10.18234/secuencia.v0i114.1955
Artículos
Dispersión transnacional
de la vulnerabilidad: reexaminando
la migración en el desarrollo periférico
Transnational Dispersion of Vulnerability: Reexamining Migration in Peripheral Development
Edel J. Fresneda Camacho1*, https://orcid.org/0000-0002-3522-1853
1Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas)-Conacyt, México, edel.fresneda@gmail.com
Resumen:
El objetivo de este artículo es examinar la utilidad del concepto Dispersión transnacional de la vulnerabilidad, para dar cuenta del vínculo que existe entre las etapas de un ciclo migratorio que surge de la naturaleza desventajosa de desarrollo y las condiciones de marginación y vulnerabilidad presentes en esa naturaleza. Se expone la vulnerabilidad como un concepto cardinal que permite comprender los tipos de condicionamientos que tiene la migración en los mismos contextos. Concepto que, además, consiente el diálogo entre teorías; cuando es comprendido como una consecuencia de la heterogeneidad y los desequilibrios del desarrollo que son resultantes de una integración desigual entre los países; secuela desde la cual los individuos elaboran interpretaciones y estrategias que influyen en la trayectoria migrante posterior.
Palabras clave: migración y desarrollo; dispersión transnacional de la vulnerabilidad; heterogeneidad estructural; migración centroamericana; marginalidad.
Clasificación JEL: O15; R23; F22.
Abstract:
The aim of this article is to examine Vulnerability’ transnational dispersion notion, to refer the links between the stages in a migration cycle that arises from the development disadvantageous nature, with the marginalization and vulnerability conditions that exist in this nature. Vulnerability is understood here as a crucial concept that consents the comprehension of different causes that migration has in the same context. In addition, this concept tolerates the dialogue between theories; when it is understood as a consequence of heterogeneity and development imbalances, that results from unequal integration among countries; outcome from which individuals elaborate their own interpretations and strategies with an influence in the subsequent migrant course.
Keywords: migration and development; vulnerability transnational dispersion; structural heterogeneity; Central American migration; marginality.
JEL classification: O15; R23; F22.
Recibido:
8 de febrero de 2021 Aceptado: 14 de mayo de 2021
Publicado: 16 de agosto de 2022
INTRODUCCIÓN
En este artículo se expone la tesis de que cuando la migración surge de una naturaleza desventajosa de desarrollo, es posible verificar una reproducción de la vulnerabilidad durante el ciclo migratorio. Correlación que refleja interdependencias no fehacientemente explicadas en nociones teóricas vigentes –que más bien hacen énfasis en las causas que originan los flujos y las consecuencias socioeconómicas relacionadas con ellos–, al soslayar, en cierto modo, la reproducción de la desventaja en las etapas de tránsito, asentamiento y retorno.
A través de este enfoque se supone que, en la vigencia de nociones teóricas que ya forman parte de la discusión migración-desarrollo, ha de incluirse un análisis más complejo que alcance no sólo el origen y asentamiento de esos flujos en particular, sino también las etapas de tránsito y retorno; ello, mayormente, cuando ocurre una reproducción de la vulnerabilidad que refleja las interdependencias que existen entre esas etapas y que influye en las acciones y trayectorias posteriores de los migrantes.
Esa inclusión permite profundizar en el examen de la migración como un fenómeno cuya reproducción cíclica involucra dimensiones tanto estructurales como culturales o subjetivas. Especialmente allí, donde los efectos sociales de la naturaleza desventajosa de desarrollo revelan una marginación que refuerza la migración de vulnerables. La discusión, de esta manera, no se circunscribe a cuáles causas originan los flujos, la descripción de procesos de asentamiento e inclusión de los migrantes en otras sociedades; o sobre la repercusión socioeconómica del envío de remesas. Tampoco se ciñe el análisis a nexos formales que explican la migración –sus distintas dimensiones y peculiaridades–, desde otros fenómenos vinculados mayormente con las sociedades de origen, como la pobreza, la insuficiencia de ingresos, la influencia de los procesos económicos locales e internacionales y la exclusión.
Más bien, teniendo en cuenta esos aportes teóricos previos, aquí se expone que cuando la movilidad se constituye como una alternativa de acceso a estructuras y disposición de activos frente a condiciones desventajosas, la decisión de participar en la migración es racional, individual y familiar. Alternativa que se construye y legitima a partir de las experiencias previas de reproducción social desfavorables en la representación social que tienen los migrantes sobre la migración, y donde se hace una evaluación comparativa sobre a) las condiciones que enfrentan –una marginación directa o relativa en los mercados de trabajo y sociedad– y, b) las posibilidades de cambio de esas condiciones en otros destinos. La búsqueda de esa alternativa es un reflejo comprehensivo de una realidad que concentra condiciones de desventaja. Instinto que no exonera a quienes emigran de un desenvolvimiento negativo, cuando sufren condiciones similares o equivalentes de vulnerabilidad –acceso limitado, deficiente o nulo a estructuras y activos– en un ciclo migratorio vicioso. En esas condiciones, el intento por cambiar las circunstancias de desventaja se frustra porque la capacidad de agencia de los migrantes es restringida, al enfrentarse a difíciles condiciones de inserción en otras estructuras, a una deficiente disposición de activos, a tramas políticas y sociales de rechazo, a la agresión de sus derechos y condición humana que son latentes durante el trayecto.
Un reto importante para que distintas perspectivas científicas se integren en un enfoque más complejo que incluya lo anterior, es superar contradicciones ideológicas que subyacen en la utilización de uno u otro concepto. Esta aserción robustece la necesidad de una integración electiva y no forzada entre ellos, que se define por el alcance o límites que demuestran para entender las condiciones relacionadas con las etapas de decisión, tránsito, asentamiento y retorno en la migración.
En ese tenor, el objetivo de este artículo es exponer el alcance del concepto Dispersión transnacional de la vulnerabilidad, para incluir en los análisis teóricos sobre migración y desarrollo las interdependencias que existen entre las distintas etapas del ciclo migratorio. Una visión crítica que no desecha la relevancia de teorizaciones previas, aunque sí intenta evadir las contradicciones ideológicas que subyacen en esas teorías. Se reconoce, con este concepto, la necesidad de comprender la migración como un ciclo que involucra a varios países, instituciones, agencias y actores, donde la vulnerabilidad es un concepto cardinal. En especial para razonar las dinámicas de tránsito, asentamiento y retorno, por los vínculos recíprocamente dependientes a la condición que enfrentan los migrantes en sus sociedades de origen y que extienden la desventaja hacia el ciclo migratorio. La migración entonces es entendida aquí como una estrategia donde los migrantes intentan cambiar sus accesos deficientes a estructuras y formas de disponer de activos, para así provocar un cambio en su reproducción social y familiar.
Esta noción mencionada, conceptualiza las migraciones en el ámbito del desarrollo, superando de esa manera los análisis que se concentran en el desplazamiento laboral, la ilegalidad, el resguardo fronterizo y las diferencias salariales como explicaciones formales (Delgado Wise, 2018). Sobre todo, porque considera que desde los desequilibrios que existen en las sociedades de origen, se establece una condición social de desventaja que se extiende posteriormente durante la migración.
Para explicar estas ideas, este trabajo ha sido dividido en cuatro secciones. En la primera de ellas, se hacen consideraciones del contexto teórico que está en la base de los estudios migratorios, exponiendo la correlación1 entre diferentes teorías y su utilidad para analizar la variable “vulnerabilidad”; y, al mismo tiempo, la relevancia de aportes previos para comprender etapas migratorias particulares y los condicionamientos de la migración. En la segunda se aborda la definición de Dispersión transnacional de la vulnerabilidad y se explora cuáles son los nodos analíticos para su construcción, así como su utilidad hermenéutica. En la tercera parte se retoma brevemente aspectos que atañen a la noción de marginalidad, soslayada en los últimos años por motivos ideológicos mayormente, pero que mantiene una utilidad teórica para explicar la vulnerabilidad que surge del crecimiento deficiente en la región. Por último, de manera concisa, se retoman estudios previos que empíricamente han demostrado, aunque desde trabajos descriptivos, los procesos de dispersión de la vulnerabilidad que tienen lugar, mayormente, en la migración centroamericana y caribeña.
CONSIDERACIONES SOBRE EL CONTEXTO TEÓRICO
Dentro de las principales conceptualizaciones que históricamente se han utilizado en el análisis de la migración están las siguientes: “elección racional” (Stark y Young, 2000), “privación relativa” (Portes, 2007; Stark y Young, 2000), “trayectoria migrante” (Faist y Gerdes, 2006), “transnacionalismo” (Glick Schiller, Basch, Szanton, 1995) y “migración forzada” (Castels, 2003; Delgado Wise, 2018). Desde ellas se intenta explicar los flujos migratorios, haciendo énfasis en temas como la reacción individual o familiar al contexto, las características de ese contexto o las peculiaridades de distintas trayectorias posteriores.
Si bien estos coinciden en el intento de explicar la movilidad humana que surge en relación con contextos de referencia –origen y destino mayormente–, entre ellos existen brechas analíticas cuando su análisis se enfoca en dimensiones distanciadas en apariencia, sin explorar a fondo la correlación que existe entre las decisiones individuales y familiares, los aspectos culturales que refuerzan la migración como estrategia y las características propias de los contextos de referencia. Detrás de ello, también, tienden a subsistir posicionamientos ideológicos.
Una cuestión que desde esos conceptos y su alcance es necesario reanalizar, es que su ámbito descriptivo expresa una relación causal pero delimitada a una u otra dimensión en algunos de los casos, orientada a describir cualidades que adquieren los sujetos y grupos a partir de la migración en otros –por ejemplo transnacionalismo–, y enfocada en valorar cómo las acciones de los migrantes se desenvuelven a partir de experiencias relacionadas histórica y socialmente con la migración –por ejemplo trayectoria migrante.
El ámbito de descripción de esas categorías, no obstante, no incorpora otras relaciones que involucran los contextos de referencia y la trayectoria migrante, quedando así las etapas de tránsito, asentamiento y retorno sin un amparo teórico que, también, provea de elementos de análisis para explicar la relación causal que existe entre ellas.
Es, en ese sentido, sugestivo reconocer que existe un vínculo social de desventaja que surge y se fortalece en los contextos de origen, pero que se extiende por todo el ciclo migratorio. Un vínculo social desventajoso que responde a una naturaleza de desarrollo, donde la cualidad heterogénea y la posición periférica sostienen una marginación directa o relativa de segmentos poblacionales, que encuentran obstáculos para su reproducción social.
Ni los mercados laborales ni las políticas públicas nacionales les permiten a esos individuos o familias encontrar soluciones de reproducción social en el espacio habitual de desenvolvimiento. Bajo esas condiciones, quienes optan por la migración como una alternativa se ven forzados a hacerlo estructuralmente, aunque media una interpretación, sea propia o familiar, de las opciones reales de reproducción en otros contextos.
Así, es posible interpretar que la definición de “migración forzada” (Delgado Wise, 2018) no contradice el raciocinio de la “elección racional” (Stark y Young, 2000) –con las excepciones de la migración que resulta de crisis ambientales, guerras o de la violencia que provoca desplazados–. Sobre todo, cuando la vulnerabilidad tiene una incidencia constante como resultado precisamente de la naturaleza del desarrollo y coexiste con una debilidad de los mercados de trabajo y el deterioro de las condiciones económicas locales. La familia, en ese contexto, elabora estrategias de sobrevivencia que incluyen el autoaseguramiento familiar por medio de la búsqueda de ingresos y trabajo, y la extrapolación de las funciones de la familia a contextos exógenos.2 Necesariamente esta circunstancia influye en la “trayectoria migrante” (Faist y Gerdes, 2006) y en el uso de redes y capital social (Massey, Durand y Riosmena, 2006) en tanto históricamente, por la prevalencia de las condiciones de vulnerabilidad para familias, grupos sociales y regiones, se legitiman acciones concretas que para los individuos constituyen la salida (y elección) más racional frente a sus circunstancias de vida.
Sin embargo, en torno a la definición de “elección racional”, es justo subrayar que aquellos enfoques que defienden la tesis de que la racionalidad de los actores se basa en una relación de costos, donde predominan expectativas positivas de beneficios, yerran cuando no consideran las consecuencias negativas de la movilidad y posterior asentamiento. Consecuencias que se traducen en condiciones de vulnerabilidad tanto en el tránsito como en el asentamiento posterior y que no se descartan con un cambio circunstancial de ingresos relativamente bajos, en puestos de trabajo de menores ingresos de mercados laborales de países más desarrollados (inserción deficiente).
Tampoco la definición de “privación relativa (Stark y Young, 2000) contradice argumentos que entienden las condiciones estructurales desventajosas de desenvolvimiento como origen de la vulnerabilidad, ni tampoco disminuye, con sus aciertos epistemológicos, la necesidad de valorar la responsabilidad institucional en los países de la reproducción de la desventaja. Negar este concepto sería no darle importancia a la evaluación –estimación colectiva o personal que se corrige cultural y selectivamente por historias de relativo éxito y que moldean la mentalidad colectiva–3 que hacen los migrantes sobre su realidad y sus condiciones de vida. Contextos donde distintos elementos evidencian carencias –definidas en diferentes ámbitos como pobreza multidimensional– respecto de otros grupos sociales y que son percibidas por los futuros migrantes.
Entonces, hasta aquí un epítome sustantivo –y que es punto de partida de este trabajo– es que existen nociones teóricas cardinales para describir etapas de causación y asentamiento del ciclo migratorio, que no contradicen el campo de descripción de otras categorías. Pero que, al mismo tiempo, no proporcionan un esquema teórico que metodológicamente permita estudiar otras etapas, como las de tránsito y retorno, al no existir una integración conceptual para describir fenómenos simultáneos y coligados entre sí, que ocurren como resultado de la acción humana de movilidad. En el caso específico de la vulnerabilidad y cómo esta se reproduce a lo largo de la trayectoria migrante, también se refleja ese déficit.
Es precisamente la vulnerabilidad una categoría que permite integrar –en los análisis sobre migración– las interdependencias que influyen en las acciones de los migrantes y su trayectoria durante las etapas del ciclo migratorio. En especial es útil para dotar de una estructura teórica que consiente estudiar el tránsito, los tipos de inclusión desventajosa en sociedades receptoras y el retorno. Estructura con la cual estudios empíricos de gran valor sobre esos temas podrían ir más allá de un examen descriptivo.
Este enfoque teórico intenta superar ese déficit presentando la noción de Dispersión transnacional de la vulnerabilidad y retomando como ejemplos de análisis estudios empíricos sobre el ciclo migratorio en países con una integración desigual y periférica. Se entiende la vulnerabilidad como una consecuencia de la condición periférica y heterogénea de las sociedades. Contexto donde se originan patrones migratorios que no se pueden explicar con la noción de búsqueda de bienestar únicamente (Sassen, 2016), sino que son resultantes de las estrategias de desarrollo implementadas que no cambiaron tal condición desventajosa del desarrollo. De esa manera, es constatable un condicionamiento forzado para algunos segmentos marginados de los mercados laborales, e incluso por situaciones sociales y ambientales. Segmentos poblacionales que acuden a la migración como una estrategia familiar y con expectativas cimentadas en redes de apoyo y sociales que engrandecen el mito de la migración, a partir del relativo éxito que representan mejores ingresos en mercados laborales de mayor dinamismo.
Desde esas circunstancias, se concibe que el carácter transnacional (Glick Schiller, Basch y Szanton, 1995), y lo que representa en términos de expectativas para familias e individuos, no sólo se expresa en los vínculos culturales y sociales que sostienen los migrantes, sino en la expectativa de reproducción social, a través de la migración frente a un escenario de vulnerabilidad que subyace.
En torno a esas expectativas de reproducción social, un aspecto sustantivo que propone visualizar este concepto que aquí se discute, es que, en las etapas de tránsito, asentamiento y retorno, existe una reiteración de condiciones de vulnerabilidad. De modo que las circunstancias de desventaja que enfrentaban en las sociedades de origen no desaparecen con la migración, sino que se incrementan o varían. Teóricamente esto quiere decir que: a) si se quiere abarcar la totalidad del ciclo migratorio, el análisis no se ciñe a la atención sobre la causalidad en el contexto, tampoco se circunscribe a la evaluación o comparación que hacen los sujetos sobre su realidad, ni al relativo éxito en los procesos de inserción posteriores; b) que la dispersión de la condición de vulnerabilidad endógena responde a condiciones estructurales y políticas que funcionan también transnacionalmente, y c) que la pervivencia de esas circunstancias de desventaja, en el mismo ciclo, demuestra que las políticas migratorias restrictivas o de atención a los flujos han sido ineficientes, al no integrarse en un contexto de transformaciones económicas y sociales endógenas e internacionales, coordinadas entre sí por los países involucrados por los flujos.
Esto es sustantivo para considerar la ineficacia de las políticas migratorias restrictivas, en tanto que estén bajo condiciones similares de crecimiento y desarrollo en países con desventaja, se mantendría una propensión de movilidad de aquellos marginados. Propensión que es independiente de los factores de atracción de mercados laborales más dinámicos, aunque exista una interrelación entre ella y esos mercados, justificada en la historia propia de los países y la representación social que sobre la migración predomina en esas naciones.
Otro factor a considerar dentro de esta lógica, es el papel del Estado-nación para contrarrestar los efectos de una integración económica negativa y desventajosa –sobre todo por las consecuencias sociales–. Es un factor a considerar porque, por una parte, la concentración de la riqueza y el crecimiento en zonas particulares, sin extenderse a amplios segmentos y territorios marginados, evidencia la desarticulación de discursos de inclusión y participación con acciones de transformación y la incapacidad política para cambiar tales situaciones. También, en la consideración del rol gubernamental, un factor crítico es el estudio sobre las potencialidades en la implementación de políticas en los niveles local y regional, donde la suma de diferentes agentes y actores sea útil para promover cambios en la estructura socioproductiva.
Por último, dos antecedentes importantes en este análisis son Portes (2011) y Martínez Pizarro, Maldonado y Martínez (2018). En el caso del primer autor una premisa relevante que sostiene es que, para entender y explicar los flujos migratorios, es necesario profundizar en las dinámicas que enfrentan los migrantes en las sociedades de origen. Aspecto que ha de tenerse en cuenta para la elaboración de políticas migratorias, tanto en los países de asentamiento como políticas públicas en los de origen. De modo que se disminuya, en su perspectiva, la incertidumbre que enfrentan los migrantes. Martínez Pizarro, Maldonado y Martínez (2018) por su parte, hacen énfasis en cómo coexisten diferentes tipos de vulnerabilidades que están sustentadas en el carácter marginal de algunas poblaciones, quienes, al participar en la migración reducen la presión sobre las economías y mercado de trabajos locales. Circunstancia que evidencia que la pobreza en sí misma no explica el flujo migratorio sino más bien un contexto de origen con desigualdades profundas que hacen atractiva la posibilidad de emigrar ante factores como la economía global, las crisis nacionales y los vínculos históricos que entretejen la trama migratoria.
LA DEFINICIÓN DE LA DISPERSIÓN TRANSNACIONAL DE LA VULNERABILIDAD
El uso del término dispersión en estudios geográficos alude a análisis sobre las ciudades y la concentración de población que ocurre a partir del crecimiento o decrecimiento de externalidades positivas en las economías de aglomeración. Refiere, el mismo término, a los procesos de fragmentación y conformación de jerarquías espaciales que modelan la extensión de centros urbanos y que inciden en la movilidad humana. Refleja cómo la difusión del desarrollo en el territorio influye en la organización e interacción en los espacios (Gallo, Vivar y Garrido, 2010).
En ese sentido, cuando las externalidades son negativas se manifiestan flujos poblacionales hacia otros espacios de mayor dinamismo. Proceso que es independiente a la reorganización de las ciudades y los espacios, reconocido como “ciudad difusa” (Ferrás, 2000), que es un fenómeno que ocurre actualmente con el aumento de las comunicaciones y las tecnologías, así como con la desvinculación de los lugares de trabajo y residencia, como un tipo de urbanización postindustrial. Aspecto que también representa grados diversos de vulnerabilidad en las ciudades.
Ese mayor dinamismo de áreas no conectadas entre sí –e incluso con encadenamientos productivos deficientes– refleja, en las sociedades periféricas, un tipo de desarrollo fragmentado, sobre todo porque la irradiación del conocimiento y la tecnología no son homogéneos. Más bien, ocurre de manera disociada, como un “efecto goteo”, como lo define Hirschman (1970). Así, la dispersión también refleja el inacceso o marginación de segmentos poblacionales a estructuras y activos, por la concentración del empleo, los ingresos y la localización desventajosa respecto a las áreas de mayor dinamismo. Ese policentrismo tradicional (García y Muñiz, 2007) refleja desequilibrios latentes en un crecimiento cuya fragmentación aumenta la vulnerabilidad por el inacceso a estructuras diversas, y otros factores como las distancias y la afectación a la movilidad (Webb, 2012).
La dispersión, entonces, desde el punto de vista geográfico, alude a desplazamientos y reasentamientos que se corresponden con el ordenamiento del territorio y que inciden en la concentración poblacional (Hierro, 2005). Las diferencias territoriales influyen en los movimientos migratorios internos o exógenos. Y esas diferencias, tanto como los ordenamientos que ocurren en las sociedades periféricas, también están sujetos a las influencias externas de interacción de los países.
Un aspecto relevante al respecto es que, bajo condiciones desequilibradas, la capacidad de los centros económicos para asimilar a conjuntos poblacionales en su entorno puede ser insuficiente o variable. Esa insuficiencia o variabilidad –que puede estar determinada por menores flujos de inversión y capital–, es proporcional al aumento de condiciones de vulnerabilidad o de carencias. Al no ser asimilados segmentos poblacionales y quedar desprovistos de medios de reproducción social formales aumenta la pobreza y, por extensión, problemas sociales como la violencia.
Ese tipo de marginación sui generis –la situación que enfrentan conjuntos poblacionales que no son asimilados en centros económicos– evidencia una limitación relativa de la capacidad de reproducción social de individuos. Un tipo de vulnerabilidad –condición social de desventaja– que influye como un condicionamiento latente a la movilidad. Apropiado es acotar que esa situación engloba un amplio espectro de circunstancias que no se circunscriben exclusivamente a situaciones de pobreza, sino que alude al deterioro paulatino de acceso a estructuras y para disponer de activos.
Cuando la migración internacional se establece como una estrategia en ese contexto endógeno de vulnerabilidad –ya fuere por medio de un cálculo racional realizado por las familias o individualmente, para acceder a estructuras o disponer de activos o por circunstancias forzosas–, se origina una estrategia transnacional de reproducción social. Tal estrategia bien puede estar influenciada por experiencias previas o por redes, mismas que no necesariamente cambian la condición vulnerable de las personas que emigran –esto es su incapacidad para acceder a estructuras y activos que permiten su reproducción social–, sino que la refuerzan cuando en el ciclo migratorio existe una exposición a condiciones similares o se incorporan otras.
Esto significa que, por ejemplo, desde el punto de vista de las externalidades positivas de un centro económico exógeno, el acceso a estructuras y activos de esos migrantes se continúa reproduciendo de forma desventajosa, a partir de las condiciones de jerarquía y estigmas que existen en las sociedades de acogida. También, significa que al reproducirse condiciones de vulnerabilidad extraeconómica durante el tránsito o asentamiento posterior (violencia de género, violación de derechos, exiguos accesos a estructuras de cuidado, entre otros) la movilidad no cambia la condición vulnerable endógena previa, sino que la convierte en una condición transnacional.
Lo anterior induce a pensar que en las experiencias sociales de los migrantes están incorporadas sus vivencias relacionadas con la vulnerabilidad –este sería un elemento no económico dependiente del sujeto y que influye en su decisión de emigrar. Empero, cuando esas experiencias sociales consienten formas de exclusión y segmentación culturales, cuyas causas son estructurales o sistémicas –estas serían elementos independientes al sujeto–, existe un fenómeno de reproducción orgánica de la vulnerabilidad en las sociedades, que agrava el rezago individual y familiar. El estado de gravedad de esas experiencias sociales en las vidas de los migrantes perpetúa la necesidad de articular procesos de reproducción social satisfactorios, ajenos a círculos viciosos de marginación endógena.
Es decir, este tipo endógeno de vinculación social desventajosa –que denota una profunda fragmentación social y marginación–, se intenta superar con la migración, convirtiéndose esta en una respuesta a la disfuncionalidad latente, a las formas de exclusión y marginación. Así, en la migración que ocurre bajo estas circunstancias, las decisiones individuales o familiares son una interpretación, sea profunda o superficial, de su realidad. Elucidación donde, sin dudas, son las diferencias salariales y de mercados laborales los principales referentes sobre fenómenos menos evidentes para los marginados-migrantes, como las desarticulaciones sectoriales y de los desequilibrios resultantes de la heterogeneidad. Aspectos estos que desarraigan las posibilidades de amplios segmentos poblacionales de disponer de activos y accesos a estructuras, porque son marginados estructuralmente. En ocasiones, incluso, con independencia a la fortaleza o debilidad de los tipos de vínculos que establecen en lo sociolaboral en las sociedades de origen.
Así, las diferencias salariales y de mercados de trabajo entre economías distintas tendentes a motivar a los migrantes, son relevantes por la fortaleza de los desequilibrios endógenos resultantes de una naturaleza de desarrollo, y no una diferencia noble entre dos economías integradas desigualmente. Por eso, las formas de exclusión y fragmentación que forman parte de la realidad previa a la migración, no sólo son medibles a través del ingreso como lo propone la nueva economía de la migración (Stark y Young, 2000), ni el cálculo racional de la familia se circunscribe a ese ámbito exclusivamente.
Aquí, la tesis de que la vulnerabilidad es también una consecuencia de una marginalidad que sobrevive, como un fenómeno que hace disfuncionales a amplios segmentos poblacionales (Sunkel, 1970) resultaría controversial para muchos estudiosos. No obstante, este argumento expresa una solidez teórica porque la marginalidad se revela cuando las áreas de mayor dinamismo en los centros económicos dentro de la heterogeneidad se desenvuelven con una mayor prevalencia de “tareas simples” (Sztulwark, 2020) que refuerzan los desequilibrios estructurales. A ese tipo de desenvolvimiento también contribuye la anomia o ineficacia política en el intento de cambiar tal situación y, por la misma razón, este último sería un elemento no económico que igualmente influye en la perpetuación de la vulnerabilidad. Características de contexto que son importantes al analizar la desigualdad y cómo se reproducen en las sociedades según Castels (2003) y Delgado Wise (2018).
REEXAMINANDO
EL INCONVENIENTE
PERO VIGENTE ANÁLISIS SOBRE MARGINALIDAD
En el análisis de la migración que ocurre desde economías de desventaja, es decisivo considerar que las situaciones de vulnerabilidad social, que prevalecen en los países emisores de migrantes en la región subsisten a partir de condiciones estructurales heterogéneas, de desequilibrio. Esas condiciones aluden a una interrelación compleja de fenómenos macro y microsociales que resignifican la marginación en cuanto a su incidencia e intensidad –constante o variable–. Mayormente, si se tiene en cuenta que el daño abrupto o paulatino sobre el acceso a activos y a estructuras de segmentos poblacionales es un deterioro que evidencia la disfuncionalidad de una masa marginal y sus formas de reproducción social.
La vulnerabilidad social, por tanto, se entiende como un daño sistémico a la estructura relacional de aquellos individuos cuya capacidad de agencia es limitada en el contexto histórico en que se desenvuelven.4 Limitación que refuerza estrategias migratorias en el mismo contexto, que intentan superar, por medio de soluciones disponibles –y de especial pragmatismo de acuerdo con el significado que les atribuyen–, los obstáculos que les impiden desarrollar una reproducción social conveniente en sus sociedades. Así se conforma una trayectoria migrante (Faist y Gerdes, 2006) que busca acceder a estructuras, espacios y relaciones, así como disponer de activos, e incluso transmitir generacionalmente esa posibilidad como una vía para superar el tipo de marginación que consentían antes de migrar. Aquí se defiende la tesis de que cuando un acceso diferente al sostenido en las sociedades de origen no se corrobora en otras estructuras, ocurre un proceso de dispersión de ese vínculo social desventajoso a otros contextos.
En este sentido, al analizar el origen de los flujos no es ocioso examinar si existe una correlación entre: a) los obstáculos que impiden una reproducción social conveniente para segmentos poblacionales, y b) la naturaleza del desarrollo en la región, cuya característica heterogénea y dependiente mantiene desequilibrios latentes que hacen “disfuncionales” a segmentos poblacionales. No es ocioso, porque es esa correlación la que explicaría un tipo de marginación que ocurre por disfuncionalidad al desarrollo –fuere esta constante o variable–. En el ciclo migratorio la pervivencia de esos obstáculos, que incluyen grados diversos de segmentación en el acceso a estructuras y disposición de activos, también ocurre como consecuencia de la ausencia de políticas de atención a la migración, y este fenómeno incide en la reproducción de la vulnerabilidad.
No obstante a la claridad hermenéutica del concepto de marginalidad (Nun, 2010; Sunkel, 1971) para describir la disfuncionalidad, que aquí se vincula con situaciones de vulnerabilidad social (Sánchez y Sauma, 2011), existen correlatos científicos que aun rivalizan desde argumentos filosóficos –eufemismo de ideológicos–, que niegan la incidencia de esas condiciones estructurales de desventaja en lo social, consintiendo, de ese modo, interpretaciones no del todo precisas o parciales sobre la migración. La exclusión y la vulnerabilidad son circunstancias sociales que desfiguran el “deber ser” en sociedades democráticas y de universalidad de derechos. Y, cuando están presentes en estas sociedades, no son fenómenos que puedan explicarse por la actitud de los sujetos sino por las circunstancias en las que viven y que tienen un carácter sistémico y estructural. Circunstancias que orientan, influyen y son decisivas en la interpretación, raciocinio y acciones de los sujetos.
En consecuencia, la exclusión por debilidad de activos y extenuación de accesos a estructuras de oportunidades (Kaztman, 2001) puede expresar una marginación por disfuncionalidad al desarrollo, sobre todo cuando esa disfuncionalidad consiste en que los vínculos sociales, que se establecen bajo esa forma de exclusión, no facilitan el necesario intercambio material y simbólico para la reproducción social (Busso, 2011). O cuando, tampoco, esos nexos son competentes para desarrollar lo que Esping-Andersen (2008) entiende que son las herramientas principales para una inserción exitosa en las dimensiones de la vida social: la capacidad de movilizar recursos y utilizar el capital humano para activar estrategias.
Por lo ya visto hasta aquí puede inferirse que esa disfuncionalidad y marginación –que también pueden ser relativas– incluyen un desbalance en los niveles de bienestar. Característica que incide en la exposición a riesgos con la prevalencia de carencias y privaciones. Aspectos vinculados a la estrechez de la estructura de oportunidades de individuos que se desenvuelven bajo esas condiciones, al depender ella de espacios de mayor dinamismo, cuyos accesos son más competitivos y excluyentes.
Es por ello que la marginación por disfuncionalidad al desarrollo (Nun, 2010; Sunkel, 1970 y 1971) aquí se entiende entonces por la incapacidad que tienen algunos segmentos poblacionales para acceder a esas estructuras de oportunidades. Esto es, un tipo de desconexión socioeconómica y política que se expresa en formas diferenciadas de segmentación (desbalance en los niveles de bienestar), que son constatables en las sociedades contemporáneas (como laborales, educativas y residenciales); así como en la afectación de los distintos capitales con los que cuentan los sujetos: “capital social individual”, “capital social colectivo” y “capital ciudadano”. Aspectos que en su conjunto son tomados en cuenta por Kaztman (2001) para definir un “índice de aislamiento social”.
En este tipo de vínculo social desventajoso, que deriva de una naturaleza de desarrollo desigual y heterogéneo, la marginación es una categoría que expresa el proceso sistémico que tiene lugar en esos contextos; y la vulnerabilidad social es su consecuencia. La marginación como proceso y las consecuencias en términos de vulnerabilidad son situaciones variables. Sobre todo, porque la influencia de ellas puede ser indistinta al afectar a personas pobres, pero no sólo a ellas, sino también a otras que pueden ostentar algún tipo de vinculación socioeconómica. La exposición a riesgos o carencias es latente por la vigencia de los desequilibrios de desarrollo, al expandirse o contraerse ellos, varía el alcance de la disfuncionalidad para los grupos sociales. Así, en esos flujos participan personas que son expuestas a riesgos de manera constante o variable y dependiendo de la intensidad de tales desequilibrios.
Esto implica que la marginalidad y la vulnerabilidad son relativas, afirmación que profundiza en la aparente insuficiencia analítica que exponen las críticas sobre la noción de marginalidad; cuando se alega, erróneamente, que ella alude sólo a una masa poblacional que está desconectada completamente de las dimensiones socioeconómicas de un contexto dado.
Y es que existen segmentos poblacionales cuya disfuncionalidad es circunstancial, y, por tanto, relativa, de acuerdo con la magnitud de los desequilibrios que experimenta una economía en una situación dada. Esto último quiere decir que la reproducción de la marginalidad o la vulnerabilidad es latente, no obstante a que se corroboran accesos –aunque débiles o desequilibrados– a los mercados de trabajo formal o a los ingresos, para satisfacer –en apariencia– las necesidades. Así, se va más allá de la concepción de la teoría de la modernización, que bosquejó las consecuencias de la marginalización como circunscritas a la relación de los sujetos con el mercado laboral formal y los ingresos (Delfino, 2012). Asimismo la exposición fortuita al desequilibrio, que emana desde la heterogeneidad y la dependencia, se traduce en situaciones de incertidumbre y vulnerabilidad en distintas dimensiones de la vida social, que no implican una marginación total.
La vulnerabilidad por una relativa disfuncionalidad al desenvolvimiento, conviene reiterarlo, es el deficiente y desequilibrado –o ausente– acceso a los mercados de trabajo formal e ingresos. También es una reproducción socioeconómica de los sujetos o familias en el mercado informal de trabajo. Todas ellas, las anteriores, son circunstancias donde los sujetos enfrentan carencias que incluso pueden transmitirse generacionalmente, representando grados distintos de vulnerabilidad. Lo anterior acentúa el carácter heterogéneo de la situación de desventaja social. Cuando esa desventaja conduce a la migración como una alternativa de reproducción social, entonces esa movilidad también puede ser comprendida como forzada (Delgado Wise, 2018).
Bajo esas premisas y frente a esas circunstancias, la migración es un fenómeno que se desencadena ante estímulos de diversa índole. Cuando ocurre por la exposición continua o variable a condiciones de vulnerabilidad y marginación, la movilidad evidencia una fase inicial de la dispersión transnacional de la vulnerabilidad, que se prolonga cuando no se superan tales condiciones de desventaja.
Desde el punto de vista metodológico, al vincular estas categorías con la migración, son pertinentes preguntas de investigación que integren variables para analizar el contexto, como: “grado de disfuncionalidad” –con indicadores como acceso a empleo, a estructuras de cuidado, a ingresos, entre otros–; “tipos de excusión” –laboral, cultural, política, de representación, de género, espacial–; “intensidad de la exclusión” –histórica, familiar, regional, ambiental–; “debilidad de sus activos” –capital económico, capital social, tipos de redes–; “consecuencias de esa marginación en sus vidas” –representación social de los sujetos sobre la vulnerabilidad–. Variables que también son útiles para evaluar cómo se extiende esa vulnerabilidad en el ciclo migratorio.
Un aspecto, no menos importante, que ha generado no pocos debates pero que se agrega a esa heterogeneidad de la exclusión, es el componente cultural. Aquí la lógica que se sigue es que la cultura que se asocia a la marginalidad o la vulnerabilidad no puede ser explicada por rasgos de pensamiento individual o colectivo que, de manera disociada, reproducen formas de interacción sociales que perpetúan la desventaja. Por el contrario, si son constatables estas formas de pensamiento es porque existen difíciles procesos de adaptación a la desventaja, implicando patrones conductuales y normativos que se legitiman a partir de las experiencias de vida, bajo condiciones de vulnerabilidad o marginación. Esto último es en especial relevante para denotar la complejidad que existe en los condicionamientos de la migración. Incluso, cuando un sustrato importante de esos condicionamientos se puede justificar por medio de las condiciones estructurales. Metodológicamente esto puede significar que, en la exploración de esa causalidad indirecta, la representación social de los individuos sobre las condiciones de marginación en las que se desenvuelven ocupe un lugar importante. También, la creencia de que con la movilidad se superarán tales condiciones de desventaja, cuando en realidad no es así en la mayoría de los casos.
Así, el uso del término dispersión da cuenta de la variación que ocurre, por medio de la migración, respecto a la tendencia demográfica central que predomina en los Estados-nación. Dispersión que es transnacional atendiendo los factores que genera la condición de desventaja –vinculados a una lógica estructural global– y, además, porque aunque se extrapolan esas condiciones internacionalmente por medio de la migración, ellas subsisten, siendo que ni la movilidad en sí misma ni el cambio fronterizo eliminan las carencias o procesos de exclusión que enfrentan en sus países de origen, sino que se refuerzan con el acto de emigrar.
Esta interpretación considera pertinente, entonces, visualizar la migración de una masa marginada y excluida, que vive bajo un sesgo de incertidumbre invariable, sobre todo en ámbitos urbanos, y que es propensa a migrar bajo condiciones circunstanciales específicas, debido a que son expuestas a asimetrías y desequilibrios de manera constante.
Otra cuestión relevante aquí es que en el proceso migratorio participan no sólo los que tienen menores ingresos o los que están por debajo de la línea de pobreza. Por ello, aunque es factible utilizar formulaciones economicistas para determinar quiénes son los migrantes, la correlación “ingresos-índice de necesidades insatisfechas” o las categorías “necesidad”, “estándar de vida” e “insuficiencia de recursos”, no abarcan la compleja realidad incluida en esos flujos, aunque sí evidencian rasgos de la vulnerabilidad. Asimismo, la utilización de un enfoque indirecto para determinar la magnitud de la pobreza o la línea de indigencia son ineficaces para comprobar la causación implícita en el mismo fenómeno migratorio, dado que influyen otros elementos además del ingreso.
ANTECEDENTES EMPÍRICOS Y TEÓRICOS SOBRE LA DISPERSIÓN TRANSNACIONAL DE LA VULNERABILIDAD
Como antecedentes teóricos y de estudios empíricos a este artículo, existen numerosos trabajos que han abordado la correlación entre las variables migración y vulnerabilidad. Los estudios empíricos –muchos y que son imposibles de citar aquí en su totalidad–, hacen una vinculación causal entre esas variables, explicando las condiciones que dan origen a los flujos y la vulnerabilidad en el tránsito mayormente. En muchos de esos estudios predomina un carácter descriptivo (Véanse, a modo de ejemplo, Calleros, 2013; Carrasco, 2013; Castillo, 2020; Martínez, Cobo y Narváez, 2015; Nájera, 2016; Prado, 2018; Romero, 2020; Vázquez Meneley, 2020; Willers, 2016), sin que sea explícita en ellos una teoría sobre migración –aunque sí desde la sociología u otras ciencias sociales para exponer fenómenos como la violencia– que explique cómo se extiende la vulnerabilidad desde el origen de los flujos, hacia el tránsito y posteriores lugares de asentamiento.
Martínez Pizarro, Maldonado y Martínez (2018) son quienes abren, más nítidamente, un camino de observaciones sobre la extensión de la vulnerabilidad en el ciclo migratorio, asentando, al mismo tiempo, el vínculo que tiene el proceso migratorio con las peculiaridades de las economías y sociedades en los países de origen. Al respecto, un elemento sustantivo que señalan estos autores, es que con la migración se reduce “la presión sobre las economías y los mercados de trabajo” (p. 12). Mayormente allí donde no se puede asimilar esa población económicamente activa. Una movilidad que no sólo responde, desde la marginalidad, al déficit de mano de obra en países desarrollados del norte; sino que también se incorpora a otros escenarios regionales, donde existen oportunidades de acceso a estructuras y para disponer de activos.
Entonces, la migración es para Martínez Pizarro, Maldonado y Martínez (2018) un complejo fenómeno multifactorial en el cual inciden aspectos globales, las crisis económicas nacionales, los vínculos históricos con otros países y las redes que entretejen los migrantes. Este enfoque avanzado abarca desde cambios en la composición de la familia, al extrapolarse funciones al escenario internacional hasta, al mismo tiempo, cambios comunitarios con el establecimiento de canales de cuidado transnacionales, la migración de tránsito y de retorno.
En este sentido, una idea que también es sustantiva y que proponen estos autores, es la comprensión de esa complejidad migratoria en Centroamérica y el Caribe como un ciclo con etapas que abarcan distintos espacios nacionales, y donde la vulnerabilidad está presente en distintas modalidades o dimensiones (Martínez Pizarro, Maldonado y Martínez, 2018, p. 16). Sobre todo, al considerar fenómenos como la trata de personas, migración de menores no acompañados, las deportaciones forzadas y masivas, entre otros aspectos.
Para estos autores existen “ejes analíticos” y “factores particulares” que suelen interactuar entre sí, afectando de ese modo la reproducción social de los migrantes y aumentando la vulnerabilidad en el ciclo migratorio (p. 25). Dentro de los ejes principales que ellos citan están: a) el eje territorial; b) el eje de la discriminación étnica y racial; c) el eje de la condición migrante; e) el eje de género; f) el eje de la clase social, entre otros. Dentro de los factores particulares mencionan la desigualdad, la necesidad de protección social y la vulnerabilidad (pp. 25-34).
De este modo, ellos introducen el análisis cíclico de la vulnerabilidad en la migración aun con el reconocimiento de vías informales de protección social, conformadas por redes comunitarias y sociales, y por actores de la sociedad civil en el caso del tránsito. Por otra parte, respecto a las sociedades de asentamiento, argumentan cómo la condición migratoria en sí (irregularidad) y la inclusión en el mercado de trabajo formal son ejes analíticos para profundizar en el estudio de la vulnerabilidad. Estos argumentos son los que se retoman en el concepto teórico que se presenta aquí, abriendo la discusión sobre su pertinencia epistemológica para evidenciar cómo el análisis sobre la vulnerabilidad encauza la discusión sobre migración y desarrollo, que se realiza atendiendo a la naturaleza desventajosa del crecimiento en los países de origen y sus repercusiones sociales. Ello permite, además, un análisis holístico que atenúa las contradicciones teóricas en el examen de la migración que ocurre en los mismos contextos.
No es ocioso mencionar, a continuación, algunos ejemplos de cómo se materializa ese encauce a partir de la creciente feminización de la migración en Centroamérica y el Caribe. La variable de género y su vínculo con la violencia evidencia un tipo de vulnerabilidad que recorre todo el ciclo migratorio y que en ocasiones no desaparece (Martínez Pizarro, Maldonado y Martínez, 2018, pp. 25-34). En relación con este ejemplo específico existen riesgos que reproducen la vulnerabilidad tanto en el origen, como en el tránsito, destino y el retorno; entre ellos, la desinformación, el acceso a documentación de viajes, la violencia sexual, la violencia doméstica, la estigmatización y la discriminación, entre otros (pp. 25-34).
Este eje de la violencia, ya sea criminal, de género y sexual, que describen Martínez Pizarro, Maldonado y Martínez (2018), es un ejemplo muy nítido de cómo ocurre la dispersión transnacional de la vulnerabilidad o de cómo existen circunstancias de vulnerabilidad que se reiteran en el ciclo migratorio. Willers (2016) y Prado (2018) exponen que la violencia criminal, sexual y de género son aspectos que caracterizan el flujo centroamericano, al ser circunstancias que son experimentadas en los lugares de origen, llegando a ser una causa de sus salidas y, también, vivenciadas durante su tránsito por México. La migración es la manera en que las mujeres enfrentan la violencia de género, que es un aspecto que plantea una vulnerabilidad latente para las mujeres (Willers, 2016); pero que no desaparece durante el tránsito. Incluso esta autora relaciona cómo la violencia de género se llega a vincular con situaciones de pobreza y vulnerabilidad, por los efectos del sistema social normativo, simbólico e institucional que pone en desventaja a las mujeres (Willers, 2016, p. 164). Aspecto que se agrava, según la misma autora, con la condición de indocumentada.
No obstante, también es posible considerar que las circunstancias de vulnerabilidad pueden variar en las diferentes etapas del ciclo migratorio. A modo de ejemplo, la precariedad laboral como una circunstancia de vulnerabilidad en las sociedades de origen, que condiciona la migración con la posterior exposición a la violencia, la condición indocumentada o la ausencia de protección durante el tránsito. En este sentido, algunas de las formas de abuso y violaciones documentadas en el tránsito por México son: la extorsión, el secuestro, el trabajo forzado, la trata, el asalto y la violación sexual (Arce, 2018; Willers, 2016).
Al respecto, González y Aikin (2015) identifican tipologías de riesgos que enfrentan migrantes cuya vulnerabilidad en sociedades de origen tenía como componentes principales el económico y la violencia. Desde ellos y durante el tránsito por México, se enfrentaron estos migrantes a otros riesgos, que las autoras agruparon en las categorías siguientes: naturales –que refieren condiciones climáticas y los inherentes al transporte–; inseguridad pública –hechos delictivos y violencia social–; institucionales –violaciones a los derechos humanos que derivan del control migratorio.
Por su parte, Arce (2018) refiere que en los países que conforman el Triángulo Norte en Centroamérica, la violencia y las pandillas originan un tipo de vulnerabilidad que en especial incide sobre la niñez. Según el mismo autor, las estructuras criminales en Honduras, El Salvador y Guatemala realizan una estrategia de reclutamiento forzoso de menores en zonas de alta marginación, lo que impulsa a estos menores de edad a migrar hacia México, en muchos casos sin acompañamiento. En este caso, la desprotección es un tipo de vulnerabilidad que se extiende durante todo el ciclo para estos infantes (Prado, 2017). En las gráficas 1 y 2 se puede observar el incremento de menores presentados ante el Instituto Nacional de Migración, en total y sin acompañamiento, entre 2010 y 2019.
Gráfica 1. Menores presentados ante el inm entre 2010 y 2019 (miles)
Fuente: Secretaría de Gobernación, datos presentados por la autoridad migratoria mexicana, según continente, país de nacionalidad, grupos de edad, condición de viaje y sexo, 2010-2019. Recuperado dehttps://portales.segob.gob.mx/es/PoliticaMigratoria/Series_historicas
Gráfica 2. Menores presentados ante el inm que viajaron sin acompañamiento entre 2010 y 2019 (miles)
Fuente: Secretaría de Gobernación, datos presentados por la autoridad migratoria mexicana, según continente, país de nacionalidad, grupos de edad, condición de viaje y sexo, 2010-2019. Recuperado dehttps://portales.segob.gob.mx/es/PoliticaMigratoria/Series_histori
En estos países existe una crisis humanitaria conformada por el incremento de la violencia, la pobreza y la anomia política que existe para resolver esos problemas. Entre los años 2014 y 2016 solamente, en los que hubo además crisis políticas e institucionales sobre todo en Guatemala y Honduras por hechos de corrupción, el número de menores presentados según el Instituto Nacional de Migración (en adelante inm) en México fue de 22 482 menores salvadoreños, 44 125 guatemaltecos y 31 290 hondureños. A lo largo de la década, las cifras son más alarmantes e incrementales. De 2010 a 2019 el total de menores de 17 años presentados ante el inm fue de 39 193 salvadoreños, de los cuales viajaron sin acompañamiento 16 438. También 93 241 guatemaltecos, entre los que viajaron sin acompañamiento 44 510, y, en el caso de los hondureños, fueron presentados 82 902, entre los que había 29 158 menores que se trasladaban sin compañía alguna (inm, 2019). Respecto a la dispersión transnacional de la vulnerabilidad, aquí estas cifras evidencian un problema grave a los derechos humanos de niños y niñas quienes tienen que desplazarse a partir de una vulnerabilidad multifactorial, y, además, enfrentarse durante el tránsito a varias situaciones que incrementan esa condición, entre ellas: desprotección, alimentación deficiente, vulnerabilidad educativa, indocumentación, desconocimiento, inacceso a redes de cuidado, entre otras.
Otro ejemplo relevante es el caso de la migración cubana, que también se registra en tránsito por zonas de América del Sur, Centroamérica y México. En él se evidencia esta variación de manera nítida, al ser una migración que enfrenta grados de vulnerabilidad asociados al ingreso y una marginación relativa al no ser eficientemente asimilados por los mercados de trabajo locales. Un flujo que acude a la migración indocumentada como estrategia, que en ocasiones implica altos riesgos y exposición a extorsiones, asesinatos, violaciones y robos. Un aspecto que aumenta esos riesgos y vulnerabilidad durante el tránsito es la ausencia de reconocimiento institucional de sus derechos como migrantes. La desprotección en términos de ciudadanía, que ocurre por motivos políticos mayormente, los deja desamparados y a su suerte, vulnerables. En relación con este flujo, en México se han dado pasos recientemente para la regularización de la condición migratoria, sobre todo en la frontera norte del país.
Esa variabilidad de las condiciones de vulnerabilidad también se extiende hacia las sociedades de asentamiento. Según López (2016) y Arce (2018), el estigma de ser migrantes en ocasiones perpetúa la vulnerabilidad, sobre todo al ser considerados inferiores en un ambiente de exclusión, aspectos que relativizan la inclusión formal en el mercado de trabajo de las sociedades receptoras. Los trabajadores indocumentados son los que más enfrentan esas situaciones de vulnerabilidad, que vienen acompañadas por el estigma (Vázquez, 2015; Villareal, 2019).
CONCLUSIONES
El análisis de la migración, que surge bajo condiciones desventajosas de desarrollo, debe considerar un tipo de vínculo social resultante de una marginalidad –afín a una naturaleza de desarrollo heterogéneo y desigual–, que evidencia cómo se reproducen condiciones de desventaja, sistémicas en los contextos de origen, y frente a las cuales algunos segmentos poblacionales encuentran límites de reproducción social. Traducidos estos últimos en un déficit de acceso a estructuras y activos.
La manera en que se reproducen esos obstáculos y tipos de vulnerabilidad social, durante el ciclo migratorio, no es incluida en el campo de descripción de conceptos usualmente utilizados para entender la migración, sobre todo porque ellos expresan una relación causal, que es elaborada respecto a contextos de referencia; orientada, además, a describir cualidades que adquieren los sujetos y grupos, enfocándose en valorar cómo las acciones de los migrantes se desenvuelven a partir de experiencias relacionadas histórica y socialmente con la migración.
Resulta necesario, por ende, incorporar otras relaciones que se materializan en las etapas de tránsito, asentamiento y retorno, reflejando interdependencias que influyen en las acciones y decisiones de los migrantes, y que también reflejan el tipo de vínculo social que ostentan quienes emigran, mismo que surge y se fortalece en los contextos de origen de la migración.
Esos riesgos de reproducción social en las sociedades de origen, que se materializan en el déficit de acceso a estructuras y activos, tienden a reproducirse en los ciclos migratorios que están asociados, al mantenerse riesgos similares o enfrentar, aquellos que emigran, otros riesgos para su reproducción social. Existen tipologías de riesgos que no desaparecen con la migración, entre las más reconocidas están: la violencia de género y sexual, la discriminación, la desprotección, el estigma, el inacceso a estructuras de cuidado y la afectación a los derechos humanos, entre otros. Aspectos que se agravan con la condición migrante y las políticas migratorias restrictivas.
El término Dispersión Transnacional de la vulnerabilidad es una aproximación teórica que recoge esa complejidad del ciclo migratorio y expone, al mismo tiempo, las interdependencias que existen entre la condición de desventaja de las sociedades de origen y los procesos de tránsito, asentamiento y retorno que componen el ciclo migratorio. En función de esas interdependencias es inviable defender una aproximación teórica exclusiva en relación con otras que describen los condicionamientos de la migración. Básicamente porque es un proceso multidimensional que no deriva únicamente de las diferencias entre las sociedades involucradas en los flujos ni de las decisiones personales o familiares que toman los migrantes.
Más bien, lo que propone este concepto es que, aunque esos argumentos son válidos, se deben justipreciar en función de las realidades que enfrentan los migrantes, en donde la marginación y la vulnerabilidad están presentes, y son, a su vez, el resultado de problemas estructurales que inciden en la mentalidad y las representaciones sociales de las personas que emigran. Sin dudas, en ese análisis sistémico, el aspecto de integración desigual de las economías y las características heterogéneas y periféricas o dependientes influyen en la perpetuación de esa marginación, y, por ello, esas características deben tomarse en cuenta para comprender la migración que parte desde esas condiciones de desventaja.
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1 Analogías, relación recíproca y paralelismos visibles.
2 En el caso de la migración mexicana, el cruce de fronteras para dar a luz en Estados Unidos asegura a futuro la condición migratoria de los recién nacidos, entendiéndose ese acto como una estrategia para lograr mayores oportunidades a futuro y sostener en la familia la posibilidad de integración en otros contextos socioeconómicos. Este tema ha sido abordado en Fresneda (2022).
3 Este es un aspecto sustantivo al cual no se le dedican muchas investigaciones.
4 Según la cepal (2003), las políticas de desarrollo económico, que han optado por la apertura externa y reformas fiscales, financieras y laborales, han incidido en la ampliación de la vulnerabilidad social. Esto es, según la misma institución: el crecimiento de sentimientos de riesgo, inseguridad e indefensión y de la base material que los sustenta.
* Doctor en Estudios del Desarrollo (Universidad Autónoma de Zacatecas). Líneas de investigación: migración y desarrollo, migración en tránsito por México.
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