10.18234/secuencia.v0i114.2088

Dossier

Vae victis: el primer exilio centroamericano en México (1829-1840)

Vae Victis: The First Central American Exile in Mexico (1829-1840)

 

Francisco Rodolfo González Galeotti1* https://orcid.org/0000-0003-0468-3892

 

1Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias SocialesUniversidad Nacional Autónoma de México, México petateandolahistoria2.0@gmail.com

 

Resumen:

Entre 1829 y 1840 tuvo lugar el primer exilio centroamericano en la república mexicana, como resultado directo del fin de la Primera Guerra Federal Centroamericana (1826-1829). Este trabajo presenta una panorámica de esa experiencia al profundizar la geografía de sus vínculos políticos en México, sus actividades económicas, vicisitudes e inserción institucional en México. El evento destacó por su precoz temporalidad en la historia latinoamericana y el gran número de exiliados, algo no superado hasta el siglo xx. Se incluye un anexo de todos los exiliados registrados en México entre 1829 y 1840.

Palabras clave: exilio; arraigo; Centroamérica; México; elites.

Abstract:

The period between 1829 and 1840 saw the first Central American exile in Mexico as a direct result of the end of the First Central American Federal War (1826-1829). This article presents an overview of that experience by exploring the geography of its political ties in Mexico, its economic activities, vicissitudes, and institutional insertion in Mexico. The event is striking because of its early occurrence in Latin American history and the large number of exiles, which was not surpassed until the 20th century. An appendix with all the names of the exiles registered in Mexico between 1829 and 1840 is included.

Keywords: exile; roots; Central America; Mexico; elites.

Recibido: 17 de febrero de 2022 Aceptado: 20 de mayo de 2022
Publicado: 16 de diciembre de 2022

INTRODUCCIÓN

El 7 de octubre de 1829 arribó a las costas de Acapulco el bergantín Hidalgo. En la embarcación iban reunidas 61 personas, todas procedían de la República Centroamericana.[1] A lo largo de ese año también entraron alrededor de 67 centroamericanos a México a por Chiapas, la mayoría buscando asilo político (Romero, 1877, pp. 672-673).[2] Entre agosto y diciembre salieron con dirección a La Habana, Cuba, y arribaron alrededor de 40 personas (Arce, 1830, pp. 123-124). Y el 13 de diciembre llegaron a Nueva Orleans trece individuos, procedentes de Izabal, Guatemala.[3]

¿Qué impulsó este movimiento de personas? Sencillo, el fin de la Primera Guerra Federal de Centroamérica (1826-1829). La conclusión de esta conflagración, que enfrentó los proyectos centralista y federalista (Taracena, 1995, pp. 45-61; 2015b, pp. 57-90), se coronó con el triunfo del Ejército Protector de la Ley, encabezado por Francisco Morazán, una oleada migratoria y el decreto de expulsión de líderes militares, políticos y eclesiales derrotados. Así inició el primer gran exilio de la historia centroamericana, siendo México su principal destino. Este proceso contó con varios tipos de origen de exilio, así como de exiliados según su devenir.

El objetivo de este artículo es explorar las siguientes preguntas: ¿qué condiciones marcaron el destierro y exilio de los centroamericanos luego de 1829?, ¿es posible cuantificar a los centroamericanos exiliados en México entre 1829 y 1840?, ¿qué condiciones sociales, políticas y económicas experimentaron los exiliados centroamericanos?, ¿pudieron arraigarse en México y, de ser así, en donde se insertaron?

EL EXILIO CENTROAMERICANO COMO PROBLEMA HISTÓRICO

Según Sznajder y Roniger (2013, pp. 102-103) el exilio político en Latinoamérica puede entenderse como una ecuación equilátera de gobiernos expulsores, gobiernos que reciben y los exiliados en sí. No obstante, esa experiencia no sólo es política ya que incluye a las sociedades que amparan, protegen y hostigan a las personas movilizadas (Vincent y Ruiz Ibáñez, 2018, p. 24). Refugio y exilios estaban ligados a la evolución política de los regímenes políticos al ser resultado de un proceso de regulación que adaptó los marcos participativos de identidades religiosas y colectivas (Sznajder y Roniger, 2013, pp. 26, 76; Vicent y Ruiz Ibáñez, 2018, pp. 15-16). Así entendido, el exilio fue un factor clave en la consolidación de los regímenes políticos de los países independientes, por lo que el caso centroamericano fungió como un dispositivo decisivo para los proyectos políticos centroamericano y mexicano.

ALEA IACTA EST, DERROTA, HUIDA Y DESTIERRO CENTRALISTA

La Guerra Federal Centroamericana fue la causa del destierro que arraigó en México como exilio. Las causas del conflicto fueron varias y han sido analizadas por la historiografía contemporánea (Taracena, 1999, 2015b). En esencia fue una disputa de las elites criollas por la hegemonía del proyecto político federal posindependiente entre un modelo centralista, enraizado en la elite guatemalteca, y uno federal, que involucró a elites del resto del país. Otros factores fueron la preeminencia política en espacios públicos, la política regionalista y los debates sobre la permanencia de los fueros eclesial e indígena dentro del liberalismo ilustrado. En la conflagración se buscó la captura, control y asedio de plazas urbanas y propiedades rurales, una estrategia de posiciones que abarcó desde la Nueva Guatemala hasta San Salvador con sus respectivas retaguardias, Los Altos y San Miguel (Hall, Brignoli y Cotter, 2005; Taracena, 1999, pp. 128-135; 2015b, pp. 1-54, 87-118, 119-164).

La última campaña fue el sitio de la ciudad de Guatemala, que se coronó con la victoria de las tropas federalistas cuando el jefe de Estado de Guatemala, Mariano Aycinena, se rindió ante el general Francisco Morazán en abril de 1829. Los centralistas, llamados serviles,[4] derrotados por los federalistas, o pirujos,[5] fueron apresados en la capital y San Salvador. Durante varios meses de suspenso los moderados estuvieron a merced de los federalistas que controlaban las armas, las instituciones y las leyes.

Al cabo de varios meses los federalistas eligieron el destierro de sus opositores. Primero, en julio desterraron al arzobispo Ramón Casaús y Torres y exclaustraron al clero regular masculino desterrándolos o secularizándolos. Estos fueron enviados a Cuba y algunos a Nueva Orleans, aunque algunos murieron en el camino (Arce, 1830, pp. 123-124; Córdova, 1829, pp. 133-134, 144-149, 152; García Granados, 2011, p. 235; Montúfar y Coronado, 1832, pp. 169-174; Montúfar, 1878, p. 156). Posteriormente, en agosto se decretó el destierro para serviles capturados y militares derrotados, a menos que apelasen a una amnistía. La mayoría de los prisioneros fueron remitidos a Sonsonate, donde embarcaron en el bergantín Hidalgo. Aunque la embarcación se dirigía a Panamá, entre tretas y negociación, se dirigió a Acapulco (García Granados, 2011, pp. 235-236, 238; Montúfar y Coronado, 1832, pp. 176-178; Montúfar, 1878, pp. 158-160). El destino del expresidente federal, Manuel José Arce, y de Aycinena pendió de la balanza entre la muerte y la expulsión. Finalmente, se les envío hacia Nueva Orleans, Luisiana.

No todos los derrotados esperaron a que su destino fuese dictado por los vencedores. Como se indicó en la introducción, varios optaron por atravesar la raya fronteriza en dirección a Comitán, o bien franquearon al territorio neutral de Soconusco en busca de refugio político. El espacio fronterizo y liminar de Los Altos de Guatemala, Chiapas y Soconusco atestiguó la movilización frente a la violencia en la región. Especial peso tuvo la combinación del rechazo indígena a la leva militar centralista y su apoyo a los federalistas, el fusilamiento del párroco de Mixco y la llegada de federalistas a Sololá. Así que nadie esperó ser alcanzado por la debacle de la derrota y su desenlace. Algunos, como el cura Ponciano Garrote, iniciaron su tránsito en vista de los reveses que las tropas guatemaltecas experimentaron frente a las tropas aliadas.[6] Otros, como Pablo Ocaña y Francisco de Córdova, “Cordovita”, evadieron a las tropas pirujas desde agosto de 1829 (García Granados, 2011, pp. 255, 259; Montúfar y Coronado, 1832, p. 139).

¿POR QUÉ? CASTIGOS MONÁRQUICOS EN REALIDADES REPUBLICANAS

Las razones de los federalistas para justificar el destierro y huida de sus enemigos ha sido una polémica recurrente. Opiniones y reflexiones testimoniales junto a los relatos historiográficos se han centrado en torno a la legitimidad conforme a derecho y el papel que tuvo Morazán en las decisiones finales (Arce, 1830; Chamorro, 1951; Córdova, 1829; García Granados, 2011; Lacaze, 2018; Mencos Franco, 1982; Montúfar, 1878, 1982; Montúfar y Coronado, 1832). No obstante, ha faltado precisar el papel que la cultura política y el contexto internacional desempeñaron en dicha decisión.

Como ya ha sido estudiado por Szjnader, Roniger y Ruiz Ibañez, el destierro fue un castigo presente en la norma jurídica de la monarquía hispana. En esta se privilegió la paz pública y bien común del orden social dirigido por un pequeño núcleo urbano de patricios (Agüero, 2008, p. 241; Zamora, 2012). Por ende, las sanciones se hacían en función de conveniencia política balanceando castigo y perdón, terror verbal y penas públicas, según el criterio de quienes juzgaban (Agüero, 2008, pp. 259, 270-272). En la América hispana el extrañamiento o destierro se usó para expulsar a individuos considerados peligrosos a lugares lejanos o marginales para romper los lazos con la comunidad de origen. Fue una válvula de escape de los riesgos colectivos que afianzó la autoridad al impartir justicia y ahorró esfuerzo y capital (Agüero, 2008, p. 263; Herzog, 1995, p. 252). En ese sistema, las elites no corrían mucho riesgo.

Cuando las elites y patricios de la república buscaron controlar el devenir de los acontecimientos, el mecanismo fue revolucionado. Para implantar un unanimismo republicano desconfiado de ideas divergentes, la muerte de los opositores fue una medida para resolver pugnas, solo atenuada por la prisión. Ante eso, y para evadir la muerte y la cárcel, los privilegiados por sus capitales, relacionales y sociales, y reconocidos en los marcos ciudadanos apelaron al destierro como suerte de perdón público (Guerra y Lemperiere, 2008, p. 14; González Torres, 2014, pp. 55-57; Sznajder y Roniger, 2013, pp. 83, 93, 118). Acorde a Sznajder y Roniger (2013), también funcionó para las elites expulsoras ya que “podían sostener que sus medidas mostraban indulgencia y se orientaban hacia la salvaguarda de la unidad orgánica de la nación que ellos pretendían representar de manera legítima” (p. 93).

La novedad republicana consistió en que el destierro sirvió para reconocer el estatus de elite de los derrotados, alejarlos de la escena pública, intimidar a sus simpatizantes y legitimar un nuevo orden sociopolítico. Por supuesto, para el destierro entrañó no sólo la derrota sino la pérdida de dignidad y estatus metropolitano. De esa forma Córdova (1829) relata que “Atados y con cadenas al cuello nos llevaron cautivos sin permitir el menor alivio a los que enfermos y cansados de las fatigas del camino no podía dar un paso. Los que en otro tiempo eran nuestros súbditos y sirvientes, se han hecho ahora Señores de nosotros y no ha habido quien nos librase de sus manos […]. A los principales del pueblo encerraron en los más sucios calavosos” (p. 154).

No se puede olvidar el papel del perdón y la misericordia. En el sector religioso, las órdenes femeninas, la mercedaria y bethlemita no fueron afectadas por los decretos fiebres. Quienes se secularizaron, cerca de 44, pudieron seguir en territorio centroamericano, dando continuidad al regalismo borbónico en forma liberal (Belaubre, 2001, pp. 164-165). Entre la elite derrotada, de 77 capturados, 27 evadieron el destierro gracias a la intervención familiar, como lo logró Mercedes Montúfar para su esposo José Mariano Batres (Arzú, 2009, pp. 275-276) o gestionando que el Senado federal conmutara sus penas por salud o acatar la orden de que “su conducta política fuere arreglada”.[7]

Entre el destierro monárquico y el exilio republicano hubo algunas diferencias. En la república monárquica, los ejecutores poseyeron la legitimidad emanada por la autoridad real, al tiempo que los desterrados mantenían un estigma en el mismo cuerpo social sin salir de este. La experiencia republicana liberal buscó mantener la legitimidad públicamente, mientras que los desterrados transformaron su experiencia en exilio al documentarlo en cuerpos sociales ajenos a su lugar de origen con poca o ninguna posibilidad de retorno.

En el contexto republicano el rechazo a lo español tuvo un papel destacado. Entre 1827 y 1829 el gobierno mexicano decretó la expulsión de su territorio a la población española. Eso derivó en que cerca de 18 oficiales migraron a Centroamérica a integrarse al ejército federal y luchar en el bando centralista (Burns, 1955, pp. 41-45). En sintonía con los mexicanos, los federalistas decidieron expulsarlos y terminaron embarcados en el Hidalgo. Estos españoles temían ser expulsados nuevamente, pero, por mediación de Mariano Beltranena, consiguieron pasaporte para trasladarse a Veracruz para pasar a Cuba o bien desde Acapulco a Guayaquil.

El factor español no abandonó la experiencia centroamericana con la salida de los militares. Entre 1830 y 1832, el gobierno centroamericano presionó al mexicano para expulsar a los exiliados acusándolos de conspirar con el gobierno español en Cuba para invadir desde el Caribe (Montúfar y Coronado, 1933, pp. 71-71). Tal acusación pudo tener cierto sustento cuando el expresidente Arce intentó invadir desde tres frentes, siendo el frente Caribe donde se buscó apoyo español desde Cuba (Fenner, 2019, pp. 217-228; Taracena y Sarazúa, 2020, pp. 160-165; Vásquez, 2018, pp. 192-193). Aunque la intentona fracasó, hubo consecuencias para los exiliados centroamericanos al ser acusados de conspiradores españoles que amenazaban la estabilidad de los proyectos federales mexicano y centroamericano.

EL EXILIO EN NÚMEROS

¿Cuántas personas salieron al exilio desde Centroamérica entre 1829 y 1840? A partir de varias fuentes documentales, bibliográficas, testimoniales y de archivo, he hecho un estimado de cerca de 231 personas. Este número puede contrastarse tanto con la masiva expulsión española de México, como frente al segundo exilio centroamericano, federalista, en 1840. Este último causado por el colapso de los proyectos federal en Centroamérica, liberal radical en Guatemala, y regional de Los Altos y Honduras asciende a un estimado de 80 personas (García Buchard, 2021, pp. 189-191; Taracena, 1999, pp. 236, 242, 245-248). En todo caso, las 231 personas pueden agruparse en varias categorías, como se puede ver en el cuadro 1.

 

Cuadro 1. Exilio centroamericano (1829-1840) en números

Profesión

Cantidad

Porcentaje

Militares

53

23

Religiosos

96

41.5

Gobiernos

25

11

Familiares y/o sirvientes

20

8.6

Comerciantes / hacendados

20

8.6

Profesionistas /artesanos

4

1.7

Indeterminado

13

5.6

Total

231

100

Fuente: datos obtenidos a partir del Anexo 1.

 

41% perteneció a la institucionalidad religiosa. De estos, 16 de los 40 expulsados a La Habana, murieron por malas condiciones de transporte y alimentación, diez llegaron por Acapulco y 46 se internaron en Chiapas y Soconusco. De entre los oficiales militares (23%) 18 eran españoles y salieron por Veracruz y Guayaquil, aunque parece que seis no salieron de México. En el caso de los militares centroamericanos, estos sumaron 34 individuos. Quienes ostentaron cargos políticos en el proyecto centralista suman 11%. Entre todos estos es necesario incluir 8.6% de familiares y sirvientes personales que acompañaron a los exiliados. Un porcentaje igual admitió buscar refugio, pero en calidad de comerciantes, hacendados, y 1.7% como profesionistas o artesanos. Todavía no ha sido posible identificar profesionalmente a 5.6%. Finalmente, destacaron cerca de 18 individuos pertenecientes a varias de las categorías señaladas que estuvieron vinculadas al proyecto autonomista altense nucleado en Quetzaltenango. Lo notable es que luego de que varios de estos intentaron apoyar a Arce en 1832, esa elite optó por ampararse al federalismo para lograr sus objetivos.

Gracias a esta revisión numérica el caso centroamericano destaca en la América posindependiente. Aunque la expulsión española antecede a este caso, el peso de la política partisana marca una diferencia sustancial. Asimismo, pese a similitudes con el caso andino y rioplatense o hacia Chile, el peso de estos se percibió hasta bien entrada la década de 1830 con la guerra entre Chile y la Confederación peruano-boliviana y la persecución de Juan Manuel de Rosas a unitarios y opositores (Martínez y Sepúlveda, 2020, pp. 5-19; Sznajder y Roniger, 2013, pp. 96-99, 126-132). De hecho, el caso centroamericano destaca en tanto la combinación del triunfo de una revolución política seguida de una expulsión de órdenes religiosas y persecución política, aspectos que tendrían eco en la historia de Chiapas y Oaxaca. Se trata, en síntesis, del exilio de un cuerpo estatal derrotado, situación que no vería nuevamente hasta mediados del siglo xx.

Los nodos de arraigo

Para los desterrados, México no fue una novedad. Los vínculos históricos entre Nueva España y Guatemala forjaron una estructura que facilitó a los centroamericanos ubicarse, crear y fortalecer lazos, conexiones y redes que les permitieron sobrevivir y medrar. Casta, paisanaje, afinidad política y negocios delinearon sus trayectorias. La colonia centroamericana fructificó por centroamericanos ya arraigados, mexicanos vinculados a las elites guatemaltecas durante la etapa colonial e imperial, y sobre todo por las redes familiares y los enlaces matrimoniales. Huelga señalar que el caso de la familia O’Horan-Escudero no se trataría necesariamente de exiliados, ya que eran originarios de Campeche y Yucatán. Sin embargo, han sido incluidos en la experiencia centroamericana debido a que salieron de Centroamérica por las mismas razones que el resto de la colonia. Ahora bien, a grandes rasgos la geografía del exilio se puede observar en el mapa 1.

 

Mapa 1. Geografía humana del primer exilio federal centroamericano (1829-1840)

Fuente: elaboración propia con base en mapa de la república mexicana y centroamericana en 1830. Taracena, Pira y Marcos (2002); Wikipedia. Recuperado de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/ea/Mapa_de_Mexico_1835_1.PNG

 

Ciudad de México: un epicentro político con proyección regional

La ciudad de México fue el punto de encuentros por excelencia para la política y la diplomacia. Por ello fue un epicentro donde los exiliados se asentaron. Por la urbe ya transitaban los diputados centroamericanos enviados durante la anexión del Reino de Guatemala al primer imperio mexicano. Juan de Dios Mayorga, diputado y luego ministro plenipotenciario de Centroamérica, dejó su cargo en manos de José María del Barrio Larrazábal, arribado en 1827. El nuevo ministro se consolidó en su cargo, pese a la tormenta diplomática que generó la Guerra Federal, y entre la elite local al casare con María del Refugio Acevedo, joven heredera de la hacienda San Borja al sur de la urbe (Montúfar y Coronado, 1933, p. 73; Reyna, 1991, p. 73; Valle, 1963, p. 200). José María detentó su cargo hasta 1838 cuando falleció y su hermano, Felipe Neri, lo suplió en el cargo.

Para la colonia centroamericana, Felipe Neri del Barrio Larrazábal fue el hombre clave. Él llegó a México durante la anexión y en 1824 se había casado con Rafaela Rangel y Fagoaga, condesa de Alcaraz y sobrina del marqués del apartado, es decir, enlazó con la familia nobiliaria dueña de vetas argentíferas en Zacatecas (Pérez Rosales, 2003, pp. 238-239). Ambos se trasladaron a Francia, España y posteriormente retornaron a México, donde Neri ocupó el cargo diplomático de su finado hermano. Gracias a su enlace matrimonial, Neri accedió a un entramado de relaciones y de acumulación de capital social como ningún otro de sus compatriotas. Fue hacendado, empresario, mercader, agiotista y diputado del VI Congreso Constitucional Constituyente (1835-1837) (Costeloe, 1993, pp. 85, 92, 95, 112, 276; Herrera, 2013, pp. 106-107). Junto al abuelo de su esposa, Francisco de Fagoaga, Neri encabezó varios emprendimientos económicos. Entre 1829 y 1831 fueron los accionistas más fuertes de la Compañía de Tabaco que arrendó al gobierno mexicano el estanco del tabaco (Pérez Rosales, 2003, pp. 76-79). En 1833 fundaron la Compañía de Comercio Fagoaga y Barrio que firmó un contrato de arrendamiento con los carmelitas descalzos de la provincia de San Alberto en San Luis Potosí (Herrera, 2013, pp. 107-111). En 1844 se aliaron a otros mercaderes para financiar un proyecto minero, aparte de seguir en la directiva de la Compañía de Tabaco (Von Mentz et al., 1982, pp. 114, 213).

La posición de Neri facilitó el trabajo a los desterrados. El coronel Manuel Montúfar y Coronado afirmó en 1833: “nosotros sin Neri, es muy probable que estuviéramos como está (Manuel José) Arce” (Montúfar y Coronado, 1933, p. 81). Esa dependencia no fue casual, porque Montufar, junto a su hermano Juan, señalaron que “también hay dos empresas particulares en que se nos da esperanza de destino, tal es la compañía general de minas y la que se formó para comprar las existencias de tabaco como en tres millones de pesos. [Neri del] Barrio es empresario en ambas y nos ha dado muy buenas esperanzas” (Montúfar y Coronado, 1933, p. 69).

El amparo de Neri fue vital luego del fracaso de Arce y los pronunciamientos de “religión y fueros” que en 1833 tornaron a la colonia en sospechosa de ayudar a los alzados. En ese contexto, el arriendo a San Luis Potosí fue una válvula de escape. El contrato incluyó nueve propiedades ubicadas entre San Luis Potosí y Tamaulipas, que requirieron de administradores por nueve años. Desde el Pozo del Carmen, los hermanos Montúfar administraron las haciendas, su producción, el comercio de las tiendas de la propiedad, siguiendo las reglas de contabilidad mercantil mexicana, observando pagos de salarios y remitiendo cabezas de ganado hacia la ciudad de México (Herrera, 2013, p. 107; Montúfar y Coronado, 1933, pp. 46, 48, 51-52, 57).

Allí no terminó la experiencia potosina centroamericana. Un nuevo contrato de la Compañía de Tabaco permitió a Neri en 1842 adquirir las haciendas San Ignacio del Buey y San Agustín de los Amoles ubicadas en la huasteca (Luna, 2016, p. 122; Pardo Urías, 2017, pp. 405, 416). Nuevamente, necesitado de administradores, recurrió a los sonsonatecos hermanos Francisco Ignacio y José Domingo Rascón Cuéllar (Chamorro, 1951, pp. 485, 493, 499, 521, 523, 526; Pérez, 2018, pp. 184, 318). Gracias a Del Barrio y la Compañía, en 1844 José Domingo tomó posesión de las haciendas por órdenes del supremo gobierno de la nación (Luna, 2016, p. 122; Monroy, 2004, p. 421). Gracias a la fertilidad del terreno y su buena ubicación como cuello de botella del puerto de Tampico, los Rascón se consolidaron en el escenario potosino.

Neri no fue el único miembro de los Larrazábal en México. Rafael José, hermano de José María y Neri, llegó en 1826 desde Panamá como asistente de su tío Antonio de Larrazábal y Arrivillaga, para participar en el Congreso de Tacubaya.[8] Los hermanos aprovecharon su capital social para consolidarse en la elite. De esa manera adquirieron una agencia que patrocinó a los exiliados, criticó las autoridades federales centroamericanas, como Barrundia y Morazán, al mismo tiempo que las apoyaba en los asuntos de Chiapas y Soconusco (Valle, 1963, pp. 165, 174, 175-176, 180; Vásquez, 1932; Vásquez Olivera, 2018, pp. 158, 246).

La agencia de los Larrazábal no fue casual. La familia tenía un historial de individuos consolidados en instituciones en Guatemala, Oaxaca y la ciudad de México desde la época virreinal (González Galeotti, 2020, pp. 322-325). Uno de ellos, Francisco de Larrazábal y Torres, diputado estatal de Oaxaca en 1823 y federal en 1824, recibió a los exiliados y fue bautizado por ellos como Tata Chico (Hensel, 2012, pp. 278, 352, 409; Montúfar y Coronado, 1933, pp. 16, 43). Sin embargo, los sucesos de 1833 lo llevaron a prisión por supuestamente apoyar el pronunciamiento de “religión y fuero” al estar la Hacienda Grande por donde transitaron los rebeldes (Montúfar y Coronado, 1933, p. 43).

Ante esa volatilidad política, los centroamericanos hicieron migas con oficiales militares, lo cual es comprensible debido al alto número de oficiales exiliados. Destacaron los seis hermanos Tostá, nacidos en Guatemala y parte de la Real Armada española, la que abandonaron por varias razones. Por ejemplo, Bonifacio apoyó a los insurgentes novohispanos y fue suegro de Antonio López de Santa Anna; José María se incorporó con los chilenos y con su hermano menor, Pedro, fue afín de los centroamericanos (González Guardiola, 2020, pp. 130-131). Los exiliados conocieron a Domingo Altamirano, oficial de aduanas de Mazatlán, y más importante a Miguel Ignacio Gutiérrez, oficial chihuahuense enviado a Chiapas y escondido en la ciudad de México luego de su expulsión en 1832, como han señalado Torres (2017) y Vásquez (2018) (Mayo, 2006, p. 224; Montúfar y Coronado, 1933, pp. 16, 24; Torres, 2017, p. 123; Vásquez, 2018, pp. 185, 196). No es de extrañar la cercanía con Vicente Filísola, enviado por Iturbide durante la etapa anexionista, en este nodo centroamericano por la mutua animadversión con los líderes federalistas centroamericanos en el poder (Montúfar y Coronado, 1933, p. 16; Vásquez Olivera, 2009). Finalmente, la antigua nobleza virreinal representada por Fagoaga y su tío, Jacobo de Villaurrutia, quien era muy estimado por su gestión como oidor de la Audiencia de Guatemala y promotor de la Ilustración (Montúfar y Coronado, 1933, p. 24; Hernández Pérez, 2015, pp. 119-155). Gracias a estos sostenes, el grupo en México pudo navegar las tormentas mexicanas.

Oaxaca: un nodo histórico

Oaxaca fue un nodo de la Carrera de Guatemala, la arteria de los vínculos novohispanos y guatemaltecos, por lo que no fue casual la presencia centroamericana. Allí se instaló un núcleo de abogados que participaron activamente en las instituciones oaxaqueñas y, aunque no fueron exiliados, fueron una base de apoyo fundamental para ellos.

Desde la ocupación insurgente de la ciudad en 1813, el presbítero costarricense Florencio del Castillo radicó ahí y destacó en el constitucionalismo gaditano, en el Cabildo Catedral oaxaqueño y en la conformación del estado federal oaxaqueño (Benavides Baquero, 2013; Hensel, 2012, p. 370). Su hermano menor, Demetrio, también se arraigó en México al casarse en Oaxaca con la criolla María Velasco Gómez, para luego mudarse a la capital del país, donde su casa fue refugio de los exiliados (Benavides, 2013, pp. 208-211, 499-505; Hensel 2012, p. 369).

Del Castillo recibió a Pedro José de Beltranena y Llano, criollo guatemalteco que tenía experiencia en el gobierno colonial. Cuando se asentó en Oaxaca enlazó con María Josefa Gutiérrrez y Villegas Gris, cuya familia destacó en el comercio con Chiapas y Tabasco. Con ese capital social, Beltranena trazó su carrera política en las instituciones oaxaqueñas (Chávez, 2011, p. 245; Guardino, 2005, p. 192; Hensel, 2012, pp. 398-399, 401-403).[9] Posteriormente al grupo se sumó Miguel de Larreynaga y Juan José Quiñonez Manzanares, ambos leoneses que retornaban del Congreso Imperial y en Oaxaca ejercieron su profesión. Quiñonez prosperó al enlazar con María Dolores Estrella en 1825,[10] y así vincularse a otra familia local vinculada a los negocios con Centroamérica y tener un perfil similar al de Beltranena (Chávez, 2011, p. 245; Hensel, 2012, pp. 377-380).

El grupo de centroamericanos fue bastante unido a nivel familiar, Del Castillo estuvo presente en los matrimonios mencionados; comercialmente, ya que Beltranena y Quiñones se asociaron para un negocio;[11] políticamente, a causa de su cercanía con la elite liberal moderada, o aceite, frente los radicales, o vinagres, y su alianza recíproca con el general Antonio de León (Guardino, 2005, pp. 190-191, 220; Iturribarría, 1982, pp. 206, 248, 282-283). Asimismo, algo en lo que todos los centroamericanos destacaron fue que impartieron docencia en la Academia de Ciencias y Artes, donde formaron a la siguiente generación liberal oaxaqueña, determinante en el curso de la historia mexicana decimonónica como ha propuesto Taracena Arriola (Iturribarría, 1982, p. 248; Lempérière, 1994).

El nodo centroamericano se volvió un lugar de refugio para los exiliados en México. Varios fueron recibidos en Oaxaca en 1833 por la derrota de Arce el año anterior y la solicitud de expulsión de ellos del estado. Incluso, ese nodo fue clave para el segundo exilio, ya mencionado, y en especial para los líderes del proyecto político del estado de Los Altos. Así, el presbítero José Matías Quiñonez fue recibido por su hermano, y Marcelo Molina Mata, expresidente de Los Altos, por el grupo de abogados y el general De León. Eso le permitió trabajar en la abogacía de 1842 hasta 1846 cuando retornó a Guatemala, debido a la invasión estadunidense a México (Taracena, 1999, pp. 250-252; 2015a, pp. xxvii-xxix).

Chiapas y soconusco: refugio o polvorín

Chiapas y Soconusco fueron los refugios “naturales” para los centroamericanos. La elección era obvia por sus lazos económicos e históricos con Guatemala, en especial con Los Altos (González Alzate, 2015, pp. 83, 92; Taracena, 1999, pp. 42, 54-59, 130) pese a los argumentos políticos que minimizaron dicha conexión para naturalizar la integración a la Federación mexicana (Torres, 2017, p. 54; Vásquez, 2009, pp. 93-96; 2018, pp. 79, 88, 92-97). Por ello, en la Guerra Federal, fue lugar de refugio de liberales radicales causando roces diplomáticos (Burns, 1955, pp. 35-41; Castillo, Toussaint y Vásquez, 2006, p. 64; Valle, 1963, pp. 193-194; Vásquez, 2018, p. 185).

En contraste a Oaxaca, no hubo una “colonia” de las elites antes de 1829, pese a la existencia de vínculos familiares y nodos de sectores populares. Hubo, sí, cierta simpatía y apoyo de los llamados “hombres de bien” y eclesiásticos. De tal cuenta, los sacerdotes que llegaron a Soconusco obtuvieron puestos eclesiales gracias al sacerdote José Llauger (Sánchez Lima, 2020, pp. 8, 16, 20). Asimismo, llegaban las mercancías que centralistas remitían desde Guatemala para su resguardo por el triunfo federalista, tal como hicieron los hermanos Beltranena, Saturnino Arzú, Vicente García Granados y José Francisco de Córdova (Romero, 1877, p. 656; Torres, 2021b, pp. 109-113, 255, 259), aunque se arriesgaron a perderla por la venalidad de burócratas aduaneros (Sarazúa, 2020, pp. 65-66; Torres, 2021a, 2021b).

Entre 1829 y 1833, la suma de las disputas diplomáticas sobre la legitimidad de la agregación de Chiapas a México, la cuestión del Soconusco, la disputa entre la supuesta facción de la logia yorkina frente a los “hombres de bien”, y el frente militar abierto por el expresidente Manuel José Arce para invadir Guatemala, alteraron constantemente las ecuaciones políticas para permitir el arraigo centroamericano (Castillo, Toussaint y Vásquez, 2006, pp. 56-70; Taracena y Sarazúa, 2020; Torres, 2017, pp. 87-132; Vásquez, 2018, pp. 143-235).

Pese a ello, hubo ciertos refugiados que encontraron amparo bajo el mencionado coronel José Ignacio Gutiérrez. Este fue el hombre fuerte electo por los “Hombres de bien” para gobernar y expulsar a los liberales radicales “yorkinos”. En el poder tuvo el asesoramiento de José Francisco de Córdova, que escapó de incognito de las fuerzas morazanistas y que en Ciudad Real enlazó con la familia Larraínzar, familia vinculada al comercio con Tabasco, Oaxaca y Guatemala (Vásquez, 2018, p. 185; iaarm, 1986, pp. 35-37).[12] Asimismo, los García Granados tuvieron buena relación con el coronel, en especial María Josefa, Pepa, y Miguel, con quienes logró buena amistad y al segundo disuadió de sumarse a la intentona de Arce en Soconusco mientras no llegaran armas mexicanas desde Tabasco (García Granados, 2011, pp. 255-259, 270-272). Ignacio Gutiérrez posteriormente saldría del mapa a causa del triunfo del general Joaquín Miguel Gutiérrez, el “Yorkino”, que también tenía el respaldo de las autoridades guatemaltecas.

La incidencia guatemalteca no fue casual a causa de que el expresidente Manuel José Arce intentó retomar el poder federal centroamericano en 1832. Arce contó con el apoyo de curas y oficiales exiliados en Chiapas y atacaría desde Soconusco. Sin embargo, fue descubierto y derrotado, al igual que toda la campaña de ese año en los frentes hondureño y salvadoreño (Taracena y Sarazúa, 2020, pp. 139-179). Ante la amenaza de un frente internacional, el gobierno del Estado de Guatemala apoyó al Gutiérrez tuxtleco, el liberal para que retomase el poder de Chiapas. De esa cuenta se solicitó y logró la expulsión de los curas centroamericanos en 1833, de los cuales algunos se refugiaron en Oaxaca y en la Ciudad de México (Montúfar y Coronado, 1933, p. 24; Sarazúa, 2020, pp. 67-68). Finalmente, el robo a la tienda del general Francisco Cáscara revela la volatilidad local. Este había llegado en el Hidalgo a Acapulco y se trasladó a Chiapas. Sin embargo, a finales de 1832 su tienda fue robada; posiblemente por algún ajuste de cuentas o por el hecho de que no apoyó la incursión de Arce, “Ya porque aquello no fuese conforme a sus principios, o porque previese el mal resultado de la empresa” (Rubio Sánchez, 1984, p. 56; Sarazúa, 2020, p. 70).

La frontera norte del exilio

El último lugar notable de presencia centroamericana en México fue en el occidente del país. Luego de su destierro, Vicente García Granados, líder de una casa comercial quebrada por la guerra, intentó mantenerse a flote en la Ciudad de México, Guadalajara y, finalmente, en Mazatlán (García Granados, 2011, pp. 129-130, 235-236, 238, 255, 259, 260, 301). Tras varios reveses se asoció con el montañés José María Castaños, a la postre de los principales mercaderes en San Blas (Favela, 2020, p. 227; Mayo, 2006, pp. 70, 76, 122;). La sociedad permitió a Vicente prosperar en la importación de productos al puerto de Mazatlán gracias al fraude aduanero entre las décadas de 1830 y 1840 (García Granados, 2011, pp. 317-329). De hecho, los hermanos García Granados se vincularon a compañías que hacían ganancias en la fachada del Pacífico. Joaquín invirtió en el corte de palo de Brasil en Huamelula, Oaxaca, junto a Juan Antonio Oyarzun Latasa (concuño de Arce y tío de los Rascón Cuéllar), y la compañía Cotesworth Smith & Co.[13] Sin embargo, la clave de su consolidación fue la inversión en la veta minera de Guadalupe y Calvo, que les permitió asociarse con el alemán Herman Stahlknecht y el exvicegobernador de Jalisco, José Ignacio Herrera y Cairo (Arzú, 2009, pp. 220-223; Favela, 2020, p. 252; García Granados, 2011, pp. 330-331, 333-334). La combinación del comercio y los réditos mineros permitió a los hermanos afianzarse con miembros de la elite sinaloense, los Díaz de la Vega y los Portillo Tirado (Favela, 2020, pp. 21, 86, 190, 212, 299-300; Velasco y Romero, 2020, p. 19), jalisciense, en especial con el historiador José Fernando Ramírez y el mencionado Stahlknecht (Torre Villar, 2001, pp. 20, 71). De esa cuenta, otro de los hermanos, Manuel, se abrió paso y consiguió el arriendo de la ceca de Culiacán, pese a disputas con su familia adoptiva (Velasco y Romero, 2020, pp. 18-24).

Herencia del exilio

¿Cuál fue el destino de los exiliados? Algunos retornaron a Centroamérica y pudieron reintegrarse al mundo político como Juan José Aycinena, Joaquín y Miguel García Granados y Francisco Cáscara a finales de la década de 1830 (Chandler, 1989; García Granados, 2011; Rubio, 1984). Lo mismo sucedió con Manuel José Arce y Mariano Aycinena, pero fuera del espectro político (Salazar, 1971, pp. 167-169; Valladares Rubio, 1971, pp. 85-89).

Otros murieron, bien por el colera morbus, como Juan Montúfar y Juan Francisco Sosa, o de causa natural como Mariano Domínguez Robles, Vicente Piélago, José Antonio Palomo Montúfar, Ángel María Candina, y los hermanos José María y Manuel Montúfar y Coronado (Belaubre, 2001, pp. 164-165; Montúfar y Coronado, 1933, pp. 15-17). Fuera de México, quince religiosos murieron en destierro a La Habana, incluido al parecer el dominico Miguel José Aycinena y Piñol. Mariano Beltranena y Llano seguramente acompañó a los oficiales españoles, radicó en la isla hasta su muerte (+1866), lo mismo el doctor José María Orellana (+1853) o el arzobispo Ramón Casaus y Torres (+1845) (Belaubre, 2001, pp. 164-165).

¿Qué pasó con quienes se quedaron en México? Véase el cuadro 2.

 

Cuadro 2. Trayectoria institucional de centroamericanos en México, 1821-1864

Nombre

Origen

Estado

Año

Cargo

Parentesco y relaciones políticas

Florencio del Castillo

Costa Rica

Oaxaca

1812-1813

1814

1817

1823-1825

1834

Diputado por Costa Rica en Cádiz

Miembro del Cabildo Catedral

Canónigo de la catedral

Pdte. del Congreso y la Constituyente de Oaxaca

Gobernador de la Mitra Obispal

Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca

Hermano de Demetrio del Castillo

Miembro del grupo de centroamericanos en Oaxaca

Conocía a toda la elite política oaxaqueña y procuró mantener una postura neutral en sus disputas

Abogó activamente por la defensa del fuero eclesial en 1833

Demetrio del Castillo

Costa Rica

Oaxaca

Ciudad de México

1814-1821

1821-1822

1823-1840

Cap. de Justicia, comisario de Guerra

Secretario de Gobernación e Intendencia de Oaxaca

Magistrado de Ocotlán

Diputación Provincial

Diputado del Congreso Constituyente de la Federación

Firmante como diputado oaxaqueño de las Siete Leyes de la Contitución centralista

Hermano de Florencio del Castillo vinculado a la colonia centroamericana en la capital mexicana

Miguel de Larreynaga

Nicaragua

Oaxaca

Chiapas

Los Altos

1823-1835, 1839

Juez Letrado de la ciudad de México

Presidente de la Suprema Corte de Oaxaca

Asesor Legal del gobernador de Oaxaca

Magistrado de la Corte Suprema de Oaxaca

Magistrado de la Suprema Corte de Justicia de Chiapas

Diputado por Chiapas al V Congreso Constitucional

Constituyente del Estado de Los Altos

Presidente de la Corte Suprema de Justicia de Los Altos

Vinculado a la red de abogados oaxaqueños, del supremo poder judicial chiapaneco y aliado de impulsores del estado de Los Altos

Pedro de Beltranena y Llano

Guatemala

Oaxaca

1817-1820

1821

1822

1823

1827-1828

1843

Asesor de Intendente de Sonora y Sinaloa

Abogado de la Audiencia Nacional

Representante de la Junta Nacional Instituyente

Miembro de la Comisión de Justicia del Legislativo

Presidente del II Congreso Constitucional de Oaxaca

Diputado en el Congreso estatal

Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca

Nombrado como fiscal de los Tribunales Superiores del Depto. de Oaxaca

Hermano de Juan Miguel, Tomás, Manuel, José

María, Joaquín y Mariano Beltranena y Llano

Docente en la Escuela de Artes y oficios, posible docente de Benito Juárez

Aliado del general Antonio de León

Juan José Quiñones Manzanares

Nicaragua

Oaxaca

1822-1823

1841-1843

1842

1843

1846

1848-1849

1852-1853

Repte. de la Junta Nacional Instituyente

Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca

Diputado Suplente en la Junta de Representantes Nacional

Constituyente por Oaxaca en el Congreso

Magistrado de los Tribunales Superiores del Dpto. de Oaxaca

Diputado de Oaxaca en el Congreso Extraordinario

Diputado en la XI Legislatura Nacional

Diputado en la XIII Legislatura Nacional

Hermano de Baltasar Quiñones, Honduras

Hermano de José Matías Quiñones, impulsor del estado de Los Altos

Posible docente de Benito Juárez

Aliado del general Antonio de León

Marcelo Molina

Quetzaltenango

Oaxaca

1840-1847

Abogado de los pobres

Abogado apoderado en varios casos judiciales

Padre de 16 hijos

Viudo de María Manuel Urrutia Álvarez

Cuñado de Buenaventura de Urrutia, comerciante activo entre Quetzaltenango, Oaxaca, Chiapas y Tabasco. Amigo de Matías Castellanos Matamoros, patriarca de Comitán

Esposo de Remigia Castillo

Favorecido por el general Antonio de León

José María Herrera

Guatemala

Chiapas

1829-1833

Cura párroco

Aliado de Manuel José Arce en campaña de 1832

José León Marroquín y Güelle

Quetzaltenango

Chiapas

1829-1833

Cura párroco

Aliado de Manuel José Arce en campaña de 1833

Ponciano Garrote

Guatemala

Soconusco

1829-1833

Cura párroco

Lino García

Guatemala

Soconusco

1829-1833

Cura párroco

Manuel Bermúdez

Chiapas

Chilpancingo

1829-1833

Cura párroco

Tomás O’Horan y Argüello

Campeche

Yucatán

1832-1833

1835-1836

- 1848

Miembro de la Comisión que actualizó los códigos civil, penal y de procedimientos jurídicos de Yucatán

Diputado por Yucatán en el Senado mexicano

Hermano de Diego, maestro de Lorenzo de Zavala

Socio de Ignacio Vado Lugo, nicaragüense, que fundó en Yucatán la Escuela de Medicina

José Francisco de Córdova

Guatemala

Chiapas

Ciudad de México

1829-1832

1833- ca. 1850

Asesor del gobernador Miguel Ignacio Gutiérrez

Administrador de Compañía de Tabaco

Viudo de María Manuela del Camino y esposo de María Josefa González Obregón

Padre de 7 hijas

Suegro de Manuel Larraínzar Piñero, cuando este casó con Manuela Jacoba Córdoba del Camino

Juan Francisco Sosa

Guatemala

Ciudad de México

1830-1833

Administrador de Compañía de Tabaco

Membro de la colonia centroamericana

Felipe Neri del Barrio Larrazábal

Guatemala

México

1830-1844

1835-1837

1839-1864

Arrendador del estanco de Tabaco

Diputado del VI Congreso Constitucional Constituyente

Ministro plenipotenciario de Guatemala en México

Ligado a la familia Fagoaga y a la antigua nobleza novohispana.

Base de apoyo de la colonia centroameriana

José Felipe Mariano Gálvez

Guatemala

México

1840-1846

1853

Secretario perpetuo de la Dirección de Industria

Propuso un “Proyecto sobre patententes”.

Abogado de José Garay en proyecto para instalar un ferrocarril en Tehuantepec junto a otros empresarios extranjeros

Hijo adoptivo de Manuel Fadrique y Goyena y Gertrudis de Gálvez, hermana de José y Matías de Gálvez, impulsores del reformismo borbónico.

Fue secretario de Lucás Alamán en la Dirección de Industria.

Asociado a empresarios e inversores en el proyecto férreo del istmo

Manuel García Granados

Guatemala

Sinaloa

Arrendador de la Ceca de Culiacán

Ligado a la familia Díaz de le Vega de Culiacán

Fuentes: Información sobre la migración de varios eclesiásticos de Guatemala a esta diócesis de Chiapas, 11 de abril de 1829. Ramo Acuerdos de Cabildo. Exp. 11, carpeta 3704; Cartas del Ministro de Justicia y Justicia y Negocios Eclesiásticos al vicario caituloas de Chiapas, 1829. Ramo Gobierno Civil. Exp. 21, carpeta 4526; Licencias ministeriales concedidas a diversos eclesiásticos para ejercer su ministerio en el partido del Soconusco. Ramo Gobierno. Exp. 2, carpeta 4113, 1829. ahdscch, México; Benavides (2013, pp. 208-211, 499-505); Chávez (2011, pp. 245-247); Erosa (2005, pp. 16-33); García (2011, pp. 255-259, 270-272); Guardino (2005, pp. 190-192); Hale (1961, p. 235); Hensel (2012, pp. 278, 352, 369-370, 377-380, 398-399, 401-403, 409); Iturribarría (1982, pp. 206, 248, 282-283); Molina (1971, pp. 9-12); Montúfar y Coronado (1933, pp. 15-17); Taracena (1999, pp. 250-252; 2015, pp. xxvii-xxix); Torres (2017, pp. 105, 157); Valverde (2014, pp. 77-78); Vásquez (2018, p. 185); Velasco y Romero (2020, pp. 1-27); Zorrilla (1984, pp. 196-198); R. D. Temple, “The remarkable O’Horans”, The Yucatán Times, 7 de mayo de 2016. Recuperado de https://www.theyucatantimes.com/2016/03/the-remarkable-ohorans/

 

Anexo 1. Centroamericanos expulsados y exilados en México, Cuba y Nueva Orleans (1829-1840)

Nombre

Militares

Religiosos

Gobierno federal y del Estado de Guatemala

Familiares y/o sirvientes

Comerciantes/hacendados

Profesionales

Indeterminado

Origen (procedencia) salida

Ruta de exilio/destino

Aguilar, Manuel María, fray

x

Guatemala

Chiapas

Aguiluz, Venancio, fray

x

(Tegucigalpa)

Guatemala

Chiapas

Alejos Polero, Manuel

x

Quetzaltenango

Tuxtla Chico

Alfaro, Julian

x

?

Ciudad de México

Aparicio, Manuel

Quetzaltenango

Chiapas

Arbeu, Manuel

x

Sonsonate

Acapulco

Arbeu, Francisco

x

Guatemala

Chiapas

Arce, Manuel José

x

x

Omoa

Nueva Orleans, México

Arriaza, Florencio, M. R. P. Mtro., fray

x

Cobán

Chiapas

Arzú, Saturnino

x

Guatemala

Tonalá

Asmitia, José Antonio

x

Totonicapán

Chiapas

Asteguieta, José

x

(Colombia)

Guatemala

Tapachula

Aycinena Piñol, Juan José

x

Omoa

Nueva Orleans

Aycinena, Ángel

x

Omoa

Nueva Orleans

Aycinena, Antonio

x

Omoa

Nueva Orleans

Aycinena, Francisco

x

Guatemala

Tapachula

Aycinena Piñol, Mariano

x

Omoa

Nueva Orleans

Aycinena Piñol, Miguel José

x

Omoa

La Habana

Aycinena, Xavier

x

Guatemala

Tapachula

Ayerdi Pinillos, Pedro

x

x

Quetzaltenango

Chiapas

Balladarez, José Antonio

x

Quetzaltenango

Chiapas

Ballesteros, José Cornelio

x

Guatemala

Chiapas

Ballesteros, Juan, fray

x

Sonsonate

Acapulco

Bargas, Manuel

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Guayaquil

Barrio Larrazábal, Concepción

x

Guatemala

? / Ciudad de México

Barreda, B.

x

Omoa

La Habana

Sisal

Basagoitia, Luis

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Guayaquil

Batres, Eusebio, fray

x

Sonsonate

Acapulco

Batres, Manuel Antonio

x

(Antigua Guatemala)

Guatemala

Chiapas

Bayly, Juan José

x

(Londres)

Guatemala

Tapachula

Beltranena Llano, José María

x

Omoa

La Habana

Beltranena Llano, Juan Miguel

x

Omoa

Belice

Beltranena, Manuel

x

x

Guatemala

Comitán

Beltranena, Mariano

x

Sonsonate

Acapulco

Berdugo, Ignacio, fray

x

Guatemala

Chiapas

Bermudez, Manuel, fray

x

(Chiapas)

Sonsonate

Acapulco

Bernarda, madre de Mónico

x

?

Ciudad de México

S. L. Potosí

Bernardo

x

Omoa

Nueva Orleans

Beteta, Francisco María

x

Sonsonate

Acapulco

Beteta, Manuel

x

Sonsonate

Acapulco

Camollanes, Luis

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Guayaquil

Candina, Ángel María

x

Guatemala

Chiapas

Carranza, Manuel, fray

x

Sacapulas

Chiapas

Carrascal, José Antonio, fray

x

Quetzaltenango

Tapachula

Carrascosa, Manuel

x

Cuilco, Huehuetenango

Chiapas

Casaus y Torres, Ramón

x

Omoa

Omoa, Cuba

Cáscara, Francisco

x

(Italiano-Cerdeña)

Sonsonate

Acapulco

Ciudad de México

Chiapas

Oaxaca

Castro, Juan de Dios

x

Sonsonate

Acapulco

Córdova, José Francisco

x

Guatemala

Chiapas

Ciudad de México

Oaxaca

Ciudad de México

Córdova, José María Fray lego

x

Guatemala

Chiapas

Costales, Mariano

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Crespin, Dionisio

x

Sonsonate

Acapulco

Culebro, Ignacio, fray

x

(Chiapas)

Sonsonate

Acapulco

Días, Dolores, fray

x

Guatemala

Chiapas

Domínguez, José Vicente

x

Omoa

Cuba, Belice

Echeverría, Juan José

x

Omoa

La Habana

Escudero de la Rocha, Gertrudis

x

Campeche

Yucatán

Fernández, Antonio

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

Figreva, A.

x

Omoa

La Habana

Sisal

Figueroa, S.

x

Omoa

Nueva Orleans

Flores López, José Antonio

x

Guatemala

Ciudad de México

Flores, Juan María

x

Guatemala

Ciudad de México

García Granados, Adela

x

Guatemala

Comitán

García Granados, Miguel

x

Guatemala, Omoa

Comitán, Ciudad Real

Ciudad de México

Mazatlán

García Granados, José Vicente

x

Sonsonate

Acapulco

Ciudad de México

Mazatlán

García Granados, Joaquín

x

Sonsonate

Acapulco

Ciudad de México

Oaxaca

Mazatlán

García Granados, Manuel

?

Culiacán

García Salas, Francisco de Paula

x

Guatemala

Chiapas

Oaxaca

García Salas, Rosendo

x

?

Chiapas

Oaxaca

García Sutiaga, Rafael

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

García, Blas

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

García Salas, Domingo, fray

x

Nebaj

Chiapas

García, José María

x

Omoa

La Habana

García, Lino

x

Guatemala

Tapachula

Garrote, Ponciano

x

Suchitepequez

Tapachula

Gomez, Lorenzo, fray

x

Sonsonate

Acapulco

González Batres Juarros, María de la Luz

x

Omoa

Nueva Orleans

González de Aguilar, Pedro

x

?

Ciudad de Mexico

González Zaravia, Miguel

x

(español)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

González, Agustín

x

?

Ciudad de México

González, Damaso

x

Sonsonate

Acapulco

Grillo, José

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

Herrera, José María

x

Malacatán, Huehuetenango

Chiapas

Oaxaca

Hermosa-Hernán, José

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

Hernández Spina, Vicente

x

Guatemala

Chiapas

Irigoyen Azualde, Juan Ignacio

x

Omoa

La Habana

Lacunza, José Francisco

x

Guatemala

Ciudad de México

Labarrera, Justo

x

Quetzaltenango

Chiapas

Laurnaga, José Francisco

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Guayaquil

Lebrón, Remigio

x

?

Ciudad de México

Limón Marroquín, Julián Francisco

x

Quetzaltenango

Chiapas

Limón Marroquín, Manuel Diego

x

Quetzaltenango

Chiapas

Llorente, Diego

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

Llorente, Nicolas R. P., fray

x

(Cártago, Costa Rica)

Guatemala

Chiapas

Lobos, Francisco G., fray

x

(Antigua Guatemala)

Guatemala

Chiapas

López, Mariano

x

?

Chiapas

Lopez Florez, José Antonio

x

Guatemala

Chiapas

Matamoros, José Luis

x

Guatemala

Chiapas

Marroquín Guelle, José León

x

Quetzaltenango

Tapachula

Chiapas

Marroquín, José

x

Quetzaltenango

Chiapas

Marroquín, Manuel

x

Quetzaltenango

Chiapas

Martínes, Sobral, Manuel

x

Guatemala

Chiapas

Mexia, Mariano, fray

x

Guatemala

Chiapas

Meza, Manuel

x

(Español)

Sonsonate

Acapulco

Milla, José Justo

x

Sonsonate

Acapulco

Milla, Juan Estevan

x

Sonsonate

Acapulco

Molina, Marcelo

x

Quetzaltenango

Cuilco

Monico, Antonio

x

?

Ciudad de México

San Luis Potosí

Monge, Juan

x

Sonsonate

Acapulco

Guayaquil

Monterroso, Simón, fray

x

Guatemala

Chiapas

Montúfar y Coronado, Juan

x

Sonsonate

Ciudad de México

San Luis Potosí

Montúfar y Coronado, Manuel

x

Sonsonate

Ciudad de México

San Luis Potosí

Montúfar, José María

x

Guatemala

Ciudad de México

San Luis Potosí

Muñoz, Fermín

x

Sonsonate

Acapulco

Muñoz, Francisco

x

?

Ciudad de México

San Luis Potosí

Muñoz, Trinidad

x

Sonsonate

Acapulco

Natareno, C.

x

Omoa

Nueva Orleans

Ocaña, Pablo

x

x

Guatemala

Chiapas

Orellana, José Antonio

x

Omoa

La Habana

Orellana, Luis, fray

x

Guatemala

Chiapas

Orellana, Mariano

x

Guatemala

Chiapas

O´Horan,Tomás

x

Guatemala

Campeche

O’ Horan Escudero, Tomás Antonio

x

Guatemala

Yucatán

O’Horan Escudero, Juan Manuel María

x

Guatemala

Yucatán

O’Horan Escudero, María Guadalupe Gertrudis

x

Guatemala

Yucatán

O’Horan Escudero, José María Isabel Toribio

x

Guatemala

Yucatán

O’Horan Escudero, Jesús Patricio Eulogio

x

Guatemala

Yucatán

O’Horan Escudero, Agustín Jorge

x

Guatemala

Yucatán

Pacheco, Ramón

x

(Español)

Sonsonate

Acapulco

Pais, Jerónimo

x

?

Oaxaca

Palomo Montúfar, José Antonio

x

Sonsonate

Acapulco

Palomo Montúfar, José Ignacio

Guatemala

Ciudad de México

Paniagua, Manuel, fray

x

(San Miguel, San Salvador)

Totonicapán

Chiapas

Pavón, F

x

Omoa

Nueva Orleans

Pavón Aycinena, Manuel F.

x

Omoa

Nueva Orleans

Pavón, Vicente José

x

?

México

Pedro

x

Omoa

Nueva Orleans

Peña Alfaro, Miguel

x

(León, Nicaragua)

Guatemala

Chiapas

Perdomo, Indalecio

x

Sonsonate

Acapulco

Ciudad de México

Chiapas

Pérez, Silvestre

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

Piélago, Vicente de

x

Guatemala

Ciudad de México

Piélgado, Y.

x

Omoa

Nueva Orleans

Prado, Agustín

x

Sonsonate

Acapulco

Quijano, Manuel

x

Sonsonate

Acapulco

Rafael

x

?

Ciudad de Mexico

Ramires, Mariano, fray

x

Guatemala

Chiapas

Ramona

x

?

México

Rascón Cuellar, Francisco Ignacio

x

(Sonsonate)

Costa Rica

San Luis Potosí

Rascón Cuellar, José Domingo

x

x

(Sonsonate)

Ciudad de México

Nueva Orleans

Filadelfia

San Luis Potosí

Reyes, Doroteo

x

Nicaragua

Tapachula

Guadalajara

Reyes Rovira, Domingo

x

Nicaragua

Guadalajara

Robles Domínguez, Mariano, pbro.

x

Guatemala

Puebla

Rodríguez, E

x

Omoa

Nueva Orleans

Rojas y Morales, Ramón de Jesús, fray

x

Guatemala

Perú

Rosales, Vicente, fray

x

(Verapaz)

Guatemala

Chiapas

Sagazeta, Bernardo

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

Saldaña, José Ignacio, pbro.

x

?

Oaxaca

Salgado, Tomás

?

Ciudad de Mexico

Salvatierra, Mariano, fray

x

Verapaz

Chiapas

Sánchez, Calixto

x

Sonsonate

Acapulco

Saozuaga, José Francisco

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Solano, Leandro

x

Acasaguastlán

Chiapas

Solano, Manuel

x

Acasaguastlán

Chiapas

Sosa, Juan Francisco

x

Sonsonate

Acapulco

Suárez, José Antonio, fray

x

Sonsonate

Acapulco

Súarez, Salvador, fray

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Chilpancingo

Sutiava, Mateo

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Teran, Simón

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

Trevillas, Ángel

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

Urrutia, José Mariano

x

Guatemala

Chiapas

Valenzuela, Macario

x

Sonsonate

Acapulco

Vargas, Benito, pbro.

x

Guatemala

Chiapas

Varillas, Vizente, fray

x

Sonsonate

Acapulco

Velasco, José

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

Velasquez, Francisco, fray

x

Quetzaltenango

Chiapas

Vera, José María

x

(México)

Sonsonate

Acapulco

Vila, Jose Irineo

x

Guatemala

Tapachula

Vijil, Francisco

x

Sonsonate

Acapulco

Villar, Antonio del

x

(España)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

Yradi, Juan, fray

x

(Chiapas)

Sonsonate

Acapulco

Yrizarri, José Guillermo

x

Sonsonate

Acapulco

Yrizarri, Juan Francisco

x

Sonsonate

Acapulco

Zanchez, Nicolas

x

(Español)

Sonsonate

Acapulco

Veracruz

Zaravia, Antonio

x

(México)

Sonsonate

Acapulco

Zavala, Buenaventura, fray

x

(Sololá)

Guatemala

Chiapas

Zea, Manuel

x

Sonsonate

Acapulco

Zepeda, Felix, fray

x

(Tegucigalpa)

Guatemala

Chiapas

Zuazo, Tomás, fray

x

(Pinula)

Guatemala

Chiapas

Séquito de 40 religiosos

mueren 4 abordo y 11 al desembarcar

x

Omoa

La Habana

Nueva Orleans

Total de registrados

53

96

25

20

20

4

13

231

Total

Fuentes: Sobre llegada a Acapulco del S. D. Mariano de Beltranena y otros individuos espulsos de la República de Centroamérica, 8 de octubre de 1829. Fondo Pasaportes. Tomo 23, fs. 259-364; Solicitud de pasaporte a Doroteo Reyes y Domingo Reyes su hijo, 9 de julio de 1829. Fondo Pasaportes. Tomo 24, fs. 536-543; Sobre internamiento de religiosos en Soconusco, 12 de mayo de 1829. Fondo Pasaportes. Tomo 25, fs. 784-799. agn, México; Eclesiasticos que obtuvieron licencias ministeriales a causa de la revolución de Centroamérica, 1829. Ramo Gobierno, Carpeta 4113, exp. 2. ahdscch, México; Lista de expulsos y otras disposiciones. Correspondencia con entidades y personas externas. Tomos 6 -90. aha, Guatemala; Lista de todos los pasajeros que llegaron al distrito de Misssissippi de puertos foráneos durante el trimestre qe terminó el 31 de diciembre de 1829, fs. 8-9. Nueva Orleans, Lousiana Family Search (https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:CDN9-VHPZ); Relación de los extranjeros que han llegado al territorio del Estado desde el 1 de enero hasta 31 de diciembre del año corrido de 1829, procedentes de Centro-América. Memoria del estado de la administración pública de las Chiapas (1830); Arce (1830, pp 123-124); Belaubre (2001, pp. 164-165); Erosa (2005, pp. 16-33); Monroy (2004, p. 421); Montúfar y Coronado (1933, pp. 16, 24-25); Sarazúa (2020, p. 67); Taracena (1999, pp. 130-133); Taracena y Sarazúa (2020, pp. 157, 161); Torres (2021b, p. 113); Vásquez (1932, pp. 672-673).

 

 

Allí no terminó la presencia política centroamericana en México. Varios descendientes de exiliados destacaron en la vida política mexicana nacional y regional, desde los cabildos, senados, las armas, la diplomacia o la medicina. Destacarlos requerirá otro espacio, pero baste decir que estuvieron directamente vinculados a personajes como Benito Juárez, Porfirio Díaz, Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica.

CONCLUSIÓN

El primer exilio federal centroamericano destaca como la primera experiencia latinoamericana de exilio político masivo. Su cantidad, 231 personas contabilizadas hasta ahora, no sería superada en la historia del istmo hasta el exilio guatemalteco de 1954.

Esta experiencia ha sido reconocida en México como “una serie interminable que llena la historia de todos nuestros países hasta el presente, y que es el epílogo de nuestras revueltas o nuestras dictaduras” (Zorrilla, 1984, p. 191). Su percepción es algo cuasi natural de las relaciones entre México y sus vecinos. Empero, esa “naturalidad”, oculta coyunturas históricas concatenadas con estructuras de larga duración.

La ruta del exilio funcionó sobre el sistema de la antigua Carrera de Guatemala, bien por medio del camino real o bien por la navegación de la Mar del sur. Geográficamente, el exilio se distribuyó en la geografía de la antigua Carrera. Sus nodos iniciales fueron la Ciudad de México y Oaxaca, cuyos tenues vínculos sugieren diferencias político-ideológicas entre los centroamericanos y el espacio liminar de Chiapas y Soconusco. Esa geografía se amplió con las coyunturas 1832-1833, que llevaron a los exiliados al norte como Jalisco, Sinaloa y San Luis Potosí. Fuera de México, el exilio tuvo una espacialidad caribeña que abarcó Belice, Cuba y Nueva Orleans, lo cual es un tema pendiente de investigación.

Las redes familiares, fueron la argamasa que sostuvo los antiguos intercambios y las redes de apoyo para los exiliados. Ejemplo de esto último fueron los Larrazábal, Gutiérrez, Gris, Estrella y Larraínzar, y sus antecedentes mercantiles en la geografía oaxaqueña, chiapaneca, tabasqueña y guatemalteca. ¿Cuál fue el rol de la familia para los exiliados? Eso será desarrollado en otro texto, pero basta señalar que fue la piedra de toque de su prosperidad en el exilio mexicano.

Los vínculos centroamericanos creados en México los afianzaron institucionalmente en proyectos políticos regionales y nacionales. La facilidad con que se insertó dentro de la elite mexicana permite suponer que factores como la “casta” y el parentesco fueron vitales en su capital social, más que las afinidades nacionales. Si bien hubo identidades nacionales de arraigo, es factible que fuesen la proyección de un proyecto político entre las elites urbanas que aspiraron a la hegemonía del istmo, como ha sugerido Taracena (1995).

En este exilio se puede hacer una tipología según sus orígenes y sus consecuencias. En su origen se cuentan aquellos que huyeron antes de la capitulación de Guatemala, aquellos que fueron desterrados por los decretos de agosto de 1829 y, los menos, los que salieron al exilio durante el gobierno federal por persecución o diferencias política. En sus consecuencias se contó a los retornados, bien fuesen a Cuba, Guayaquil, Campeche o a Guatemala aprovechando apoyos familiares o la debacle federalista luego de 1840; y los arraigados en México que se empobrecieron por las fallidas campañas de 1832 y malas decisiones, o bien los enriquecidos que aprovecharon sus redes y capital social.

Para los centroamericanos su experiencia económica previa al exilio fue esencial para su supervivencia en la economía mexicana. Sus andanzas señalan que se insertaron en nichos que ni extranjeros ni mexicanos ocuparon, lo que sumado a lo anterior los afianzó. Ello será analizado con mayor profundidad en un próximo estudio.

Finalmente, el caso centroamericano destaca en la historia latinoamericana como una experiencia que, con una excepción (Burns, 1955), no había sido analizada. Consideramos que este será el primero de varios trabajos al respecto para subsanar este vacío historiográfico en México y Centroamérica y resalte el valor de realizar historia conectada y regional.

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OTRAS FUENTES

Archivos

aha   Archivo Histórico Arquidiocesano, Guatemala.

agn   Archivo General de la Nación, México.

ahdscch    Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México.

ahneo         Archivo Histórico de Notarías del Estado de Oaxaca, México.

lal    Latin American Library, Nueva Orleans.



* Becario posdoctoral del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (cephcis-unam) asesorado por el doctor Arturo Taracena Arriola. Líneas de investigación: exilio centroamericano en México (1829-1840); comercio entre Nueva España y Guatemala/Federación mexicana y Federación centroamericana; caminos, arrieros y arriería; pueblos indígenas de Guatemala siglos xviii-xix.

Para la elaboración de este artículo, debo agradecer la guía y sugerencias de Arturo Taracena. Asimismo, la colaboración de Rosa Torras, Juan Carlos Sarazúa Pérez, Amanda Úrsula Torres Freyermuth, José Gabriel Domínguez Reyes, Alejandro Conde Roche, Anaité Galeotti, Luis González y el personal del Archivo Histórico de Notarias de Oaxaca, finalmente a Cristina Chávez García por su apoyo intelectual y personal.

 

[1] Sobre la llegada a Acapulco del S. D. Mariano de Beltranena y otros individuos expulsos de la República de Centroamérica, 8 de octubre de 1829. Fondo Pasaportes. Tomo 23, fs. 259-364; Solicitud de pasaporte a Doroteo Reyes y Domingo Reyes su hijo, 9 de julio de 1829. Fondo Pasaportes. T. 24, fs. 536-543; Sobre internamiento de religiosos en Soconusco, 12 de mayo de 1829. Fondo Pasaportes. T. 25, fs. 784-799. Archivo General de la Nación (en adelante agn), México.

 

[2] Estado de la Chiapas. Relación de los extranjeros que han llegado al territorio del Estado desde el 1 de enero hasta 31 de diciembre del año corrido de 1829, procedentes de Centro-América, en Memoria del estado (1830).

 

[3] Lista de todos los pasajeros que llegaron al distrito de Misssissippi de puertos foráneos durante el trimestre que terminó el 31 de diciembre de 1829, fs. 8-9. Nueva Orleans, Lousiana. Recuperado de https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:CDN9-VHPZ

 

[4] Término usado por los liberales radicales para identificar a sus opositores y señalar su continuidad política desde la dominación hispana, la anexión al Primer Imperio Mexicano, y cuestionar su lealtad al gobierno independiente (García Granados, 2011, p. 237).

 

[5] Término empleado por los moderados para identificar a los liberales radicales. Actualmente denomina a un pan desabrido usado para acompañar comidas saladas o dulces, equivalente al bolillo mexicano (Membreño, 1982, p. 176).

 

[6] Carta de Ponciano Garrote a Ignacio Llorente, Tapachula, 6 de marzo de 1829. Fondo Correspondencia con entidades y personas externas 1811-1837. 1831. T6 90. Archivo Histórico Arquidiocesano (en adelante aha), Guatemala.

 

[7] Lista de los individuos comprendido en el decreto del Congreso federal del 22 de agosto de 1829. Correspondencia con entidades y personas externas 1811-1837. 1831. T6 90. aha, Guatemala.

 

[8] Memorándum de Conferencia, 25 de noviembre de 1827. Colección 134. Asamblea de Tacubaya. Folder 1; Correspondencia de Antonio de Larrazábal para el ministro plenipotenciario de Colombia, Pedro Gual, y para el ministro plenipotenciario de México José Michelena y José Domínguez, 28 de noviembre de 1827. Colección 134. Asamblea de Tacubaya. Folder 2; Correspondencia para Larrazábal de parte de la legación de Colombia, 4 de diciembre de 1827. Colección 134. Asamblea de Tacubaya. Folder 3; Memorándum de la Conferencia, 22 de diciembre de 1827. Colección 134. Asamblea de Tacubaya. Folder 5. Latin American Library (en adelante lal), Nueva Orleans.

 

[9] Matrimonio de Pedro José de Beltranena con María Josefa Gutiérrez y Villegas Gris. 5 de marzo de 1821. Libro 22 de Matrimonios del Sagrario, 1818-1822. f. 111. Archivo de la Parroquia del Sagrario Metropolitano de la Diócesis de Oaxaca. Recuperado de https://familysearch.org/ark:/61903/1:1:JC2G-9JJ

 

[10] Matrimonio de Juan José Quiñonez Manzanares y María Dolores Estrella. 12 de mayo de 1825. Libro 23 de Matrimonios del Sagrario, 1822-1827. f. 158. Archivo de la Parroquia del Sagrario Metropolitano de la Diócesis de Oaxaca. Recuperado de https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:JZNS-1JD

 

[11] Contrato de arriendo de Juan José Quiñones y Pedro José de Beltranena de una casa de altos al Br. Don Eladio Sánchez Madrid, administrador de propios del Monasterio de las señoras religiosas de la pura y limpia Concepción Regina Celi, 20 de marzo de 1827. Protocolo de José Ygnacio Salgado. Libro 578, fs. 107v-109v. Archivo Histórico de Notarías del Estado de Oaxaca (en adelante ahneo), México.

 

[12] Padrón de los individuos españoles que contiene el recinto de esta capital de Ciudad Real de Chiapas, 1811. Col. 33 Chiapas Collection. Caja 2. Folder 15. lal, Nueva Orleans.

 

[13] Poder especial que da Cotesworth Smith y Co. y Manuel Álvares para que se cumpla el contrato celebrado con Juan Antonio Oyarzun en la negociación de palo de Brasil en la Hda. Del Rosario en rumbo a Pochutla, 21 de junio de 1836. Protocolo de Juan Pablo Mariscal. Libro 193. f. 228v; Nombramiento de Juan José Quiñones por Cotesworth Smith y Co., y Joaquín García Granados para que terminen las diferencias que tienen los solicitantes, 9 de septiembre de 1836. Protocolo de Juan Pablo Mariscal. Libro 194. f. 247; Venta de inmueble entre Juan Antonio Oyarzun y Joaquín García Granados de un establecimiento de corte de madera de barril denominada el Rosario en el terreno perteneciente a Huamelula en dirección a Pochutla a favor de Cotesworth Smith y Co., 26 de septiembre de 1836. Protocolo de Juan Pablo Mariscal. Libro 194. F. 260. ahneo, México.