10.18234/secuencia.v0i108.1841
Dossier
Las relaciones interamericanas
durante la última década de la guerra fría.
La reacción del régimen de Pinochet
a la revolución sandinista (1978-1985)*
Inter-American Relations during the Last Decade of the
Cold War. The Reaction of the Pinochet Regime to the Sandinista Revolution
(1978-1985)
Fernando Camacho Padilla1**,
https://orcid.org/0000-0002-4734-9061
1Universidad Autónoma de Madrid, España, fernando.camacho@uam.es
Resumen:
A pesar del impacto que tuvo la revolución sandinista en
Latinoamérica, se desconocen las estrategias adoptadas por casi todas las
cancillerías de la región. El derrocamiento de Anastasio Somoza generó en la
junta militar chilena el temor de que se recrudeciera la lucha armada en el
país, especialmente por la presencia de combatientes chilenos en las fuerzas
sandinistas. Además, el nuevo gobierno nicaragüense acogió a un número
significativo de refugiados chilenos, algunos de los cuales ocuparon cargos
gubernamentales de importancia. Por lo tanto, este artículo se centra en la
política exterior de Pinochet frente a este acontecimiento, a partir de una revisión
exhaustiva de fuentes inéditas procedentes de distintos archivos. El objetivo
de este artículo es desentramar las estrategias adoptadas por el régimen
militar para evitar que Nicaragua se convirtiera en un lugar protagónico de la
solidaridad con la oposición chilena en el exterior.
Palabras clave: revolución sandinista; Chile; Pinochet; Nicaragua; guerra fría
latinoamericana.
Abstract:
Despite the impact of the
sandinista revolution in Latin America, little is known of the strategies
adopted by the foreign ministries of the region. The overthrow of Anastasio
Somoza alarmed the Chilean military junta due to the possibility of a
resurgence of the armed struggle in the country, especially due to the presence
of Chilean combatants in the sandinista forces. Moreover, the new Nicaraguan
government welcomed a significant number of Chilean refugees, some of whom were
given senior government positions. This article therefore focuses on Pinochet’s
foreign policy in response to this event based on an exhaustive review of
unpublished sources from various archives. The purpose of this article is to
shed light on the strategies adapted by the military regime to prevent
Nicaragua from becoming a center of solidarity with the Chilean opposition
overseas.
Key words: sandinista revolution; Chile; Pinochet; Nicaragua;
Latin American cold war.
Recibido: 9 de marzo de 2020 Aceptado: 31 de agosto de
2020
Publicado: 23 de diciembre de 2020
INTRODUCCIÓN
Entre 1979 y 1990, el Chile de Pinochet y la Nicaragua
sandinista, a pesar de tener posiciones ideológicas antagónicas, mantuvieron
relaciones diplomáticas. Fue una situación singular dado que en esos años Chile
careció de vínculos con la Unión Soviética y sus aliados europeos, y con Cuba.
Además, ambas experiencias finalizaron prácticamente al mismo tiempo,
coincidiendo con el momento en que la guerra fría terminaba. A lo largo de la
década de los ochenta, estas relaciones experimentaron distintas fases;
inicialmente fueron distantes y poco después se deterioraron a causa de la
tensión política producida fundamentalmente por las críticas emitidas por
dirigentes sandinistas al régimen chileno por la represión política y la falta
de libertades. Así, las relaciones estuvieron al borde de la ruptura. También
lo cual desembocó en el cierre de la embajada de Chile en Managua en 1985.
Esta experiencia demuestra que las lógicas en el tablero
ideológico latinoamericano durante estos años fueron más complejas de lo que
pudo parecer en un inicio, porque en las relaciones chileno-nicaragüenses se
cruzaron distintas temáticas que de por sí requieren un estudio detallado. Se
puede citar a modo de ejemplo las siguientes: La guerra fría global y
latinoamericana; las relaciones interamericanas; la solidaridad transnacional;
el exilio chileno; y la presencia de combatientes chilenos en la guerra civil
nicaragüense, entre otras. Por lo tanto, a pesar de la corta cronología de las
relaciones entre estos dos países, las variables que interaccionan en ellas son
diversas y significativas.
Respecto a la producción historiográfica,
tradicionalmente el impacto de la guerra fría en las relaciones interamericanas
se ha centrado en la política exterior estadunidense hacia América Latina o en
el apoyo cubano a los procesos revolucionarios de la región. Sin embargo, en
las últimas dos décadas, han aparecido varias obras con un enfoque global sobre
la guerra fría que permiten comprender con mayor detalle la importancia de
Latinoamérica en este escenario.1
En cuanto a Latinoamérica, se pueden distinguir dos dimensiones directamente
relacionadas pero con diferentes protagonistas: los actores estatales y los no
estatales. Respecto a la primera, se han realizado varios trabajos académicos
sobre las relaciones multilaterales americanas, así como de la interacción
entre distintos gobiernos.2
Sin embargo, las relaciones bilaterales entre países centroamericanos y
sudamericanos en el marco de la guerra fría, por lo general están poco
estudiadas, a excepción del caso argentino.3
Esta situación tampoco ocurre con México, aspecto sobre el cual existe
considerable bibliografía.4
Acerca del protagonismo de los actores no estatales, la
mayoría de las publicaciones se centran en la solidaridad transnacional con las
causas de los derechos humanos o los procesos revolucionarios en numerosos
países de la región. Los estudios sobre la solidaridad con las causas
revolucionarias centroamericanas incluyen un amplio abanico de temáticas, desde
el apoyo a la lucha política, las estrategias propagandísticas utilizadas,
hasta la defensa de las víctimas de la represión, por citar algunas.5 Asimismo, han ido
surgiendo trabajos académicos sobre aspectos más sensibles, como la presencia y
el papel que desempeñaron los brigadistas y combatientes extranjeros,
generalmente procedentes de organizaciones de izquierda de países
latinoamericanos y europeos.6
Las relaciones políticas entre Nicaragua y Chile
empezaron a cobrar cierta importancia durante la segunda mitad década de los
sesenta, con la llegada al poder de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) y su
interés por fortalecer las relaciones con los países de la región, política que
también continuó el presidente Salvador Allende (1970-1973). En esos años,
varios jóvenes progresistas nicaragüenses viajaron a Chile, tanto para conocer
de cerca su proceso político como para realizar estudios universitarios, entre
quienes, años más tarde, llegaron a ocupar cargos gubernamentales sumamente
importantes dentro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (fsln).
Tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, las
relaciones entre Somoza y Pinochet se fueron intensificando y tuvieron lugar
varias visitas de delegaciones políticas. En esa etapa, la embajada de Chile en
Managua siguió con detalle la evolución política del país y, de manera
simultánea, se ocupó de planear actividades culturales en colaboración con
algunas organizaciones dirigidas por chilenos residentes en la capital.
La admiración y el mutuo respeto entre los dos dictadores
durante los primeros años fueron la tónica dominante, especialmente porque sus
aliados cercanos eran escasos en Occidente a causa de sus prácticas represivas.
Sin embargo, según se fue complicando la situación en Nicaragua, las
autoridades diplomáticas chilenas empezaron a expresar su preocupación por el
destino político del país. Además, antes de la victoria sandinista, el cuerpo
diplomático chileno empezó a ser cauteloso con Somoza, especialmente por la
falta de garantías democráticas y la corrupción generalizada de su régimen,
pero también para lograr así un mayor reconocimiento de la comunidad
internacional.
La caída de Somoza en 1979 no generó sorpresa a la Junta
Militar chilena, pero la aparición de un nuevo gobierno revolucionario con
fuertes vínculos con Cuba y la Unión Soviética empezó a sembrar una gran
incertidumbre, fundamentalmente por las consecuencias que esto podría tener
dentro del propio territorio nacional. Tras la salida de Somoza, la embajada
chilena recibió a varios de sus partidarios en calidad de asilados, y algunos
de ellos permanecieron durante largo tiempo. Además, el cuerpo diplomático
chileno estableció contactos con los opositores al sandinismo.
La presencia en las filas sandinistas de un número
importante de combatientes chilenos durante los últimos meses del régimen
somocista, así como la llegada de exiliados chilenos para contribuir a la
reconstrucción del país, también se entendió como la preparación de una
estrategia cuya finalidad sería el derrocamiento del régimen de Pinochet a
través de la insurrección armada a mediano o largo plazos. Con el fin de poder
seguir de cerca este escenario, la Junta Militar mantuvo abierta su embajada en
Managua hasta 1985, fecha en la cual decidió cerrarla por varios motivos como
la inexistente voluntad de la contraparte nicaragüense de abrir una delegación
en Santiago y las críticas públicas lanzadas contra Pinochet por parte de
mandatarios sandinistas.
Con el fin de entender mejor las dinámicas políticas
durante los últimos años de la guerra fría latinoamericana, en este artículo se
presentan y se analizan los principales aspectos que incidieron en las
relaciones chileno-nicaragüenses, donde se incluyen el golpe militar de
Pinochet (1973), la revolución sandinista (1979), los primeros años de gobierno
del fsln, y el cierre de la embajada de
Chile (1985). De este modo se observa que, a pesar de la distancia geográfica y
el pequeño tamaño territorial de Nicaragua, Chile mantuvo el interés por
preservar sus vínculos y conocer de cerca su propio proceso político. Con este
ejemplo se prueba que la guerra fría latinoamericana puso en el tablero de
juego a muchos más actores que Cuba o Estados Unidos, y permite observar cómo
tuvieron sus propias lógicas y objetivos en función de sus escenarios
nacionales e internacionales.
LAS RELACIONES BILATERALES
ENTRE PINOCHET Y SOMOZA (1973-1979)
El 15 de septiembre de 1973,
cuatro días después de producirse el golpe de Estado, la embajada de Chile
consultó al régimen nicaragüense por su posición sobre la Junta Militar, la
cual reconoció el mismo día.7
La embajada de Estados Unidos siguió muy de cerca el desarrollo de las
relaciones entre ambos regímenes, tal como se observa en la correspondencia de
sus embajadas en Managua y Santiago de Chile con el Departamento de Estado.
Así, el 16 de noviembre de 1973, la sede estadunidense en Nicaragua señalaba lo
siguiente en relación con el futuro del exembajador de la Unidad Popular en ese
país:
General Eduardo Lema Molina, the Chilean ambassador to
Nicaragua appointed by the Allende government, has been removed by the present
Chilean government. There was considerable speculation inspired by the former
ambassador that in view of his close connections as a general with the military
figures presently in charge that he might be retained in his ambassadorial
post. As reported in reftel, the ambassador had purchased a
house in Nicaragua and had requested permission of general Anastasio Somoza to
remain here. Based apparently, however, on assurances of some of his military
colleagues, the ambassador and his wife have decided to return to Chile
although he has informed friends here that he does not have any immediate
information regarding a possible future assignment. The ambassador, who had
staunchly defended all of the activities of the Allende government, prior to
his departure took the position that “it was essential that the communists be
removed from the government of Chile.”8
La comunidad chilena residente en Nicaragua inició una
colecta de fondos para enviar a Santiago y contribuir así en la campaña del
régimen militar de la llamada reconstrucción del país.9
Con el fin de mejorar las relaciones en estos años, el Ministerio de Relaciones
Exteriores de Chile apoyó a los candidatos nicaragüenses en los organismos
internacionales. Asimismo, se facilitaron los salvoconductos para los asilados
que se encontraban en la embajada de Nicaragua en Santiago de Chile pudieran
salir del país y para que los nicaragüenses que estaban detenidos en distintos
centros, como el Estado Nacional, fueran puestos en libertad.10 La reciente llegada a
Chile de varios de ellos para continuar sus estudios tras producirse el
terremoto de 1972, que se encontraban sin documentación, complicó la situación.11 Tras su regreso a
Nicaragua, mayoritariamente retomaron las actividades políticas, lo cual hizo
que fueran observados con atención por los diplomáticos chilenos. Así, en
febrero de 1974 se envió un informe a Santiago con los nombres de catorce de
ellos, sugiriendo les fuera prohibida que la entrada a Chile, entre quienes se
encontraba la principal figura intelectual del fsln,
Carlos Fonseca Amador.12
Ese mismo año, el general de Carabineros y miembro de la
Junta Militar, Cesar Mendoza, acudió a Managua en representación del régimen
militar a la transición de mando que tuvo lugar el 1 de diciembre de 1974,
después de que Somoza fuera reelegido presidente el 1 de septiembre anterior.
Con motivo de la visita, el embajador de Chile destacó lo siguiente:
Tanto el discurso de ofrecimiento que hiciera el General
señor Mendoza, como el de agradecimiento por el Excelentísimo Señor Presidente
de la República fueron muy ovacionados, por su contenido americanista y en que
hicieron resaltar la amistad indestructible entre los gobiernos y pueblos de
Nicaragua y Chile, porque no sólo ha sido la historia que une a nuestras
naciones, sino que a pesar de la enorme distancia, existe conmutación de
principios y doctrinas, que los identifica y convierte en Estados hermanos.
Luego,
después, el General señor Mendoza hizo entrega al Excelentísimo Señor
Presidente de la República, de la réplica de la Espada del Prócer de nuestra
Independencia, General don Bernardo O’Higgins, a nombre del Jefe del Estado
Chileno, Excelentísimo Señor General de División Augusto Pinochet Ugarte, que
agradeció emocionado a su nombre y del pueblo de Nicaragua.13
La visita sirvió para fortalecer los vínculos entre ambos
regímenes, lo cual se demostró con la intensificación de las actividades
sociales del embajador de Chile en Managua, Alfonso Denecken Díaz,
especialmente con la cúpula del régimen somocista. Como consecuencia de ello,
tanto él, su esposa, y otros altos jerarcas y miembros de la familia de Somoza,
fueron secuestrados la noche del 27 de diciembre de 1974 en la casa de José
María Castillo Quant, ministro de Agricultura y Ganadería, anfitrión de una
fiesta en honor del embajador de Estados Unidos, Turnel Shelton, quien se había
retirado antes del suceso.14
Se trató de la primera gran acción del fsln
para conseguir la liberación de 18 de sus miembros, entre quienes se encontraba
Daniel Ortega. Además, recibieron 5 000 000 de dólares por el rescate de los
trece últimos rehenes,15 y se puso un avión a
su disposición para viajar a Cuba. Con motivo de esta acción, Somoza decretó el
Estado de sitio hasta septiembre de 1977.16
El incidente con el embajador Denecken no impidió que las
relaciones se intensificarán ni frenó la llegada de autoridades chilenas al
país. De ese modo, tanto el almirante Ronald McIntyre como el exdiputado Julio
Icaza Tijerino visitaron Managua en 1976. Al año siguiente lo hicieron Felipe
Rodríguez Serrano, Ramiro Granera Padilla y el general y ex ministro de Defensa
Guillermo Noguera Zamora.17
La visita del vicecomandante en jefe del ejército de
Chile, general de División Carlos Forestier Haensgen, junto con los generales
de Brigada Héctor Orozco Sepúlveda, Santiago Sinclair Oyaneder y Luis Joaquín
Ramírez Pineda, entre los días 7 y 12 de noviembre, para participar en la XII
Conferencia de Ejércitos Americanos, significó un nuevo impulso para la
consolidación de los vínculos. Poco después, el ejército de Chile transmitió
las siguientes palabras al embajador de su país en Managua: “Es altamente
grato, poner en conocimiento de U. S., la excelente opinión que se formó el Sr.
Vice Comandante en Jefe del Ejército del Personal antes mencionado por sus
especiales deferencias respecto a la Delegación y óptimas conexiones con las
autoridades de gobierno del mencionado país, que quedaron en evidencia.”18
Previamente, el 12 de abril de 1977, el ministro de
Relaciones Exteriores de Chile, Patricio Carvajal y el embajador de Nicaragua
en Santiago de Chile, Alberto Salinas Muñoz, firmaron un convenio de
cooperación cultural. Asimismo, en 1979 se pensó reactivar el Instituto Cultural
Nicaragüense-Chileno,19 integrado
mayoritariamente por residentes chilenos en el país, con el objetivo de retomar
las actividades culturales y exposiciones que habían quedado paralizadas tras
el terremoto de diciembre de 1972. Sin embargo, la inestabilidad política
tampoco favorecía su planificación en ese momento.
La buena sintonía quedó confirmada en las palabras
enviadas a Santiago por el nuevo embajador de Chile en Nicaragua, Eduardo
Gordon Cañas, poco después de su llegada al país, en mayo 1979:
Al día siguiente, a las 16:30 horas, presentaba ante el
Primer Mandatario nuestra Embajada para luego saludar yo a uno a uno a los
integrantes del Gabinete que se alineaban a un costado y después a los Embajadores
y Encargados de Negocios que se alineaban a otro.
Hecho
esto iniciamos una amena charla; tal coloquio duró aproximadamente quince
minutos, durante los cuales el Presidente Somoza me inquirió con especial
afecto por Su Excelencia el Sr. General Pinochet, a la vez que hizo un grato
recuerdo de la estadía en Nicaragua, a fines de 1974, para la transición del
mando presidencial, del Sr. General Mendoza. Al mismo tiempo, se interesaba por
la situación actual de Chile, lo cual expliqué sucintamente, como es obvio por
lo apretado del tiempo con que contaba para ello.20
El embajador Gordon fue recibido muy rápido tras su
llegada a Managua, lo cual no era habitual. Se trató de un gesto especial de
cortesía por las simpatías que tenía Somoza con el régimen de Pinochet. En este
mismo sentido, Nicaragua respondió favorablemente a casi todas las solicitudes
de apoyo a los candidatos chilenos en los organismos internacionales tramitadas
desde la embajada de Chile en Managua.21
Esta situación era inusual por el aislamiento político en el que se encontraba
el régimen chileno.
En esos años, como gesto de amistad por parte de Chile, a
finales de 1978 se empezaron a ofrecer becas de formación a los distintos
cuerpos de seguridad del somocismo, de lo cual en 1978 da cuenta la embajada de
Chile en Managua a través de las siguientes palabras:
A fines de año, Carabineros de Chile ofrecía becas para
que funcionarios policiales nicaragüenses estudiasen tanto en la Escuela de
Carabineros como en su Instituto Superior.
Por
otra parte, miembros de la Guardia Nacional concurrían a nuestro país a fin de
efectuar cursos de entrenamiento en diversas unidades militares chilenas.22
Dada la similitud de ambos regímenes, e igualmente al
estimar que la principal amenaza a la seguridad nacional procedía de
organizaciones armadas propias del país, la formación estaría centrada sobre
todo en combatir la subversión y la insurgencia. Por la misma razón, entre 1976
y 1978, la embajada de Chile en Nicaragua envió numerosos informes en los que
se destacaban los enfrentamientos producidos entre la Guardia Nacional y el fsln.
DEL ASESINATO DE PEDRO JOAQUÍN CHAMORRO A LA CAÍDA DE
SOMOZA
Fue a mediados de la década de
los años cincuenta cuando la oposición al somocismo empezó sus primeros pasos,
con la presencia de importantes dirigentes que posteriormente formarían las
filas del fsln, como Carlos Fonseca Amador, Tomás
Borge o Edén Pastora, por citar algunos. No obstante, y a pesar de algunas
acciones armadas de cierta envergadura como el operativo de finales de
diciembre de 1974, el régimen no mostró síntomas de debilidad ni preocupación.
No fue sino hasta finales de 1977, con la ofensiva de octubre, cuando se inició
la coyuntura prerrevolucionaria con la cual el somocismo encontró serias
dificultades. Ante el temor de que las acciones de la oposición alcanzaran una
envergadura mayor, y en plena escalada de críticas al propio Somoza en los
medios de comunicación, aumentaron las accciones represivas. Por este motivo,
Pedro Joaquín Chamorro, líder de la Unión Democrática de Liberación (Udel) y director de La Prensa,
el principal diario nicaragüense, fue asesinado el 10 de enero de 1978 por
agentes del régimen; lo cual generó tan fuerte indignación que hizo estallar la
lucha popular contra la dictadura. Lozano (1989) considera que esta fecha
inaugura la primera fase de un total de seis que conforman la situación
revolucionaria en Nicaragua hasta la salida de Somoza del país, y como
consecuencia:
[…] se agudizan las contradicciones económicas, políticas
y sociales que determinan la profundización y ampliación de la situación
revolucionaria, y maduran las condiciones objetivas y subjetivas que garantizan
el salto del proceso a la crisis revolucionaria de junio-julio: transformación
del movimiento de masas en un “ejército político de la revolución” y
consolidación de la dirección político-militar del Frente Sandinista de
Liberación Nacional como vanguardia de la lucha revolucionaria (p. 134).
Este momento fue seguido y analizado con detalle por el
cuerpo diplomático chileno acreditado en Managua. La reflexión que hizo el
embajador de Chile en Managua poco después del atentado coincide en buena
medida con la teoría de Lozano:
La muerte de Chamorro, se puede decir con absoluta
propiedad, fue el inicio de la agonía del régimen; los disparos que acabaron
con la vida física de este inagotable luchador opositor, marcaron también con
sangre al Gobierno. La efervescencia popular aumentó súbitamente y el dócil
pueblo de antaño, convertido ya en inquieto a finales de 1977, se transformó
por completo en un león rabioso a partir de esa fatal muerte.23
Entre las principales preocupaciones del cuerpo
diplomático chileno en Managua estaba la confirmación de la presencia de
combatientes chilenos procedentes de varias organizaciones de izquierda, que
hasta fechas recientes se encontraban exiliados en otros países europeos y
latinoamericanos, entre ellos Cuba. En sus memorias, Sergio Ramírez (2007) da
buena cuenta de ello: “Y acudían voluntarios de todas partes del mundo, como en
los años de la Guerra Civil española, a incorporarse al Frente Sur, donde
pelearon alemanes, españoles, mexicanos, costarricenses, panameños,
colombianos, chilenos, argentinos, dominicanos, uruguayos, venezolanos,
cubanos” (p. 250). Ernesto Cardenal (2013) también detalla en sus memorias
algunos de sus encuentros con chilenos durante la revolución.
La toma del Palacio Nacional del 22 de agosto de 1978,
perpetrada por un comando del fsln integrado por 25
guerrilleros liderados por Edén Pastora –también conocido como Comandante
Cero–, mientras se celebraba una sesión del congreso nacional, generó un gran
impacto en el nivel regional. En esa ocasión se capturaron a alrededor de 3 000
rehenes, a quienes se fue liberando progresivamente durante 45 horas hasta que
Somoza aceptó las condiciones impuestas por los captores, las cuales consistían
en la liberación de numerosos presos políticos, 500 000 dólares estadunidenses
y dos aviones para salir del país en dirección a Panamá y Venezuela. Entre los
rehenes se encontraba el fotógrafo chileno Rafael Alejandro Mella Latorre, quien
fue evacuado por acuerdo entre los sandinistas y la Cruz Roja junto a casi 400
personas más. El diario La Tercera de la Hora
transcribió con detalle su emotivo testimonio.24
Según se fueron intensificando los enfrentamientos, tanto
la Guardia Nacional25 como los diplomáticos
chilenos pudieron constatar la presencia cada vez mayor de combatientes
chilenos cerca de la frontera con Costa Rica, en el denominado Frente Sur
“Benjamín Zeledón”. La embajada chilena remitió detallados informes a Santiago
cada vez que conseguía reunir información al respecto, ya fuera a través de
publicaciones de prensa o bien de testimonios de informantes. Lo más probable
es que mantuvieran dos canales de comunicación, uno más general sobre la
situación con el propio Ministerio de Relaciones Exteriores, y otro más secreto
con la Central Nacional de Inteligencia (cni),
el principal aparato represivo de la dictadura desde 1977, una vez que fue
desarticulada la Dirección Nacional de Inteligencia (dina),
aunque en el archivo no se encuentran informes de esta naturaleza porque
podrían haber sido depurados. A modo de ejemplo del primer tipo de
correspondencia, se encuentra el siguiente oficio transmitido el 25 de enero de
1979 a Santiago por la embajada de Chile en Managua:
1. Adjunto al presente oficio remito a US. una serie de
recortes de prensa con declaraciones del ciudadano chileno Sr. Haroldo Horta
Trikayoti,26 elemento integrante
del Frente Sandinista de Liberación Nacional, quien fuera capturado
recientemente en un enfrentamiento que los guerrilleros sostuvieran con la
Guardia Nacional de Nicaragua.
2.
El Sr. Horta hace revelaciones sobre la actividad del movimiento extremista en
la zona fronteriza de Costa Rica y Nicaragua, como asimismo señala los
pormenores de su ingreso al sandinismo.
3.
Las únicas referencias a Chile que el citado guerrillero vertió son aquellas
cuando manifiesta que las autoridades nicaragüenses le propusieron deportarlo a
Chile, pero que eso lo rechaza porque “sería horrible lo que me espera en
Chile”.27
Al mismo tiempo, la hostilidad contra los funcionarios
del régimen de Pinochet aumentó según se fue fortaleciendo la oposición a
Somoza. Así, en marzo de 1979, el encargado de negocios de Chile, Jorge
Garretón Iturra, sufrió un intento de secuestro, hecho que se decidió mantener
en secreto.28 Por lo cual, unos
meses más tarde, la embajada solicitó un segundo escolta, pero la petición fue
rechaza por Santiago.29 Por motivos de
seguridad, también se habían distribuido dos revólveres Rossi con una munición
de 100 balas.30
Cuando la situación se tornó más difícil, el Ministerio
de Relaciones Exteriores de Chile también optó por mantener cierta distancia
con Somoza. Dadas las altas posibilidades de que acabara siendo derrocado, se
estimó preferible mantener los vínculos con quien le sucediera. Principalmente
había dos motivos: evitar nuevos adversarios en América Latina, sobre todo que
pudieran oponerse de manera importante en los organismos internacionales, y
mantener relaciones bilaterales fluidas con la mayor parte de los países
posibles, dado que el golpe de Estado de 1973, así como la fuerte represión que
se inició después, los había llevado al aislamiento y la marginalidad de la
comunidad internacional (Muñoz, 1986).
Antes del deterioro de la situación, en marzo de 1977,
Pinochet invitó a Somoza para que visitara Chile, lo cual se iba a materializar
en septiembre de ese mismo año, pero el viaje finalmente fue cancelado por
motivos de salud del dictador nicaragüense. En junio de 1978, Somoza expresó su
deseo de viajar a Chile durante la primera quincena de agosto, antes de visitar
Buenos Aires, ya que también tenía una invitación de parte del régimen
argentino,31 pero se le respondió
que la agenda presidencial estaba comprometida para todo lo que quedaba del
año, y se le sugirió que viajara al año siguiente, y para evitar problemas, se
le indicó que debía avisar con más antelación.32
Si bien no se aluden los motivos que estaban detrás de esta decisión,
posiblemente el régimen chileno quería ganar tiempo y observar la evolución del
desarrollo político nicaragüense antes de recibir al mandatario. A causa de su
descrédito internacional no era conveniente recibirlo en Santiago.
Unos meses más tarde se realizó una votación en el seno
de la Organización de Estados Americanos (oea)
en la que Chile, por primera ocasión, no se posicionó a favor de Somoza. El
propio mandatario expresó su malestar al embajador de Chile por este
distanciamiento durante un encuentro que mantuvieron con motivo de la entrega
de cuadro al óleo de Bernardo O’Higgins que le obsequiaba el propio Augusto
Pinochet:
El Mandatario nicaragüense me manifestó, en tono
sumamente dolido, con el sentimiento de quien está profundamente defraudado y
agobiado por una tremenda pena, textualmente lo siguiente: “Tenía interés en
hablar con Ud. para que le hiciera presente al Sr. General Pinochet que le
diera instrucciones a su Delegada ante la oea
a fin de que apoye a Nicaragua en la situación en que se encuentra, en atención
a que Nicaragua siempre ha apoyado a Chile e incluso se ha echado de enemigos
por sustentar posiciones favorables a su país. Lamentablemente, Chile no nos ha
pagado con la misma moneda.”
Quiero
recalcar ante US. la forma dolida en que el General Somoza pronunció estas
palabras, mientras miraba al suelo y aparecía sumamente acongojado,
diametralmente opuesto al Somoza altivo y orgulloso, dueño de la situación, que
el nicaragüense y el extranjero residente en Nicaragua están acostumbrados a
ver.
Esta
actitud del Mandatario nicaragüense, demostrada en forma tan contundente en
gesto dramático no fingido, pueden dar una pauta de que, en lo sucesivo,
Nicaragua no nos apoyará con tanto entusiasmo, como hasta ahora lo ha hecho,
ante peticiones a favor de candidaturas chilenas o ante votaciones en contra de
proyectos, en organismos regionales o internacionales, que tiendan a lesionar
nuestro espíritu nacional.33
Con el fin de dar a conocer la situación interna y la
posición gubernamental, Somoza envió una delegación diplomática a los distintos
países del Cono Sur con el fin de recabar apoyos, la cual aterrizó en Santiago
el 23 de noviembre de 1978.34
En los siguientes meses, y especialmente a partir de
1979, a causa del aumento de la violencia y la aparición de distintos frentes
de combate a lo largo del territorio nacional, la actividad de la embajada de
Chile redujo considerablemente sus actividades, y los encuentros y actividades
bilaterales entre ambos países prácticamente desaparecieron.35
Durante la ofensiva final que tuvo lugar en junio de
1979, Edén Pastora extendió el rumor de la presencia de mercenarios chilenos
dentro de la Guardia Nacional, lo cual fue desmentido por el ministro de
Relaciones Exteriores, Hernán Cubillos, el 29 de junio: “Es absolutamente falso
que exista ayuda chilena en alguna forma a la Guardia Nacional o al Gobierno
actual de Nicaragua. Nosotros somos neutrales en el conflicto y no hay
mercenarios chilenos cuando en el conflicto, ni hay noticias sobre un
periodista chileno muerto.”36
Cuando la violencia se hizo incontrolable, 77 chilenos en
total, quienes representaban aproximadamente a la mitad de los residentes en
Nicaragua,37 fueron evacuados del
país en dos aviones militares estadunidenses junto con otros residentes
extranjeros hacia Panamá, donde fueron recogidos por un avión de Líneas Aéreas
Nacionales (lan).38
Para entonces, una mujer chilena murió en su casa a causa de un balazo
procedente del exterior,39 otro chileno había
sido detenido y asesinado por la Guardia Nacional por error,40 y un tercero falleció
a causa de heridas de bala recibidas mientras transitaba por la calle.41
INICIO DE LAS RELACIONES
DEL RÉGIMEN PINOCHET
CON EL GOBIERNO SANDINISTA
El 17 de julio de 1979 Anastasio
Somoza abandonó el país rumbo a Miami con la esperanza de radicarse en esa
ciudad. Sin embargo, el asilo permanente le fue negado y partió hacia Paraguay,
donde fue amparado por Stroessner.42
Su sucesor fue Francisco Urcuyo Maliaños,43
quien permaneció en el poder durante poco más de un día, puesto que su gobierno
fue rechazado por la comunidad internacional a favor de la oposición liderada
por la junta compuesta por Sergio Ramírez, Violeta Chamorro y Alfonso Robelo,
la cual entró en Managua el día 19, junto con el fsln,
para declarar el triunfo de la revolución.
La trascendencia que tuvo la salida de la familia Somoza
del poder, la cual ostentaba el poder oficialmente desde 1937,44 así como la deriva
política de Nicaragua, llevó a los diplomáticos chilenos a reflexionar sobre
las distintas causas que estaban detrás de estos acontecimientos, enfatizando
en la corrupción, el despotismo y el fraude electoral, pero sin mencionar la
dimensión represiva o las violaciones de los derechos humanos. Curiosamente,
sus conclusiones tenían cierta similitud con el propio proceso vivido en Chile
durante la dictadura pinochetista:
Es por todo ello que la Guardia Nacional de Nicaragua
carecía en absoluto de una mística militar, y, por ende, su entrenamiento
castrense era prácticamente nulo. De sus dieciséis mil componentes a la caída
del régimen somocista, poco más de dos mil de sus efectivos podían considerarse
combatientes. Y con el agravante de que estos últimos respondían a la jefatura
de Anastasio Somoza Portocarrero, quien los adiestraba como “guardias de corps”
para respaldar sus ya visibles intereses de carácter político. El ya indudable
heredero y aspirante a futuro hombre fuerte creaba así su propio ejército
dentro del que debería haber sido Ejército Nacional.
4. Régimen mantenido en base a sistema electoral
fraudulento
No obstante las claras y decidoras primera y segunda
características señaladas anteriormente, los Somoza se ufanaban, mostrando con
especial orgullo, de ser los “Mandatarios constitucionales”. Si miramos los
hechos objetivos, es realmente cierto que siempre asumiendo la Primera
Magistratura de la Nación en base a elecciones. Pero no es menos cierto que
todo el sistema electoral estaba por completo viciado y que, incluso, en
numerosas oportunidades se llegó a pagar gruesas sumas de dinero y otras
dádivas a determinadas personas “para que hicieran oposición”.45
La Junta Militar de Chile reconoció al nuevo gobierno
nicaragüense el día 26 de julio de 1979 (Ministerio de Relaciones Exteriores,
1979, p. 36). Con el fin de mantener relaciones cordiales con la Junta de
Reconstrucción Nacional que acababa de asumir el poder, el régimen militar
envió un avión DC-6 de la Fuerza Aérea con ayuda material compuesta
fundamentalmente de ocho toneladas de alimentos, medicinas y ropa, además de
tres médicos y un enfermero que se pusieron a disposición de las autoridades
sanitarias nicaragüenses.46
En el mismo avión se embarcó el director de política bilateral del Ministerio
de Relaciones Exteriores, Jaime Lagos, quien se entrevistó con varias
autoridades gubernamentales para expresar la voluntad del régimen militar de
fortalecer los lazos (Ministerio de Relaciones Exteriores, 1979, p. 36).
En su visita, Lagos quiso conocer la posición de las
nuevas autoridades, especialmente del ministro de Relaciones Exteriores, Miguel
d’Escoto Brockmann –también por su vinculación con Chile–,47 y la integrante de la
Junta, Violeta Chamorro, para lo cual fue directo en hacer las consultas pertinentes.
De ese modo, el 7 de agosto se informó a Santiago lo siguiente:
En las conversaciones que mantuve con el Canciller
d’Escoto y con la Sra. Violeta de Chamorro pude apreciar su deseo de continuar
manteniendo buenas relaciones con Chile, país al que mucho aprecian
particularmente el primero que pasó varios años en nuestro país. Moisés Hassan,
otro miembro de la Junta pero de filiación marxista, manifestó a los
periodistas chilenos igual intención reiterando uno de los postulados de la
Junta nicaragüense de mantener relaciones con todos los países sin importar su
signo ideológico, si respetaban la soberanía interna de Nicaragua.
Aunque
el mantenimiento de relaciones con Chile no debe ser algo totalmente del agrado
de los sectores del Gobierno marxistas, ya sea por presión de los elementos
democráticos o por la conveniencia política de mostrar una actitud pluralista,
ellos están dispuestos por el momento a continuar dichas vinculaciones.
La
prensa oficial, actualmente controlada exclusivamente por el fsln, a través de diario “Barricada”, ha publicado
algunos artículos contrarios al régimen chileno. Ciertos personeros como el
Ministro del Interior, Tomás Borge y del Cultura, Ernesto Cardenal también han
formulado expresiones críticas hacia el Gobierno chileno.48
Entre las nuevas autoridades nicaragüenses también habían
sido nombradas otras personas que habían realizado sus estudios universitarios
en Chile, como el viceministro de Relaciones Exteriores, Álvaro Ramírez
González, y el director adjunto de protocolo, Danilo Valle, quien poco después
viajó a Chile para explicar el motivo del cierre de la embajada nicaragüense en
Santiago.49 Asimismo, entre quienes
habían realizado sus estudios universitarios en Chile se encontraban Jaime
Wheelock Román, ministro de Agricultura y uno de los nueve comandantes de la
dirección del fsln, así como su hermano Ricardo
Wheelock Román, quien fue nombrado embajador en la Unión Soviética y más tarde
en Bulgaria, y esposo de la ciudadana chilena Mónica Zalaquett Daher.50
Dado el vínculo con Chile del ministro d’Escoto, desde
Santiago se barajó la posibilidad de invitarlo a regresar al país, pero ante el
aumento de las críticas gubernamentales a Pinochet, se desestimó la invitación.51 Las declaraciones del
alto funcionario nicaragüense siempre fueron muy cordiales con Chile, lo cual
agradó al régimen pinochetista, pero con el paso del tiempo se percataron de
que no tenían la más mínima trascendencia en el fortalecimiento de los
vínculos. Con estas palabras sacaron su conclusión:
Nada sacamos con que el Canciller o el Viceministro del
Exterior nos acogen con palabras halagadoras y pletóricas de buena voluntad;
siempre encontramos que se nos escucha en tono amable y bondadoso. Pero de ahí
a que se concrete lo que se pide, que nunca es nada del otro mundo, es difícil,
por no decir imposible. Porque todo está dictado “desde arriba”, desde la
cúpula del fsln, donde prima la ideología y la
pleitesía a Cuba. Y esto tiene que quedar bien claro a nuestro Ministerio. Las
relaciones entre Chile y Nicaragua, así como las de este último país con
cualquier otro, quedarán subordinadas a los dictados cubanos.52
Se visibilizaba así que las relaciones entre Chile y
Nicaragua empezaban a ser cada vez más complejas. Por este motivo, además de la
falta de interés del gobierno sandinista de tener una representación en
Santiago, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile decidió rebajar la
máxima representación diplomática, razón por la cual el embajador, Eduardo
Gordon Cañas, quien había asumido el puesto el año anterior como relevo de
Manuel Stagno Migone,53 regresó a Chile en
noviembre de 1980. También se consideró la posibilidad de romper relaciones
diplomáticas, pero los funcionarios del régimen pinochetista sabían el valor
que tenía el hecho de mantenerse presentes en Nicaragua:
En el segundo semestre de 1980 las relaciones
chileno-nicaragüenses llegaron a su punto histórico más bajo. En septiembre, y
luego de un nuevo incidente ocasionado por injurias a S.E. el presidente de la
República proferidas por el Ministro de Defensa, y miembro de la Dirección Nacional
del Frente Sandinista, Comandante de la Revolución Humberto Ortega, se resolvió
el retiro del Embajador Eduardo Gordon. Esta medida constituyó un paso
adicional en el procedimiento escalonado, reflexivo y sereno que nuestro
Gobierno ha empleado para responder a los actos inamistosos del régimen
sandinista.
La
“Semana de solidaridad con el pueblo de Chile” organizada aquí por un organismo
de fachada del fsln mostró por su parte los más altos
niveles conocidos de virulencia en la actividad antichilena. […]
Por
último, estimamos que en el caso límite de una ruptura de relaciones
diplomáticas, es conveniente mantener este valioso puesto de observación –al
menos– en la forma de una oficina consular.54
A partir de entonces y hasta el cierre de la delegación
chilena, la máxima autoridad fue el encargado de negocios, siendo Alfredo Labbé
Villa el primero en ocupar el puesto (1981-1982), y Eduardo Vega Bezanilla
(1982-1984).
El intercambio de visitas entre ambos países no fue
intenso. Al inicio fueron escasas, aunque aumentaron levemente entre los años
1982 y 1983. Por la parte chilena se destacaría la llegada a Managua del
director de Relaciones Económicas Multilaterales del Ministerio de Relaciones
Exteriores de Chile para participar en la Primera Reunión Ordinaria del Comité
de Acción del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (sela) para la Reconstrucción de Nicaragua, celebrada
en febrero de 1980, y la visita del subsecretario de pesca, Roberto Verdugo
Gómez, para participar en la I Conferencia Internacional de Ministro de Pesca y
en la VII Reunión Ordinaria del Comité de Acción de Productos del Mar y Agua
Dulce, ambas a finales de octubre de 1984. Por la parte nicaragüense, se
encuentra el viaje realizado por el Monseñor Miguel Obando y Brazo, arzobispo
de Managua y presidente de la Conferencia Episcopal, además de un abierto
opositor al fsln, para formar parte de una reunión
del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam)
en Santiago, celebrada en marzo de 1981, y la llegada en 1983 del viceministro
de Agricultura, Manuel Coronel Kautz, para estudiar la posibilidad de
establecer contacto con el sector agropecuario chileno, por un lado, y barajar
la posibilidad de abrir una misión diplomática, por el otro, lo cual generaba
opiniones encontradas en el régimen chileno.55
Sin embargo, nada llegó a materializarse, por lo que posiblemente se trató de
un viaje para conocer de cerca la realidad política del país.56
El malestar de la Junta Militar chilena aumentó en la
medida que altos dirigentes chilenos en el exilio comenzaban a llegar a Managua
para participar en distintos encuentros en solidaridad con la revolución
sandinista y en conferencias de corte político, siendo recibidos con honores y
una gran atención; entre ellos se encontraron Jacques Cholchol, Clodomiro
Almeyda, Andrés Pascal Allende, Anselmo Sule, Hortensia Bussi, Volodia
Teitelboim y Luis Maira, por citar algunos.57
Otro de los primeros incidentes que se produjo entre la
embajada y las nuevas autoridades fue la detención de residentes chilenos por
estar supuestamente vinculados con el somocismo. Si bien finalmente fueron
liberados ante la falta de pruebas (Ministerio de Relaciones Exteriores, 1980,
p. 52), quedaba constancia que quienes residían en el país antes del
inicio de las hostilidades no tenían simpatía por el sandinismo. Sin embargo,
su presencia fue cada vez más marginal ante la llegada de un número cada vez
mayor de chilenos exiliados en otros países de la región y de Europa.
A causa de un error técnico, durante los primeros meses
de 1980 varios télex secretos enviados desde la embajada de Nicaragua en
Washington a Sergio Ramírez fueron recibidos en la delegación chilena en
Managua. Además de compartir el contenido de los documentos, se solicitaron
instrucciones a Santiago sobre cómo proceder, si mantener el silencio para
recibir esa información privilegiada o bien notificar a las respectivas
autoridades.58 Desde Santiago, con
el fin de evitar un posible incidente, se dio la orden de notificar al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua en el caso de que volviera a
llegar un nuevo mensaje.59
El 17 de septiembre de 1980, Somoza fue asesinado, junto
su chófer y un asesor, en la ciudad de Asunción por un comando de guerrilleros
argentinos del Ejército Revolucionario del Pueblo (erp)
liderados por Enrique Gorriarán Merlo y Hugo Irurzún, episodio conocido como
“Operación Reptíl”. Anteriormente ambos habían combatido en el Frente Sur
“Benjamín Zeledón”, destacándose por su determinación en los combates contra la
Guardia Nacional, motivo por el cual establecieron estrechos vínculos con la
dirigencia sandinista. El 30 de octubre de 1980, el mismo fotógrafo chileno que
había sido rehén durante la toma del Palacio Nacional de Nicaragua de agosto de
1978, Rafael Alejandro Mella Latorre, en ese momento residente en Asunción, fue
detenido por la policía paraguaya bajo la acusación de haber participado en el
atentado,60 lo cual generó
inquietud en el régimen pinochetista al considerar que los grupos de oposición
estaban empezando a realizar operativos en países latinoamericanos con gran
éxito, aunque también tenían ciertas dudas sobre la profesionalidad de las
fuerzas de seguridad paraguayas.61
LOS ASILADOS Y HUÉSPEDES
DE LA EMBAJADA DE CHILE
La velocidad con la que se
derrumbó la dictadura somocista, así como la dificultad de movilidad terrestre
dada la existencia de distintos frentes de guerra a lo largo y ancho del país,
dificultó la estampida de los enemigos del sandinismo; por lo cual las
embajadas principalmente de los países latinoamericanos se llenaron rápidamente
de asilados políticos. En total, para comienzos de agosto de 1979 llegaron a
sumar alrededor de 1 900 casos, aunque 300 de ellos se resolvieron fácilmente
porque eran mayoritariamente mujeres y niños.62
Sobre todo se trató de antiguos integrantes de la Guardia Nacional y sus
familiares, además de funcionarios del régimen, que estaban temerosos de ser
sometidos a juicio por los atropellos cometidos durante el régimen de Somoza.
Después del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile, fue la experiencia
política que más asilados generó en toda América Latina.63 En esa ocasión, las
autoridades chilenas no eran quienes perseguían y entorpecían la labor de los
diplomáticos extranjeros, sino que ellos mismos se vieron expuestos, por
primera vez, en la situación contraria, siendo ahora, seis años después del
derrocamiento de Salvador Allende, quienes criticaron y denunciaron la
dificultades generadas por dicha situación, especialmente por la demora en
conseguir los salvoconductos necesarios para que los exsomocistas pudieran
abandonar su recinto diplomático.
A lo largo del mes de julio entraron los primeros siete
asilados en la embajada chilena,64
aunque uno de ellos decidió abandonar el recinto voluntariamente días más tarde.65 En poco tiempo
recibieron los salvoconductos correspondientes para ir a Estados Unidos,
Guatemala y Honduras.66 El 21 de febrero de
1980 llegaron a Chile cuatro asilados más que habían entrado en la embajada
posteriormente (Ministerio de Relaciones Exteriores, 1980, p. 52). El caso más
complicado para la obtención de los respectivos permisos por su responsabilidad
en las tareas represivas somocistas ocurrió con el excapitán de la Guardia
Nacional Alberto José Baca Reyes, quien había entrado en la embajada el 22 de
julio de 1979. Finalmente, partió hacia Chile el 20 de noviembre de 1983
después de largas negociaciones (Ministerio de Relaciones Exteriores, 1983, p.
41).
Asimismo, la embajada de Chile se convirtió en un
importante centro social de los grupos de oposición al sandinismo. Dos años
después del triunfo de la revolución, se remitió el siguiente informe a
Santiago:
Paralelamente, y dentro de las limitaciones
presupuestarias, se ha desplegado una actividad social lo más intensa posible
para ampliar las fuentes de información de la Embajada y difundir la realidad
nacional (8 recepciones con un total de asistencia cercano a las 800 personas
durante lo corrido de 1981). La Lista Social de la Misión incluye nombres de
aproximadamente 150 personalidades políticas, religiosas, del sector económico
privado, de la prensa y culturales, entre ellos altos dirigentes de las fuerzas
democráticas. A dicha Lista debe agregarse el Cuerpo Diplomático y las
autoridades de Gobierno.67
Existen abundantes informes respecto de las recepciones
organizadas por los diplomáticos chilenos, en las cuales rinden cuentas del
número de asistentes y los cargos que representaban, además de los temas de
conversación, por lo general favorables al régimen de Pinochet y contrarios al
gobierno sandinista. Entre ellos, solían acudir los embajadores de Estados
Unidos, Argentina, España, Ecuador, Italia, Francia, Alemania Federal, Perú,
Colombia, Guatemala, Honduras, El Salvador, y los encargados de negocios y
consejeros de las embajadas de Venezuela, España y Japón, entre otros. Los
nicaragüenses que acudían regularmente eran el nuncio apostólico, Emilio
Álvarez Montalván (alto mandatario del Partido Conservador Demócrata), Ismael
Reyes Icabalceta (presidente de la Cruz Roja y de la Cámara de Industrias de
Nicaragua), Reynaldo Hernández (presidente de la Cámara de Comercio), Jaime
Montealegre (dirigente del Movimiento Democrático Nicaragüense [mdn]), Mario Alfaro (jefe de redacción del diario La Prensa), y Álvaro Jerez (secretario político del mdn).68
Con esta estrategia se lograron fortalecer los vínculos
con la disidencia al sandinismo, tales como la Comisión Permanente de Derechos
Humanos en Nicaragua69 y los partidos que
integraban la Coordinadora Democrática Nicaragüense. El 3 de octubre de 1984,
el encargado de negocios en Managua señalaba: “se ha llegado a un muy buen
nivel con los dirigentes del Partido Conservador y del Partido Liberal
Constitucionalista, y a un grado de receptividad satisfactorio con los Partidos
Liberal Independiente, Social Cristiano, Social Demócrata y Conservador Demócrata”.70
Estas organizaciones remitían a la embajada chilena todas
sus publicaciones e informes críticos al gobierno, tales como declaraciones
políticas y documentos sobre la situación de los derechos humanos,
especialmente aquellos que guardaban relación con los indígenas Miskitos y las
condiciones carcelarias en las que se encontraban ex miembros de la Guardia
Nacional. También se enviaban a Santiago detallados informes sobre la ofensiva
de la Contra, además de ejemplares del semanario Guazapa,71 impreso en Managua
por la Resistencia Nacional, uno de los grupos integrantes del Frente Farabundo
Martí de Liberación Nacional (fmln) de El Salvador.
CAUSAS DEL DETERIORO
DE LAS RELACIONES BILATERALES
Y CIERRE DE LA EMBAJADA DE CHILE
Tan pronto se fue estabilizando
la situación en Nicaragua, las declaraciones y acciones críticas contra el
régimen de Pinochet fueron aumentando, tanto en actividades políticas como en
la emisión de programas de radio y de documentales en televisión. La embajada
de Chile siguió todo aquello que pudiera entenderse como una posición hostil al
régimen de Pinochet. En septiembre de 1980 se celebró la semana de la
solidaridad con Chile, a la cual llegaron varios dirigentes de la oposición en
el exilio. Como parte del programa, en las salas de cine se exhibió el
documental “La Batalla de Chile”, de Patricio Guzmán, lo cual alarmó a los
diplomáticos chilenos;72 y para evitar la
proyección, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile recordó al gobierno
de Nicaragua un acuerdo firmado entre ambos Estados el 14 de julio de 1938, en
el que se comprometían “a no permitir la proyección –dentro de sus respectivos
territorios– de películas que pudiesen ser denigradoras para el otro país”.73
Además de las declaraciones críticas contra Pinochet,
Nicaragua empezó a recibir a bastantes chilenos procedentes del exterior,
quienes llegaron a ocupar cargos relevantes en la administración pública y en
el propio seno del ejército sandinista, incluso destacándose en los combates
con la Contra. Al respecto, en junio de 1981, la embajada chilena remitió el
siguiente informe a Santiago:
31. Asilados chilenos:
Numerosos exiliados políticos, exfuncionarios del
Gobierno de la up. y miembros de los partidos que la
integraron, como también militantes del mir
permanecen en Nicaragua, colaborando estrechamente con el régimen
revolucionario, a veces en puestos de gran importancia (Ejército, Policía,
Dirección General de Seguridad del Estado).
Es
difícil determinar su número, pero no debe ser inferior a mil. Su actividad se
enmarca generalmente en tareas de Gobierno. El aparato de propaganda sandinista
recoge periódicamente contribuciones de los “internacionalistas” chilenos.74
Sobre todo se trató de jóvenes militantes del Partido
Comunista Chileno o del Movimiento de Izquierda Revolucionaria que habían
recibido formación militar en países de Europa del Este y Cuba. Uno de los más
destacados fue el capitán Raúl Vergara Meneses, por coordinar la Fuerza Aérea
Sandinista y ser el responsable de la segunda jefatura en la parte operativa
(Pérez Silva, 2013a, p. 156).
Varios de los chilenos que decidieron establecerse en
Nicaragua debieron dirigirse al consulado para resolver distintos trámites
administrativos. Sus solicitudes fueron revisadas con lupa, y desde Santiago se
dio la orden de “otorgar o revalidad pasaporte con letra ‘L’ en forma inmediata
a toda persona que figure en el Listado Nacional o en sus circulares
complementarias”.75 A pesar de esta
medida, varios de ellos lograron entrar clandestinamente a Chile con el
objetivo de derrocar a la dictadura, generalmente exmiembros de la juventud del
Partido Comunista Chileno y ahora cuadros militares del Frente Patriótico
Manuel Rodríguez. Posteriormente, algunos fueron asesinados, entre quienes
estaban Raúl Pellegrín, José Valenzuela Levi, Roberto Nordenflycht y Moisés
Marilao.76 También hubo casos de
chilenos residentes que, por distintos motivos, solicitaron en el consulado en
Managua regresar a Chile. En una ocasión, un excombatiente chileno del fsln llamado José Orlando González García entregó
voluntariamente información sobre la participación de otros compatriotas en la
organización y en el nuevo gobierno nicaragüense, a cambio del permiso de
regreso.77
Un nuevo incidente se produjo cuando el gobierno
sandinista decidió nombrar Salvador Allende a una de las avenidas más
importantes de Managua. Así, la embajada chilena trasmitió una nota al
Ministerio de Relaciones Exteriores expresando su malestar por el incidente, a
la cual respondieron sarcásticamente con las siguientes palabras:
Realmente estamos profundamente extrañados por los
argumentos empleados por usted al manifestar inconformidad y sorpresa por la
nominación del paseo como “paseo Salvador Allende”, un ex-pdte. de vuestra
patria y cuya figura traspasó las fronteras chilenas hasta convertirse en un
internacionalista, representante de las causas justas de nuestra América
Latina. Salvador Allende un hombre electo por su pueblo que luchó y murió por
los oprimidos de Chile está presente en nuestra revolución.78
Ante los numerosos incidentes similares que se siguieron
sucediendo en los años posteriores, resultaba evidente que la embajada no
lograba fortalecer los vínculos bilaterales. No obstante, su verdadera función,
tal como aparece en el siguiente informe redactado años más tarde, fue el
siguiente:
3.1. Tradicionalmente esta Misión ha sido concebida como
un puesto de observación y análisis. Esta Misión continuará cumpliendo dicho
propósito, preocupándose especialmente de observar la penetración de Cuba y la
Unión Soviética y sus satélites; el grado de armamentismo del Gobierno
nicaragüense; la capacitación de extranjeros en la lucha guerrillera (ej.
Chilenos); el grado de infiltración nicaragüense en los demás países
centroamericanos y la consiguiente exportación de su revolución; el envío de
armas a El Salvador; la presencia de militares y asesores extranjeros; la
actividad que desarrollen chilenos exiliados a nivel de gobierno, etcétera.79
Después del terremoto que asoló a Chile el 3 de marzo de
1985, el gobierno sandinista hizo una donación de 10 000 dólares, a través de
la Cruz Roja de su país, para hacer frente a los daños causados (Ministerio de
Relaciones Exteriores, 1985, p. 37). Se trató de un gesto inesperado por el
régimen militar chileno y que “considerando dramática situación económica
Nicaragua, es un gesto de alta significación”.80
Sin embargo, no sirvió para compensar el constante malestar en el que se
encontraban por la posición hostil hacia el régimen.
Dadas las constantes declaraciones en contra de la Junta
Militar de Chile, el 30 de septiembre de 1985 se decidió cerrar la embajada en
Managua, aludiendo a razones presupuestarias.81
A partir de ese momento, sería la representación de Chile en San José de Costa
Rica la concurrente ante Nicaragua. El último encargado de negocios, Pedro
Uriarte Peña, fue quien informó a las autoridades sandinistas de la decisión.
Durante la reunión que mantuvo con el viceministro de Relaciones Exteriores de
Nicaragua, José León Talavera, entre los distintos puntos, le señaló lo
siguiente:
5. Le expresé con absoluta franqueza, que los “pequeños
inconvenientes” que él aludía no eran pequeños sino grandes y que habían
motivado enérgicas protestas de nuestro gobierno las que nunca habían sido
contestadas. Le hice completo desarrollo relaciones ambos países últimos seis
años y particularmente mi periodo, actitud permanentemente hostil en tema
derechos humanos, e incluso actitud negativa en candidaturas chilenas, votación
en conferencia oit en impugnación poderes trabajadores
chilenos, etc.82
A pesar del cierre de la embajada chilena en Managua en
1985, las relaciones bilaterales no fueron interrumpidas, aunque pasaron a un
plano en el cual eran prácticamente inexistentes. La ausencia de funcionarios
del régimen militar tranquilizó a la mayoría de los residentes chilenos en el
país centroamericano, principalmente porque dejaron de sentirse observados. De
igual forma, el gobierno sandinista entendió que tenía mayor margen de acción
contra Pinochet al no tener a sus agentes en el país. Un año más tarde, el
gobierno sandinista colaboró en el operativo de envío de armas a Chile acordado
entre Cuba y el Partido Comunista Chileno, ejecutado por el Frente Patriótico
Manuel Rodríguez (fpmr), mediante un operativo de
desembarco en la localidad costera de Carrizal Bajo, en la región de Atacama.
La operación fue descubierta a inicios del mes de agosto por las fuerzas de
seguridad chilenas, aunque para entonces, la mitad del cargamento ya había sido
entregado a sus destinatarios.83
El régimen de Pinochet, por su parte, también consideró
durante estos años la posibilidad de apoyar militarmente a la Contra con la
venta de 48 misiles, además de la formación técnica para su manejo, para lo
cual contó con la mediación de Oliver North, quien estaba a cargo de la
operación Irán-Contra. Sin embargo, y a pesar de todas las gestiones
realizadas, no llegó a concretarse por la negativa de las autoridades
responsables de la Casa Blanca (Kornbluh, 2013, pp. 420-422). En este momento,
si bien Reagan tenía al gobierno sandinista en su punto de mira, también
esperaba que se diera el paso a una democracia en Chile (Morley y McGillon,
2015, pp. 199-200).
CONCLUSIONES
Las relaciones entre Chile y
Nicaragua demuestran que el escenario de la guerra fría latinoamericana no
correspondió con la presencia en la región de dos bandos permanentemente
enfrentados. La situación fue cíclica en función de las distintas coyunturas
nacionales e internacionales, y de las estrategias políticas implementadas por
los diversos mandatarios. Tanto Chile como Nicaragua fueron dos países clave en
América Latina durante las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta.
Curiosamente, su evolución ideológica fue opuesta, pues si en Nicaragua se pasó
de una dictadura militar a un gobierno revolucionario, en el caso de Chile lo
fue de un gobierno progresista a una dictadura militar con un proceso
revolucionario como paso intermedio. A causa de sus propios procesos internos,
así como por sus repercusiones internacionales, ambos países han sido
estudiados en detalle. Sin embargo, la interacción entre ambos no ha sido de
interés académico hasta el momento.
Al contrario de lo que previamente se podría suponer, los
informes del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile demuestran que la
política exterior de este país hacia Nicaragua durante la revolución sandinista
fue bastante más cauta que con Cuba o incluso con otros países occidentales en
los años sucesivos al golpe de Estado. Mantener un puesto de observación en
Managua con el fin de conocer el transcurso de los acontecimientos políticos
del país, y el objetivo de evitar un nuevo enemigo en los distintos foros de
los organismos regionales e internacionales, hizo que la Junta Militar
mantuviera la embajada durante seis años más tras el derrocamiento de Somoza. A
pesar del cuidado de los funcionarios del propio recinto, la denuncia por parte
del gobierno sandinista, así como el apoyo, confianza y buen recibimiento a los
chilenos que llegaban del exilio de otros países, hizo que la tensión dominara
durante todo el periodo en el que permaneció abierta. El régimen militar
chileno no logró entender que el enfrentamiento era causa de la falta de
libertad y la represión feroz reinante dentro de sus fronteras desde que se
produjo el golpe militar contra Salvador Allende.
Dada la escasa capacidad de acción de la embajada,
finalmente se decidió cerrarla. A partir de entonces, y a pesar de la
existencia de relaciones, el gobierno nicaragüense apoyó indirectamente la
lucha armada en Chile a través de la ayuda entregada a organizaciones como el fpmr. Asimismo, Pinochet intentó desestabilizar al fsln barajando la posibilidad de suministrar misiles a
la Contra, lo cual, a causa de la falta de apoyo de la Casa Blanca, no llegó a
materializarse.
A causa de las buenas relaciones entre Somoza y Pinochet,
así como de su colaboración en distintas áreas como la militar, ha existido el
rumor de una supuesta venta de armas por parte de Pinochet a la Nicaragua
somocista. Sin embargo, en los archivos consultados no ha aparecido ni una sola
referencia en esta materia. La segunda mitad de la década de los años setenta,
especialmente tras la llegada del presidente Carter a la Casa Blanca en enero
de 1977, fue un periodo en el que Washington se distanció de las dictaduras más
represivas de América Latina, lo cual se tradujo en una reducción o incluso
cancelación de venta de armamento, lo cual hizo que Chile tuviera que buscar
nuevos vendedores o fabricar sus propias municiones. Israel fue el país que más
se benefició de esta situación, convirtiéndose en uno de los principales
proveedores de ambos regímenes.84
La revolución sandinista fue la última experiencia
política de la guerra fría en Latinoamérica. Las acciones encubiertas llevadas
a cabo por Estados Unidos desde países vecinos dificultaron profundamente las
reformas sociales y económicas en beneficio del pueblo nicaragüense. Si bien el
Chile de Pinochet no participó abiertamente en esta estrategia, mientras
conservó su embajada en Managua mantuvo estrecho contacto con la oposición y
sirvió de plataforma para dar a conocer el discurso de oposición al sandinismo.
La relación entre el régimen chileno y el gobierno sandinista terminó en 1990.
A partir de ese año, la dinámica en sus relaciones se transformó radicalmente.
La embajada de Chile se reabrió en Managua y empezaron a barajarse nuevas
posibilidades de cooperación entre los gobiernos democráticos de Patricio
Aylwin y Violeta Chamorro.
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Página 12.
ABC en el Este.
La Tercera de la Hora.
El Mercurio.
La Prensa.
1 Entre las obras de carácter general resultó una novedad el trabajo de
Westad (2007) por abarcar espacios territoriales hasta entonces ignorados por
la historiografía occidental. Para la región latinoamericana, véase Brands
(2010); Darnton (2014), y Pettinà (2018). También hay algunas recopilaciones de
estudios originales como los realizados por Joseph y Spenser (2008); Grandin y
Joseph (2010), y Field jr, Krepp y Pettinà (2020). La obra de Marchesi (2019)
permite comprender la globalidad de la lucha armada en el continente
sudamericano. Para el caso más específico de Centroamérica, está disponible la
edición de García y Taracena (2017), y Sánchez (2018).
2 Con esta perspectiva se encuentran los libros de Harmer (2011) y Keller
(2015).
3 Armony (1997) fue el primer académico en investigar el apoyo de la
dictadura militar argentina a los gobiernos centroamericanos en la lucha contra
la subversión, temática de la que han aparecido algunos trabajos más en los
últimos años de la mano de Balerini (2018); Sala (2018); Rostica (2018);
Molinari (2018); Lisińska (2018, 2019), y Rostica et al. (2020). Para conocer
la posición de Costa Rica frente al golpe de Estado en Chile, véase Molina
(2015). No existen trabajos específicos sobre la historia de la política
exterior chilena con Centroamérica, aunque Muñoz (1986) dedica algunas páginas
a las relaciones del régimen militar con la región. Un extenso trabajo
histórico sobre la dimensión internacional de Chile ha sido elaborado por
Fermandois (2005), aunque sin referencias a Nicaragua.
4 Aspectos como la cercanía territorial, la presencia de refugiados
centroamericanos en México, así como la importante solidaridad de este país con
los procesos revolucionarios centroamericanos, ha resultado en varios estudios
detallados como los editados por Vázquez y Campos (2016) y los realizados por
Toussaint y Fernández (2019).
5 Sobre las experiencias de solidaridad, véanse los trabajos de Camacho y
Ramírez (2016); Ramírez (2018); Helm (2014a, 2014b); Ágreda (2016); Ágreda y
Helm (2016); Van Ommen (2016), y Janssens (2019).
6 Los principales trabajos son: Cortina (2017); Bravo y Álvarez (2006);
Bonnefoy, Pérez y Spotorno (2009); Figueroa (2010); Olivares (2017); Pérez
(2013a, 2013b, 2014), y Valdés (2018). En 2016 fue publicada una página web
donde se recoge la memoria de los internacionalistas chilenos en Nicaragua.
Véase https://nicaraguainternacionalista2016.wordpress.com [Consulta: 23 de
febrero de 2020.]
7 Oficio ordinario ria núm. 366/127 de la embajada de
Chile en Managua al Ministerio de Relaciones Exteriores, del 17 de septiembre
de 1973, fondo Países: Nicaragua. Archivo General Histórico-Ministerio de
Relaciones Exteriores (en adelante agh-mre, Chile).
8 Cable secreto núm. 1973MANAGU04493_b de la embajada de Estados Unidos en
Managua al Departamento de Estado, del 16 de noviembre de 1973. Recuperado de
https://wikileaks.org/plusd/cables/1973MANAGU04493_b.html
9 Oficio ordinario doe núm. 38/18 de la embajada de Chile
en Managua al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
10 Entre ellos se destacó Danilo Valle, quien tras la revolución sandinista se
convirtió en un alto diplomático. Véase: Cable núm. 211 de la embajada de Chile
en Managua al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 19 de octubre
de 1979, fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile. En
este mismo archivo están disponibles numerosos documentos sobre la detención de
ciudadanos nicaragüenses tras el golpe militar.
11 Cable s. n. del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile a la embajada
de Chile en Managua, del 25 de septiembre de 1973, fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
12 Oficio confidencial núm. 55/14 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 22 de febrero de 1974, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
13 Cable reservado núm. 24 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, del 7 de diciembre de 1974, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
14 Informe reservado núm. 8/1 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio
de Relaciones Exteriores de Chile, del 3 de enero de 1975, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
15 Inicialmente fueron secuestradas 35 personas, pero fueron liberados
progresivamente, entre ellas, la esposa del embajador Denecken. El propio José
María Castillo Quant murió durante el cautiverio. La duración del secuestro fue
de 60 horas.
16 Para conocer con más detalle el deterioro del somocismo y el apoyo del fsln, véase el trabajo de Sierakowski (2019).
17 Oficio reservado núm. 189/44 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 4 de julio de 1978, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
18 Oficio reservado núm. 2 del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile a
la embajada de Chile en Managua, del 10 de enero de 1978, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
19 Oficio ordinario núm. 93/41 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 19 de marzo de 1979, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
20 Informe ordinario núm. 122/54 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 18 de mayo de 1979, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
21 Oficio secreto núm. 8/8 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, del 17 de noviembre de 1978, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
22 Oficio secreto núm. 8/8 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, del 17 de noviembre de 1978, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
23 Oficio secreto núm. 8/8 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, del 17 de noviembre de 1978, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
24 La
Tercera de la Hora, 24 de agosto de 1978,
p. 29.
25 El primer chileno caído en combate fue Juan Ernesto Cabezas Torrealba,
alias “Hernán”. La referencia militar sobre el retiro de su cadáver se
encuentra en: Partes de informes del cuartel general de la Guardia Nacional de
San Carlos, río San Juan. Patrulla Bravo de la Guardia Nacional núm. 49/150009,
9 de abril de 1979. Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (ihnca) ASD-067. Archivo del Instituto de Historia de
Nicaragua y Centroamérica (en adelante aihnca,
Nicaragua).
26 Se refiere al fotógrafo Haroldo Horta Tricallotis, quien una vez en el país
decidió sumarse a la guerrilla sandinista. Según Horta, no fue asesinado dado
su origen chileno, pues con su detención el régimen de Somoza lo utilizó como
evidencia de la injerencia extranjera ante los organismos internacionales. Tras
la huida del dictador, fue puesto en libertad y ocupó distintos puestos en el
gobierno sandinista en los años sucesivos. Entrevista a Haroldo Horta
Tricallotis por vía electrónica con el autor, Madrid, 28 de febrero de 2020.
Respecto a su detención, Horta declara lo siguiente: “Con un compañero nos
topamos con 30 guardias nacionales. Nos tiraron con un lanzagranadas y la onda
expansiva nos arrojó varios metros. Yo cubrí la retirada de mi compañero, pero
luego él huyó por la playa. El enemigo abrió un abanico a mi alrededor y me
dieron en un pie. Me arrastré de espaldas disparando entre las piernas y me
parapeté en un acantilado. Estaba perdido y me lancé a correr por la costa,
pero un soldado bajó a la playa y nos enfrentamos en duelo personal. Yo me
pegué a la pared del acantilado y él se escondió entre las rocas, pero le di. Y
cuando iba a escapar un soldado me gritó desde arriba del acantilado
apuntándome. Luego de un violento interrogatorio el jefe decidió matarme y me
puso el caño en la sien. Lo vi retirar su cara para evitar salpicarse de
sangre, pero antes preguntó cómo me llamaba. Haroldo Horta Tricallotis no es un
nombre nica y se dio cuenta de que era chileno. El hombre consideró que podía
obtener información de mí y me salvé.” Página 12,
10 de mayo de 2015. Recuperado de
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/turismo/9-3082-2015-05-10.html
[Consulta: 21 de febrero de 2020.]
27 Oficio ordinario núm. 29/8 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio
de Relaciones Exteriores de Chile, del 25 de enero de 1979, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
28 Informe secreto núm. 1 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, del 26 de marzo de 1979, fondo Países:
Nicaragua; Télex secreto núm. 16 del Ministerio de Relaciones Exteriores de
Chile a la embajada de Chile en Managua, de marzo de 1979, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
29 Oficio reservado núm. 267/43 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 10 de diciembre de 1979,
fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
30 Oficio secreto núm. 3 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, del 21 de febrero de 1980, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
31 Télex reservado núm. 044 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio
de Relaciones Exteriores, de junio de 1978, fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
32 Télex reservado núm. 024 de Ministerio de Relaciones Exteriores a la
embajada de Chile en Managua, de junio de 1978, fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
33 Oficio reservado núm. 295/81 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 25 de octubre de 1978, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
34 Télex reservado núm. 090 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio
de Relaciones Exteriores de Chile, del 21 de noviembre de 1978, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
35 Oficio reservado núm. 68/12 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 27 de febrero de 1979, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
36 La
Tercera de la Hora, 30 de junio de
1979, p. 5.
37 Télex reservado núm. 076 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio
de Relaciones Exteriores de Chile, fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
38 La
Tercera de la Hora, 22 de julio de
1979, p. 2.
39 Informe reservado núm. 175/27 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 8 de agosto de 1979, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
40 Informe reservado núm. 180/29 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 14 de agosto de 1979, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
41 Oficio secreto núm. 1 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, del 31 de enero de 1980, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
42 Para conocer con detalle su renuncia, véase: La Prensa,
17 de julio de 2001. Recuperado de
https://www.laprensa.com.ni/2001/07/17/politica/764834-ee-uu-oblig-a-somoza-a-dejar-el-poder-el-17-de-julio-de-1979
[Consulta: 29 de agosto de 2020.]
43 Su hijo, Mario Lamberto Urcuyo Muñoz, en ese mismo momento residía en Chile
cursando segundo año de derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Cable reservado núm. 146 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, julio de 1979, fondo Países: Nicaragua. agh-mre.
44 Un trabajo completo sobre la dinastía ha sido realizado por Ferrero Blanco
(2010).
45 Oficio secreto núm. 8 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, del 26 de noviembre de 1979, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
46 Oficio reservado núm. 214/33 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 27 de septiembre de 1979,
fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
47 Entre los años 1963 y 1969 residió en Chile ocupando el puesto de
presidente del Instituto Nacional de Acción Poblacional e Investigación (inapi).
48 Informe confidencial núm. 2596 del director de política bilateral al
ministro de Relaciones Exteriores de Chile, del 7 de agosto de 1979, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
49 El último embajador nicaragüense en Santiago fue William Barquero Montiel.
Su antecesor, Alberto Salinas Muñoz (1978) recibió la orden al mérito de Chile
en el grado de Gran Cruz. A partir de entonces, la embajada de Nicaragua en
Buenos Aires fue concurrente en Chile.
50 Jaime Wheelock estuvo casado durante varios años con la hermana de Mónica,
Patricia Zalaquett Daher. Los diplomáticos chilenos hicieron un seguimiento
especial de los sandinistas casados con mujeres chilenas. Télex reservado núm.
058 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de Relaciones Exteriores
de Chile, del 3 de septiembre de 1984, fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
51 Oficio secreto núm. 19 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, del 15 de diciembre de 1980, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
52 Oficio reservado núm. 1/1 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio
de Relaciones Exteriores de Chile, del 2 de enero de 1980, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
53 General de Carabineros, quien se desempeñó como embajador de Chile en
Managua entre 1976 y 1979.
54 Oficio secreto núm. 19 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, del 15 de diciembre de 1980, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
55 La posición de los funcionarios del régimen chileno respecto a la apertura
de una delegación nicaragüense en Santiago era dispar. Por un lado,
consideraban que era un requisito fundamental para que las relaciones
bilaterales se mantuvieran equitativas, pero, por otro, también estaban
temerosos. Según el encargado de negocios de Chile en Managua: “el único
elemento verdaderamente nuevo en las relaciones bilaterales es la intención de
Nicaragua de abrir una Embajada en Santiago, la cual, como he señalado a US. en
comunicaciones anteriores, no responde a un deseo sincero de mejorar las
relaciones con nuestro Gobierno, sino al contrario, de establecer una cabeza de
puente en el país que sirva para ayudar a los elementos de la extrema izquierda
chilena en la actual coyuntura política”. Oficio secreto núm. 15/83 de la
embajada de Chile en Managua al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile,
del 20 de octubre de 1983, fondo Países: Nicaragua. agh-mre,
Chile.
56 Oficio reservado núm. 62/84 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 8 de junio de 1984, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
57 En numerosos informes guardados en el fondo de Nicaragua del agh-mre se observa que los diplomáticos chilenos
acreditados en Nicaragua durante esta etapa seguían detalladamente las
actividades y las declaraciones de los dirigentes de izquierda que llegaban al
país para participar en actos políticos de apoyo a la revolución y de denuncia
al régimen de Pinochet.
58 Oficio reservado núm. 98/59 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 8 de mayo de 1980, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
59 Télex reservado núm. 032 del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile a
la embajada de Chile en Managua, de mayo de 1980, fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
60 Rafael Mella Latorre permaneció preso en Paraguay hasta 1989, días después
del derrocamiento de Stroessner, que fue expulsado a Chile. Durante su
cautiverio fue sometido a torturas físicas y psicológicas. ABC en el Este, 18 de agosto de 2017. Recuperado de
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[Consulta: 24 de febrero de 2020.] El periodista Julián Mandriotti (2003)
sostiene que el asesinato de Somoza se debió exclusivamente a motivos
personales, y fue perpetrado por Mella Latorre, quien según él se encontraba en
Asunción trabajando para los servicios secretos del régimen de Pinochet como
agente doble, por encargo de Humberto Domínguez Dibb, empresario y yerno de Stroessner,
a cambio de 400 000 dólares. Parte de esta información fue detalladamente
publicada por la prensa chilena durante 1981 y puntualmente en los años
siguientes. El día 23 de enero de 1981 (p. 1) el diario El
Mercurio dedicó un extenso artículo a Mella Latorre.
61 Oficio secreto núm. 1 de la embajada de Chile en Asunción al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, 26 de febrero de 1981, fondo Países: Paraguay. agh-mre, Chile.
62 Oficio reservado núm. 214/33 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 27 de septiembre de 1979,
fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
63 Para conocer la situación vivida en los recintos diplomáticos de Santiago
de Chile tras el golpe militar, véase Camacho Padilla (2006).
64 Oficio ordinario núm. 155/61 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 2 de agosto de 1979, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
65 Oficio ordinario núm. 171/66 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 9 de agosto de 1979, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
66 Nota verbal núm. 69 de la embajada de Chile en Managua al Ministro de
Relaciones Exteriores de Nicaragua, del 1 de agosto de 1979, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
67 Oficio secreto C-001/001 de la embajada de Chile en Nicaragua al Embajador
de Chile en Panamá, del 10 de agosto de 1981, fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
68 Oficio ordinario núm. 46/15 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 15 de abril de 1981, fondo
Países: Nicaragua; oficio ordinario núm. 67/18 de la embajada de Chile en
Managua al Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 15 de mayo de
1981, fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
69 Oficio reservado núm. 96/57 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 7 de mayo de 1980, fondo
Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
70 Oficio secreto núm. 17/84 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio
de Relaciones Exteriores de Chile, del 3 de octubre de 1984, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
71 Según Cortina Orero (2016): Guazapa se orientó
a destinatarios internacionales, convirtiéndose en un órgano que circuló
principalmente entre Nicaragua, México y Costa Rica, y que se enfocó en
alimentar a la solidaridad, el trabajo de la Resistencia Nacional (rn) sobre el campo intelectual y dar orientación a los
números de simpatizantes (p. 426).
72 Télex reservado núm. 211 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio
de Relaciones Exteriores, del 4 de septiembre de 1980, fondo Países: Nicaragua.
agh-mre, Chile.
73 Oficio reservado núm. 16 del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile a
la embajada de Chile en Managua, del 6 de diciembre de 1979, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
74 Oficio reservado núm. 96/ 27 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, s. f. (1981), fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
75 La letra “L” se colocaba en los pasaportes de los exiliados que tenían
prohibida la entrada a Chile. Oficio reservado núm. 2 del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile a la embajada de Chile en Managua, del 5 de
junio de 1981, fondo Países: Nicaragua. agh-mre,
Chile.
76 Para conocer con más detalle cada uno de los casos, véase Pérez Silva
(2013b).
77 Oficio secreto núm.7 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, 17 de marzo de 1980, fondo países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
78 Télex reservado núm. 226 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio
de Relaciones Exteriores de Chile, del 22 de septiembre de 1980, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
79 Oficio secreto núm. 16/84 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio
de Relaciones Exteriores de Chile, del 3 de octubre de 1984, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
80 Télex reservado núm. 032 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio
de Relaciones Exteriores, del 12 de marzo de 1985, fondo Países: Nicaragua. agh-mre, Chile.
81 Oficio reservado núm. 225/85 de la embajada de Chile en Managua al
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, del 26 de septiembre de 1985,
fondo Países: agh-mre, Chile.
82 Télex secreto núm. 132 de la embajada de Chile en Managua al Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile, del 6 de septiembre de 1985, fondo Países:
Nicaragua. agh-mre, Chile.
83 Véase el trabajo de Rojas Núñez (2018) para conocer los detalles de este
episodio.
84 En los últimos años han sido desclasificados algunos documentos de la cia donde se detalla la venta de armamento israelí a
Chile durante el periodo de la dictadura militar. Véase el siguiente informe:
“Chile: A Utilitarian Relationship with Israel”. Directorate of Intelligence.
Central Intelligence Agency, 5 de febrero de 1988.
CIA-RDP04T00990R000100390001-8.pdf. Recuperado de
https://www.cia.gov/library/readingroom/document/0001339233 [Consulta 21 de
febrero de 2020.] Para las relaciones de Somoza con Israel, véase Bahbah y
Butler (1986).
* Esta
publicación forma parte del proyecto de investigación uam-Comunidad
de Madrid “Nuevos actores en las relaciones internacionales contemporáneas”
(núm. de referencia: SI1/PJI/2019-00493).
** Doctor en
Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid (uam) y la Pontificia Universidad Católica de Chile en
convenio de cotutela. Actualmente se desempeña como profesor de Historia
Contemporánea en la uam. Sus principales áreas de
investigación se centran en la solidaridad y la militancia transnacional en el
marco de la guerra fría, así como en las relaciones entre Latinoamérica y el
mundo islámico durante el mismo periodo.