10.18234/secuencia.v0i108.1808
Dossier
Relaciones frías en la guerra
fría: Hungría y Nicaragua
Cold Relations in the Cold War:
Hungary and Nicaragua
Mónika Szente-Varga1 https://orcid.org/0000-0001-7403-6960
1Departamento de Relaciones Internacionales y Diplomacia, Facultad de
Gobernanza Pública y Estudios Internacionales, Universidad Nacional de Servicio
Público (Nemzeti Közszolgálati Egyetem), Budapest, Hungría, szente-varga.monika@uni-nke.hu
Resumen:
Con base en los documentos resguardados en el Archivo
Nacional de Hungría, el ensayo examina los aspectos políticos y económicos de
las relaciones húngaro-nicaragüenses entre 1979 y 1990, dentro del marco de la
guerra fría. Para la Unión Soviética, la importancia de América Latina se
derivaba de su cercanía a Estados Unidos, contando así con una relevancia
geoestratégica y política. En cambio, el principal atractivo de la región para
Hungría fue el aspecto comercial. Hubo por tanto discrepancias entre las metas
soviéticas y las húngaras. Naturalmente, Hungría se ajustó a las demandas de
Moscú, pero tratando de sacrificar lo menos posible sus intereses nacionales.
Esto contribuyó a crear una gran diferencia entre las expectativas
nicaragüenses y la disposición húngara en la práctica. Si bien el ensayo
subraya el rápido e indudable desarrollo de los contactos bilaterales, intenta
al mismo tiempo eliminar el mito de las relaciones perfectas.
Palabras clave: guerra fría; política exterior; relaciones solidarias; Hungría;
Nicaragua.
Abstract:
This essay analyses, within
the framework of the cold war, the political and economic aspects of
Hungarian-Nicaraguan relations in the period 1979-1990, based on documents of
the Hungarian National Archive. The importance of Latin America derived from
its proximity to the United States, having thus a geostrategic and political
relevance for the Soviet Union. The principal attraction of the region for
Hungary, on the other hand, was the commercial aspect, that of a potential
market. There existed discrepancies between the Soviet and the Hungarian
objectives. Naturally, Hungary adjusted to the demands of Moscow but tried to
sacrifice as little as possible of its own national interests. This contributed
to the formation of an abyss between the Nicaraguan expectations for solidarity
and the Hungarian performance. Although this essay underlines the spectacular
development of bilateral links, which undoubtedly took place, it tries to
dissipate the myth of perfect relations.
Keywords: cold war; foreign policy; relations of solidarity;
Hungary; Nicaragua.
Recibido: 24 de enero de 2020 Aceptado: 18 de mayo de
2020
Publicado: 22 de diciembre de 2020
En mayo de 1956 el consejero de la embajada soviética en
Budapest comentó a István Sebes, funcionario del Ministerio de Relaciones
Exteriores, que en Moscú no estaban satisfechos con el nivel de las relaciones
que la Unión Soviética tenía con los países latinoamericanos y los del Medio
Oriente. Sabían, sin embargo, que Hungría había mantenido muy buenos nexos con
estos estados en el pasado. En tal virtud, sugería que era conveniente, tanto
para Hungría como para todo el bloque socialista, que Budapest revitalizara
dichos contactos. La respuesta húngara fue positiva, naturalmente. De hecho,
Sebes contestó que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Hungría
consideraba lo dicho como su tarea más inmediata (Baráth y Gecsényi, 2015, p.
39). Para terminar la historia, cabe añadir que, debido a la revolución húngara
de 1956, esta promesa no se pudo cumplir. Fue hasta años después, a partir de
principios de la década de 1960, que el gobierno húngaro comenzó a diversificar
y extender sus lazos internacionales.
No obstante, el diálogo de arriba nos revela unos
aspectos fundamentales de la política exterior húngara de la época de la guerra
fría. Primero que nada, no podemos hablar de una política exterior
independiente, representando los intereses nacionales, puesto que existió una
marcada dependencia de la Unión Soviética (URSS), y la postura de Hungría fue
de un ajuste constante ante las demandas soviéticas. Por tanto, podemos
utilizar el concepto de “interés nacional necesariamente restringido” (Békés,
2011, p. 65), que en la era Kádár1
significó que la política exterior tuvo que apoyar el desempeño económico y la
política interior del país, con el fin de mantener la estabilidad interna.
América Latina no se consideró una prioridad. Su
importancia fue más bien comercial, se le vio como un potencial mercado y
fuente de divisas. Este concepto, sin embargo, no pudo ser aplicado en los
casos de Cuba –primero– y Nicaragua, años después.
El presente ensayo analiza las relaciones entre Hungría y
Nicaragua desde la victoria de los sandinistas en 1979, hasta la caída del
bloque socialista en 1990, con un énfasis sobre el intercambio comercial y el
apoyo húngaro (línea de crédito, ayuda económica y militar). Se basa
principalmente en documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores húngaro
(Külügyminisztérium, en adelante küm), resguardados
en el archivo nacional (Magyar Nemzeti Levéltár, Országos Levéltára, en
adelante mnl ol). Estos abarcan textos acerca de
los nexos húngaro-nicaragüenses, así como de la situación interna y las
relaciones internacionales de Nicaragua, reunidos y, también
–en muchos casos– elaborados por la embajada húngara en Managua, o por el
Ministerio en Budapest. De esta manera proporcionan la perspectiva del gobierno
de Hungría, y también el punto de vista de los representantes húngaros in situ, una mirada “fresca”, de primera mano, que no
necesariamente reflejaba la posición oficial húngara. Los documentos del
archivo fueron complementados con la prensa de la época. Debido a las fuentes
primarias, el análisis parte de una perspectiva húngara, pero los datos y
procesos se presentarán en un contexto más amplio, incluyendo –en lo posible–
comparaciones con la Unión Soviética y los demás países socialistas.
El análisis empieza con las políticas exteriores de la
Unión Soviética y Hungría, y el papel de América Latina en ellas. Enseguida, y
dentro del mismo contexto, estudiaremos los nexos húngaro-nicaragüenses en
cuatro etapas cronológicas.
En cuanto a los protagonistas, podríamos plantear las
siguientes hipótesis: 1) Hubo discrepancias entre las metas soviéticas y
húngaras. Naturalmente Hungría se ajustó a las demandas de Moscú, pero tratando
de sacrificar lo menos posible sus intereses nacionales. Para decirlo de una
manera simplificada y materialista: gastar poco. La ayuda húngara a Nicaragua,
por consiguiente, no fue tan “voluntaria”, ni tan generosa. Aunque se basó en
parte en motivaciones internas de solidaridad, fue más bien resultado de
factores político-ideológicos. 2) Existió una gran diferencia entre las
expectativas nicaragüenses y el desempeño húngaro, causando fricciones entre
los dos países. Dichas tensiones por lo general quedaron ocultas a los ojos del
Oeste, y así las relaciones bilaterales parecieron ser excelentes. Por ser
menos conocidos y estar poco investigados, este ensayo más bien se enfocará
sobre estos problemas, pero hay que recalcar que todas estas interacciones se
desarrollaron en el contexto de unos vínculos en crecimiento.
IMPORTANCIA DE AMÉRICA LATINA
La relevancia de la región en la política exterior
de la Unión Soviética
Al principio de la guerra fría
hubo una competencia de las dos superpotencias por Europa. Sin embargo, después
de formarse la división, y con el paso de los años –ya para la segunda mitad de
la década de 1950–, se hizo evidente que un cambio en el statu
quo europeo podría resultar en una confrontación nuclear y, por tanto,
en la aniquilación mutua. Consecuentemente, la rivalidad entre Estados Unidos y
la Unión Soviética fue trasladada a otro espacio geográfico (Kanet, 2006, p.
331). La mayoría de los países en América Latina se habían independizado en la
década de 1820, y 20 estados latinoamericanos fueron miembros fundadores de las
Naciones Unidas en 1945. Tras la segunda guerra mundial el número de países
creció en el mundo de una manera significativa, debido a los procesos de
descolonización que tuvieron gran impacto en África, Asia y en el Caribe. El
sistema internacional cambió de un bipolar rígido o estricto, a un bipolar
flexible o relajado (Kaplan, 1957; Shearman, 1986, p. 339). Este último siguió
siendo dominado por las dos superpotencias, pero aparte de ellas existía un
gran número de otros países. Dichos estados pudieron servir como terrenos para
una confrontación soviético-estadunidense, donde era posible llegar hasta
conflictos calientes, aún durante la guerra fría.
Desde principios de la década de 1950, con el declive de
la “economía de guerra”, hubo una necesidad en la Unión Soviética para abrirse
hacia el mundo, sin embargo, el cambio verdadero en la política exterior de la
URSS –y los países del bloque socialista– tuvo lugar después de la muerte de
Stalin (Békés, 2011, p. 74) y se reforzó con el XX Congreso del Partido
Comunista en 1956 y la consolidación de Kruschev en el poder. Este cambio y la
naciente ambición de diversificar los contactos también se observa en la
fundación de centros de investigación, como el Instituto de Economía Mundial y
Relaciones Internacionales (1956), el Instituto de África (1960) y el Instituto
de América Latina (1961), etc. (Shearman, 1986, p. 342). América Latina en sí
no fue una prioridad para la Unión Soviética desde el punto de vista de su
propia seguridad. Su valor se derivó del hecho de que era un área prioritaria
para la seguridad de su rival, Estados Unidos.
Tanto los estadunidenses como los soviéticos tendieron a
ver la guerra fría como un juego de suma cero, es decir, las ganancias
soviéticas automáticamente se convertían en pérdidas estadunidenses, y
viceversa (cia, 1986, p. iii;
Kanet, 2006, p. 334; Mujan-Leon, 1986, p. 101). Tener una presencia soviética
en América Latina, tan cerca de Estados Unidos, se podía traducir como una
demostración de poder por parte de la Unión Soviética; un anuncio y
confirmación de su estado de superpotencia; una mejora de su situación
geoestratégica; una mueca burlona a Estados Unidos, y con ello la distracción
de la otra superpotencia de áreas más significativas para la seguridad soviética
(Desjeans y Clement, 1987, p. 223; Evanson, 1986, p. 79). Todo esto, y más,
pudo haber tenido un rol en la decisión de Kruschev de apoyar espectacular
(aunque no incondicionalmente) a la Cuba de Fidel Castro. Esta política
arriesgada, dispendiosa y provocadora, que con toda certeza no caía muy lejos
del carácter del líder soviético, llegó hasta la crisis de los misiles en 1962,
llevando al mundo al margen de una guerra atómica. El retiro de los misiles y
la derrota aparente de la Unión Soviética en la resolución del conflicto
contribuyó en gran medida a la remoción de Kruschev dos años más tarde.
Desde la llegada al poder de Brézhnev2 hasta mediados de la
década de 1970, la política exterior soviética fue más pragmática (Desjeans y
Clement, 1987, pp. 224-225; Shearman, 1986, pp. 344-345), llegando a aceptar el
statu quo existente en el mundo. Hubo más énfasis
sobre los intercambios comerciales; las relaciones internacionales no
necesariamente se limitaron a países socialistas o de orientación socialista.3 Al mismo tiempo la
Unión Soviética –y el bloque socialista– mantuvieron relaciones especiales con
Cuba, pero no estuvieron dispuestos a repetir la práctica con otro país
(Shearman, 1986, p. 339), por significar una merma sobre los recursos, así como
por la experiencia no completamente satisfactoria obtenida en la isla (Bortlová
Vondráková, 2011; Szente-Varga, 2005 y 2008).
Con las crisis petroleras de 1973 y 1979, el añoso
liderazgo soviético llegó a la conclusión de que el mundo occidental estaba en
problemas; por tanto, era la ocasión para el bloque socialista de avanzar e
inclusive cambiar el statu quo a su favor. Consecuentemente
abordaron una política exterior agresiva, incluyendo la invasión de Afganistán
en 1979, que dio inicio a una etapa en la que las fricciones entre las dos
superpotencias empeoraron, llamada la pequeña guerra fría (Fischer,
2014, pp. 289-315). La toma del poder por los sandinistas en Nicaragua ofreció
la oportunidad a la Unión Soviética para fortalecer sus posiciones tanto en
América Latina como en el mundo bipolar: “Los diplomáticos soviéticos
recalcaron en las conversaciones que sostuvieron con nosotros, que la situación
y el desarrollo en Nicaragua únicamente se pueden valorar y planear tomando en
cuenta las interrelaciones políticas internacionales en un contexto global.”4
“La periferia imperial exterior” (Békés, 2012, p. 303) de
la URSS –Cuba, Nicaragua, Angola, Etiopía, Zimbabue, etc.– ganó importancia en
la pequeña guerra fría. Con el fin de mantener estos territorios en su órbita,
la Unión Soviética, por una parte, gastó de sus propios recursos y, por la
otra, requirió de la cooperación de los demás países socialistas.
La relevancia de América Latina en la política
exterior húngara
Los lazos diplomáticos que fueron
establecidos entre Hungría y los países latinoamericanos en el periodo de
entreguerras quedaron rotos durante la segunda guerra mundial, y tras el
conflicto hubo necesidad de remendarlos. Este proceso, sin embargo, resultó ser
muy lento. En la segunda mitad de la década de 1940 únicamente se logró
normalizar con Ecuador (1946) y con Argentina (1949). Después, con el
desarrollo de la guerra fría, las posibilidades de restablecer las relaciones
diplomáticas disminuyeron, puesto que los países latinoamericanos tendieron a
no arriesgarse a afectar su armonía con Estados Unidos por tener vínculos con
un país perteneciente al bloque socialista. En la década de 1950 los nexos
húngaros en América Latina se diversificaron poco: Bolivia (1952) y Uruguay
(1956). La revolución húngara de 1956 y la subsiguiente invasión soviética
complicaron aún más la normalización de los contactos con América Latina.5 Los países
latinoamericanos condenaron la intervención militar y se posicionaron en contra
del gobierno Kádár, tomando una postura común en la “cuestión húngara” ante las
Naciones Unidas hasta 1961.
Al final de 1960, el restablecimiento de las relaciones
con Cuba trajo consigo un giro importante en la visión húngara; no solamente
significó una creciente atención hacia la isla, sino que, a través de ella,
hacia América Latina en general. En las décadas de 1960 y 1970 los nexos
húngaros se multiplicaron en la región: Brasil (1961), Chile (1965), Perú y
Venezuela (1969), Colombia (1973) y, tras más de tres décadas de
distanciamiento, un país que siempre atrajo a la parte húngara, desde el
principio: México (1974).
Para el gobierno húngaro América Latina por mucho tiempo
significó América del Sur y México (aparte de Cuba, naturalmente). El istmo
centroamericano empezó a aparecer en el radar húngaro desde 1970, cuando se
normalizaron las relaciones diplomáticas entre Hungría y Costa Rica. Después
siguieron Honduras (1973) y Panamá (1975). La conexión con la Nicaragua
sandinista (1979) cuadró bien con el desarrollo de la política húngara hacia
América Latina.6 Para esa fecha el país
contaba con siete embajadas en la región y 19 relaciones diplomáticas (Magyar Külpolitikai Évkönyv, 1979, pp. 263-277), lo que
implica que en varios casos los países fueron cubiertos de una manera
concurrente. Por ejemplo, la embajada húngara en la Ciudad de México cubría los
países de América Central, y la oficina en Caracas los Estados del Caribe. El
Ministerio de Relaciones Exteriores planeaba una acreditación concurrente para
el caso de Nicaragua, sin embargo, debido a presiones provenientes de la propia
Nicaragua y del bloque socialista, Hungría se vio obligada a crear una embajada
en Managua. Para ello, el Ministerio echó mano de una directiva de 1979 que
precisaba que “los fondos para el desarrollo de las representaciones húngaras
en el extranjero se deben cubrir en lo posible con la reasignación de los
medios disponibles”,7 y tomó la decisión de
cerrar su oficina en Rangún, Birmania, para nivelar, aunque fuera parcialmente,
los gastos de la apertura de la embajada en Managua.8
“Los intereses de política exterior de los países
pequeños por naturaleza son prioritariamente de carácter económico” (Kádár,
1988, p. 110). La importancia de América Latina para la Hungría socialista se
derivó del hecho de que en su gran mayoría la componían países no socialistas,
donde Hungría podía intentar colocar productos de exportación, hacer negocio a
base de principios capitalistas, y así obtener divisas. Desde este punto de
vista, la Nicaragua sandinista ya no cuadraba bien con las metas magiares,
puesto que, como se indica, el gobierno húngaro, más que gastar recursos,
deseaba aprovechar sus contactos latinoamericanos para obtener ingresos: “La
escasa población de Nicaragua, y por ende las limitaciones de su mercado,
aunadas a la condición crítica de su economía, significa que no es, ni será en
los años venideros, un mercado considerable para el comercio exterior húngaro.
Por tanto, si tomamos en cuenta únicamente razones económicas, en nuestra
opinión, el desarrollo de los nexos económicos no se justifica”.9
Entre las consideraciones financieras/comerciales y las
políticas ganaron las últimas. Las expectativas soviéticas prevalecieron sobre
los intereses húngaros.10
RELACIONES HÚNGARO-NICARAGÜENSES
A pesar de la impresionante
cantidad de documentos guardados en el Archivo Nacional de Hungría sobre
relaciones húngaro-nicaragüenses en la década de 1980, no resulta fácil hacer
un resumen. Por una parte, la gran variedad de las actividades rebasa los
marcos de un solo ensayo. Por otro lado, las cantidades de dinero que figuran
en los textos se anotan en diferentes divisas, no necesariamente convertibles y
comparables: forintos húngaros, rublos soviéticos y dólares estadunidenses. No
obstante lo anterior, un punto que llama la atención es que la asistencia financiera
húngara, en comparación con la de los demás países socialistas, fue más que
modesta.
Los nexos se analizarán en cuatro fases cronológicas. Las
primeras dos son etapas que Ruben Berrios (1985, p. 120) utilizó para describir
las actividades soviéticas –y que son válidas en el caso húngaro también–, que
he complementado con dos etapas posteriores. Así, empezaremos con el periodo de exploración (1979-1981), cuando se firmaron
varios acuerdos bilaterales estableciendo las bases de la cooperación, y
continuaremos con los años de creciente compromiso
(1981-1983), etapa que se caracteriza por diferentes tipos de ayuda e
interacción, más amplia y vigorosa. Fue sin embargo a mediados de la década
cuando Hungría dio su máximo apoyo (1983-1987),
seguido por un distanciamiento (1987-1990), que
llegaría al traslado de su embajada en 1991, de la capital nicaragüense a San
José, Costa Rica.
Periodo de exploración (1979-1981)
El comienzo de la ayuda
financiera húngara a Nicaragua se remonta a 1979, cuando el Consejo Ministerial
hizo la donación de un hospital de campaña equipado con 400 camas, con un valor
aproximado de 20 000 000 de forintos. Llama la atención el razonamiento que
figura en la documentación húngara: “La ayuda gubernamental está justificada
primeramente por razones políticas: por las tendencias progresistas del nuevo
gobierno [nicaragüense] y, con base en ello, sus expectativas y disposición de
cooperación con los países socialistas, así como por la ayuda ya manifestada
por parte de la Unión Soviética y los demás países socialistas.”11
El liderazgo húngaro claramente se ajustó al
comportamiento “esperable” de un país socialista, e hizo esto durante toda la
década, pero con decreciente entusiasmo.
Fue en el mismo año de la donación del hospital, en 1979,
cuando el 1 de octubre Hungría y Nicaragua establecieron relaciones
diplomáticas, después de actos similares por parte de la República Democrática
Alemana (rda) y Cuba,12
pero antes que la Unión Soviética (18 de octubre de 1979). Se trata de una
secuencia planeada, con el fin de que esta última no quedara tan conspicua en
un área cercana a Estados Unidos, que formaba parte de la zona de seguridad de
ese país. Hungría abrió su embajada en Managua en el verano de 1980. El
gobierno nicaragüense también quiso contar con una representación en Budapest,
pero sin incurrir en gastos. La parte húngara no estuvo muy entusiasmada ni
tuvo una respuesta rápida a la petición. De hecho, el Ministerio de Relaciones
Exteriores de Hungría pidió a sus misiones en Moscú, Berlín, Praga y Sofía
mandar reportes sobre las condiciones que gozan las embajadas nicaragüenses en
dichas ciudades. El objetivo era comparar y hacer una evaluación del nivel de
ayuda que se debía ofrecer.13
La decisión, sin embargo, no se tomó sino hasta 1982.
Entre tanto, en 1980 fue firmado un acuerdo comercial
bilateral y también otro de cooperación tecnológica y científica, que se
implementaría a través de planes de trabajo anuales. Asimismo, fue enviada una
contribución gubernamental por un valor de 5 000 000 de forintos, que constaba
de medicamentos y comestibles, específicamente latas de carne, frijoles y
aceite.14
En resumen, fue una época que podemos describir con el
establecimiento de los marcos oficiales de la cooperación y el inicio de los
envíos de asistencia. El comercio bilateral fue insignificante: las
importaciones húngaras desde Nicaragua fueron inexistentes, mientras las
exportaciones no llegaron a sobrepasar los 16 000 dólares estadunidenses en
1979 y 180 000 en 1980.15 Existió un
escepticismo por parte del gobierno húngaro, por los potenciales gastos que
preveían en esta relación, así como respecto al carácter “verdaderamente
socialista” de Nicaragua (Szente-Varga, 2018, pp. 80-82).
Años de creciente compromiso (1981-1983)
Finalmente, en febrero de 1982 el
Ministerio hizo una propuesta al Buro Político para proveer fondos –calcularon
alrededor de 10 000 000 de forintos– con el fin de establecer una embajada
nicaragüense en la capital húngara y cubrir su funcionamiento desde su apertura
en la segunda mitad de 1982, hasta 1984.16
En efecto, la representación abrió sus puertas en Budapest en 1982 y la primera
embajadora fue Eva Conrado Flores.
Ese mismo año el gobierno húngaro otorgó a Nicaragua una
línea de crédito de 5 000 000 de dólares estadunidenses, a través del Banco
Nacional.17 Para evaluarla, hay
que tomar en cuenta el crédito ofrecido por otros países. En la lista que
recoge los préstamos y líneas de crédito para Nicaragua entre julio de 1979 y
junio de 1984 (Berrios, 1985, p. 126), Hungría figura con los
5 000 000 de dólares ya mencionados. En el caso de los países
socialistas, la cantidad más grande fue proporcionada por la Unión Soviética
(262 200 000 dólares), seguida por la rda
(140 000 000), Bulgaria (60 000 000), Cuba (53 400 000) –¡diez veces
más que Hungría!–, Checoslovaquia (30 000 000) y Yugoslavia18 (25 000 000) –aún
cinco veces mayor que la línea de crédito húngara (véase gráfica 1).
Gráfica 1. Préstamos y líneas de crédito a Nicaragua,
julio de 1979-junio de 1984 (en millones de US$)
Fuente: Datos de Berrios (1985, p. 126). Elaboración
propia.
Ampliando la perspectiva y analizando la participación
socialista en relación con la ayuda en general, es de recalcar que, según la
fuente, en el periodo estudiado (1979-1984) los países socialistas cubrieron
únicamente 24.2% de los préstamos y líneas de crédito para Nicaragua, mientras
América Latina –sin Cuba, que se contó en el primer grupo– proporcionó 30%. El
país más generoso fue México (519 000 000 de dólares estadunidenses), seguido
por Venezuela (64 200 000), Brasil (50 500 000) y Argentina (47 800 000). En
conjunto, la línea de crédito húngara –que a primera vista puede parecer
impresionante– no sobrepasó el 0.2% del total (Berrios, 1985, p. 126). Después
de la visita de Daniel Ortega a Hungría en 1985 –ya como presidente–, el
gobierno húngaro accedió a ofrecer otra línea de crédito más, pero igualmente
por 5 000 000 de dólares estadunidenses.19
Existen cuadros estadísticos sobre la asistencia prestada
por Hungría entre 1981 y 1984. Las cantidades iban creciendo, pero es menester
añadir que desde el principio se trató de montos muy bajos. Este apoyo, que
incluía auxilio civil –organizado y distribuido por el Comité de Solidaridad y
la Cruz Roja Húngara– así como cooperación tecnológica y científica, fue de 2
700 000 ¡de forintos! en 1981. Se triplicó para el año siguiente (8 900
000 en 1982) y siguió creciendo: 24 300 000 en 1983, y 148 200 000 en 1984.20 A partir de 1983
figuró también la ayuda militar, que formó aproximadamente una tercera parte de
todo el apoyo otorgado, tanto en 1983 como en 1984. Puesto que el total de 1984
fue seis veces más que en 1983, y la cooperación militar retenía su proporción
relativa, llegamos a un crecimiento espectacular en este renglón, de
7 800 000 en 1983 a 43 900 000 en 198421
(véase gráfica 2).
Gráfica 2. Auxilio húngaro prestado a Nicaragua entre
1981 y 1984 (en millones de forintos)
Fuente: Datos de mnl ol, küm,
k, 1984, iv, Nicaragua, caja 85/111-51.
Elaboración propia.
No se desprende claramente de los documentos
archivísticos en qué consistió la ayuda militar. Se sabe, sin embargo, que
cuando Jaime Wheelock, ministro de Agricultura, estuvo de visita en Hungría en
diciembre de 1980, mantuvo conversaciones con el ministro de Defensa, Lajos
Czinege, y con el líder de las milicias obreras,22
Sándor Borbély, sobre el equipamiento de algunas unidades de la milicia popular
en Nicaragua. Según la documentación húngara, Czinege y Borbély apoyaron la
petición, y en caso de una decisión política favorable por parte del gobierno
húngaro, considerarían posible proveer con armas y equipo a tres batallones de
milicianos nicaragüenses dentro de un tiempo corto. Calcularon los gastos en 11
000 000 de forintos.23 Hay otra alusión a
cooperación militar en 1980. El 3 de enero el Departamento de Seguridad
Personal del Ministerio del Interior de Nicaragua se dirigió al embajador Antal
Sólyom en Managua, solicitando “25 pistolas para ordenanzas Modelo 1939 frommer, de calibre 380 acp
9 mm, Browning, o bien revólveres calibre 38”.24
La respuesta no fue negativa, si bien el jefe del Departamento de Relaciones
Internacionales del Ministerio del Interior de Hungría indicó que “no contamos
con las pistolas indicadas. Sin embargo, tenemos en nuestro sistema pistolas
Makarov de 9 mm, y si estas les convienen a los nicaragüenses podemos mandar 25
piezas. En caso de una respuesta afirmativa, una pregunta adicional es si
necesitan municiones, y en qué cantidad.”25
Otra alusión a la ayuda militar se conectó con la visita de Daniel Ortega en
1985, cuando hubo una pregunta por parte de Checoslovaquia sobre si Hungría
estaba suministrando armas a Nicaragua.26
De todas maneras, aunque dicho respaldo militar incluyera una cierta cantidad
de pistolas o rifles, posiblemente consistió más bien en equipo, como tiendas,
pues los proveedores típicos de armas fueron la Unión Soviética y
Checoslovaquia.
Hubo un crecimiento espectacular en las importaciones
húngaras desde Nicaragua. Las cifras respectivas, 3 133 000 dólares en 1981; 3
604 000 en 1982, y 2 288 000 en 1983 pueden parecer poco, pero hay que tomar en
cuenta que anteriormente esta interacción no había existido.27
En resumen, la apertura de la embajada de Nicaragua en Budapest
con fondos húngaros, la línea de crédito de 5 000 000 de dólares, la compra de
productos nicaragüenses, así como la ayuda sin retribución enviada por Hungría,
manifiestan un creciente compromiso hacia el país centroamericano a principios
de la década de 1980.
Época de máximo apoyo (1983-1987)
1984 fue el año en que Hungría
importó productos nicaragüenses por el valor más alto en la época, que ascendió
a 5 266 000 dólares. Los números también fueron relativamente altos en 1985 (3
260 000) y en 1986 (2 231 000) pero mostrando ya una tendencia decreciente. Los
productos en cuestión fueron principalmente café, algodón, plátano y hierbas
medicinales. Las exportaciones húngaras crecieron en comparación con el
principio de la década, pero muestran una imagen confusa: 78 000 dólares en
1981; 82 000 en 1982; 722 000 en 1983; 2 859 000 en 1984; 380 000 en 1985
y 2 015 000 en 1986. El saldo comercial fue negativo para Hungría (véase cuadro
1).
Cuadro 1. Comercio de Hungría con Nicaragua, 1981-1987
(en miles de US$)
Año |
Exportaciones
húngaras a Nicaragua |
Importaciones
húngaras desde Nicaragua |
||
1981 |
78 |
3
133 |
||
1982 |
82 |
3
604 |
||
1983 |
722 |
2
288 |
||
1984 |
2
859 |
5
266 |
||
1985 |
380 |
3
260 |
||
1986 |
2
015 |
2
231 |
||
1987 |
898 |
48 |
Fuente: mnl ol, küm, k, 1989,
iv, Nicaragua, caja 89/111-1.
La imagen –y los datos– desde el lado nicaragüense fueron
sin embargo diferentes. Según las estadísticas del Ministerio de Economía,
Industria y Comercio (meic), disponibles para 1986, las
exportaciones a Hungría fueron inexistentes, y las importaciones no
sobrepasaron los 1 200 dólares, del total de 350 865 500 dólares por productos
comprados a los países del Consejo de Ayuda Mutua Económica (came).28
Otros dos países con estadísticas similares, pero un poco más positivas que las
de que Hungría, fueron Checoslovaquia y Polonia. En contraste, los países más
activos incluyeron a la Unión Soviética, la rda,
Bulgaria y Cuba. En 1986, 61% del comercio exterior de Nicaragua se desarrolló
con países no socialistas, 24.2% con la Unión Soviética, y el resto con
miembros del came.29
Continuemos con la perspectiva oficial húngara:
En el periodo de 1981 a 1987, nuestra patria proveyó a
Nicaragua ayuda sin retribución con un valor total de aproximadamente 486
millones de forintos, principalmente en forma de medicamentos, utensilios
médicos, víveres, ropa, productos especiales y de cooperación
tecnológico-científica, etcétera. Aparte, suministramos 30,000 toneladas de
petróleo en 1985, 50,000 toneladas en 1986 y 10,000 en 1987, igualmente como
ayuda sin retribución, con un valor de 610 millones de forintos.
Consecuentemente la cantidad total de apoyo sobrepasó los mil millones de
forintos, lo que atestigua que Nicaragua fue el país que más auxilio recibió de
Hungría entre los países de orientación socialista.30
Si restamos de la primera cantidad indicada (486 000 000)
la ayuda enviada en 1981 y 1982 (11 600 000 en total), tendríamos 474 600 000
de forintos para el periodo de 1983-1987, más de 97% del total.
Se nota un aumento en la asistencia a partir de
1983-1984, paralelamente con la reducción del apoyo por parte de los países no
socialistas y el creciente aislamiento del gobierno sandinista. Las medidas
estadunidenses punitivas –suspensión de la ayuda en mayo de 1981, seguida por
la prohibición de todo el comercio con Nicaragua a partir de mayo de 1985–, de
hecho, contribuyeron a la intensificación de los acercamientos entre Nicaragua
y el lado socialista del mundo bipolar. “La situación actual [1985] del sistema
sandinista es sumamente adversa”, opinó el embajador húngaro en Managua.
El destino de la revolución nicaragüense puede ser
influenciado en gran medida por las condiciones internacionales, entre ellas el
desarrollo del nexo soviético-estadounidense. Desempeña un papel principal la
ayuda política y económica de los países socialistas, de la cual depende no
solamente la supervivencia de la revolución sino también su desarrollo o
posible desviación.31
Los líderes nicaragüenses trataron de presionar a los
países socialistas para obtener más ayuda. Se realizaron giras por el bloque.
Daniel Ortega, por ejemplo, visitó Hungría dos veces, en 1984 y en 1985.
Aprovechó también la 39 Reunión del came
para pedir apoyo. Se había dirigido a los primeros secretarios de los partidos
comunistas de los países miembros de la organización pidiendo urgente auxilio
económico, petición que confirmó personalmente en el otoño de 1984 en la
capital cubana, donde la reunión tuvo lugar. Las delegaciones soviética,
búlgara y alemana oriental ofrecieron aumentar el suministro de créditos y de
cooperación, mientras las delegaciones húngara, checoslovaca y polaca
prometieron contestar dentro de un mes, tratando de esquivar nuevos gastos.32 No obstante, el
ministro Henry Ruiz Hernández visitó dichos países para concretar la ayuda
–estuvo en Budapest el 7 de diciembre de 1984– (Magyar
Külpolitikai Évkönyv, 1984, p. 55).
A mediados de la década de 1980 fue el periodo cuando
Hungría gastó más en Nicaragua debido a las expectativas soviéticas, pero no a
sus propias condiciones económicas, puesto que estas iban empeorando. El
crecimiento económico se redujo de 2.9% (1976-1980) a 1.6% (1981-1985) y
Hungría quedó cada vez más endeudada. Mientras la limitación más importante de
la política exterior húngara fue la influencia soviética, hay que añadir que
Hungría también dependía del Oeste hasta cierto grado, sobre todo de los
préstamos de los países occidentales, así como de su tecnología –y las divisas
para obtenerla–. Los intereses domésticos húngaros chocaron con las
obligaciones socialistas. Las recomendaciones para la posición húngara en
cuanto a las negociaciones con Ruiz Hernández incluían por tanto las siguientes
ideas: “Amén de expresar nuestra solidaridad, hay que mencionar el soporte que
hemos brindado hasta ahora, y apuntar las limitaciones conectadas con nuestra
situación económica.”33 Esto naturalmente no
se pudo hacer con toda franqueza, puesto que en la guerra fría las apariencias
fueron muy importantes. El bloque socialista siempre pareció más fuerte de lo
que realmente era, una imagen que le ganó admiradores y seguidores, y ayudó a
controlar a sus rivales. Al mismo tiempo esto también causó fricciones, ya que
varios gobiernos, específicamente los de Cuba y Nicaragua, consideraron la
cooperación insuficiente y no al nivel de las capacidades del bloque:
“Sopesando criterios económicos, no se puede proponer la aceptación de las
peticiones nicaragüenses. Nicaragua abiertamente admite que espera de los
países del came en el marco de la solidaridad
revolucionaria, apoyo sin retribución, y un trato más favorable que en el
mercado mundial (preferencia de precio). Proyecta el reembolso de nuestra ayuda
para la década de 1990”.34
Hay una recurrente insistencia en los textos húngaros de
que la asistencia se da por motivos políticos, lo que hace anticipar que esta
situación dejaría de existir casi automáticamente una vez que desaparezcan las
presiones ideológicas.
Años de distanciamiento (1987-1990)
El cambio de la política exterior
soviética en cuanto a Nicaragua no se hizo inmediatamente con el ascenso de
Mijaíl Gorbachov al poder, sino unos dos años más tarde. “Para poder cambiar su
política en Nicaragua y en América Central, la Unión Soviética primero tuvo que
cambiar su política hacia Washington. Junto con el cambio, también tuvo que
revisar su perspectiva sobre los conflictos regionales en el tercer mundo”
(Blank, 1993, p. 11). Durante la visita de Daniel Ortega a la Unión Soviética
en noviembre de 1987, Gorbachov le advirtió sobre una potencial disminución del
socorro soviético en el futuro (Vanden y Prevost, 1993, p. 105). Viendo el
cambio de la actitud de la URSS como una luz verde para reducir obligaciones
hacia Nicaragua, así como motivado por la crítica situación económica, el
gobierno húngaro también quiso bajar los gastos en América Central. De hecho,
Hungría dejó de crecer en la segunda mitad de la década de 1980 y tuvo un
cambio en su producto interno bruto (pib)
a 0.3% (1986-1990), convirtiéndose en el estado más endeudado entre los países
socialistas en cuanto a valor de la deuda per cápita
(Romsics, 1999, p. 454).
El cambio de actitud es palpable en el terreno del
comercio bilateral. Las importaciones húngaras de Nicaragua cayeron en
comparación con las cifras de la primera mitad de la década: 48 000 dólares en
1987; 886 000 en 1988 y 620 000 en 1989. Al mismo tiempo se puede notar un
intento de aumentar las exportaciones: 898 000 dólares en 1987; 3 343 000 en
1988 y 591 000 en 198935 con el fin de
conseguir un saldo positivo en el intercambio comercial.36 Las exportaciones
húngaras, sin embargo, tuvieron varias limitaciones, entre ellas la insolvencia
del gobierno nicaragüense, la desconfianza del sector privado, el tamaño
restringido del mercado de destino, la poca experiencia de las empresas húngaras
para competir en América Latina, etc. Entre las dos partes, el gobierno húngaro
fue el que se interesó en desarrollar contactos bilaterales de comercio,
mientras que, debido a las condiciones que tuvieron que enfrentar, los líderes
nicaragüenses prefirieron el auxilio unilateral proveniente de Hungría.
Las tensiones entre los líderes nicaragüenses y la parte
húngara se manifestaron durante el IV Encuentro de la Comisión Mixta del came y Nicaragua, celebrado en 1987:
El presidente Daniel Ortega en la recepción ofrecida por
los líderes de las delegaciones, así como el ministro de comercio exterior y
cooperación Henry Ruiz, en la sesión plenaria, mencionaron la ayuda húngara
notoria y consecuentemente en el último lugar al evaluar el apoyo de los países
socialistas, dejando en claro su postura según la cual Hungría apoya a
Nicaragua por debajo de sus posibilidades reales.37
La delegación húngara, desconcertada, mandó a casa un
telegrama cifrado señalando que “se ha formado una imagen falsa en los líderes
nicaragüenses sobre Hungría, y por eso no apreciaron debidamente nuestra ayuda”.38
Tanto los ya mencionados problemas económicos en Hungría
como el mal sabor de boca debido a la crítica a la asistencia húngara por parte
del gobierno nicaragüense, más los cambios en la propia Unión Soviética bajo
Gorbachov, podrían haber contribuido a un suceso bastante insólito. Cuando en
octubre de 1988 la Unión Soviética pidió que Hungría suministrara 20 000
toneladas de petróleo crudo a Nicaragua en 1989 y 1990 en forma de apoyo sin
retribución, el gobierno húngaro dijo que no, alegando las condiciones
precarias de su economía. Tras la reiteración del pedido, el Buro político tomó
la decisión, el 13 de diciembre de 1988, de enviar 10 000 toneladas de petróleo
en 1989 y nuevamente en 1990.39
La última visita de alto nivel entre Nicaragua y Hungría
en la guerra fría tuvo lugar en marzo de 1989 en Budapest, con la llegada del
comandante Carlos Núñez Téllez. El político afirmó que la solidaridad moral no
era suficiente para ellos bajo las condiciones temporales tras la guerra,
cuando no contaban con las herramientas necesarias para la reconstrucción.
Necesitarían en total 250 000 000 de dólares para aliviar la crisis económica.
Pidió que Hungría pusiera más voluntad en la cooperación, y que esta incluyera
–también en el futuro– ayuda unilateral. El viceprimer ministro, doctor Péter
Medgyessy, contestó que “no descartamos la ayuda unilateral sin retribución,
pero le estamos asignando un papel decreciente”.40
Al respecto, dice mucho que el encuentro –que tuvo lugar el 14 de marzo–, no
haya sido incluido en el anuario del Ministerio (Magyar Külpolitikai Évkönyv),
ni en la prensa húngara. La visita del comandante posiblemente no se consideró
de mucha importancia para la Hungría de 1989, cuando ya se sentían los vientos
de cambio. El Partido Socialista Obrero Húngaro (mszmp)
había declarado en enero que en teoría estaba de acuerdo con el sistema
pluripartidista, y el reconocido político Imre Pozsgay evaluó los eventos de
1956 como una sublevación del pueblo, en contraste con la versión oficial de
que fue una contrarrevolución, concepto que se utilizó como una de las bases de
la época Kádár. De hecho, János Kádár dejó de ser el secretario general del
partido en mayo de 1988, convirtiéndose en su presidente –sin poder real–,
cargo del cual fue relevado en mayo de 1989, junto con todas sus funciones
restantes. Murió el 6 de julio de 1989. Una semana tras la visita de Núñez
Téllez, a finales de marzo, se formó la mesa redonda nacional que agrupó a las
fuerzas de la oposición, y sus representantes iniciaron las negociaciones con
el mszmp sobre las condiciones del cambio
de sistema en el país.
El 10 de septiembre el gobierno húngaro tomó la decisión
de abrir las fronteras occidentales y permitir el paso de los ciudadanos de la rda –había unos 60 000 en Hungría en aquel momento–
quienes de esta manera pudieron ir a Austria y eventualmente a la República
Federal de Alemania. Esta medida contribuyó para el término del liderazgo de
Eric Honecker en la rda y para la caída del muro de Berlín.
Sobre la reacción en Nicaragua, he aquí una opinión húngara:
Justificamos la reducción de nuestra política de
asistencia a Nicaragua con la situación económica que enfrentamos. Al
plantearles esto verbalmente [al parecer] lo entendieron, pero se puede
percibir que deja su marca sobre la evaluación política de nuestros nexos. Por
ejemplo, en cuanto a la ola de salida de los alemanes orientales, el diario
central del fsln publicó las declaraciones del
embajador de la rda en Managua, quien principalmente
culpó a Alemania Occidental por lo ocurrido, pero también le reprochó a Hungría.41
Analizando el texto, se podría afirmar que la disminución
del apoyo también impactó sobre las relaciones políticas.
En 1990 hubo elecciones tanto en Hungría como en
Nicaragua. En el país centroamericano estas trajeron consigo el fin del
gobierno sandinista y de la lucha armada, mientras en Hungría sellaron el final
de la época socialista y el principio de la transición política, económica,
social, etc. Desapareció el bloque socialista; pronto se enterró a la Unión
Soviética; la guerra fría dejó de ser relevante, y con esto, la bipolaridad del
mundo también. El cambio en las condiciones internacionales, así como en la
situación interna de ambos países, destruyó el engranaje de la cooperación.
CONCLUSIONES
El principal obstáculo para una
mayor cooperación en la década de 1980 fueron los intereses disparejos de
Hungría y Nicaragua. Primero que nada, la parte nicaragüense esperó un
comportamiento socialista de una Hungría socialista, incluyendo apoyo
unilateral y comercio sin fines de lucro, esto es, una actitud solidaria.
Hungría, en cambio, tomando como prioridad sus intereses nacionales, no quiso
comportarse de una manera socialista en América Latina, sino más bien hacer
negocio y obtener las muy necesarias divisas para comprar tecnología occidental
y/o pagar parte de sus deudas. El gobierno sí envió auxilio a Nicaragua, pero
tratando de buscar soluciones no costosas. Tendencias similares se pudieron
observar en las relaciones checoslovaco-nicaragüenses y polaco-nicaragüenses,
pero indudablemente la cantidad total de intercambio fue la más baja en el caso
húngaro.
Aparece como queja, en la documentación húngara que se
podía detectar, una falta de prioridades en los pedidos nicaragüenses.42 Esto tal vez se debía
a los cambios drásticos que vivió aquel país, así como a la imagen exagerada
que se tenía de las capacidades de Hungría: no había necesidad de priorizar si
el país socio puede satisfacer todas las demandas. La realidad fue que Hungría
ni pudo, ni quiso.
Las diferencias en los sistemas económicos complicaron
también la intensificación de los nexos. Por ejemplo, la maquinaria, y en
general la tecnología socialista, no necesariamente se podía aprovechar al
máximo en un ambiente acostumbrado a tener este tipo de know-how
de Estados Unidos y Japón (Edelman, 1985, p. 43). Los expertos socialistas
enviados a petición del gobierno nicaragüense tenían experiencia de trabajo en
entornos controlados por el estado, y no en economías mixtas, como era el caso
de Nicaragua, lo cual impactó negativamente sobre su eficacia. Se puede añadir
que las economías planificadas no fueron suficientemente flexibles para atender
las demandas nicaragüenses, que iban cambiando de acuerdo con sus necesidades.
Sin embargo, la otra cara de la moneda es que Hungría envió -a veces, no
siempre- productos que le sobraban, estaban almacenados o incluso
obstaculizaban la producción.43
Es decir, los envíos no necesariamente se hicieron conforme a las peticiones de
Managua, sino tomando en cuenta ‘la salud’ de la economía húngara. Las
discrepancias entre pedidos y envíos por tanto no fueron únicamente el
resultado de la inflexibilidad de la economía planificada, sino de las
decisiones de las propias autoridades húngaras, de ahorrar. El sector en
Nicaragua que contaba con recursos y pudo haber hecho negocio con Hungría sobre
bases capitalistas, era el sector privado, que sin embargo desconfiaba de los
países socialistas.
La falta de antecedentes entre ambos países hizo el
desarrollo de los vínculos más complicado (Edelman, 1985, p. 43). No había
suficientes conocimientos del otro, ni experiencias de un entendimiento mutuo
en el pasado. Aunque el liderazgo húngaro hubiera podido sentir más empatía con
Nicaragua, por haber tenido fuertes lazos en el Caribe con Cuba, pasó lo
opuesto, debido a los intereses económicos, ligados con el bienestar y la
estabilidad interna de Hungría. Dentro del contexto de las relaciones
intensivas entre Nicaragua y los Estados socialistas, el nexo
húngaro-nicaragüense fue el menos fuerte –no contando a Rumania.
Por último, aunque no menos importante, hay que recalcar
que la cooperación entre Hungría y Nicaragua abarcó áreas diversas, varias de
las cuales no fueron analizadas en este escrito, principalmente debido a las
limitaciones de espacio (contactos culturales, becas para estudiar en Hungría,
construcción de una escuela técnica en Chinandega, auxilio en el caso de
catástrofes naturales, tratamiento de enfermos nicaragüenses en Hungría, envío
de entrenadores húngaros a Nicaragua, etc.). Aunque el presente trabajo no es
por tanto comprehensivo, se pueden afirmar las hipótesis del principio: los
objetivos soviéticos y húngaros coincidieron sólo parcialmente en Nicaragua.
Por supuesto que la política exterior húngara se ajustó a las demandas
soviéticas, pero solamente hasta el grado “necesario”. El gobierno húngaro no
fue un protector tenaz de los sandinistas; envió ayuda y promovió los lazos
bilaterales, sí, pero trató de no incurrir en gastos, ya que consideró la
estabilidad y el bienestar económico de Hungría como primordial. Esto, aunado a
una imagen demasiado positiva de los países socialistas entre la izquierda
latinoamericana, contribuyó a la formación de una diferencia abismal entre las
expectativas nicaragüenses y el desempeño húngaro. Las fricciones resultantes
–ocultas para la mayoría de los contemporáneos– colaboraron al rápido fin de la
cooperación, una vez disueltas las presiones político-ideológicas.
El presente estudio pretende formar una base de
comparación para investigaciones sobre las relaciones entre otros países
socialistas y Nicaragua, así como también sobre los nexos entre Estados
socialistas y países en vías de desarrollo. Este tipo de análisis podrían
profundizar nuestros conocimientos sobre las políticas exteriores de los
estados socialistas y las relaciones de solidaridad, así como también sobre las
interacciones y normas en la guerra fría.
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1989,
iv, Nicaragua, caja 89/111-1, 111-5
1 Época en que Hungría estuvo bajo el mando de János Kádár, que va desde la
derrota de la Revolución de 1956 hasta finales de la década de 1980. Se divide
en tres etapas cronológicas: represalias y consolidación (1956-1963),
“dictablanda” (1963-1979) y decadencia (1979-1988/1989).
2 Líder soviético desde 1964 hasta su muerte en 1982.
3 De hecho, estos últimos tendieron a ser los Estados menos desarrollados y
más pobres (Light, 1991, p. 266).
4 mnl ol, küm, j, 1979, iv,
Nicaragua, caja 102/111-1/00984/12.
5 La revolución húngara de 1956 fue un movimiento armado en contra de las
autoridades prosoviéticas, resultante de las tensiones derivadas del contraste
entre los cambios internacionales que se venían dando (declaración de la
neutralidad de Austria en 1955, críticas a Stalin en el XX Congreso del Partido
Comunista de la URSS, y reformas políticas en Polonia en 1956), y la falta de
cambios significativos en Hungría. Estalló el 23 de octubre de 1956, logrando
una apertura en la vida política local, con la formación de varios partidos, y
un gobierno de diferentes fuerzas políticas, bajo el liderazgo de Imre Nagy, un
popular político comunista. Los objetivos incluían un sistema político
democrático, la salida de las tropas soviéticas estacionadas en el país y la
neutralidad de Hungría. Dichas metas sin embargo no se lograron, debido a la
intervención militar soviética, iniciada el 4 de noviembre. Las consecuencias
incluyeron la formación de un nuevo gobierno, bajo János Kádár; represalias; la
emigración de unas 200 000 personas, y la prolongada presencia de las tropas
soviéticas en el país.
6 Tras el golpe de 1973, Hungría rompió relaciones con Chile. Nuevos
contactos fueron formados en el “Gran Caribe” en la segunda mitad de la década
de 1970: Jamaica, Guyana, Trinidad y Tobago (1975), Granada y Surinam (1977) y,
por último, Barbados (1978).
7 mnl ol, küm, j, 1980, iv,
Nicaragua, caja 108/111-13.
8 mnl ol, küm, j, 1980, iv, Nicaragua, caja 108/111-13/00241/1.
9 mnl ol, küm, k, 1981, iv, Nicaragua, caja 70/111-54.
10 Durante la época socialista, investigar la dependencia de Hungría de la
Unión Soviética –o más ampliamente, de las dos superpotencias– y las
consecuentes limitaciones de su política exterior, no hubiera resultado un tema
recomendable. Fue a partir de principios del siglo xxi
que este campo de estudio recibió impulso y se desarrolló, gracias en gran
parte a las investigaciones de Csaba Békés (2004, 2011, 2012, 2014) y László
Borhi (2001, 2004a, 2004b, 2004c, 2006, 2010). A partir de la primera mitad de
la década de 1960 –al mismo tiempo que los centros de investigación sobre
América Latina se formaron en Checoslovaquia, Polonia y la URSS–, los estudios
latinoamericanos fueron iniciados en la Universidad de Szeged por Tibor
Wittman, y más tarde continuados por su discípulo, Ádám Anderle. La actual es
la tercera generación de latinoamericanistas activa en Hungría. Sus
investigaciones multifacéticas incluyen historia moderna y contemporánea,
estudios culturales, de diáspora y migraciones, literatura de viajes, etc.
Hasta ahora la guerra fría no ha sido foco de análisis, con algunas excepciones,
como las repercusiones de la revolución húngara de 1956 en el mundo hispano
(Anderle, 2007; Fischer, Kozma y Lilón, 2006) y los nexos húngaro-cubanos
(Horváth, 2018; Szente-Varga, 2016; Udvardi, 2015; Zalai, 2010).
11 mnl ol, küm, j, 1979, iv, Nicaragua, caja 102/111/ 004467/10.
12 mnl ol, küm, j, 1979, iv, Nicaragua, caja 102/111-1.
13 mnl ol, küm, k, 1982, iv, Nicaragua, caja 77/111-17.
14 mnl ol, küm, k, 1981, iv, Nicaragua, caja 70/111-54.
15 mnl ol, küm, k, 1984, iv, Nicaragua, caja 85/111-51.
16 mnl ol, küm, k, 1982, iv, Nicaragua, caja 77/111-17.
17 Fecha de vencimiento para productos de consumo: 1 año; para proyectos de
infraestructura: 6 años con una posible prórroga de 18 meses. Tipo de interés:
7.25%, de lo que el Banco Nacional de Hungría reembolsará 1.25%. mnl ol, küm, k, 1984, iv,
Nicaragua, caja 85/111-51.
18 No fue ni miembro fundador, ni miembro completo. Después de ser observador
por unos años en la década de 1950, se unió a la organización en 1964 en
calidad de participante limitado.
19 mnl ol, küm, k, 1989, iv, Nicaragua, caja 89/111-1.
20 mnl ol, küm, k, 1984, iv, Nicaragua, caja 85/111-51.
21 mnl ol, küm, k, 1984, iv, Nicaragua, caja 85/111-51.
22 Organización paramilitar que funcionó entre 1956 y 1989.
23 mnl ol, küm, j, 1980, iv, Nicaragua, caja 108/111-13/
006252/4.
24 mnl ol, küm, j, 1980, iv, Nicaragua, caja 108/111-99/001331.
25 mnl ol, küm, j, 1980, iv, Nicaragua, caja 108/111-65/0079/8.
26 mnl ol, küm, j, 1985, iv, Nicaragua, caja 113/111/002223/19.
27 mnl ol, küm, k, 1984, iv, Nicaragua, caja 85/111-51.
28 mnl ol, küm, k, 1988, iv, Nicaragua, caja 73/111-5, cuadro 6.
29 mnl ol, küm, k, 1988, iv, Nicaragua, caja 73/111-5, cuadro 4.
Si tomamos el intercambio comercial de Nicaragua con los países del came como 100%, la proporción de los diferentes países
en 1986 fue como sigue: Unión Soviética, 61.9%; Cuba, 14.2%; rda, 12.3%; Bulgaria, 6.7%; Checoslovaquia, 4.6%;
Polonia, 0.3%; Hungría, 0%. No figura Rumania. mnl ol, küm,
k, 1989, iv, Nicaragua, caja 89/111-5.
30 mnl ol, küm, k, 1989, iv, Nicaragua, caja 89/111-5.
31 mnl ol, küm, j, 1985, iv, Nicaragua, caja 113/111/004025.
32 mnl ol, küm, k, 1984, iv, Nicaragua, caja 85/111-51.
33 mnl ol, küm, k, 1984, iv, Nicaragua, caja 85/111-51.
34 mnl ol, küm, k, 1984, iv, Nicaragua, caja 85/111-51.
35 mnl ol, küm, k, 1989, iv, Nicaragua, caja 89/111-1.
36 Los datos de 1989 se refieren a los primeros diez meses del año.
37 mnl ol, küm, j, 1987, iv, Nicaragua, caja
102/111-503.1/005089/1.
38 mnl ol, küm, j, 1987, iv, Nicaragua, caja
102/111-503.1/005089/1.
39 mnl ol, küm, k, 1989, iv, Nicaragua, caja 89/111-5.
Posiblemente no se hizo en las circunstancias del cambio político y económico
en Hungría. Aunque por un monto mucho más pequeño, valdría la pena mencionar la
decisión 3189/1989 del Consejo Ministerial, hecha el 14 de julio de 1989 sobre
el envío de un apoyo con valor de 3 400 000 de forintos.
40 mnl ol, küm, k, 1989, iv, Nicaragua, caja 89/111-1.
41 mnl ol, küm, k, 1989, iv, Nicaragua, caja 89/111-1.
42 mnl ol, küm, k, 1989, iv, Nicaragua, caja 89/111-1.
43 mnl ol, küm, k, 1983, iv, Nicaragua, caja 93/111-63.