto es que la arremetida patronal parecía no tener
límites y en esa carrera la dirigencia sindical no salía favorecida. Por el
contrario, la opción por el diálogo y la búsqueda incesante de los dirigentes
de la Federación por reubicarse como interlocutores válidos ante una patronal
efervorizada tenía su contrapartida en las vivencias cotidianas de miles de
obreros de los frigoríficos. Es precisamente al calor de esa cotidianidad
signada por la dureza de las condiciones de trabajo que comenzó a surgir un
nuevo activismo en las fábricas articulando el accionar de trabajadores
combativos con militantes provenientes de partidos de la izquierda.
En Rosario, luego de producida la intervención del
sindicato, la lista Marrón, aunque claramente debilitada, mantuvo su presencia
en el gremio de la carne durante décadas. Asimismo, tras la derrota de la
“Huelga de los 100 días” se identifica el nacimiento de una corriente clasista
con importante actuación en los principales frigoríficos del país,
principalmente en Rosario y Berisso. Así, durante los años 1963, 1964 y 1965
comenzó a crecer el autodenominado Movimiento Renovador, luego El Activista de
la Carne,62 dirigido por el
partido trotskista Palabra Obrera. Una serie de dimensiones caracterizan a esta
experiencia de organización gremial, en primer lugar, el impacto de la huelga y
la crítica profunda a los dirigentes sindicales de los sectores cardosistas y
de aquellos vinculados con Escalada denunciados por traición y por “carneros”,
respectivamente. En segundo lugar, la identificación y el acercamiento a los
trabajadores activistas dispuestos a resistir el embate patronal. En tercer
lugar, el desarrollo de una estrategia de reorganización focalizada en los
lugares de trabajo promoviendo elecciones de delegados y la conformación de
Comisiones Internas de Fábrica. Durante esos años se identifica la presencia de
militantes de izquierda con trabajo político al interior de las plantas o con
una presencia periférica a través de pintadas o yendo a “las puertas de las
fábricas a las cinco y media de la mañana con volantes”.63
En la configuración de esta experiencia gremial la firma
del cct 41/64 fue significativa ya que, más
allá de las críticas, orientó el trabajo del Movimiento Renovador hacia el
cumplimiento de aquellas “conquistas que la Patronal” no habían “podido tocar”
por tratarse de disposiciones vinculadas con leyes y decretos que excedían la
instancia paritaria. En efecto, el cct
41/64 no eliminó artículos importantes como la Garantía Horaria; el pago mayor
en el caso de transferencias de obreros a secciones o tareas de menor
remuneración y el respeto a la antigüedad en el caso de despidos. Sin embargo,
estas disposiciones legales no eran cumplidas en los lugares de trabajo “donde
el impacto de la derrota” era “tan profundo que ni siquiera se puede garantizar
el piso de derechos que el convenio reconoce”.64
Para la organización de izquierda, la tarea gremial era,
entonces, elegir representantes por secciones para hacer cumplir derechos y
disputar nuevas conquistas, “depende de los delegados diferenciar cuál es el
problema más sentido por la sección y dar la batalla por conseguir poco a poco
nuestros objetivos […] que sea la sección la que decida ante cada problema cuál
es el camino a seguir”.65
La reconstrucción gremial implicaba asimismo el
acercamiento a las listas y referentes opositores a las corrientes cardosistas.
En Rosario, el surgimiento de esta experiencia gremial combativa tuvo, en sus
orígenes, un perfil más periférico y articulado a las listas y agrupaciones que
iban emergiendo en el cotidiano fabril. Como hicimos referencia, la derrota de
la huelga se traducía a nivel local en la intervención sindical y la
persecución a los dirigentes rosarinos ligados al Partido Comunista, esto
implicó que “en Swift, virtualmente, había que empezar de nuevo. Había que
recomponer, reiniciar, una tarea que tenía a favor una tradición reciente”
(Shapiro, 2015, p. 138).
En este contexto, el nuevo activismo gremial brindó su
apoyo a la Lista Blanca y Negra, liderada por Gerardo Cabrera, que luego de
perder las elecciones locales de 1963 articuló su accionar en la construcción
del cuerpo de delegados de Swift. Palabra Obrera caracterizaba a esta lista
como “una corriente de clase aunque con grandes desviaciones sindicaleras [sic]”, y valoraban “el hecho de que estén muy en contacto
con nosotros puede hacer que Rosario pase al frente del gremio”.66 Estas predicciones no
se cumplieron. Aunque la lista Blanca y Negra fue consolidando su liderazgo,
los iniciales vínculos con corrientes de izquierda pronto se disolvieron y,
cuando finalmente asumió la conducción del sindicato local en 1969, se
encontraba asociada a sectores de la derecha peronista.67
De manera que el fortalecimiento de organizaciones clasistas en los frigoríficos
de Rosario se vio acompañada de procesos de proletarización de militantes de
partidos de izquierda como el Partido Revolucionario de los Trabajadores
(Torres y Scoppetta, 2015; Vogelmann, 2013).
Aunque es preciso no exagerar la efectiva presencia y
fortaleza de las organizaciones gremiales de izquierda combativa en las plantas
frigoríficas durante el periodo, sí interesa destacar la incidencia que este
nuevo activismo fue cobrando en años posteriores al interior del gremio,
particularmente en momentos de creciente radicalización de las luchas obreras
hacia finales de la década de los sesenta. En Rosario tuvieron actuación la
agrupación La Chaira de los trabajadores de la carne que reunía a militantes y
activistas de distintos partidos de izquierda68
y a trabajadores sin adscripción partidaria. A comienzos de la década de los
setenta surgió otro agrupamiento de izquierda en los frigoríficos rosarinos
nucleados alrededor de Lista Rosada. Experiencias gremiales combativas, con un
claro anclaje en los lugares de trabajo y articuladas a la actuación de
delegados y activistas por secciones mantuvieron su vitalidad durante las
décadas de los ochenta y noventa en los frigoríficos de la región. La organización
en los lugares de trabajo, los reclamos que visibilizaban las problemáticas
laborales cotidianas y la construcción de listas y agrupaciones opositoras a
las condiciones sindicales van a ser sellos distintivos de esas corrientes.
REFLEXIONES FINALES
La “Huelga de los 100 días”,
protagonizada por los obreros de frigoríficos más importantes de Argentina,
supuso un momento de inflexión en la dinámica gremial. Se originó por la
exigencia empresarial de realizar modificaciones en la organización del trabajo,
en el marco de reclamos sindicales por aumentos salariales. Con la derrota se
instrumentaron transformaciones en los procesos productivos que implicaron
pérdida de derechos laborales e intensificación del trabajo, los más
importantes fueron el incremento en la velocidad de los procesos productivos,
la movilidad de los trabajadores por distintos puestos y secciones, y la
limitación del accionar sindical dentro de la fábrica. En ese contexto de
importante deterioro de las condiciones laborales, identificamos cómo fue
surgiendo un nuevo activismo gremial al interior de los espacios de trabajo. De
manera que, el conflicto analizado, brinda indicios para reflexionar en torno a
la potencialidad de los procesos de organización gremial que se consolidaron en
los espacios laborales.
Hemos analizado cómo el conflicto sobrepasó la
experiencia de la gran huelga, buscando iluminar las transformaciones que se
fueron estableciendo en los procesos de trabajo y las tensiones y lucha al
interior de las organizaciones sindicales y en la cotidianidad laboral en las
fábricas. El enfoque buscó indagar en las relaciones que se establecieron entre
la escala nacional y la región sur de Rosario, polo de desarrollo de la
industria frigorífica en el país. En tal sentido, se han ponderado un conjunto
de dimensiones imprescindibles al momento de reconstruir la complejidad del
proceso y se identificó el accionar de los principales actores involucrados.
Fueron abordadas las políticas y el accionar de las
patronales de la llamada “industria grande”, con su negativa a negociar los
aspectos centrales de su proyecto, o sea, incrementar la productividad del
trabajo a través de nuevas formas de organización que desconocían derechos
laborales. Durante el periodo bajo estudio, la conflictividad laboral originada
por la imposición de cambios en los procesos de trabajo, tendentes a
reestablecer el mando patronal al interior de los espacios laborales, atravesó
a distintos sectores, tanto industriales como de servicio. En la industria
frigorífica dicha conflictividad estuvo vinculada estrechamente con la forma de
utilización intensiva de la fuerza de trabajo que caracteriza al sector y con
la profunda reestructuración por la que estaba atravesando la rama a nivel
mundial que determinó un proceso de declive y retirada de los capitales
concentrados. De manera que, aunque la respuesta patronal ante la declaración
de medidas de fuerza contaba con antecedentes, el proceso bajo estudio se
diferenció de otros conflictos por la extensión del lock
out y por el indeclinable posicionamiento a clausurar todo espacio de
diálogo y negociación durante la huelga. Es posible pensar que los grandes
frigoríficos de capitales extranjeros estaban preparando sus retiradas del país
procurando instalar formas de explotación del trabajo que emulaban a las de
principios del siglo xx.
En Rosario, el frigorífico Swift venía desarrollando una
política de clausura de ámbitos de diálogo y negociación con el sindicato
local. En efecto, antes y durante el conflicto sostuvo una política de abierta
hostilidad al desconocer a su comisión directiva liderada por el Partido
Comunista.
Las fuerzas represivas del Estados fueron otro de los
actores significativo en esta trama, custodiando las plantas industriales en el
marco del lock out y reprimiendo intentos de
ocupación obrera. En Rosario, su accionar se vio exacerbado por la persecución
al comunismo reprimiendo manifestaciones y, sobre el final de la huelga,
encarcelando a activistas y dirigentes sindicales comunistas acusados de
“actitudes subversivas”.
Un actor central en el conflicto fueron las
organizaciones sindicales a nivel nacional y local. Además de las estrategias
seguidas y las medidas de lucha adoptadas, identificamos tensiones y disputas
que crecían al interior de las organizaciones obreras y el accionar del poder
ejecutivo nacional instrumentando mecanismos tendentes a promover las
diferencias. Las disputas fueron de distinto orden, en el plano nacional se
desarrollaron por la conducción de la Federación, ya que no estaban en tensión programas
ni estrategias antagónicas entre los sectores en pugna, en tanto compartían
prácticas sindicales dialoguistas y negociadoras.
En el espacio regional sí se dirimían diferencias más
profundas entre la conducción sindical dirigida por el pc
y un sector del sindicalismo peronista. Durante el conflicto, la estrategia
desarrollada por el sindicato rosarino estuvo dada en activar movilizaciones y
sostener la unidad de los trabajadores a través de asambleas, organización de
comisiones, actividades de difusión y establecer la sede sindical como espacio
de encuentro y de información. Por su parte, a nivel nacional la Federación
buscó profundizar su estrategia dialoguista tendente a constituir ámbitos de
negociación con el sector patronal que fueron sistemáticamente denegados. Es
posible afirmar el rotundo fracaso de dicha estrategia en el desarrollo del
conflicto, no sólo durante el transcurso de la gran huelga sino con
posterioridad, en el contexto de las negociaciones paritarias, cuando las
patronales lograron otorgar carácter de ley a muchas de las nuevas modalidades
productivas que se estaban implementado de hecho en los espacios laborales.
Por último, al dar cuenta de la cotidianidad del
conflicto y el trabajo, analizamos el accionar de los obreros en el transcurso
de la huelga, el impacto de la derrota a nivel de planta y la desarticulación
de las conducciones sindicales. También nos detuvimos en el surgimiento de un
nuevo activismo gremial en las fábricas que nació al calor del deterioro de las
condiciones laborales y la crisis de las conducciones sindicales. En tal
sentido, el escenario en las fábricas tras la derrota de la gran huelga y la
firma del nuevo convenio colectivo más que de desmoralización y desmovilización
estuvo signado por la aparición de experiencias de organización en los lugares
de trabajo que lucharon por el cumplimiento de derechos laborales que las
patronales no habían podido suprimir. En Rosario, se advierte la incidencia de
este nuevo activismo gremial combativo y vinculado con sectores de izquierda
que va a cobrar protagonismo en los procesos de radicalización de las luchas
obreras de finales de la década de los sesenta y que mantuvieron su presencia
durante años.
LISTA DE REFERENCIAS
Azcuy Ameghino, E. (2007). La carne
vacuna argentina. Historia, actualidad y problemas de una agroindustria
tradicional. Buenos Aires: ImagoMundi.
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La Tribuna.
Nuestra Palabra.
1 Se instalaron los frigoríficos: Subproductos Ganaderos Rosario S. A.
(Sugarosa) en 1956; Paladini, Villa Diego, Litoral Argentino S. A. y Lequio a
principios de la década de los sesenta. También los frigoríficos La Tropa, La
Jamonera y la Corporación Argentina de Productores de Carne (cap) en 1962 (Vogelmann, 2012).
2 A comienzos de la década de los sesenta, Swift de Rosario poseía un plantel
que oscilaba los 5 000 trabajadores, mientras que los frigoríficos pequeños y
medianos sumaban alrededor de 3 000 empleados. A nivel nacional, considerando
exclusivamente al sector de capitales concentrados, la industria de la carne
empleaba alrededor de 30 000 trabajadores. Estimaciones construidas triangulando
información proveniente de la prensa local, nacional y gremial.
3 La legislación en Argentina reconoce la posibilidad de constituir
sindicatos libremente, sin embargo, “establece, al mismo tiempo, un sistema de
mayor representatividad que distingue dos tipos de sindicatos: por un lado, los
sindicatos con personería gremial, que reciben tal reconocimiento por parte del
Estado en virtud de poseer la mayor cantidad de afiliados cotizantes; por el otro,
los sindicatos simplemente inscriptos” (Campos y Campos, 2017, p. 11).
4 Informes laborales del Servicio de Documentación e Información Laboral (dil). Febrero de 1962. Núm. 24. Biblioteca del Centro
de Estudios e Investigaciones Laborales del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (en adelante bceil/Conicet), Buenos Aires.
5 Durante esos meses la Federación amenazó con la adopción de medidas de
fuerza y recurrió al mtyss
como instancia de mediación y vía de acercamiento al sector empresarial. La Capital de Rosario y La Prensa de
Buenos Aires, abril a julio de 1962. Fondo Hemerográfico. Biblioteca Argentina
Dr. Juan Álvarez (en adelante fh-hba), Rosario.
6 Se registraron despidos en los frigoríficos Gualeguaychú, Anglo, Wilson,
Smithfield, entre otros, y se denunciaron persecuciones a los representantes sindicales
al interior de los establecimientos. Informes laborales dil.
Mayo y julio de 1961. Núm. 15 y 17. bceil/Conicet, Buenos Aires.
7 Informes laborales dil. Mayo, julio y septiembre de 1961.
Núm. 15-17-19. bceil/Conicet,
Buenos Aires.
8 Informes laborales dil. Junio de 1961. Núm. 16. bceil/Conicet, Buenos Aires.
9 Periódico Nuestra Palabra del Partido
Comunista, Buenos Aires, 16 de agosto de 1960. Archivo Gastón Gesrik, Partido
Comunista. Provincia de Santa Fe (en adelante agg-pc), Rosario. El discurso de Cardoso fue pronunciado
en el Congreso de la Federación de la Carne en agosto de 1960.
10 Periódico El Trabajador de la Carne de la
Federación del Personal de la Industria de la Carne, Derivados y Afines.
Diciembre de 1958. Centro de Documentación de las Organizaciones
Político-Militares Argentinas-El Topo Blindado (en adelante cd-tb). Recuperado de http://eltopoblindado.com
11 En los comicios de ese año el peronismo fue divido en dos listas. Sobre un
total de 3 780 votos la Lista Marrón dirigida por Ramón Zarza obtuvo 1
620; la Lista Violeta dirigida por Jacito Serbali 1 200; y la Lista Verde
encabezada por el hasta ese entonces secretario general, Constantino Zorilla,
obtuvo 960 votos. Memorias escritas por militante del Partido Comunista y
dirigente del Sindicato de Mataderos de Rosario, Memorias Óscar González.
“Historia del Movimiento Unitario ‘Lista Marrón’ del gremio de la carne, Rosario,
1 de junio de 1988. Fondo particular. 3 folios. agg-pc, Rosario.
12 La Lista Marrón ocupó secretarías a nivel local y nacional. En 1956 en el
Sindicato rosarino accedió a una representación en la Comisión Directiva por la
minoría (con 577 votos) y en 1959 (con 1 200 votos) obtuvo un congresal al
Consejo Federal. Memorias Óscar González, “Historia del Movimiento Unitario
‘Lista Marrón’ del gremio de la carne”, Rosario, 1 de junio de 1988. Fondo
particular. 3 folios. agg-pc,
Rosario.
13 Memorias Óscar González, “Hist. Mov. Sind. Trabajadores de la Carne”. Sin
fecha. Fondo particular. 8 folios. agg-pc, Rosario.
14 Periódico Nuestra Palabra del Partido
Comunista, Buenos Aires, 16 de mayo de 1961. agg-pc, Rosario.
15 Periódico Nuestra Palabra del Partido
Comunista, Buenos Aires, 19 de septiembre de 1961. agg-pc, Rosario.
16 La
Prensa, Buenos Aires, 1 de julio 1962. fh-hba, Rosario; Informes laborales dil. Mayo y junio de 1962. Núms. 27-28. bceil/Conicet, Buenos Aires.
17 La
Prensa, Buenos Aires, 9 y 10 de agosto 1962; La Capital, Rosario, 12 de agosto de 1962. fh-hba. Rosario;
Informes laborales dil. Agosto de 1962. Núm. 29. bceil/Conicet, Buenos Aires.
18 Las empresas firmantes eran cap, Swift, Armour,
Anglo, Bovril, La Blanca, y Liebig. La Prensa,
Buenos Aires, y La Capital, Rosario, 11 de agosto
de 1962. fh-hba,
Rosario.
19 Agustín Feced, comandante mayor de gendarmería nacional. Entre 1976 y 1978,
durante la última dictadura militar, fue interventor de la policía rosarina
desde donde comandó uno de los circuitos del terrorismo de Estado en la región.
20 La
Capital, Rosario, 16 y 18 de agosto de 1962; Crónica, Rosario, 18 de agosto de 1962; La Prensa, Buenos Aires, 14 de agosto de 1962. fh-hba, Rosario.
21 Informes laborales dil. Agosto de 1962. Núm. 30, p. 18. bceil/Conicet, Buenos Aires.
22 Agrupamiento del peronismo gremial surgido en 1957.
23 A cargo de José María Guido quien asumió la presidencia en el marco del
golpe militar de marzo de 1962.
24 Zarza fue uno de los oradores del acto organizado por la cgt-Rosario en agosto de 1962. En su discurso denunció
el accionar de los grandes frigoríficos y llamó a conformar comandos de lucha. La Capital, Rosario, 1 de septiembre 1962. fh-hba, Rosario.
25 Periódico Nuestra Palabra del Partido
Comunista, Buenos Aires, 18 de septiembre de 1962. agg-pc, Rosario; Participaron la cgt-Local,
distintos sindicatos, agrupaciones estudiantiles, sociales, vecinales y
partidos políticos.
26 La
Capital, Rosario, 18 de agosto de 1962. fh-hba, Rosario.
27 Periódico Nuestra Palabra del Partido Comunista,
Buenos Aires, 15 de agosto de 1962. agg-pc, Rosario.
28 La
Capital y Crónica, Rosario, 29 de
agosto 1962. fh-hba,
Rosario; Volante gremial “Los trabajadores comunistas contestan a Jacinto
Serbali”, Rosario, 25 de marzo de 1964, 4 folios. cd-tb. Recuperado de http://eltopoblindado.com
29 Memorias escritas del militante comunista y obrero de Swift Santiago Simón,
“Memorias de Santiago Simón, un trabajador del Frigorífico Swift”, s/ref., p.
19. Agradezco a Paulo Menotti el haberme facilitado el material.
30 “Comunicado de prensa”, La Tribuna, Rosario, 4
de septiembre de 1962; “Comunicado de prensa”, La Capital,
Rosario, 6 de septiembre de 1962. fh-hba, Rosario.
31 “Comunicado de prensa”, La Capital, Rosario, 19
y 20 de septiembre de 1962. fh-hba, Rosario.
32 Decreto núm. 9524, 11 de septiembre de 1962. Daba lugar a la impugnación
presentada por la Lista Blanca. Los frigoríficos conducidos por esta lista no
se habían plegado a la huelga. La Federación acusaba a Escalada de negociar un
convenio colectivo que incorporaba las cláusulas de productividad exigidas por
las patronales. Informes laborales dil.
Septiembre de 1962. Núm. 31. bceil/Conicet, Buenos Aires.
33 Informes laborales dil. Septiembre de 1962. Núm. 31, p. 8.
bceil/Conicet, Buenos Aires.
34 La
Capital, Rosario, 19 y 20 de septiembre de 1962. fh-hba, Rosario.
35 “Comunicado de prensa”, La Capital, Rosario, 20
de octubre de 1962. fh-hba, Rosario.
36 Informes laborales dil. Octubre de 1962. Núm. 32. bceil/Conicet, Buenos Aires.
37 La
Capital, Rosario, 18 de octubre de 1962. fh-hba,
Rosario.
38 La Federación comunicaba a las filiares que “las empresas no aceptan ningún
arreglo por cuanto para ellas el problema está resuelto y que, de acuerdo con
esto, la Comisión de Salarios entendía que esto era un asunto liquidado”. Libro
de Actas 1960-1965 del Sindicato de Obreros y Empleados del Frigorífico
“Cuatreros”, citado en Baier (2012, p. 31).
39 La
Capital y La Tribuna, Rosario, 3 de
octubre de 1962. fh-hba, Rosario.
40 La
Tribuna, Rosario, 29 de octubre de 1962. fh-hba,
Rosario. La prensa rosarina informaba sobre reuniones y asambleas convocadas
por la fracción gremial.
41 La
Capital, Rosario, 5 de noviembre y 8 de diciembre de 1962. fh-hba. Rosario.
42 Solicitada, La Capital, Rosario, 6 de
septiembre de 1962. fh-hba.
Rosario.
43 Informes laborales dil. Septiembre de 1962. Núm. 31. bceil/Conicet. Buenos Aires.
Solicitada, La Capital, Rosario, 6 de septiembre de
1962. fh-hba.
Rosario.
44 Además del establecimiento de categorías, con el cct/46
se afirmaron una serie de normas significativas como la Garantía Horaria (que
establecía el pago de 60 horas por quincenas cuando las empresas no pudieran
suministrar trabajo), la jornada laboral para los trabajos insalubres en
cámaras frías y la conformación de Comisiones Paritarias. Algunos de estos
derechos reafirmaban conquistas que habían sido obtenidas tiempo atrás (Peter,
1968, pp. 179-181 y 198, 199). Periódico Defensor Gremial
de la industria de la carne, Rosario, abril de 1946. Fondo Documental
Mikielievich. Rollos 003-M y 005-M. Archivo del Museo Histórico Provincial de
Rosario “Dr. Julio Marc” (en adelante amhpr),
Rosario, Argentina.
45 Laborismo, Buenos Aires, 21 de junio de 1947, p. 2. s/ref. Agradezco a Gustavo
Contreras el haberme facilitado el material.
46 Informes laborales dil. Abril de 1963. Núm. 38, p. 6. bceil/Conicet, Buenos Aires.
47 Memorias escritas del militante comunista y obrero de Swift Santiago Simón,
“Memorias de Santiago Simón, un trabajador del Frigorífico Swift”, s/ref., p.
9.
48 Entrevista al militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt), Luis Ortolani, realizada por Laura Pasquali,
marzo-julio de 2007. En Pasquali (2011, p. 27).
49 Boletín de fábrica El Activista de la Carne,
Berisso, noviembre de 1963, núm. 1, p. 7. Documentos Primer Periodo. Fundación
Pluma (en adelante fp), Berisso. Recuperado de:
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50 Boletín de fábrica El Activista de la Carne,
Berisso, noviembre de 1963, núm. 1. Documentos Primer Periodo. fp. Berisso. Recuperado de:
http://fundacionpluma.info:8080/xmlui/handle/123456789/1
51 Informes laborales dil. Abril de 1963. Núm. 38, p. 7. bceil/Conicet, Buenos Aires.
52 Informes laborales dil. Agosto, octubre y noviembre de
1963. Núm. 42, 44, 45. bceil/Conicet.
Buenos Aires.
53 Expediente del mtyss
tratativas para renovar convenio colectivo para los trabajadores de la
industria frigorífica (industria grande). Buenos Aires, 20 de diciembre de
1963. Exp. 387006/64, f. 1. Fondo Archivo Intermedio. Archivo General de la
Nación del mtyss
(en adelante agn), Buenos Aires.
54 Expediente del mtyss
tratativas para renovar convenio colectivo para los trabajadores de la industria
frigorífica (industria grande). Buenos Aires, enero de 1964. Exp. 387006/64, f.
3. Fondo Archivo Intermedio. agn, Buenos Aires.
55 Expediente del mtyss
tratativas para renovar convenio colectivo para los trabajadores de la
industria frigorífica (industria grande). Buenos Aires, enero de 1964. Exp.
387006/64, f. 19. Fondo Archivo Intermedio. agn,
Buenos Aires.
56 Expediente del mtyss
tratativas para renovar convenio colectivo para los trabajadores de la
industria frigorífica (industria grande). Buenos Aires, 27 de febrero de 1964.
Exp. 387006/64, f. 35. Fondo Archivo Intermedio. agn,
Buenos Aires.
57 Informes laborales dil. Marzo de 1964. Núm. 49. bceil/Conicet, Buenos Aires.
58 Estaban exceptuados los empleados de cámaras frías que debían tener un día
de previo aviso para ser transferidos o prestados a otras secciones. Pero se
dejaba expresamente fijado que, si mediaba consentimiento del interesado, el
traslado podía ser el mismo día. Convenio Colectivo Industria Grande de la Carne.
3 de marzo de 1964. Exp. 387006/CCT 41/64, f. 41, hoja 5, p. 5. Fondo Archivo
Intermedio. agn, Buenos Aires.
59 Convenio Colectivo Industria Grande de la Carne. 3 de marzo de 1964. Exp.
387006/CCT 41/64, f. 56, hoja 8, p. 8. Fondo Archivo Intermedio. agn, Buenos Aires.
60 Convenio Colectivo Industria Grande de la Carne. 3 de marzo 1964. Exp.
387006/CCT 41/64, f. 58, f. 59, f. 60, hojas 10, 11 y 12, pp. 10, 11 y 12.
Fondo Archivo Intermedio. agn, Buenos Aires.
61 Aun mientras se estaban llevando adelante las negociaciones las empresas no
dejaban de suspender y despedir trabajadores. La Federación denunciaba 680
suspensiones en el frigorífico Anglo; 180 en Swift de Rosario; 1 200 en el
Armour y Swift de Berisso, y 2 000 despidos en los frigoríficos de Entre Ríos.
Informes laborales dil. Febrero y marzo de 1964. Núms. 48
y 51. bceil/Conicet,
Buenos Aires.
62 Boletín de fábrica Movimiento Renovador de la Carne,
Berisso, 24 de marzo de 1963. Documentos Primer Periodo. fp.
Recuperado de http:// http://fundacionpluma.info:8080/xmlui/
63 Entrevista al militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt), Luis Ortolani, realizada por Laura Pasquali,
marzo-julio de 2007. En Pasquali (2011, p. 25).
64 “Carne. Otra ‘Cardoseada’”, Palabra Obrera,
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núm. 360, p. 10. Hemeroteca. Centro de Documentación e Investigación de la
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65 Boletín de fábrica El Activista de la Carne,
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66 Boletín de fábrica El Militante, 8 de mayo de
1964, núm. 16, p. 6. Documentos Primer Periodo. fp.
Recuperado de http://fundacionpluma.info:8080/xmlui/
67 La Lista Blanca y Negra dirigió el sindicato de la carne de Rosario desde
1969 primero como intervención y luego a través de elecciones. Lideró el gremio
por casi tres décadas, sus principales referentes fueron figuras políticas del
peronismo santafesino quienes llegaron a ocupar cargos legislativos (Vogelmann,
2012).
68 Partido Comunista Revolucionario; Socialismo Revolucionario; Partido
Revolucionario de los Trabajadores, Vanguardia Comunista; Partido Socialista de
los Trabajadores, entre otros.
* Esta
investigación se realizó en el marco de los proyectos “Condiciones laborales y
experiencias de luchas y organización gremiales de los y las trabajadores(as)
agroindustriales. Contribuciones desde el análisis antropológico y socio
histórico en Rosario y su región”, financiado por el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet,
2019-2021); e “Historia y Antropología Social de los Trabajadores en Argentina”
(dirigida por la doctora Silvia Simonassi), financiado por la Universidad
Nacional de Rosario.
** Doctora en
Humanidades y Artes, mención Antropología. Miembro investigador en la Unidad
Ejecutora de Conicet, Instituto de Investigaciones
Socio-históricas Regionales (ishir) Rosario,
Argentina. Investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (Conicet). Docente de la Universidad
Nacional de Rosario. Unidad Académica: Facultad de Humanidades y Artes.